Parte II
LA DEMONOLOGÍA BÍBLICA Y LA POSESIÓN DEMONIACA:
(Marcos 1:34)
“Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían”.
(Mr. 1:34)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En un artículo titulado “Demon Possesion in Our Day = Posesión demoniaca en nuestros días”28) en
una revista sueca llamada Missions Vannen,
David Almquist, un misionero en la China, hace el siguiente comentario
apropiado concerniente a los pasajes del Nuevo Testamento que trata de las
expulsiones de demonios hechas por nuestro Señor y sus apóstoles:
“Muchas personas que viven en países cristianos tienen
algunas dudas sobre estas narraciones. Parece que no tenemos noticias de estas
cosas en nuestros días y por eso muchos
ponen en duda la existencia de los malos espíritus. Pero en los campos
misioneros extranjeros estos poderes de las tinieblas se manifiestan de una
manera brutalmente realista. Frecuentemente se encuentran casos de posesión
demoniaca que son duplicados de los
ejemplos que encontramos en el Nuevo Testamento. La lucha es intensa; la
oposición es decidida; y hay que permanecer constantemente a pie de la cruz
para obtener poder para triunfar sobre estas fuerzas de las tinieblas”.
Almquist nos habla de un caso notable de liberación de un notorio médium chino endemoniado por la ferviente intercesión continua de los cristianos29).
William
H. Chisholm M. D. F. A. C. S., en el
segundo de una serie de seis artículos que tratan de sus experiencias como
misionero médico en Corea, relata la historia gráfica de la expulsión de un
demonio sordo y mudo de una mujer por la cual el mejor hospital no había podido
hacer nada30).
El caso es tremendamente similar a la liberación del hijo de aquel hombre que
tenía un espíritu inmundo, al cual Jesús le dijo:
“Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él y no entrés más en él” (Mr.9:25).
C. Gordon Beacham, misionero de la “Salud Interior Mission”, escribe así
sobre el demonismo en el Sudán Central, en África:
“Los demonios que la gente adora son de varias clases, cada uno con su nombre propio… Mientras que se supone que el aire está lleno de estos espíritus terroríficos, se cree que el agua es su lugar especial de habitación, recordándole a uno la narración de las Sagradas Escrituras que hablan sobre aquel espíritu inmundo que ‘anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo’. Se encuentran muchas otras cosas similares entre las narraciones que hablan sobre demonios en el Nuevo Testamento y aquellas en las vidas de estas gentes atrasadas. Frecuentemente he visto nativos que están cubiertos de pies a cabeza con cicatrices de quemaduras, pues algún poder invisible se ha posesionado de ellos y los ha tirado al fuego. Una posesión oculta tan no debe confundirse con la demencia o locura. El nativo reconoce la diferencia entre insanta y la posesión demoniaca y llama a cada una por su nombre correcta. Personas normales conversan realmente con los demonios que temporalmente poseen a otro individuo, y las palabras que vienen de los labios de esa persona poseída son, sin lugar a duda, las palabras de algún otro ser”31).
Robert S.
Roseberry,
estadista misionero en el áfrica Occidental Francesa, relata cosas perecidas
sobre el efecto paralizador del demonismo y la superstición que esclaviza a los
nativos allí. Su descripción general de estos casos en el África, pueden ser
aplicados al paganismo en América del Sur, Asia, o las islas del mar.
“Los poderes de las tinieblas
mantienen en esclavitud a innumerables seres humanos. Fácilmente
puede verse que todo el sistema depende del gran destructor, Satanás mismo. Son
diferentes manifestaciones, pero el mismo poder maligno aparece entre las
sombras, controlando y dirigiendo sus fuerzas del mal para la destrucción de la
humanidad”32).
La esclavitud de los paganos y de aquellos que habitan las tierras mahometanas es sumamente aterrador: “Muchas creencias supersticiosas mantienen a las personas encadenadas toda sus vidas. Ellas son esclavas de cualquier que practique la magia o el ilusionismo. Y esto es verdad tanto de los mahometanos como de los paganos”33). Los casos de posesión demoniaca en el presente pueden ser multiplicados y se verifican en todas partes del mundo, pero especialmente en los lugares donde el cristianismo y la civilización no han llegado.
