LA
DEMONOLOGÍA BÍBLICA Y LA ESCATOLOGÍA (XII):
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Aun cuando la
actividad demoniaca ha sido innegablemente grande en la historia humana desde
que el pecado de nuestros primeros padres expuso a la humanidad a sus ataques
perniciosos, la demostración completa e
incremento de su poder destructivo están reservados para la consumación
de los siglos.
El demonismo mantiene una relación muy estrecha con las profecías
escatológicas, y la humanidad toda:
Ø Judía,
Ø Gentiles, y
Ø la
Iglesia de Dios.
Serán afectados honda y vitalmente por este resurgimiento en los últimos
días de las fuerzas del mal sobrenaturalmente (1 Cor. 10:32).
A pesar del hecho de que las Sagradas Escrituras no sólo son claras sino
enfáticas en sus repetidas en contra de la actividad demoniaca aumentada de los
últimos días, la iglesia profesante del siglo XX en abrumadora y alarmante
mayoría rehúsa reconocer la existencia de
fuerzas sobrenaturales del mal. Esta condición de incredulidad puede ser atribuida, sólo
al bajo nivel de vida espiritual y poder en la iglesia:
· “La
existencia de los malos espíritus es reconocida por los paganos, pero
generalmente es considerada por el misionero como ‘superstición’ e
ignorancia; aunque, a menudo, la ignorancia es la del misionero que está cegado
por el príncipe de las potestades del aire a la revelación dada en las
Escrituras concerniente a los poderes satánicos”1).
A la luz de la arremetida profetizada de la invasión de espíritus engañadores en los últimos días (1
Tim.4:1-3), cuyo incipiente cumplimiento ya se deja ver, la incredulidad de los
cristianos es más trágico aún, ya que muchos son víctimas de engaños y despojos
demoniaco debidos al desconocimiento total de Satán y una lucha exitosa contra
este ejército de malos espíritus, por falta de conocimiento de lo que
involucra. Muchos evitan tratar el tema, insistiendo que mientras Cristo sea
predicado el ocuparse de Satán y los demonios es innecesario e insano
espiritualmente.
Mientras tanto, Satán sigue ganando ventaja, gracias a la ignorancia de los creyentes. Muchos, que desconocen las Escrituras proféticas, conociendo poco o nada de los propósitos últimos de Dios para los judíos, los gentiles y la Iglesia de Dios y el papel trascendental de las fuerzas sobrenaturales del mal en los eventos futuros, en relación con estos diferentes grupos de la humanidad, sufren grandes desventajas en su vida y testimonio cristiano.
I. LA
DEMONOLOGÍA DE LOS ÚLTIMOS DIAS Y LA IGESIA:
Desde su mismo nacimiento del costado herido de su Señor crucificado y
resucitado la Iglesia del Dios Viviente, como cuerpo de Cristo (Ef. 1:23) y “columna y baluarte
de la verdad” (1 Tim. 3:5), ha sido objeto de los peores ataques
venenosos de Satán y el blanco especial de la malignidad demoniaca.
Apenas nacía la Iglesia Primitiva cuando Satán desató una tormenta de persecución en contra de ella, destinada a hacerla desaparecer (Hech. 4:3; 5:18; 8:1).
Habiendo fallado en sus
propósitos, levantó falsos maestros para hostigar a los apóstoles en su obra de
extensión del cristianismo. Lo que Satán no pudo conseguir por medio de
cismáticos y herejes, lo intentó por medio del fuego, la espada y la muerte en
los primeros tres siglos, pero tuvo éxito
en su empresa:
(1) Sin
embargo, se anotó un triunfo cuando, bajo el favor imperial, a Iglesia se
contaminó uniéndose con el mundo en los períodos de Pérgamo y Tiatira (Ap.2:12-29).
(2) El período
de Sardis de la Reforma, prometía una gran
bendición y avivamiento pero pronto la Iglesia de aquella época vivió sólo de
nombre; realmente estaba muerta (Ap.3:1).
