Claves Que Todo Cristiano
Debe Conocer Sobre El Aborto:
(Antes De Debatir)
“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”. (Proverbios 6:16-19)
¿Por qué deberían los
cristianos oponerse a la legalización del aborto?
¿De qué manera pueden
involucrarse efectivamente en el debate?
En un mundo en el que
en las últimas dos décadas el secularismo, el nihilismo y el relativismo han
tomado enorme fuerza, el cristianismo enfrenta la tarea hercúlea de defender su
visión del mundo y sus creencias respecto de los fenómenos sociales que se le
oponen. Prácticas como el aborto y la eutanasia, entre otras, han venido
ganando terreno lenta y consistentemente en la sociedad, moldeando a su gusto
una opinión cada vez más reacia y contraria a los valores judeocristianos sobre
los que descansa la civilización occidental.
Recientemente el Senado argentino aprobó
la legalización del aborto. Aunque esta propuesta ya había sido rechazada en
2018, el debate volvió a estar en el centro de la escena política, caldeando
una vez más los ánimos entre los pañuelo verde y los pañuelo celestes, en medio
de una gran crisis económica y social causada por la pandemia del COVID-19 y
una endeble salud de las instituciones democráticas del país.
Si bien este breve artículo no pretende en
manera alguna ser exhaustivo para un tema que tiene muchas aristas que
necesitarían un trato individual, mi propósito es ofrecer un panorama general
para que los cristianos podamos tener algunas herramientas al abarcar este tema
tan difícil.
Como cristianos no podemos ser ajenos a la dinámica de la sociedad en la que vivimos. Varios de los temas que se debaten ponen en riesgo libertades que han costado muchos siglos y sangre y que, por supuesto, no solo nos afectan individualmente, sino como familia, iglesia y sociedad, obligándonos a tomar una postura definida, sólida e informada. Dicho esto, ¿de qué manera podemos los cristianos involucrarnos efectivamente en el debate? ¿Cómo podemos cumplir con el mandato de las Escrituras de presentar una defensa del evangelio y de nuestras creencias en medio del clima hostil hacia el cristianismo, por los sectores que justamente han hecho banderas del aborto?
Para Responder Estas Preguntas:
· Primero hay que
comenzar por entender que la problemática del aborto es tan antigua como las
civilizaciones mismas y cómo fueron entendidos el aborto y el infanticidio
entre romanos y griegos.
· Segundo, debemos
comprender cómo el cristianismo, al entrar en escena, modificó lentamente los
paradigmas sobre el aborto y el infanticidio.
· Tercero, es clave
revisar el uso del lenguaje y el estudio de los argumentos en el debate actual.
· Cuarto, debemos
comprender cómo las estadísticas y su interpretación son usadas en el debate
influyendo en la opinión pública.
· Quinto y último, debemos establecer formas efectivas en que el cristiano puede incorporarse al debate y también de qué forma, como comunidad, hacer una verdadera diferencia en la vida de las mujeres que se ven ante la disyuntiva de abortar o no.
1. El Aborto y El Infanticidio En El Imperio
Romano:
Tanto el aborto como el infanticidio
fueron una práctica común en el mundo antiguo. Sin embargo, al igual que en la
actualidad, suscitó fuertes controversias filosóficas, religiosas y jurídicas. Las diferentes
escuelas de pensamiento griego diferían en su visión: los pitagóricos
consideraban al feto como dueño de un alma, siendo entonces un ser animado
desde el momento mismo de su concepción. Hipócrates, en su
juramento, prohibió la administración de cualquier tipo de abortivo.
Por su parte, Platón, Aristóteles y
algunos estoicos como Séneca, por distintas razones y pese a aceptar la
existencia de un alma, consideraron el aborto y el infanticidio como opciones
válidas bajo circunstancias, especialmente en el caso de recién nacidos con
defectos físicos.
Roma, si bien hizo eco del pensamiento
griego, se concentró en el aspecto jurídico del aborto, ahondando en el
concepto de persona como sujeto de derechos y estableciendo una diferencia
jurídica entre el nasciturus (no nacido) y el natus
(nacido). La postura predominante entre los
juristas romanos fue que el concebido no fuera considerado persona como tal.