III. VARIAS TEORIAS SOBRE LA POSESIÓN DEMONIACA:
La expresión “posesión demoniaca” como tal no
aparece en el Nuevo Testamento y aparentemente fue originada por Josefo34),
y a partir de él, ha penetrado en el lenguaje eclesiástico.
El Nuevo Testamento habla de
aquellos que “tienen
un espíritu, o un demonio, o demonios o un espíritu inmundo”, pero
principalmente de gentes que están “endemoniadas” (daimonizomenoi), aplicándose a personas
que sufren enfermedades físicas o mentales bajo la posesión de demonios o malos
espíritus. Con relación a la mención frecuente y prominente de los endemoniados
en las Sagradas Escrituras existen cuatro opiniones principales.
3.1. PUNTOS DE
VISTA NO ESCRITURARIOS SOBRE LA POSESIÓN DEMONIACA:
Los puntos de vista no escriturarios no tienen méritos como para merecer una serie atención, pero, como han sido ampliamente creídos y defendidos fuertemente, deben ser considerados:
(1) La Teoría Mítica:
La idea
básica de esta hipótesis, sostiene notablemente por David Friedrich Strauss35)
y la escuela mítica, es que todas las narraciones de Jesús sobre las expulsiones
demoniacas son meramente simbólicas, y sin fundamentos real de hechos. La
llamada posesión demoniaca no es más que un símbolo vívido de la prevalencia
del mal en el mundo y la expulsión de los demonios por nuestro Señor es la
figura correspondiente del triunfo sobre el mal por su doctrina y su vida.
Será
suficiente replicar que son en los Evangelios, la simple prosaica narración de
los incidentes como hechos, sin tener en cuenta lo que puede ser considerado
como posible en pasajes altamente poéticos y figurativos, haría de esta
declaración aquí en pura prosa, no una figura o un símbolo, sino una mentira.
Sería igualmente razonable esperar mitos o fábulas figurativas de Tucídides o
Tácito en sus narraciones de los hechos de la historia contemporánea.
(2) La Teoría De Acomodamiento:
Los que proponen la teoría del acomodamiento
dicen que nuestro Señor y los evangelistas, al hacer referencia a la posesión
demoniaca, hablaron solamente para
acomodarse a la ignorancia y superstición prevaleciente de sus oyentes, sin
hacer ninguna aseveración sobre la existencia verdadera o no del fenómeno
descrito, o sobre la verdad o falsedad de esa creencia corriente36).
Se llega a la conclusión que, como
esos síntomas eran a menudo de enfermedades físicas (como ceguera y mudez, Mt.
12:22; epilepsias, Mr. 9:17-27), o aquéllos que aparecen en la demencia común
(como en Mt. 8:28; Mr. 5:1-5), y como la frase “el tener un demonio” aparentemente
equivalía a “estar
loco” (Jn. 7:20; 8:48; 10:20), y como erróneamente se supone que no
se conocen casos de posesión demoniaca el día de hoy, entonces, nuestro Señor
habló, y los evangelistas escribieron, ajustándose a las convicciones comunes
de aquel tiempo y con el objetivo de ser entendidos claramente, especialmente
por los mismos pacientes, pero los “endemoniados”. Eran meramente personas afligidas
con enfermedades extrañas del cuerpo y de la mente.
Esta teoría, ingeniosa pero falsa,
es completamente incompatible con la simple y directa atribución de
personalidad que se les da a los demonios
(tanto
como a los hombres, ángeles o Dios mismo), y llevándola a sus
últimas consecuencias, esta teoría está en contra de la verdad e integridad de
las Sagradas Escrituras.
Queda destruida totalmente por el
simple hecho del efecto violento que ocasionó en los cerdos la entrada de los
demonios que estaban en el gadareno, lo cual excluye cualquier idea de que
nuestro Señor o los evangelistas no se refieren a una realidad objetiva en la
posesión. La teoría también emplea esta falsedad popular, de que como la
posesión demoniaca no ocurre en nuestros días –y esto es contrario al testimonio de los
misioneros modernos- entonces nunca fue una realidad. Pero aun si
pudiera probarse que la posesión no ocurre en el día de hoy, eso no sería
prueba de que nunca existió.