(3) Las
bendiciones que perdió se revelaron en los grandes movimientos mundiales
misioneros y el moderno avivamiento de la gloriosa era de Filadelfia
(Ap.3:7-13).
(4) El secreto del poder y crecimiento en la época de Filadelfia se descubre en las palabras de Cristo a su Iglesia: “Has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre” (Ap.3:8). Ellos pudieron preservar a fortaleza intacta defendiéndola de las incursiones demoniaca. Retuvieron su fidelidad a la Palabra de Dios y a la doctrina de la deidad de Cristo.
Esto es precisamente lo que falta en la Iglesia de los últimos días, con el inevitable resultado de las terribles invasiones del poder y los engaños demoniacos.
1.1.
EL DEMONISMO Y EL MODERNISMO LADICEANO:
En la muy
significativa profecía de Cristo sobre la fundación de su Iglesia, no sólo
intimó que ésta sería perpetua e incesantemente atacada por Satán, sino que
prometió que las “puertas del infierno” no prevalecerían contra ella (Iglesia),
pues estaba construida sobre la roca de su deidad y señorío (Mt. 16:18).
Pero en
los últimos días, bajo los poderosos impactos de la mayor actividad demoniaca,
las bases mismas de la verdad sarán negadas atrevidamente, y ya en Laodicea,
habían sido descartadas la doctrina de la deidad de nuestro Señor.
En una iglesia que ya no es la verdadera Iglesia que había recibido la promesa de que las puertas del infierno no prevalecerían y en la cual Cristo caminaba en medio de los candeleros de oro (Ap. 1:13; 2:1), vemos que Satán triunfa y Cristo queda excluido. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo” (Ap. 3:20)2). ¡Qué escena tan trágica! ¡Cristo está fuera de lo que era su propia Iglesia, llamando para entrar!
¿Por Qué Está
Fuera?
La
respuesta es sencilla. En contraste con Filadelfia, Laodicea no ha guardado su
Palabra y malvadamente niega el poder de su nombre.
Un genio perfecto para
transigir, un mezclador de lo que no puede mezclarse:
·
La justicia con
la iniquidad,
·
La luz con las tinieblas,
·
A Cristo
con Belial,
·
La porción del creyente con la incredulidad,
· Y el templo de Dios con los ídolos, esta rama de la iglesia de los últimos días aparece como un solemne llamado profético de atención al cristianismo moderno sobre los efectos nauseabundos de la tibieza espiritual.
Una Iglesia Actual:
Ø Exteriormente religiosa, pero interiormente apóstata, teniendo forma de piedad
pero habiendo negado el poder de lo alto;
Ø Temporalmente rica pero
espiritualmente indigente;
Ø Satisfecha y contenta
consigo misma, pero pobre y miserable;
Ø Orgullosamente sabia y
científica, pero completamente ciega a la verdad de Dios;
Ø Vestida de su propia
justicia y con ropaje humana de la salvación forjada humanamente sin el
sacrificio, pero delante de Dios vergonzosamente desnuda y pecaminosa;
Ø Orgullosamente democrática y
libre, pero esclavizada por su vida licenciosa y víctima de su anarquía.
Este es el modernismo laodiceana, ejemplo del
engaño, la principal doctrina de los demonios de la predicha apostasía de los
últimos días.
Este error, traicionero y moral, aparece revelado, en toda su sutileza y astucia demoniaca, por la aplicación de la prueba simple, y sin embargo, escrutadora que el apóstol Juan da para determinar cuáles son las enseñanzas instigadas y promulgadas por espíritus que no son de Dios, y que Pablo llama “doctrina de demonios” (1 Tim. 4:1). Esta es la prueba:
“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”. (1 Jn. 4:2, 3 RV1960).
