Parte I
LA DEMONOLOGÍA
BÍBLICA Y LA POSESIÓN DEMONIACA:
(Marcos 1:34)
“Y sanó
a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos
demonios; y no dejaba hablar a los demonios,
porque le conocían”.
(Mr. 1:34)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Probablemente
ninguna otra fase de la demonología bíblica ha llamado más la atención o
incitado más a la duda y el escepticismo que aquella que trata del extraño
fenómeno de la posesión demoniaca.
La incredulidad y la crítica racionalista han luchado desesperadamente con este tema elusivo, que es al mismo tiempo inexplicable e intratable para la incredulidad. Todo este asunto cobra una gran prominencia por el importante lugar que ocupa la posesión demoniaca en la Biblia, especialmente durante la vida y ministerio de nuestro Señor.
I.
LA POSESIÓN DEMONIACA Y EL PSIQUISMO:
En
relación con la posesión demoniaca, merecen mencionar ciertos fenómenos
asombrosos, que propiamente pertenecen al campo de la psicología
experimental, pues ellos
ofrecen una evidencia corroborativa de la realidad de tales sucesos,
colocándolos a una luz que los hace menos asombrosos.
Mientras que la telepatía, o transmisión de pensamiento, y la lectura de la mente son problemas del psicólogo y son campos de investigación y son campos de investigación, en muchos aspectos todavía en sus comienzos, y mucho hay todavía por descubrir, sin embargo, podemos establecer lo siguiente:
“La mente de una persona no solamente puede influenciar la de otra, sino que puede llegar a hipnotizar[1] o mesmerizarla o controlarla a tal grado como el de impartirle un conocimiento que no poseías previamente”.
Se excitan
también sentimientos y emociones que estaban ausentes antes de que la persona
cayera en la hipnosis[2], y de una manera u otra una mente
puede leer o llegar a estar consciente de lo que está en la mente de otra.
Estos hechos son tan inexplicables para los iniciados como para los que no conocen
nada del tema.
La creencia cristiana en ángeles
buenos, por ejemplo: que ayudan
y protegen a los hijos de Dios, encuentra en el extraño fenómeno psicológico de
la telepatía[3] un
apoyo racional siempre y cuando existan seres tales como los ángeles buenos. El
que ellos existen, y cumplen un ministerio a favor de los creyentes, debe ser
aceptado por aquellos que creen en el testimonio de las Sagradas Escrituras
(Salm. 104:4; Mt. 6:10; Heb. 1:14).
También, el dogma cristiano básico
de que el Espíritu Santo puede morar en el cuerpo del creyente y actuar
directamente sobre la mente de aquellos que se someten a la voluntad de Dios,
inspirándolos con elevados objetivos y pensamientos, guiándolos en los caminos
de justicia, encuentran en la telepatía una base racional de corroboración. Y,
más aún, si no hubiera autoridad bíblica o ejemplo bien autenticados de las
fuerzas del mal sobrenatural ara comprobar las pretensiones de las médiums[4] espiritistas modernas, ellas podrían
encontrar en la telepatía unos de sus argumentos más fuertes.
La
deducción que podemos hacer de los hechos apuntados es ésta:
“Si la mente de una
persona puede influenciar o tomar control sobre la mente de otra, si los
ángeles pueden consolar y de otra manera influenciar las mentes del pueblo de
Dios, y si el Espíritu Santo puede entrar y tomar posesión, e influenciar para
bien a aquellos que eligen el camino de salvación, entonces, ¿Qué objeción sería válido para afirmar que Satán
y los demonios, como enseña la Biblia, no pueden también entra en los cuerpos,
y tomar posesión de las mentes de aquellos que voluntariamente se rinden a sí
mismo como esclavos a aquellos agencias del mal?”.
Esta es una pregunta que deben contestar los incrédulos, y que ningún filósofo ingenuo o científico, que investigue la psicología, puede razonablemente ignorar.
II.
LA FRECUENCIA DE LA POSESIÓN DEMONIACA:
Ha producido mucho escepticismo la noción común y errónea de que lo que se llama posesión demoniaca solamente en un período de la historia y fue característico de una sola época, y que, por tanto, debe explicarse de otra manera y no la real, que es “morada física y control corporal por malos espíritus”.