Pero la idea esencial de la teoría
de acomodamiento es en sí misma defectuosa e insana. Pues nuestro Señor no
habló sobre los demonios solamente a las multitudes ignorantes y
supersticiosas, sino también en su instrucción privada a sus propios discípulos
(Mt. 17:19-21).
El acomodamiento, sin embargo es
practicable, cuando tratándose de cosas que son indiferentes, se puede utilizar
lenguaje que, etimológica o científicamente inexacto, transmite una verdadera
impresión (como
aquella de “el Sol se puso”), o,
cuando en el caso de cosas que tienen importancia, se da la declaración de la
verdad (1 Cor.3:1, 2), que es precisa y correcta, hasta donde alcanza, pero
imperfecta y parcial, por el detenimiento o crecimiento malformado de los que
escuchan.
Pero en el caso de la posesión
demoniaca, el asunto estaba lejos de ser indiferente. Era una
época de poca fe y de tremenda superstición. ¿Sancionaría Jesús, y los
evangelistas podrían escribir, una idea esencialmente falsa, que continuamente
ha sido la fortaleza de la superstición? ¡Esto sería inconcebible, pues nuestro Señor censuró la
superstición en cosas de mucha menor importancia! (Mt. 23:5, 16-20).
(3) La Teoría De La Alucinación:
Esta teoría explica la posesión
demoniaca, bajo la hipótesis de la alucinación, como un mero engaño psicológico
por parte de la víctima, que, enferma y angustiada, llega a tal grado de
frenesí emocional o excitación mental que se imagina a sí mismo poseída y
controlada por otro ser más poderoso37).
Bajo la supresión de la conciencia
y el destronamiento de su razón, habla en el carácter del demonio imaginado
(Mr.5:7).
La curación de esta extraña ilusión
es virtualmente la misma como la de echar de él un demonio real. Esta teoría no
explica cómo una persona, tan falta de razonamiento, puede al mismo tiempo
manifestar un conocimiento de la deidad y filiación o calidad de hijo de Jesús
tan profundo (Mr.5:7), mucho más avanzado que el que poseían las personas más
pías e iluminadas de toda la nación.
Tampoco explica el efecto violento de la entrada de los demonios en el hato de cerdos (Mr.5:13), lo que es suficiente para demostrar lo absurdo de la superstición de que la posesión es algo imaginario.
3.2. EL PUNTO DE VISTA ESCRITURAL SOBRE LA
POSESIÓN DEMONIACA:
Todos los intentos para explicar la
posesión demoniaca como si no fueran hechos reales, y en el sentido sencillo y
claro en que narran en los Oráculos sagrados, son débiles y totalmente
inadecuados. Es, entonces, necesario presentar el punto de vista escritural,
que es la interpretación natural y literal de las narraciones bíblicas y
considerar la posesión como un estado real de habitación y control de una
persona por uno o más demonios.
Como personalidades espirituales,
malvadas tuvieron permiso divino para realizar una actividad y manifestarse
especial durante los días de nuestro Señor y sus discípulos, al ejercitar influencia directa sobre ciertas personas, residiendo en ellas,
desordenando así
mente[6] y cuerpo[7].
Esta influencia, ejercitada por este medio, debe ser
distinguida del poder usual de la tentación y
el ataque de Satanás bajo la voluntad permisiva de Dios:
· La relación entre ellos
será como la que existe entre un milagro y la providencia ordinaria de
Dios, o
·
Entre la
inspiración profética y los dones regulares del Espíritu Santo.
Ambos métodos de Satanás son impulsos por los mismos principios generales y logran los mismos resultados generales, intentando estorbar los propósitos de Dios para la humanidad y extendiendo el dominio del mal sobrenatural; pero la posesión demoniaca parece ser una manifestación directa y especial de los que ordinariamente es la tentación satánica por acción indirecta.