Sin embargo, como se trataba de una persona eventual, se le debían reservar y
tutelar aquellos derechos que desde el momento del nacimiento se le habrían
transmitido. Además, su capacidad jurídica debía calcularse desde el momento de
la concepción, no desde el momento del nacimiento1).
Con el advenimiento del cristianismo, si bien las consideraciones jurídicas permanecerían en vigor, las filosóficas comenzarían a ser desafiadas. El paleocristianismo comenzó a jugar un papel cada vez más preponderante al divulgar el valor especial que, según las Escrituras, se le otorga a la vida humana en tanto reflejo de la imagen y semejanza Divina, concepto revolucionario para la sociedad de la época.
2. El Cristianismo Entra En Escena: Imago Dei:
El cristianismo hizo su aparición en el
Imperio romano durante las últimas dos décadas de la primera mitad del primer
siglo, y expandió con éxito la concepción judía acerca de la dignidad de la
vida humana, novedosa para la sociedad romana de entonces. El cristianismo, que
abreva doctrinalmente del judaísmo, consideraba la vida humana como sagrada,
por cuanto el hombre creado por Dios es reflejo de Su imagen y semejanza. Esta
creencia fue desarrollada filosófica y teológicamente en el concepto de Imago
Dei, según el cual todo miembro de la raza humana tiene dignidad en sí mismo y
por ende su vida es sagrada desde el momento mismo en que es concebido.
El imago Dei sostiene que Dios le otorgó
al hombre un honor especial que no le confirió a ningún otro ser creado. Dicha
imagen y semejanza es reflejada, según algunos pensadores como Filón, en la
conciencia y en la habilidad del lenguaje, que a primera vista nos separan del
resto de la creación, permitiéndole al hombre comprender, entre muchas otras,
conceptos e ideas.
El sustento escritural del concepto de Imago Dei y sus consecuencias prácticas, están explícita e implícitamente incorporadas en varios pasajes de ambos Testamentos. Por ejemplo, son evidentes la importancia de tener hijos, la alta estima por la vida en formación y el hecho de que Dios se involucre en la formación de la vida intrauterina, afirmando incluso que el feto puede ser lleno del Espíritu Santo (Lucas 1:15, 44). Resulta inevitable entonces concluir que, según las Escrituras, el feto es un ser humano, tiene un alma y por lo tanto es poseedor del imago Dei, cuya vida entonces tiene dignidad y debe respetarse.
3. La Visitación De Philippe De Champaigne:
Algunos de los pasajes de las Escrituras
que afirman el Imago Dei y la desaprobación rotunda del aborto son los
siguientes:
“Y dijo Dios: hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre
los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la
tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra”. (Génesis
1:26)
“Este es el libro de las generaciones de Adán. El día que Dios
creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los
bendijo, y los llamó Adán el día en que fueron creados. Cuando Adán había
vivido ciento treinta años, engendró un hijo a su semejanza, conforme a su
imagen, y le puso por nombre Set”. (Génesis 5:1-3)
“El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será
derramada, porque a imagen de Dios hizo Él al hombre”. (Génesis 9:6)
“No matarás” (Éxodo 20:13)
“Maldito el que acepte soborno para quitar la vida a un
inocente”.
(Deuteronomio 27:25)
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el
fruto del vientre”. (Salmos 127:3)
“Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi
madre. Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho;
maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No estaba oculto de ti
mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de
la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los
días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos”. (Salmos 139:13-16)
“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los
ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente,
el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al
mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre
hermanos”.
(Proverbios 6:16-19)
“Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y
antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones”. (Jeremías 1:5)
“Porque él será grande delante del Señor; no beberá ni vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre”. (Lucas 1:15)
4. El Papel Del Cristianismo En El Imperio Romano:
El cristianismo trajo consigo un lento
cambio en los paradigmas y costumbres de la sociedad romana del primer siglo.
El cristianismo, al retener las bases doctrinales del judaísmo respecto de la
dignidad de la vida humana desde la concepción, consideró el aborto y del
infanticidio como una acción repugnante, aunque fueran prácticas relativamente
comunes en ese entonces.
