sábado, 30 de enero de 2021

Parte II EL PSEUDOAMOR: «La Otra Cara Del Odio»

 

Parte II

EL PSEUDOAMOR:

«La Otra Cara Del Odio»

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

4) Buceador Del Pasado.

Al mejor estilo arqueológico busca reconstruir el pasado de su pareja, el cual nunca completa. Como Jacques Cousteau, bucea y bucea una y otra vez las profundidades del pasado de su pareja, pasado que lo atormenta.

Desea saber qué sintió con su primer novio, con el segundo, en la relación sexual, etc.

Cada dato aportado es una pieza más del rompecabezas con el que finalmente espera encontrar lo que no desea encontrar: infidelidad.

Es importante señalar que en el pasado de casi todo celoso se oculta o existe una infidelidad paterna, aspecto crucial que explica gran parte de su conducta.

5) Llanto y Agresión.

Son sus dos armas favoritas. Luego de un ataque de celos, se arrepiente y pide perdón, le dice que confía en ella como nunca, llora y se angustia, le hace regalos y comienza la luna de miel, dice cambiar, pero todo es ficticio...

La otra arma es la agresión; la amenaza, le grita y luego se muestra arrepentido. No acepta perder lo que para él es su razón de vivir.

6) Reiteración.

Pregunta lo mismo y espera una y otra vez que le diga que lo ama. Es un repetidor:

Ø Repite las mismas preguntas y desea que le den las mismas respuestas,

Ø Una respuesta cambiada significa el engaño, «algo que estás ocultándome».

En cualquier lugar aun en los mejores momentos, les pide a su pareja datos de su vida pasada: un lugar, cuándo, con quién, en qué heladería, etc.

7) Controlador.

Hace de su compañera su esclava, su objeto, la quiere sin mucha iniciativa, sin empuje, la quiere su prisionera de guerra. Revisa la agenda, busca preservativos, colonias, ropa, llegadas tarde, estudia cada una de sus conductas y movimientos, etc. Desea saber y controlar todo.

Los dos aspectos afectivos que predominan en el celoso son:

Ø Deprimido-culpable, y

Ø Agresivo-rencoroso.

Vive entonces en esta eterna tensión.

Los celos son la expresión de lo que es el sentimiento de autoritarismo y egoísmo. Como bien lo dice Salgado: «Los celos se relacionan más con el instinto de propiedad que con el sexual».

8) Prohibidor.

Le prohíbe que salga con hombres, que se vista así, su forma de caminar, etc.; «no me gusta que hables así», no me gusta que te manejes de tal forma», «no me gusta esa blusa», etc.

Prohíbe porque cree que así no perderá a su pareja, como magníficamente lo resume G. Tordjman: «Perderte es dejar de ser». Del otro depende el sentido de su existencia, debe, por tanto, privarlo de libertad porque podría volar hacia otros lugares, o con otra pareja.

9) Desconfiado.

El celoso tiene varios rasgos paranoicos, es decir, son personas que no pueden confiar en nadie y que tienen un gran mundo de agresividad por sus primeras frustraciones infantiles. Esta bronca reprimida se expresa con el deseo de dominación o el delirio celotípico (fuera ya de toda realidad).


E. EL ORIGEN DE LOS CELOS:

La inmadurez afectiva y los conflictos afectivos siempre están en el pasado del celoso. EN CASI TODO PASADO DEL CELOSO SE ESCONDE UNA INFIDELIDAD PATERNA. En su hogar nunca se dijo la verdad entera, era todo a medias, el clima de interpretar cualquier cosa era la forma de subsistir. Las frustraciones infantiles y las fantasías de infidelidad se reactivan como una constante en el celoso.

En muchos casos la imagen de la infidelidad paterna está presente y se libera de ella proyectando esta representación dolorosa que pone en escena una y otra vez.

Es vivir actualizando el temor infantil de que alguien, quien sea, robe el amor de sus padres.

Debido a esto y a la falta de afecto reinante en su hogar, el celoso jamás pudo confiar y entregarse a alguien; conducta que repetirá por muchos años.

Así se mezcla el pasado con el presente.