En la tentación
ordinaria y en los ataques de
Satán, la voluntad
humana se rinde conscientemente, y al hacerlo, toma
gradualmente, sin pérdida de su evidencia libertad de acción, las
características de la naturaleza satánica:
Ø La voluntad es halagada, solicitada y persuadida, a pesar de los
esfuerzos de la gracia divina, pero no subyugada.
Ø Pero en la posesión demoniaca, por lo menos a la del tipo espontáneo o involuntario38), la víctima parece quedar privada completamente o parcialmente de su razón o de poder de elección, quedando su personalidad tan eclipsada o dominada como para producir la conciencia de dos voluntades en él.
No obstante, la posesión es una
exhibición especial y por así decir milagro del poder satánico sobre la
naturaleza humana caída; y es indudable que en un examen de sus antecedentes,
probablemente en la gran mayoría de los casos, probaría que fue posible en
primer lugar, por el consentimiento repetido del infortunado a la tentación y
al pecado.
Hay bastantes indicios de que los
pecados de sensualidad en muchos casos pueden ser los precursores de esta
horrible aflicción. A menudo se pueden observar el poder encadenados y la
tiranía del hábito sensual y la inmoralidad.
En el caso del libertino, drogadicto, borracho (especialmente cuando están luchando en los últimos momentos del delirium tremens), aparen muchas marcas similares a lo que las Sagradas Escrituras consideran posesión demoniaca. Desde luego, también se encuentran en ellos el actor de la enfermedad física, pero fruentemente hay algo más.
Asimismo, debe notarse que el
estado de posesión, aunque es tan terrible en el sentido de la tiranía
demoniaca, puede, por el mismo hecho de ser consciente, ser menos desesperado y
con más posibilidad de cura instantánea que aquellos pecados que envuelven la
relación deliberada y un voluntarioso endurecimiento del corazón. Algunas
acciones de los endemoniados parecen indicar que el espíritu humano todavía
tienen un profundo deseo de pureza y liberación (Mr.5:7), aunque esté
esclavizado a través de la carne y el poder demoniaco obrando a través de ésta.
Los instantáneo y completo de la cura de los endemoniados (Mt.12:22; Mr.5:15), semejante al efecto instantáneo y completo de la conversión, observado en los casos de sensualismo, comparada con la mayor dificultad en casos de un pecado espiritual más refinado, pareciera confirmar el pensamiento de que las transgresiones sensuales fueron especialmente las precursoras del estado demoniaco.
Es significativo el hecho de que
casi todos los casos de posesión demoniaca aparecen entre las rudas y medio-gentiles gentes de Galilea. Juan, que
habla en su Evangelio principalmente del ministerio del Señor Jesús en Judea y
Jerusalén, en donde la población parece haber sido más culta y refinada, no
menciona casos de posesión o expulsión, pero enfáticamente reconoce la existencia
del fenómeno (Jn.7:20; 8:48; 10:20).
Pareciera el método natural satánico el asumir esa forma especial en numerosos casos de posesión en una era de sensualismo tan brutal e improcedente como la que precedió al advenimiento del Mesías, y continuar hasta que se sintiera el poder limpiador del cristianismo. Esta es la razón por la que el fenómeno todavía ocurre en tierras incultas y paganas dominadas por Satanás.
IV. LA
NATURALEZA DE LA POSESIÓN DEMONIACA:
Aparentemente hay todavía muchos puntos
oscuros concernientes a la naturaleza precisa del estado demoniaco; sin
embargo, las Sagradas Escrituras nos dan amplios detalles como para construir
una figura completa y compresiva de este fenómeno.
4.1. LA PSESIÓN DEMONIACA Y LA RESPONSABILIDAD DE
LA PERSONA POSEIDA:
Se han dado muchas respuestas a la
pregunta acerca de la culpabilidad del endemoniado de su condición. Las teorías
varían desde las que asignan una completa responsabilidad a las que la niegan
absolutamente.