En un estudio sobre el cristianismo
primitivo, que buscaba establecer desde el punto de vista antropológico las
causas que facilitaron su expansión en la sociedad romana, se afirma que una de
ellas consistió en que el cristianismo se ubicaba en las antípodas del
paganismo respecto al trato y honra de la mujer, la estima del embarazo, el
incentivo de la adopción de recién nacidos abandonados (en
su gran mayoría mujeres), y su rechazo terminante al infanticidio. Al respecto
escribe Gregorio Calvo García:
El ocultamiento de relaciones ilícitas era la principal causa del aborto y la contracepción en las clases aristocráticas; y las limitaciones económicas lo eran en las clases media y baja. Frente a este panorama el cristianismo primitivo representó un cambio cultural que redundó en una proporción numérica distinta de los géneros al interior de sus comunidades. La estructura familiar paleocristiana fue herencia de la familia judía donde también se condenaba el aborto y la exposición.
Un recuento de la Carta a los Romanos nos
permite señalar que Pablo saluda individualmente a quince mujeres y dieciocho
hombres. Es llamativo que en comunidades rotuladas de patriarcales haya una
proporción genérica de 5:6 entre fieles lo suficientemente destacados como para
recibir el saludo personal de un apóstol tachado de misógino.
Según Stark (2001) durante la persecución del 303, en Norafricana se logró desarticular una comunidad que en una capilla almacenaba vestimenta destinada a la caridad. El decomiso sumaba dieciséis túnicas de hombre y ochenta y dos de mujer, lo cual puede reflejar la proporción de géneros que había entre los donantes o bien destinatarios.
Plinio el joven (61-114?) en su célebre
carta al emperador Trajano señala haber torturado a dos mujeres que se hacían
llamar «diaconisas»
y en la Primera carta a Timoteo (3:11) Pablo se refiere sucintamente a las
mujeres que ejercen el diaconado. Si bien los hombres mantuvieron un rol
dirigente al interior de las comunidades, hubo mujeres que jugaron un rol
significativo visible en el martirologio y, tal como se trasluce en la
redacción del evangelio, la mujer ocupó en las comunidades un estatus distinto
al que ocupaba en el resto de la sociedad.2)
Hasta el día de hoy la iglesia en todas
sus denominaciones ha mantenido sin fisuras la misma posición respecto al
rechazo del aborto y el infanticidio, y solo algunos pequeños grupos liberales,
que procuran una reinterpretación de los textos sagrados insertando el
pensamiento posmoderno, han expresado una posición, no solo pro-aborto, sino
también abiertamente pro LGTBIQ.
Una vez entendida la posición del cristianismo frente al aborto y su papel en la transformación de la sociedad romana, cuya influencia ha permanecido hasta el día de hoy por la adopción y diseminación de los valores judeocristianos, moldeando las bases de nuestra civilización occidental, es tiempo que veamos con detenimiento algunos puntos específicos que revisten importancia central en la discusión actual sobre el aborto.
5. Algunos Argumentos:
Una de las columnas del posmodernismo tan
de moda en nuestra sociedad es el manejo del lenguaje, tanto para inocular el concepto
de relativismo a la hora de responder las grandes preguntas que nos hacemos los
seres humanos, como también (sin querer entrar en terreno Saussureano) para
modificar los significantes, convirtiéndolos en verdaderos eufemismos. En
algunas ocasiones una palabra en particular se escoge en lugar de otra, para
morigerar su significado y hacerla más digerible al paladar del público en
general, como por ejemplo llamar “interrupción”
a una “finalización”.
De igual manera, en otras ocasiones algunas palabras o conceptos son usados
como verdaderos proyectiles dialécticos con el fin de aplicar un simbolismo
descalificante y/o peyorativo a aquel a quien se dirige, palabras que suelen
individualizar un enemigo: “facho”, “homofóbico”, “antiderechos”, “patriarcal”,
“machista”, “misógino”,
etc.
En el caso que nos ocupa, llamó
poderosamente la atención que el texto argentino de legalización del aborto
fuera presentado como “Interrupción
Legal del Embarazo” (cursiva
añadida por el autor). Evidente es que la palabra “interrupción”
fue usada para edulcorar el lenguaje, hacerlo más digerible, convirtiendo la
interrupción en un eufemismo para la finalización/muerte/asesinato de un ser humano en gestación. Es aquí donde
comienza a decantarse la importancia del uso del lenguaje.
