LA CURACIÓN DEL COJO:
HECHOS 3:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I. Poder (Hechos 3:1–11):
El hecho
de que Pedro y Juan todavía asistían al templo y observaban las costumbres
judías es evidencia de que estos primeros siete capítulos de Hechos tienen un
énfasis judío. Ningún cristiano hoy que comprende Gálatas y Hebreos
participaría de las prácticas del AT. El cojo[1] es una vívida ilustración del pecador
perdido pues:
(1) nació cojo, y todos
nacemos pecadores;
(2) no podía andar, y ningún pecador puede andar
de manera que agrade a Dios;
(3) estaba fuera del
templo, y los pecadores están fuera del templo de Dios, la Iglesia;
(4) mendigaba, porque los
pecadores son mendigos buscando satisfacción.
Pedro
realizó este milagro, no sólo para aliviar la invalidez del hombre y salvar su
alma, sino también para probar a los judíos que el Espíritu Santo había venido
con las bendiciones prometidas.
Isaías
35:6 promete a los judíos que Israel disfrutaría de tales milagros cuando recibieran
a su Mesías. La conducta del hombre
después del milagro muestra cómo debe actuar cada cristiano: entró en el templo en comunión con los siervos de Dios y
alabó a Dios.
Su andar era nuevo y diferente, y no
huyó de la persecución. Era tal su testimonio que los oficiales
no tenían explicación para lo que había ocurrido.
II.
Predicación (Hechos 3:12–26):
Pedro
usó esta curación como una oportunidad para presentar a Cristo y ofrecer perdón
a la nación.
Nótese: que se dirige a
los «varones
israelitas», como lo hizo en 2:14 y 22.
Le predicó a Cristo y les acusó de negar
a su Mesías. Justo
unas pocas semanas antes Pedro mismo había negado a Cristo tres veces. Sin
embargo, debido a que confesó su pecado y arregló las cuentas con el Señor (Jn.
21), pudo olvidar su fracaso. (Léase Rom. 8:32–34.)
El
versículo 17 es de mucha importancia, porque Pedro allí afirmó que la
ignorancia de Israel le hizo cometer este crimen terrible. La ignorancia no es
excusa, pero sí afecta la pena que se impone. Por eso es que Jesús oró: «Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen».
(Lc. 23:34).
Dios estaba ahora dando a Israel una oportunidad más para recibir a su Mesías.
Pedro prometió, en los versículo 19–20, que si la nación se arrepentía y
recibía al Señor, Él borraría sus pecados (Is. 43:25; 44:22–23), enviaría a
Cristo y daría «tiempos
de refrigerio».
Estos «tiempos»
se describen en Jeremías 23:5; Miqueas 4:3; Isaías 11:2–9; 35:1–6; y 65:19–23.
Pedro no describe aquí la salvación individual tanto como la bendición que
vendría a la nación si se arrepentían y creían. Por supuesto, la salvación
nacional dependía de la fe personal.
El cielo
recibiría y retendría a Cristo hasta que Israel se arrepintiera, y entonces
vendrían los «tiempos
de la restauración». Esto se refiere al reino que Cristo establecerá
cuando Israel se vuelva a Él y crea. En el versículo 21 Pedro afirma que de
este hecho hablaron los profetas, lo cual prueba que no se refería a la
Iglesia. El «misterio»
de la Iglesia no se les reveló a los profetas del AT. Los profetas hablaron del
futuro reino de Israel, y ese reino se hubiera establecido si los gobernantes y
el pueblo hubieran creído el mensaje de Pedro y se hubieran arrepentido.
¿Qué en
cuanto a los gentiles? Pedro lo respondió en el versículo 25.
Los judíos eran hijos de Abraham y del pacto de Dios, y Él guardaría su promesa
a Abraham y bendeciría a los gentiles mediante Israel. «En tu simiente [la de Abraham] serán benditas todas las familias [los gentiles] de la tierra» (véanse Gn. 12:3; 22:18). El
programa de Dios en el AT., era bendecir a los gentiles mediante el Israel
restaurado, y Pedro y los demás apóstoles judíos lo sabían. Se dieron cuenta de
que Dios prometió bendecir a los gentiles cuando Israel fuera establecido en su
reino.
Es por eso que los apóstoles no pudieron
comprender por qué Pablo se marchó a los gentiles después que Israel fue
desechado:
· No se dieron cuenta
entonces del «programa de misterio» que
Dios reveló a través de Pablo, de que mediante la caída de Israel los gentiles serían
salvos (véase Rom. 11:11, 12).
· Este programa fue un
«misterio» oculto en los días del AT, pero
revelado a través de Pablo (léase Ef. 3).
Cuando
la nación mató a Esteban y cometió el «pecado imperdonable» contra el Espíritu Santo, el programa
profético de Dios para los judíos se detuvo. A partir de ese día Israel fue
puesto a un lado y la Iglesia pasó al escenario central.
¿Cómo respondió la nación a la
invitación?
Mucha de la gente común creyó y se salvó, pero los gobernantes hicieron
arrestar a los apóstoles.
Los
saduceos, por supuesto, no creían en la resurrección, y rechazaron el mensaje
de Pedro de que Cristo había resucitado de entre los muertos. Los fariseos
detestaban a Jesús porque los había condenado (Mt. 23). Comenzó la persecución
que Cristo prometió a los apóstoles en Juan 15:18–16:4, como lo veremos en el
próximo capítulo.
____________
Nota:
[1] G5560
χωλός = jolós: aparentemente palabra primaria; «hacer alto», i.e. cojear:- cojo.
(Strong).
[2] G3466 μυστήριον =
mustérion: de un derivado de μύω =
múo (cerrar la boca); secreto o
«misterio» (mediante la idea de silencio impuesto por iniciación en ritos
religiosos):- misterio.
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Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia:
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