Aunque en la gran mayoría de los
casos la posesión se deba al rendirse voluntariamente a la tentación y al
pecado, debilitando así la voluntad humana, haciéndola susceptible de ser eclipsada completamente o parcialmente por el
espíritu que se posesiona de ella, no podríamos decir que en todos los casos el
origen de la posesión es la conducta moral, pues Marcos en su Evangelio
describe el caso del muchacho endemoniado como habiendo estado en ese estado: “desde niño” (Mr.9:21).
En este caso, por lo menos, debe haber alguna otra razón para que el niño haya sido expuesto a la invasión demoniaca. Si la demonización es de la naturaleza de un milagro en el reino del mal, sería inútil tratar de explicarla en todos los casos, buscando bases naturales. Puede haber un permiso divino especial para esta operación satánica desusada, que en última instancia, cumpla algún propósito extraordinario de la sabiduría divina de acuerdo con los principios de la soberanía divina.
Cualesquiera que sean las causas
que producen el estado de posesión, una cosa es segura: El endemoniado es incapaz de separar su propia conciencia y
procesos mentales de la influencia del demonio, y su propia identidad y libre
albedrío quedando fundidos y hasta cierto grado perdidos, en la de los
invasores39).
Esta pérdida de lo que podríamos llamar “individualismo”, o la conciencia de una
individualidad con propia determinación, con el poder que tienen el hombre de
originar por sí mismo acciones mentales y morales, y que es lo que distingue al
alma humana del animal, es la razón de la conducta espantosa, inhumana y a
menudo bestial del endemoniado.
Su conducta no se debe a una
enfermedad mental, en donde una lesión en el cerebro o en el sistema nervioso
pudiera hacer que impresiones previamente existentes en la mente sean excitadas
sin el correspondiente estímulo exterior, como en los desórdenes de los
maniáticos, ni tampoco es debido al vicio, como involucrando el poder del libre
albedrío, sino que es atribuible a la presencia de un poder superior del mal
que lo está habitando.
La cuestión principal será si el
espíritu del mal mora temporal o permanentemente en la persona. Si su morada es
permanente, es obvia que involucra poco o ningún elemento moral y que no cuenta
allí la responsabilidad del poseído, pues su personalidad con sus acciones
mentales y morales está completamente monopolizada por el poder superior del demonio:
Ø En este caso, la única
responsabilidad real que podía asignarse a la víctima sería la de rendirse
inicialmente al estado demoniaco.
Ø Por otro lado, si la condición del endemoniado no es permanente, el endemoniado puede, en un momento de reposo, librase de este poder maligno y superior o bus va libarse de él.
En este caso, el estado demoniaco
involucrará una responsabilidad personal, aunque de una conciencia enferma y
perturbada. Parece cierto el que exista tal responsabilidad, ya que “ni el Nuevo
Testamento, ni la literatura rabínica, dan la idea de que la morada demoniaca
es permanente”40), y a
ese hecho debe su origen la palabra “posesión”.
La escena que se nos pinta en el
Evangelio de Marcos de la sinagoga de Capernaúm (Mr. 1:21-28), da la impresión
de una influencia repentina provocada, según parece en la mayoría de los casos,
por la presencia y palabra de Cristo.
Es muy difícil, al analizar el
lenguaje y conducta del endemoniado, determinar si lo que se dice o hace debe
ser atribuido a la persona
endemoniada o al demonio
residente.
Y en la presencia de una conciencia dual debe recordarse siempre que hay una mezcla entre:
· Lo humano, y
· Los demoniacos.
· El endemoniado habla y actúa
como una persona,
· Bajo el control del demonio.
Edersheim sostiene que “el endemoniado
hablará y actuará de acuerdo con sus ideas demonológico previas”41).
Esto parece muy razonable y explicaría las indicaciones de las supersticiones en el tiempo de Cristo en el lenguaje y la conducta de los endemoniados, sin atribuir a Cristo que se hubiera acomodado a la noción popular de aquellos días, que no sólo es insostenible en sí, sino que es incompatible con el espíritu y el lenguaje de las narraciones.
4.2. LA POSESION DEMONIACA Y LAS ENFERMEDADES:
Las Sagradas Escrituras distinguen cuidadosamente:
Ø La posesión demoniaca, de
Ø La enfermedad natural (Mt.4:24; 8:16).