De acuerdo con la RAE, “abortar”
significa “Interrumpir
de forma natural o provocada, el desarrollo del feto durante el embarazo”,
que trae como resultado la muerte intencionada o no del feto antes de su
nacimiento espontáneo. El uso del verbo “interrumpir” se presta a equívocos, pues en su uso
cotidiano conlleva la noción de continuidad una vez superada la interrupción,
cuestión que no ocurre en el aborto, puesto que esa “interrupción” busca la terminación,
finalización, asesinato de la vida del feto.
Por otro lado, en un paneo general de los
argumentos “mainstream”
que suelen ser invocados a favor del aborto, hay normalmente una serie de
tácticas que buscan alterar el contexto de la discusión. Por ejemplo, se usan
historias o testimonios dramáticos cuyo fin es generar empatía (otra palabra devenida en eufemismo) en
la audiencia. Si bien son historias reales, suelen plantearse como regla
general, ocultando su excepcionalidad para así introducir una fuerte carga
emocional preliminar que busca manipular al oyente y alejarlo de la deseable
discusión racional y profunda de lo que se debate.
Adicionalmente, también es muy común
encontrar entre esos argumentos, los relacionados con las etapas de desarrollo
del embrión. Muchos buscan establecer un punto en el que deba considerarse “humano”
al feto, de forma que durante el periodo de desarrollo previo solo hay un
organismo sin valor moral. Esto no solo enfrenta serios problemas ontológicos,
sino que soslaya el continuum que es la vida desde la concepción hasta la
muerte.
Otro sirirí repetido hasta el cansancio es
el eslogan “mi
cuerpo, mi decisión”, en donde se busca convencer de que el feto es
simplemente un conjunto de células que habita el cuerpo de la mujer y por lo
tanto la mujer cuenta con el derecho de decidir qué hacer. Este mantra olvida
que el feto desde el momento mismo de la concepción tiene, entre varias otras
cosas, una carga genética totalmente diferente de la de su madre, por lo que no
hablaríamos del cuerpo de la madre, sino de una entidad diferente. La batalla
contra la biología para poder justificar el aborto es una muy difícil de ganar,
por lo que se suele recurrir a las emociones y también, por qué no decirlo, a
los intereses de organizaciones que se lucran de este delito.
Hay un escollo muy difícil de superar
desde lo filosófico por los grupos proaborto y es que un análisis profundo de
sus argumentos derivaría irremediablemente en la admisión de que conductas como
el infanticidio se convertirían en una opción válida.
De acuerdo con el filósofo australiano Peter Singer, el
proaborto debe atacar dos premisas:
Ø La primera, que está mal matar a un ser
humano inocente y,
Ø La segunda, que un feto no es un ser
humano.
Según Singer, la segunda premisa está
condenada al fracaso, pues es absolutamente ridículo no conceder que un feto no
sea un ser vivo perteneciente a nuestra especie y distinto de su madre. Sin
embargo, la primera premisa podría resultar justificable si se adhiere a una
visión utilitarista de la vida, reemplazando en su totalidad la concepción
judeocristiana acerca del carácter sagrado de la vida humana, lo cual implica
una revolución ética sin precedentes en los últimos dos milenios. Sin entrar en
sus pormenores, el mismo autor reconoce que el gran problema que enfrenta su
posición son las consecuencias inevitablemente eugenésicas que traerían
consigo, haciendo incluso viables, como en la sociedad romana precristiana, no
solo el aborto, sino conductas como el infanticidio3).
Baste decir que ya hace años que la
práctica de ciertos estudios de laboratorio en las etapas tempranas del
embarazo busca detectar malformaciones físicas o trastornos genéticos, como el
síndrome de Down, que suele implicar una segura sentencia de muerte del feto,
en alrededor del 85% de los casos.4)
No es el objetivo de este ensayo ser exhaustivo en las muchas maneras en que puede desenvolverse el uso del lenguaje en la problemática sobre el aborto, los argumentos generalmente usados, y las consecuencias prácticas y filosóficas que traen consigo, sino más bien poner en alerta al creyente para que logre interceptar argumentos, interactuar con ellos y poner al descubierto sus falencias.