F. LOS TIPOS DE CELOS:

S. Freud en 1922 propuso la siguiente clasificación:

a) «Normales».

b) Proyectados.

c) Delirantes.

a. Se originan en el dolor que siente al temer perder a quien ama.

Todos deseamos poseer en forma exclusiva el amor de nuestra madre, se procede frente al padre como un rival con temor, hostilidad y culpa (sentimientos que se reprimen). De la manera en que el niño elabore esta situación edípica infantil dependerá su reacción de celos cuando sea adulto.

Lo que se juega no es el amor del otro, sino el amor propio.

b. Provienen del propio deseo de ser infiel que no ha sido asumido.

«Tú me engañas», se traducirá «yo deseo engañarte, ser infiel» ... Aspecto reprimido y proyectado en otro.

 

c. También provendrían de los sentimientos de infidelidad, pero están relacionados con el mismo sexo.

Es una homosexualidad reprimida, el «me engañas» es «deseo engañarte con un hombre», proyectado sobre su pareja; «yo no soy quien está enamorado de ese hombre, es mi mujer». Así disfraza sus sentimientos más profundos.

4.     Te Pego Porque Te Amo: La Tiranía Del Golpeador:

A. INTRODUCCIÓN.

Sorprende ver cada vez más en nuestras iglesias noviazgos y matrimonios caracterizados por la violencia y el maltrato emocional.

No es novedad decir que nuestra sociedad fomenta la violencia como un medio de fortalecer la «masculinidad». Basta con mencionar algunos «dichos» para verlo.

En la educación: «no llores mariquita», «a golpes se hacen los hombres», «aguanta, cobarde».

Dichos populares:

Hay amores que matan».

Los trapos sucios se lavan en casa».

Por algo será...».

Necesita mano dura».

Dichos Internacionales:

-La mujer es como el árbol, hay que golpearla para que dé fruto. (francés).

-Las mujeres son como el gong, hay que golpearlas con regularidad. (chino).

-Una esposa puede amar al marido que no le pega, pero no lo respeta- (ruso).

-El hombre que es hombre y macho y le pega a su mujer, deja de ser hombre y macho si no le pega otra vez- (latino).

El hombre violento dará «pequeñas señales» de su violencia en el noviazgo. Cuando le preguntamos a la esposa maltratada sobre su noviazgo, algunas de las respuestas que suelen dar son las siguientes: «no vi que él era así de violento» o «antes era de otra manera, era todo delicadeza; a veces se descontrolaba, pero inmediatamente me pedía perdón». o «sí, era un poco agresivo, pero mi amor hacia él lo tapaba todo, yo creí que iba a cambiar».

B. CARACTERÍSTICAS INDICADORAS DE UN HOMBRE VIOLENTO.

1) La Doble Fachada.

El hombre violento casi siempre tiene dos personalidades:

Ø Una social, y

Ø Otra familiar.

La social es con la que esconde su otra personalidad para que nadie la descubra. Socialmente puede aparecer como muy buen creyente, líder, gran predicador, muy amable con todos, simpático, cortés, delicado, trata de no ofender a nadie, predica del Señor. Es lo que llamaríamos ¡un buen ejemplo!, pero detrás de todo esto se oculta la violencia y la inmadurez.

Queremos enfatizar este rasgo al máximo. Muchos muestran un llamado al pastorado, se preparan, su engaño es tan perfecto, su discurso tan seductor que cuando su violencia se da a conocer nadie lo puede creer.

Hasta el punto de culpar a la novia o esposa de que «es violento porque ella no lo acompaña, no lo entiende a este buen muchacho».

El novio violento se caracteriza por seducir; su postura, su hablar y su mirar es seductor, su carencia de afecto le lleva a buscar la mirada de cuanta mujer haya. Cuando su pecado de violencia sale a la luz (como dice la promesa bíblica), la iglesia responde con «oh... no puede ser, tan buen muchacho, tan espiritual».

2) La Descalificación.

La descalificación es para el violento lo que la comida es para el bulímico. En la primera etapa de noviazgo todo es «color de rosas», pero al pasar un breve tiempo, comienza con sus primeras descalificaciones las cuales emite en forma muy sutil.