2.1. SU PREDOMINIO EN LOS TIEMPOS BIBLICOS:
No podemos negar que durante el
período del ministerio público del Señor Jesús hubo una tremenda y desusada
explosión de demonismo. Parecía que toda la furia del bajo mundo del mal se
hubiera concentrado en contra del Mesías y su ministerio público, y es así que
en los Evangelios sinópticos los casos de posesión demoniaca y expulsión de
demonios son extremadamente comunes:
Ø No solamente echó demonios
el Señor Jesús como una de las funciones de su ministerio de misericordia (Mr.1:23-27,
32-34, 39; 3:11, 12; 5:1-20; 7:25-30; 9:17, 38; 16:9, 17),
Ø Sino que también delegó este poder en los doce (Mr.3:15),
Ø En los setenta (Lc.10:17),
y
Ø Hasta en los creyentes (Mr.16:17).
Sin
embargo, no debe asombrar una erupción
tan tremenda de poder demoniaco en contra del ministerio del Salvador. No era
sino el choque crítico e inevitable de la blanquísima luz de prefecta santidad
y verdad en contra de la horrible oscuridad del error y del engaño. En la
colisión inevitable del poder libre del Espíritu Santo, manifestado a través de
una vida sin pecado con el poder opositor de Satán.
Era
imposible para el Hijo de Dios estar cerca del poder del mal, y no sacarlo a la luz y
desafiarlo. Las sombras del crepúsculo y la cortina de la noche esconder
solamente temporalmente lo que la brillantez del sol mediodía revela.
El Hijo de Dios fue manifestado con
el propósito específico de “deshacer las obras del diablo” (1 Jn. 3:8):
· Era su intención declarada
encontrarse con el enemigo para derrotarlo;
· Desafiar su poder para
destruirlo;
· Buscar la herida cancerosa para sanarla;
· Desatar, en resumen, y destruir
toda la maldad;
· A miseria que Satanás había
hecho y probar su propia Deidad y su Mesiazgo en la conquista del mal
espiritual y moral.
Es así que en un impacto de frente
chocó contra la furia y tiranía de Satán. No debe causarnos asombro, o
perecernos raro entonces, que tal explosión de demonismo emergiera durante el ministerio
de nuestro Señor. Realmente, nos debería causar sorpresa si estas
manifestaciones no hubieran tenido lugar.
Aunque la vida y los tiempos de
Jesús fueron caracterizados por un gran movimiento de Satán y los demonios,
podemos decir que había razones definidas para ellos. Sin embargo, no
supongamos, como a menudo se ha ducho, que los casos de posesión demoniaca
quedan confinados a ese período específico solamente. En los tiempos bíblicos, antes y después del
ministerio público del Mesías sobre la Tierra, la posesión demoniaca no era de
ninguna manera algo extraña.
Los exorcismos[5] con palabra y curas mágicas, estaban a la
orden del día en el judaísmo contemporáneo, y la creencia en la posesión de los
hombres por lo demonios, que eran considerados los espíritus de hombres
malvados que habían muerto, o ángeles malvados, “estaba completamente arraigada entre los
judíos, con la excepción de los saduceos solamente”1).
Ayuda Hermenéutica:
exorkistes = (ἐξορκιστής, G1845)
denota:
(a) A uno que administra un
juramento;
(b) A un exorcista;
relacionado con exorkizo = conjurar;
de orkos = juramento;
uno que emplea una fórmula de conjuración para la
expulsión de demonios (Hechos 19:13).
La práctica del exorcismo la llevaban a cabo judíos ambulantes, que usaban sus poderes en la invocación de nombres particulares. (VINE).
En los Hechos 19:13-18, encontramos la narración acerca de los hijos de Esceva. La magia y el espiritismo estaban muy difundidos en Éfeso. El exorcismo
era una práctica común. Si el exorcista conocía el nombre de un espíritu más
poderoso que el que había entrado en la persona afectada, al pronunciarlo podía
sobreponerse al espíritu malo y hacerlo salir.
Algunos judíos
exorcistas que vieron los milagros realizados por Pablo quisieron pervertir el
uso del poder divino:
· Ellos pensaron que el nombre Jesús era una palabra
mágica que podía ser usada para lograr sus propios fines egoístas.
· El fracaso de los judíos exorcistas, los siete hijos
de un tal Esceva, un judío, principal de los sacerdotes (v. 14) fue usado para advertir a la gente que el poder espiritual
que es de Dios no podía ser pervertido.