6. La Danza De Las Estadísticas:
Uno de los puntos más importantes que
sostienen aquellos que apoyan la legalización del aborto es la gran cantidad de
abortos realizados, que lo convierten en una de las principales causas de
muerte para la mujer, debido a la práctica clandestina y las pésimas
condiciones fitosanitarias en las que se realizan los procedimientos.
De acuerdo con un artículo publicado en el
diario argentino Infobae del 17 de mayo de 2018, según los datos publicados por
el Ministerio de Salud argentino en 2016, 43 mujeres murieron por abortos en
todo el país. Sin embargo, de acuerdo con estas mismas estadísticas, las
principales causas de mortalidad femenina son los problemas cardiovasculares
(51,283), seguidas de enfermedades respiratorias (33,775), tumores malignos
(31,517), accidentes de tránsito (912) y en el séptimo lugar, con un porcentaje
ínfimo, aparece la mortalidad por causas relacionadas con el embarazo,
notificándose 245 casos, de los cuales 43 fueron abortos5).
Pero la razón fundamental por la que se
viene exigiendo su legalización descansa en la aparente gran cantidad de
procedimientos hechos de manera clandestina que, para el caso argentino, suelen
considerarse alrededor de 450,000 según la ONG Amnistía Internacional, de
acuerdo con un estudio adelantado por el Ministerio de Salud en el año 2005.
Sostienen que, además, al ser una práctica aparentemente común, esto la
convierte ipso-facto en tema de política pública. No quisiera imaginarme si
otras actividades como el expendio de drogas, el homicidio o el hurto, por la
cantidad de casos que existen, también deban ser sujetos de legalización y de
implementación de políticas públicas.
Dada la aparente gran cantidad estimada de
abortos clandestinos y la alarma generada por el impacto que esto ocasionó en
la opinión pública, la metodología usada para dicha estimación fue fuertemente
criticada, pues el Instituto a cargo de su práctica no sustentó suficientemente
la relevancia y efectividad de las herramientas usadas. El epidemiólogo Elard
Koch, junto con otros investigadores, se tomó el trabajo en 2012 de examinar
detenidamente la metodología usada por el Instituto Guttmacher con ocasión de
la estimación de abortos inducidos en Colombia y en otros países de
Latinoamérica (incluyendo Argentina), concluyendo lo siguiente:
(...) a los números obtenidos con la encuesta se les aplicó un factor multiplicador expansivo (x3, x4, x5, etc.) que también emergió de la opinión subjetiva de otros 102 entrevistados seleccionados por conveniencia. No hay datos objetivos basados en hechos vitales reales: toda la estimación se basa en números imaginarios subyacentes de opiniones. Aún como encuesta de opinión, la técnica de muestreo tuvo graves sesgos de selección en el levantamiento de la información.
Con la utilización de métodos
epidemiológicos de estimación válidos, objetivos y reproducibles, escogiendo
los casos paradigmáticos de Chile y España como tasas estándar aplicadas a
estadísticas vitales colombianas, se observó que la metodología del Instituto
Guttmacher sobrestima en más de nueve veces las complicaciones hospitalarias
por aborto inducido y en más de 18 veces el número total de abortos. En otros
países de Latinoamérica, como:
· Argentina,
· Brasil,
· México,
· Perú,
· Guatemala, y
· República
Dominicana.
La metodología del Instituto Guttmacher
también sobrestimó largamente la cifra de abortos. Estos resultados llaman a la
cautela con este tipo de informes que alarman a la opinión pública (negrilla
añadida por el autor).6)
Lo anterior pone de manifiesto para los cristianos, no solo la necesidad de conocer las estadísticas, los “estudios” y los “consensos”, sino percatarse de que esos análisis no siempre son asépticos y son muchas veces manipulados conscientemente. Este tipo de datos dimensionan el papel preponderante que juega la propaganda sistemática y la instalación de verdades ‘a medias’ en la opinión pública por parte de los verdaderos interesados en el negocio del aborto, para generar un ambiente favorable a sus propósitos por medio del bombardeo diario en los medios de comunicación.
7. Cómo Hacer Frente Hoy:
El cristiano debe entender que hace parte
de la sociedad en la que vive (aunque en sentido teológico seamos ciudadanos del cielo) y que
todas las decisiones que se tomen en la sociedad pasan por procesos políticos
que nos afectan a todos. Pretender mantener una actitud abúlica o
apática respecto de estos fenómenos es ponernos a merced de políticos,
intereses y sistemas que no tienen mayores reparos en imponernos a como dé
lugar su visión del mundo y la realidad.