Sin
embargo, presenta a muchas enfermedades como:
§ Mudez,
§ Sordera, y
§ Parálisis;
§ Como causadas por la habitación demoniaca (Mt. 9:32,
33; 12:22; Mr. 5:5; 9:17, 18).
Pero como no se describe a todos los que eran sordos, mudos o paralíticos como endemoniados, es evidente que no se deben atribuir todos los desórdenes físicos o mentales, aún de la misma clase, a la misma causa. (Sistema nervioso humano: Microsoft ® Encarta ® 2008).
Algunos pueden ser naturales, mientras otros son demoniacos42). Por otro lado,
como el estado demoniaco siempre envuelve la enajenación del cuerpo o la mente
o ambas, debido al demonio y no a causas naturales, siempre hay síntomas de
enfermedad más o menos violentos en cada persona endemoniada, y la severidad de
esos males aparece grandemente acentuada en el último y fiero paroxismo
cuando el
mal espíritu es lanzado de su habitación.
Esta es una indicación de que la acción demoniaca se concentra sobre el sistema nervioso, que es el nexo de la unión del cuerpo y la mente, y los variados efectos físicos son ocasionados por las diferentes parte del sistema nervioso donde el demonio actúa.
Aunque una enfermedad específica
provocada por un demonio puede, en algunos casos, ser permanente, esto no
quiere decir que la persona afectada esté permanentemente y constantemente bajo
el poder del demonio. Parece ser que la enfermedad puede permanecer aunque la
persona no esté por algún tiempo en el estado de endemonia miento. Hay claras
indicaciones de que la cura de las enfermedades causadas por los poderes
demoniacos, pero no sanadas mientras la víctima está en el estado de
endemoniado:
· Así como las enfermedades
debido a causas naturales, son consideradas más específicamente como “sanidades”
(Mt.
10:1; Mr. 1:32-34; 6:13; Hech. 8:7; 19:12),
· Mientras que una sanidad en
el estado de endemoniado está definitivamente clarificada como echar fuera
demonios (Mr. 1:26, 39; 5:8; 9:28).
El término más amplio “sanidad”
es, sin embargo, usado a veces para designar ambas cosas, puesto que, obviamente,
la restauración de cualquier desarreglo de mente o cuerpo, ya sea ocasionado
por causas
naturales o demoniacas,
esté la persona en el estado de endemoniado
o no, es una
sanidad (Mt. 4:24; 12:22).
Aunque el estado demoniaco es similar en algunos aspectos a las enfermedades maniáticas, no deben de confundirse ambas cosas.
En las dos hay una pérdida de la individualidad y
consecuentemente, el poder de libre elección en asuntos morales y espirituales:
Ø Pero mientras que en el
endemoniado el daño es producido por el dominio de un mal espiritual, en la enfermedad maniática, este desorden puede ser ocasionado por causas físicas, tales
como enfermedad o lesión del cerebro o del sistema nervioso.
Ø Pero luego de aceptar los casos de insania y enfermedad mental proveniente de lesiones físicas o deterioro de aquellos órganos del cuerpo a través de los cuales la mente expresa sus poderes, hay todavía muchos casos donde el desorden es causado por fuerzas metafísicas[8] actuando sobre, y enajenando a, la mente misma.
En verdad, en todos aquellos donde
la enfermedad está en la mente
y no en el cuerpo, el diagnostico
sólo como enfermedad u oscura es solamente declarar el hecho del desorden y
referirlo a las clases de casos que se conocen, pero sin intentar una
explicación de sus causas.
Aun en enfermedades
donde la mente
actúa sobre el cuerpo, como en los desórdenes nerviosos y la epilepsia, el mero desorden de la
constitución física no es toda la razón del problema. Hay una causa más profunda en la mente.
Por tanto, queda por probarse que,
en los variados y complicados fenómenos de las llamadas “enfermedades” mentales
y físicas del presente, no haya nada que
pueda ser atribuible a causalidad demoniaca.