Su fracaso infundió a todos, fieles e infieles, un
saludable temor. El resultado fue que muchos de esos farsantes, y
muchos de los necesitados también, vieron lo equivocados que estaban.
Las prácticas (v. 18) que ellos declaran no son simplemente acciones pecaminosas, sino supersticiones, hechicerías y otras cosas por el estilo. Nada puede demostrar más definidamente la realidad del cambio que el hecho de que en la supersticiosa Efeso estuvieran dispuestos a quemar los libros y amuletos que les reportaban tantas ganancias.
Esto hecho prueba que mucho antes
del advenimiento del Mesías, la posesión demoniaca y la expulsión de los
demonios eran dos doctrinas establecidas en el pensamiento demonológico judío.
Viene al caso el siguiente comentario de Johannes Weiss:
“La historicidad del
tratamiento exitoso del Señor Jesús de los endemoniados es admitida en principio
aun por los adherentes a la escuela crítica. Los exorcismos estaban
a la orden del día, y se esperaba que los realizara el profeta mesiánico, y la
prueba principal de su historicidad recae en las declaraciones del Señor Jesús,
que representan la importancia que estos actos tenían para EL y para sus
actividad como Mesías” (Mt.11:5; Lc.7:22)2).
La presencia del fenómeno demoniaco
en el Antiguo Testamento, aun cuando no se trate de casos de posesión
verdadera, está fuertemente sugerida por casos tales como los ritos orgiásticos
de los sacerdotes de Baal (1 R. 18:28) y la repentina manifestación en
Nabucodonosor de prácticas de los animales inferiores (Dn. 4:33). La demencia
simulada de David (1 Sam. 21:13, 14) nos habla de la frecuencia de tal fenómeno
en esos tiempos, y la manía de persecución de Saúl, que Josefo atribuye a una
verdadera posesión demoniaca3), es claramente un caso de influencia
demoniaca (1 Sam. 16:18-21).
Los casos de posesión demoniaca y
expulsión demoniaca, aunque no frecuentes y quizá no tan espectaculares como en
el ministerio del Mesías, continuaron en la Iglesia Primitiva, de acuerdo con
la misión apostólica (Mr. 16:17; Hech. 5:16; 8:7; 19:12). Es de interés la
expulsión que el apóstol Pablo hace del demonio de adivinación (“espíritu pitónico”)
de aquella jovencita de Filipos (Hech. 16:16-18), ligando su poder de
pronosticación con el mismo mal sobrenatural que inspiró los famosos oráculos
paganos de la antigua Delfos.
La narración que encontramos en
Hechos 19: 13-19, nos muestra la proliferación de judíos exorcistas
itinerantes, y nos ilustra:
·
El
contraste entre sus métodos mágicos para expulsar demonios, y
· El simple empleo por los apóstoles del poderoso nombre de Jesús.
Las epístolas no contienen
declaraciones directas referentes a endemoniados o expulsiones, pero debemos
imaginar que Pablo no creía en estos fenómenos ya que, como casos prácticos, él
expulsó demonios en su propio ministerio (Hech. 16:18; 19:12):
Ø Su enumeración tanto del don de “hacer milagros” como del de “discernimiento
de espíritus” entre la charismata
(1 Cor. 12:10), y
Ø Su conexión del demonismo
con la idolatría y la falsa doctrina
(1 Cor. 10:20; 1 Tim. 4:1, 2), evita que lleguemos
a una falsa conclusión.
Ø La demonología prominente del Apocalipsis nos habla fuertemente de poderosa influencia demoniaca y posesión (Ap. 9:1-11, 20, 21; 16:13-16).
2.2. EL PROBLEMA DE LA CESACIÓN DE LA POSESIÓN
DEMONIACA:
Hay un error popular, muy difundido,
que expresa que ahora, en una época de ciencia e iluminación, no hay ya más
demonios, no casos de posesión demoniaca. Citamos la crítica defectuosa de F.
C, Conybeare que es un ejemplo del seudorracionalismo de muchos:
“¿Por qué no hay más demonios? Yo contestaría que es la libre investigación, la actitud científica, la ciencia moderna y el escepticismo moderno, los que durante los últimos ciento cincuenta años han librado al mundo civilizado de una carga que la teología dogmática y los ritos cristianos y aun el mismo Nuevo Testamento, no han hecho nada por aliviar, y sí mucho agravar, durante los diecisiete siglos de su dominio incontrovertible”4).