Así, mientras podamos, tenemos que tomar
una postura política y social al respecto. Vemos cómo la iglesia fue definitiva
en la movilización provida para evitar que el aborto fuera ley en 2018 en la
Argentina y cómo la anemia organizativa del liderazgo cristiano allanó el
camino para que la legalización se abriera paso en 2020.
El cristiano debe, no solo manejar con
destreza las Escrituras que fundamentan la doctrina cristiana con respecto al
aborto, sino además profundizar en el estado del debate y conocer los
argumentos que se esgrimen desde la vereda de en frente. Es necesario
analizarlos y plantear una defensa razonada que ponga al descubierto sus
debilidades y sus no pocas contradicciones, lo cual exige, no solo una lectura
juiciosa de la bibliografía sobre el tema, sino además la habilidad de exponer
claramente la posición que como creyentes tenemos al respecto y las razones que
la sustentan.
El mismo apóstol Pedro, en su segunda
carta, exhortó a los cristianos a tomar en serio la defensa de nuestras
creencias. También podemos ver varias recomendaciones en este mismo sentido por
parte del apóstol Pablo, como en su debate filosófico en el ágora de Atenas, e
incluso las palabras del Señor Jesús respecto a dar testimonio del evangelio y
ser conscientes de la promesa para el creyente de que será perseguido por
llevar la contraria en un mundo hostil al Creador.
Por último, la iglesia no debe quedarse solamente en lo discursivo, ya sea filosófico o teológico, sino que, en la medida de sus posibilidades, debe implementar actividades o políticas al interior de sus comunidades que sean verdaderas alternativas superiores para aquellas mujeres embarazadas que enfrentan serias dificultades presentes y futuras, alternativas que le permitan considerar seriamente la posibilidad de proseguir con el embarazo. De esta manera, se pueden desarticular las aparentes disyuntivas discursivas planteadas por los sectores proaborto sobre el futuro de esas madres y sus hijos, que lo único que buscan es manipularlas mentalmente para hacerlas entrar en un falso callejón sin salida, en el que el aborto se presenta como una alternativa a la pobreza7).
Conclusión:
Nuestra responsabilidad como cristianos
es, además de predicar el evangelio, ser luz en medio de la oscuridad en la que
vive el mundo que nos rodea, y ser sal para, en lo posible, seguir previniendo
la descomposición de nuestra sociedad. Sin lugar a duda la oración y el estudio
de las Escrituras son fundamentales para nuestro andar cristiano con el fin de
llegar a tener la semejanza del carácter de la persona de Cristo, pero esa
solidez espiritual individual y comunitaria tiene que ser reflejada en las
buenas obras que fueron preparadas de antemano para que anduviésemos en ellas.
Al fin y al cabo, una ciudad asentada
sobre un monte no puede esconderse, y nadie prende una luz para ponerla debajo
de un almud, sino sobre el candelero para que alumbre a todos. De esta manera
nuestra luz alumbrará a los hombres, y verán nuestras buenas obras y
glorificarán a nuestro Dios que está en los cielos.
________________________________________
Bibliografía:
1)
Tomado de: Bonfante, P. (1925). Instituciones de Derecho Romano. Madrid:
Editorial Reus. pp 38-39, 90-91.
2)
Calvo, G. (2007). Los Primeros Cristianos: Una Mirada Antropológica. VI
Congreso Chileno de Antropología. Colegio de Antropólogos de Chile A. G,
Valdivia.
3)
Tomado de http://bit.ly/3iheSYw
4)
Dato tomado de http://bit.ly/3oLUqBu
5)
Dato tomado de http://bit.ly/35JaPiS
6)
Koch E, Bravo M, Gatica S, et al (2012). Sobrestimación del aborto inducido en
Colombia y otros países latinoamericanos. Ginecol Obstet Mex. 2012;80(05):360-372.
Artículo disponible en https://bit.ly/39GJ4sq
7)
Aquí recomendamos el siguiente recurso http://bit.ly/2KhjRMi
-
Javier Aragall. 15-1-2021.
-
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.
21-02-2021.
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