·      Primero comienza con voz suave a mostrarle «lo gordita que está»,

·      Para luego, insistirle que debe hacer régimen;

·      Comparándola luego con otras chicas, llegando a veces a los insultos más degradantes como, por ejemplo:

Ø «Gorda como tu madre»,

Ø «Eres una vaca, das asco»,

Ø «Eres una bola de grasa», y

Ø otras que son más degradantes aún.

A su vez la descalifica en su capacidad de pensar; cuando ella opina sobre algo, él la descalifica con una «sonrisa irónica», mostrándole que lo que piensa siempre es errado. JAMÁS felicita, estimula o valora las cualidades de su novia.

Incluso la descalificación pasa por la constante y sutil comparación entre ella y otras chicas:

§  «Qué hermoso cuerpo que tiene sultana, me vuelve loco»,

§  «Ojalá fueras como fulana, entonces yo,...»,

§  «Mira como sultana trata al novio, en cambio tú siempre,…».

Exagera sus errores, se burla de los enojos de ella, de su familia, la acusa de coquetear con otros, la ridiculiza, todo en forma astuta e hiriente.

El violento para sentirse potente, necesita descalificar.

Si dice un elogio a su novia (lo cual es raro, ya que, según él, «ella tiene la culpa de todo») lo hace para obtener algún beneficio, o por algún interés.

3) La Manipulación Emocional.

La violencia se va desarrollando en forma gradual. El varón violento, lentamente va mostrando a su novia sus descontroles en forma implícita y encubierta. La manipulación es la táctica de control que el hombre tratará de ejercer sobre toda la vida de su compañera. Esta manipulación está encubierta con:

·      «Mucho amor»;

·      «No puedo vivir sin ti, si me dejases creo que me mataría»,

·      «Al encontrarte mi vida se llenó de sentido, sin ti me volvería loco».

La manipulación verbal del violento va desde la amenaza de violencia física sobre su propia vida hasta el suicidio.

El novio y el hombre violento es celoso por excelencia; comienza preguntando dónde fue, por qué tardó tanto, por qué habló tanto con tal hermano.

Sus celos injustificados y su desconfianza lo llevan a querer saber TODOS los movimientos de su novia o esposa. ¡Cuántos matrimonios hemos visto donde las acusaciones celotípicas llegan al punto de acusar a la mujer de tener vida sexual con los hermanos de la iglesia, con los amigos, o de «andar provocando a todos los hombres con su forma de vestirse»!

Recordemos que el violento es un gran actor. Para negar sus conductas violentas y sus manipulaciones recurre a dos de sus mejores libretos:

Ø La lástima (se arrepiente una y otra vez y pide perdón), y

Ø La culpa (acusa a su compañera de que todos sus males son por culpa de ella, o «antes de salir contigo, era feliz»).

El violento comienza a decirle: «me gustas más cuando te vistes con esta blusa, la otra no la uses», y frases así que esconden un deseo de dominio e imposición total. El control pasará lentamente por todo lo que dice, hace y piensa su novia, tratando de enterarse de todo.

4) La Dureza-Frialdad.

Con la gente se muestra afectuoso y cálido, con su novia será expresivo, pero a medida que transcurra el tiempo lo será cada vez menos; menos cariñoso, menos expresivo de lo que piensa, de lo que siente incluso con prolongados silencios (que son silencios castigadores). Hemos conocido matrimonios donde las esposas no sabían cuánto ganaban sus esposos casados durante más de 20 años!) porque ellos no se lo decían.

Tampoco sabían nada de sus salidas de fin de semana, de arreglos de la casa (de las que se enteraban en el último momento), etc.

Físicamente podemos decir que su cuerpo es rígido, su forma de caminar es ordenada y calculada. Toda su frialdad es tan inteligente Y «lógica» que hace que la novia o esposa se sienta la culpable de todo lo Que pasa en su pareja.

Según él, es ella la que debe cambiar; él la quiere, él sufre por ella cada vez que ella actúa de la forma en que actúa. Así, muchas mujeres -incluso las casadas- durante 20 o 30 años logran descubrir que fueron ellas las víctimas inocentes y no las culpables como se sintieron durante tanto tiempo.