Y como no hay ya casos de posesión demoniaca, puede
concluirse que nunca los hubo. Los ejemplos en el Nuevo Testamento de aquellos
llamados “endemoniados”,
se consideran como pruebas de que Jesús “estaba completamente influenciado por todas las
supersticiones populares de aquella época concerniente a los malos espíritus”5).
Al momento salta la falla de este
argumento crítico, cuando nos damos cuenta de que no puede ser probado de que
hoy, en la actualidad no hay demonios no casos de posesión demoniaca. Muy por
el contrario, todo el peso de la evidencia se opone a esta idea.
Si dejamos de lado el testimonio y la comprobación de las Sagradas Escrituras, los hechos de la naturaleza física, de naturaleza humana, y de la experiencia humana, se combinan para proporcionar evidencia substancial de que tanto los demonios, como los casos de posesión demoniaca, existen hoy.
La posesión demoniaca de ninguna
manera terminó junto con los tiempos del Nuevo Testamento y esto está
irrefutablemente probado por el testimonio de la historia de la Iglesia
Primitiva. La “Epístola
de Bernabé, apócrifo” (13:19) representa el corazón lleno de
idolatría como la morada de los demonios. “El Pastor de
Hermas” (circa 120) contiene considerables filosofía sobre la
posesión demoniaca.
Justino mártir considera que el
fenómeno se debe a la habitación de almas de los muertos, y las expulsiones
eran casi tan comunes a los contemporáneos de Tertuliano y Minucio como a los
contemporáneos de Jesús6). La creencia en demonios y posesión
demoniaca ha persistido a través de toda la era cristiana hasta el día de hoy,
y de tiempo en tiempo han podido citarse casos autenticados de expulsión7).
¿Qué podríamos decir de la declaración de la era moderna de que la investigación científica ha terminado con estas creencias, y ya no hay casos de posesión demoniaca? Ante tal declaración debemos responder que, a pesar del progreso del pensamiento moderno y el desarrollo de las ciencias naturales, “el concepto primitivo de que estas cosas son sobrenaturales no ha sido de ninguna manera eliminada”8). La autoridad de estas narraciones de las Sagradas Escrituras y la consideración sobrenatural que se da a estos hechos encuentra amplio apoyo en las iglesias católicas romanas y protestantes evangélicas ortodoxas.
2.3. EL TÉRMINO DE LA POSESIÓN DEMONIACA EN EL
PRESENTE:
Sería una conclusión apresurada
decir que los casos de posesión demoniaca no existen en el día de hoy. El
testimonio de los misioneros en las tierras paganas es inequívocamente el
contrario. Se encuentran aún fenómenos similares a aquellos descritos en los
Evangelios y no solamente en los distritos salvajes y rudos, sino también en
los países de antiguas civilizaciones paganas, tales como la India y la China9).
Pero no debemos esperar que la estrategia satánica sea la misma en cada lugar.
Los demonios, notoriamente astutos e inteligentes, tienen un líder
superlativamente sabio y sagaz.
Y es razonable pensar que ellos
adaptan sus estrategias a la iluminación y entendimiento de la época y lugar en
que actúan. Con el salvaje bruto, quizá Satán puede cumplir mejor sus
propósitos como un “león rugiente”, inspirando terror y miedo, pero
con las clases cultas y educadas, de la llamada sociedad cristiana a menudo
puede obrar más efectivamente cuando se disfraza de “ángel de luz”.
Tampoco hay duda, que los beneficios
efectos de siglo de luz del evangelio y fe cristiana han actuado como un freno
natural de las demostraciones más fuertes y flagrantes del poder satánico
manifestado en la posesión demoniaca (2 Ts.2:7). En las sociedades paganas, con
el poder demoniaco actuando sin los frenos de la presencia y el poder del
Espíritu Santo, la posesión demoniaca, por lo menos es sus formas más crudas,
es mucho más evidente.
En muchos casos, la posesión demoniaca ni siquiera se sospecha, pues no se piensa que los demonios pueden inspirar una vida moral de confianza en sí mismo, en el propio esfuerzo, evitando que se confiara en el Redentor crucificado y resucitado10). Y este caso se presenta, a menudo, aunque en forma insospechada, en los extendidos y amplios fenómenos espiritistas.