Predicción De La
Apostasía:
“Pero
el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a
doctrinas de demonios”. (1 Tim. 4:1)
NOTA: VV.1-5: Pablo vuelve a sus ataques contra la herejía. La enseñanza falsa es inspirada por demonios y promulgada por medio de la hipocresía de mentirosos. El cristiano debe vivir de un modo positivo, sin renunciar al mundo (como lugar, Léase Juan 17) para vivir una vida de mayor negación de sí mismo ni hundiéndose en la satisfacción de sus deseos carnales (vv.3-5).
El
modernismo niega esta verdad fundamental del cristianismo, la doctrina de la
encarnación, que Jesucristo, el Verbo Eterno (Jn.1:1), se hizo carne (Jn. 1:14),
tomó sobre Sí mismo la iniquidad y el pecado del hombre para reconciliarlo con
Dios (2 Cor. 5:19-21). En vez de la encarnación, el modernismo adopta una
apoteosis3). Jesús nació como los demás niños, por generación
natural. De ninguna manera nació de una virgen ni era el Cristo Eterno hecho
carne. Era meramente un joven que destacaba y en muchos aspectos era superior a
los demás.
Fue un genio religioso quien, desde su más temprana edad, estuvo tan consciente de Dios y le buscó tan asiduamente y tan deseoso e insaciable estado del conocimiento y apropiación de la deidad, y llegó a estar tan absorbido por Dios que llegó a ser como ÉL. Entonces vemos manifestado en ÉL a Dios.
Pero toda esta altisonancia teológica que dice honrar a Jesús como el más poderoso de los poderosos, y más grande entre los hombres grandes del mundo; el mejor de todos sus maestros morales, cae en desgracia y en derrota, considerada como “doctrina de demonios”, denunciando como una ignominiosa degradación de Aquel que es “Dios sobre todas las cosas, benditas por los siglos” (Rom.9:5). El nombre que recibió en su nacimiento, “Emanuel” (Mt.1:23) nos habla de Dios-hombre y no de un super-hombre, y exige, no uno que comenzó a existir cuando nació n el mundo, sino uno que era eterno y vino desde los cielos (tercer cielo).
Ayuda Hermenéutico:
Emanuel: G1694 Ἐμμανουήλ
= Emmanouél: de origen
hebreo [H6005]; Dios con nosotros; Emanuel, un nombre de Cristo: - Emanuel.
Emanuel. H6005 עִמָּנוּאֵל = Immanuél: de H5973 y H410 con pron. suf. ins.; con nosotros (está) Dios; Emmanuel, nombre típico del hijo de Isaías:- Emanuel. (Strong).
Todas las objeciones
estúpidas de “milagro
biológico” o “imposibilidad biológica” que daría la pauta de un
superhombre, son demasiado necias para discutir. W. H.
Griffith Thomas dice:
“En la encarnación estaba, y
sigue estando, la unión entre Dios y el hombre”4).
Es erróneo
considerar que el llamado “modernismo” es lago reciente, progresivo y
enteramente nuevo. Mientras que el laodiceanismo o modernismo “moderno”
nace de los juguetes académicos y los razonamientos teológicos atolondrados de
la llamada “alta
crítica”, la causa real de este perturbador de la Iglesia, como
manera particular de pensamiento, puede ser rastreada claramente el método
satánico empleado en la tentación edénica.
Como primer protagonista de
esa secta.
Satán revela su esencia engañadora. Comienza diciendo: “¿Con
que os ha dicho…?”. Una duda expresada sutilmente, e inmediatamente
haciendo negativa la afirmación presentada como pregunta: “… No comáis de toso árbol del huerto?”. Es una perversión de la
declaración de Dios: “Mas del árbol de
la ciencia del bien y del mal no comerás” (Gn. 2:17). “No moriréis”
(3:4); una negación completa de la Palabra de Dios.