El creyente violento cree que su novia debe «seguirle», «apoyarle» en su vocación, sus planes, sus gustos; ella debe «ser su ayuda idónea». La vigila, la controla en su forma de vestir, cuánto ha adelgazado, adónde va. A medida que pasa el tiempo y ve que su novia se independiza, recurre no a pedir sino a exigir, a ordenar, mediante prohibiciones o amenazas.

Su impotencia es tan grande que necesita reafirmarla una y otra vez.

5) Rigidez.

En el fondo, el violento no quiere a la mujer, siente desprecio por todas ellas en general. La novia, la esposa, es un medio para expresar su inmadurez, su ira reprimida contra sus padres, o para negar su homosexualidad latente. Algunos llegan a tal extremo que manifiestan haberse casado para «sacarse las ganas», «para que alguien les haga las tareas del hogar», etc.

Que la mujer debe OBEDECER a su novio o marido, es una de sus frases preferidas y llama la atención cómo justifican esto con textos bíblicos; léase:

·      «Cabeza»,

·      «Sometimiento»,

·      «Sumisión»,

·      «Respeto»,

·      «Obediencia».

La rigidez se expresa no sólo en su forma de pensar; si para él es blanco, tiene que ser blanco y si negro, ha de ser negro... y punto; sino también en la actividad sexual.

Ávido de actividad sexual presiona a su novia para entregarse a las relaciones prematrimoniales; si ella se niega, el violento trata de convencerla, luego la íntima, y si no tiene resultados llega hasta tratarla de frígida.

Su forma de pensar es simple: o es blanco o es negro, por ejemplo:

§  Fuerte-débil,

§  Agresivo-sumiso,

§  Independiente-dependiente,

§  Racional-sentimental,

§  Maduro-infantil,

§  Macho-cobarde, etc.

La rigidez pasa también por los roles de la pareja. Para el violento, la mujer está al servicio primero de él y luego de los hijos; su lugar es el hogar, debe ocuparse de atender a su familia. Él es el encargado de traer el dinero, su tarea es fuera del hogar (no conviene que ella trabaje), él es quien tiene la última palabra, quien dice hacia dónde va el matrimonio, etc.

Su rigidez lo lleva a tomar cualquier decisión sin consultar a nadie. Jamás dirá:

·      ME EQUIVOQUÉ.

Por su impulsividad y falta de control hace responsable a sus padres, su infancia o a quien sea de sus infortunios.

Recomendaciones Pastorales:

·      -Aconsejar que nadie es merecedor de ningún maltrato sea físico o EMOCIONAL; muchas mujeres todavía buscan expiar sus culpas inconscientes mediante el dolor.

·      -Aconsejar que hay que HABLAR con alguien si existe la violencia sea en el noviazgo o en el matrimonio.

Muchas parejas sufren en secreto. Cuando el violento es creyente y líder, intima a su esposa una y otra vez ano «andar hablando sandeces por ahí». Hay que enseñar que no se tiene por qué callar. Cuando la novia busca ayuda en el pastor o en los hermanos de la iglesia, el violento se siente descubierto, su imagen de ser maravilloso que trató de formar, cae para aparecer su verdadera personalidad. Llama a la novia y la íntima a que no hable; si habla, trata, de hacerse la víctima de su novia, y si no puede seguir sosteniendo su imagen se va de la iglesia.

El consejero debe ser firme y concreto en sus apreciaciones, no dejándose intimidar por el violento:

Ø -Brindar total apoyo pastoral a quienes sufren y exhortar a recibir ayuda profesional a quien maltrata. Se le debe señalar que está enfermo.

Ø -En caso de que la violencia ha llegado aponer en riesgo de muerte a la víctima, recomendar la toma de distancia física hasta solucionar la violencia del varón. Más vale sola, viva y feliz, que acompañada triste y muerta. A veces romper un noviazgo es dar un paso adelante hacia la felicidad.

Cuidado porque la «gran violencia» comienza siempre con «las simples agresiones». Si no miremos esta carta que lo dice todo:

Véase Parte III



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