Como G. Campbell Morgan dice:
“Desde el momento en que se utiliza la palabra ‘médium’ la palabra ‘endemoniado’ puede ser substimada”11).
Sin embargo, cualquiera que sea el
fenómeno que esté en operación, sin habérsele reconocido en las tierras
afectadas por la civilización cristiana, es
significativo el hecho de que “las manifestaciones de posesión demoniaca están en toda
partes en regresión entre los pueblos primitivos en lugares donde las misiones
cristianas han echado profundas raíces”12).
Dos razones son evidentemente responsables de este hecho:
(1) Es el poder del
cristianismo “para inspirar a los nativos con confianza
en Dios y libertarlos del miedo a los demonios y a sus ataques contra las almas
de los vivientes”13).
(2) Otro
es el efecto de la civilización, considerada aparte
del cristianismo, al traer con ellas la educación, y como en la historia de la
Europa moderna, una era de eliminación que, en el caso de aquellos que no
aceptan la salvación cristiana, frecuentemente da nacimiento al racionalismo
naturalista que rechaza la creencia en las fuerzas sobrenaturales del mal.
Puesto que “la posesión demoniaca comienza a desaparecer
entre las razas civilizadas a medida que la creencia en los espíritus pierde su
poder”14), -conforme decrece el poder del Espíritu Santo en los
cristianos en la proporción en que ellos no creen en la Palabra de Dios-
la cultura y la educación son factores frecuentemente, que, junto con el
ministerio re frenador del Espíritu de Dios a
través de los cristianos, disminuyen los casos de posesión y otras actividades
demoniacas directas en los países civilizados.
Esto no significa, por otro lado,
que Satanás no obre de otras formas más sutiles, escondiéndose del hombre
natural, y en una manera más de acuerdo con la actitud y refinamiento de la
sociedad sofisticada, tales como el engaño (Ap.12:9), el cegarle los ojos al poder
del evangelio (2 Cor.4:4), y mantenerlo en cautiverio espiritual (Lc.13:16).
El
estar sometido por Satanás en una manera más burda y violenta como en la
posesión demoniaca, requiere, por supuesto, no una incredulidad racionalista de
las fuerzas sobrenaturales del mal, sino un mayor o menor grado de fe en la
existencia y poder de los malos espíritus, que da lugar a un horrible temor,
expuesto a una posesión espontánea o involuntaria, que puede ser soportada, o
el rendir definitivamente la voluntad a los poderes del mal, resultando en una
posesión voluntaria “sistemáticamente provocada”15).
Los casos de posesión voluntaria e
involuntaria son prácticamente universales en su extensión. No hay
lugar del globo donde el fenómeno no haya sido autenticado ni ninguna sociedad,
primitiva o civilizada, donde no hayan ocurrido estos casos, ni ningún período
antiguo, medieval, o moderno, en que no podamos citar casos de esta naturaleza16).
Una importante característica de la
posesión demoniaca es la constancia de su naturaleza a través de los siglos.
Para la gran mayoría en la llamada civilización cristiana en Europa y América,
el libro que habla por primera vez de estados de “posesión demoniaca” es el Nuevo
Testamento.
A pesar de las censuras de los críticos, que por ignorancia del fenómeno demoniaco en muchas partes del mundo en las culturas y civilizadas, han acusado al Nuevo Testamento de “no hacer nada para aliviar, y sí mucho para agravar” la carga de creencias supersticiosas en demonios y posesión demoniaca17), las narraciones bíblicas sobre los endemoniados dan una demostración exacta de lo que son estos fenómenos, que eran extremadamente frecuentes en los últimos días del mundo antiguo.
Los autores del Nuevo Testamento
evidentemente estaban familiarizados con casos de personas endemoniadas, “y sus
narraciones, aunque se les pudiera
conceder poco o ningún valor histórico”, dice Oesterreich:
“llevan en sí mismo el sellos de la verdad. Ellos son cuadros
de estados típicos reproducidos exactamente”18).
“Al comparar estas breves historias con los fenómenos de posesión en los últimos tiempos, encontramos que pueden ser descritos como perfectamente similares a los hechos apuntados en las Sagradas Escrituras; de esta manera nuestro respeto por la verdad histórica de los Evangelios se eleva a un grado extraordinario. Con exclusión de la historia del hato de cerdos, las narraciones tienen un carácter enteramente realista y objetivo. En particular, las narraciones sucintas de la relación de Jesús con estos hechos –como los datos específicos de sus sanidades- coinciden tan exactamente con lo que conocemos hoy sobre estos estados desde el punto de vista de la psicología actual que es imposible rechazar la impresión de que estamos tratando con una tradición que es completamente veraz”19).