Y más aún, está por verse que no hay ninguno que una persona con el don de “discernimiento de espíritus” (1 Cor. 12:10) no pueda tener clara evidencia de una genuina demonización.
Como dice el doctor W. Menzies Aexander:
“Los síntomas de los endemoniados tienen sus paralelos entre los insanos del presente, con la única excepción de la confesión de Jesús como Mesías”43).
Si esta declaración médica es cierta, podemos
afirmar que la posesión demoniaca existe en la actualidad; porque ciertamente
los límites de una posesión genuina, no pueden quedar confinados solamente,
como el doctor Alexander
afirma ala que él llama:
“El criterio clásico de posesión demoniaca genuina: la
confesión de Jesús como el Mesías”44).
NOTA: “A
otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de
espíritus; a otro, diversos
géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”. (1 Corintios 12:10c)
(7) Discernimiento de espíritus (v. 10c): Este don capacita al poseedor para que pueda distinguir entre una profecía auténtica y otra que es falsa. Es así, porque es patente que el Espíritu Santo es el originador de la profecía auténtica. Habría otros espíritus tan falsos como la profecía que pretendieran autenticar. Por esto, poder discernir entre los distintos espíritus es a la vez el discernimiento de la legitimidad o falsedad de profecías según el caso que fuera.
Esta era obviamente una
característica de las narraciones de los Evangelios debidos a la presencia
personal del Mesías en la carne, y por la misma naturaleza del caso estaban
limitadas por a ocasión y circunstancias del ministerio terrenal de nuestro Señor
Jesús. De ninguna manera podía ocurrir en los fenómenos demoniacos, puesto que
no había ni la más remota ocasión para ello.
El señalar que la confesión
mesiánica es el único “elemento superfísico” en las narraciones
bíblicas de los endemoniados y decir que los otros fenómenos sólo demuestran “el elemento físico
o la presencia de enfermedades mentales”45), es, como se
ha dicho, declarar el hecho del desorden pero dejar de lado la explicación de
sus causas.
La verdad es que la Biblia, en esta
fase del tema, como en el caso en muchos otros campos de investigación, sin
contradecir la experiencia diaria, avanza a un plano en donde la ciencia humana
no puede llegar. Como el mismo doctor Alexander confiesa:
“Para la medicina psicológica moderna estos (demonios y espíritus) son desconocidos como causa de las enfermedades. Ellos están involucrados en una teoría que es extraña a los principios de la patología científica”46).
La Biblia siempre va a las causas
originales y considera la introducción de los sufrimientos físicos y mentales
en la raza humana como consecuencia de la caída de Adán, y asigna el poder del
mal físico y moral a una fuente personal y espiritual, a saber, Satanás47).
Enseña también de la realidad de la
existencia de espíritus subalternos del mal que pueden actuar sobre el alma e
indirectamente sobre el cuerpo por el poder que se les permite ejercer, puesto
que son los agentes de ciertas enfermedades físicas y mentales.
Estos hechos, aunque inexplicables al hombre natural, como todas las operaciones de los espíritus sobre los espíritus, no pueden ser declarados a piori imposibles o improbables, y ninguno tiene el derecho de mutilar las expresiones viriles de las Sagradas Escrituras “para reducir sus declaraciones al nivel de nuestro propia ignorancia”48).
4.3. LA POSESIÓN DEMONIACA Y LA INFLUENCIA
DEMONIACA:
Es importante, al considerar la
función de los malos espíritus del reino de Satanás, “distinguir entre la posesión o control
demoniaca, y la influencia demoniaca”49), dice Lewis
Sperry Chafer. En el Nuevo Testamento da pie para establecer tal diferenciación:
·
Sólo
los incrédulos están expuestos a la posesión demoniaca;
·
Mientras
que tanto incrédulos como creyentes
a la
influencia demoniaca están expuestos:
Ø [9]En el primer caso, la
personalidad es invadida, el cuerpo habitado, y se obtiene control sobre toda
la persona;
Ø Mientras que en el otro caso el
ataque se hace desde afuera a través de presiones, sugerencias y tentaciones.
Véase Parte III.
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