La naturaleza constante de los
fenómenos de posesión demoniaca y su persistente a través de as centurias de la
era cristiana hasta el presente puede ser abundantemente ilustrada con una
vasta literatura. Lynn Thorndike da una lista detallada de la historia de la
literatura del ocultismo, sus creencias y prácticas durante los primeros
dieciséis siglos de la era cristiana, y la posesión demoniaca y el exorcismo
aparecen a través de todo este período20).
Jules Michelet presenta una
narración vívida del demonismo
desenfrenado de la Edad Media con su reinado satánico, sus tremendas
supersticiones, sensualidad sin freno y fenómenos muy extensos de posesión21).
“Los demonios
afligieron al mundo a través de todo el período de la Edad Media22)”.
El extendido retraso espiritual durante este período, manifestado en una
iglesia completamente corrupta y pagana, dio vía libre a la superstición y al
demonismo sin freno.
La reforma protestante liberó a
multitudes de la esclavitud medieval de la superstición y demonismo. Sin
embargo, al dar nacimiento a una iglesia, prefigurada por Sardis (Ap. 3:1-6),
que tiene nombre que vive, pero que está espiritualmente “muerta” (ver v.1), este movimiento no llegó a poseer el poder espiritual
vital para producir el efecto amplio, purificador y emancipador necesitado tan
desesperadamente.
Sin embargo, junto con el
advenimiento de una era iluminación científica y razonable iniciada por el hombre
del siglo XVII, tales como Galileo, Descartes, John Newton y sus sucesores, la
cruda demonología pagana de la Edad Media con su hechicería, adivinación,
magia, astrología y raros excesos, comenzó a ser probado en el crisol de la
razón humana y la revelación divina.
El progreso de la iluminación
científica en el siglo XVIII y los importantes avivamientos espirituales y las
actividades misioneras de la iglesia de Filadelfia (Ap.3:7-13), aproximadamente
desde el año 1750 hasta el siglo XX:
Ø Han contribuido a expurgar la superstición, por un lado,
conforme regía el razonamiento humano que le daba toda la importancia a la obra
de las leyes naturales, y
Ø Por el otro, el poder espiritual y el mayor entendimiento e iluminación, fueron el freno que redujo las manifestaciones más crudas del demonismo.
El efecto paralelo:
· Del
cristianismo y de la civilización moderna ha sido el de aminorar las formas más
burdas del demonismo, tales como la posesión, a tal grado que los críticos como
Conybeare pueden decir, con algún grado de plausibilidad:
Ø “¿Por qué no hay más demonios hoy?”23).
Pero a pesar de las declaraciones de los críticos, en la
actualidad hay demonios. Están
presente hoy, obrando en multitud de manera menos visibles, pero no por eso
menos reales. No solamente hay demonios en las llamadas tierras cristianas y
civilizadas, sino que, donde la cristiandad y la civilización no han penetrado
profundamente, también existen la posesión demoniaca y las formas más bajas de
su manifestación.
El campo misionero moderno
proporciona abundante evidencia de este hecho al investigar honrado que busca
la verdad. La
razón es obvia.
Allí el evangelio choca de frente con la oposición satánica atrincherada y la oscuridad pagana de siglos, haciendo resaltar las operaciones del poder del mal sobrenatural a un enfoque más nítido donde pueden ser reveladas, y se ve la actividad demoniaca asombrosamente similar a la que en los días del ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo.
A estudiar los resultados del
cristianismo en China de 1552 a 1839, Kenneth Scott Latouett dice: “La conversiones para haber traído gran alivio para aquel mal
conocido como posesión demoniaca”24).
El doctor Johon L. Nevius, que fue
misionero en China desde 1854 hasta 1892, al realizar su trabajo cristiano se
preguntó una y otra vez: “¿Hay tal cosa cómo
la posesión demoniaca en la última parte del siglo XIX?”.
Las experiencias del doctor Nevius
y su estudio cuidadoso y sin prejuicios de este extraño fenómeno psíquico en la
Provincia de Shantung muestran evidencia inequívoca de la gran difusión de
existencia de la posesión demoniaca en la China moderna del paganismo. El autor
narra numerosos casos completamente auntenticos25).
Lo que llama poderosamente la
atención de los relatos del doctor Nevius es la gran similitud de esos casos
con los casos de posesión demoniaca que narra el Nuevo Testamento.
Por Ejemplo:
· La persona en el momento de la
posesión entra en un estado anormal (Mr. 9:18). Durante la transición, frecuentemente entra en
un paroxismo violento, cayendo sin sentido en el suelo y echando espumarajos
por la boca (Mr. 9:18; Lc. 9:39,42).
· Durante el ataque se
evidencia otra personalidad, mientras su personalidad normal queda total o
parcialmente dormida (Mr. 5:7).
· La nueva personalidad presenta trazos de carácter
completamente extraños a aquellos que son característicos del endemoniado en su
condición normal, y este cambio de carácter prácticamente es siempre en la
dirección de la impureza moral (Lc. 8:27).
· Mucha gente, mientras está poseída por el demonio, desarrolla un conocimiento sobrenatural.
Frecuentemente se muestran como conocedores del Señor Jesucristo como persona divina y muestran miedo y temor hacia ÉL (Lc. 8:31) A veces hablan en lenguas extrañas, que en su condición normal desconocen absolutamente.
“Y le rogaban que no los mandase ir al abismo”. (Lc. 8:31)
La oración en el nombre de Jesús es el remedio eficaz; algunas víctimas pueden ser liberadas muy rápidamente.
Veamos Dos Casos Bíblicos:
“Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos
seguía”. (Marcos 9:38)
NOTA:
V.38: Más preocupados por la posición en su grupo que por
liberar a los atormentados por los demonios, los discípulos sintieron celos de
un hombre que sanaba en el nombre de Jesús. Hoy
en día, muchas veces hacemos lo mismo al no participar en causas dignas porque:
(1) No son miembros
de nuestra denominación,
(2) No se relacionan con la clase de gente con la que nos
sentiríamos bien,
(3) No hacen las cosas como nosotros las haríamos,
(4) Nuestros esfuerzos no reciben suficiente reconocimiento.
La
buena teología es importante, pero eso nunca será excusa para evitar ayudar a
los que padecen necesidad.
Las enseñanzas de Jesús sobre el
servicio impulsaron a Juan a relatar un incidente que revela una actitud
sectaria entre los discípulos. El hombre que ellos reprenden es un verdadero
seguidor de Jesús, aunque no es uno de los doce.
“Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno
que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros”. (Lucas
9:49)
NOTA:
VV.49, 50: Los discípulos estaban celosos. Nueve de ellos no pudieron echar fuera un solo demonio (9:40), pero cuando vieron a un hombre que no era de su grupo echar fuera demonios, le dijeron que no lo siguiera haciendo. Nuestro orgullo se hiere cuando alguien triunfa donde hemos fallado, pero Jesús dijo que no había lugar para ese tipo de celo en la guerra espiritual de su Reino. Tenga la misma actitud de brazos abiertos que tuvo Jesús con cristianos que no eran de su grupo.
Otras con mayor dificultad, y en algunos casos es necesaria la intervención ferviente con ayuno. Hasta donde se sabe, en ningún caso han vuelto estas anomalías de la personalidad, si la persona llega a hacerse cristiana y continúa viviendo una vida cristiana26).
“Pero este género no sale sino con oración y ayuno”. (Mt. 17:21; Mr. 9:29)
F.F. Ellinwood, en la introducción
al libro del doctor Nevius, titulado ‘Demon Possession
and Llied Themes = La Posesión del demonio y temas aliados’,
escribe claramente sobre la actividad demoniaca en la China Norte:
“Mucho antes de tener conocimiento de la
existencia del Nuevo Testamento, la gente de la China Norte creía plenamente en
la posesión de mentes y cuerpos de los hombres por espíritus malos. Esta creencia
es parte de aquel animismo, o adoración de los espíritus, que ha existido en la China –como también en otros
países- desde los
principios de la historia o la tradición… Por
tanto, cuando se introdujo el cristianismo en la China, y se leían las narraciones
de la posesión demoniaca en el Nuevo Testamento la similitud con los casos
reales fue reconocida rápidamente por los cristianos nativos. La compresión de
esta forma particular del milagro neotestamentaria nunca presentó dificultad
alguna para los cristianos en China27).
Véase Parte II.
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