Aunque las señales más
características del modernismo pueden descubrirse claramente en alguna herejía
prácticamente en todos los siglos de la era cristiana el avivamiento de esta
secta incrédula, aparecen en la última parte del siglo XVII y hasta nuestros
días, a través de representantes tales como:
·
Spinoza,
·
Jean
Astruc,
·
Eichhorn,
·
De Wette,
·
Julius Wellhausen, y
· Harry Emerson Fosdick.
1.2.
EL DEMONISMO Y LA DEGENERACIÓN MORAL
LAODICEANA:
La
doctrina viciada y corrupta no puede sino producir una moral distorsionada y degenerada:
Ø El espíritu desenfrenado de transigencia
y conformismo fácil con el mundo, característica tan sobresaliente de la
Iglesia de los últimos días, resultará en toda clase de complicidad con el mal
entre los que profesan ser cristianos, con una inundación de mundanidad;
Ø la paralización de la vida
espiritual y la pérdida de toda eficacia y testimonio. Cuando la sal pierde su
sabor (Mt. 5:13), inevitablemente aparece la putrefacción moral.
Si los predicadores y maestros populares de
Laodicea, que prometen “libertad” a sus seguidores, “son ellos mismos esclavos de corrupción”
(2 P. 2:19), poco puede esperarse de sus
discípulos. “Como
el sacerdote, así también la gente” es un dicho que expresa una
persona verdad.
Si el
pecado penetra en aquellos que profesan ser el pueblo de Dios, habrá muy poco
poder espiritual para detener el cataclismo arrasante de inmoralidad entre la
gente del mundo. Satán y los demonios estarán en libertad para aumentar su
malignidad en los corazones humanos dentro y fuera de la Iglesia.
El apóstol Pablo nos alerta sobre este hundimiento peligroso de la moralidad:
Carácter de los hombres en los postreros días:
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. (2 Tim.3:1-5).
II.
LA DEMONOLOGÍA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS Y
LOS GENTILES:
Si Satán y
los demonios obran de manera tan tremenda entre el pueblo de Dios en los
últimos días de la Iglesia:
¿Qué horrorosa
maldad y destrucción no han de perpetrar entre aquellos que no hacen ninguna
profesión religiosa las masas sin Cristo de la población del mundo que no tienen ninguna defensa en contra de los
ataques saqueos y engaños diabólicos?
¿Cuál ha de ser el estado de los malvados habitantes de la Tierra dejados en el mundo luego del arrebatamiento de la verdadera Iglesia, abandonados para enfrentarse a una mayor presión demoniaca y erupciones del submundo del mal, y la terrible perspectiva de la expulsión de Satán y sus ángeles desde los lugares celestiales a la Tierra? (Ap. 12:7-12, 12).
2.1.
EL DEMONISMO Y EL MISTERIO DE
INIQUIDAD:
La
traslación de la
Iglesia de Jesucristo a los cielos (1 Ts. 4:13-18; 2 Ts. 2:1)
precipitará vastos e importantes cambios en el escenario terrestre; partirá
simultáneamente el Espíritu Santo, quien, habiendo descendido en Pentecostés
para formar el cuerpo de Cristo, se irá con él cuando quede completo. Con la partida del
pueblo de Dios y del Espíritu Santo, el gran freno para el pecado y la impiedad
(2 Ts. 2:7), nada detendrá la completa manifestación del poder diabólico que
caerá con tremenda violencia e incomparable furia sobre el mundo que rechazó a
Cristo.
Así como
las aguas de un dique repentinamente destruido inundan toda una región, así las
aguas de la iniquidad y mal sobrenatural, por tanto tiempo represadas por el
Espíritu de Dios, llenarán la Tierra.
La
apostasía, que fue progresando durante la era de la iglesia y que alcanzó
proporciones especialmente tremendas en el tiempo de Laodicea (1 Tim. 4:1-3; 2
Tim. 3:1-5; 2 P.2; Judas), deja lugar ahora a la apostasía (2 Ts. 2:3)5).
La caída parcial da lugar a la caída completa. La espantosa deserción trae
aparejada con el correr del tiempo un abandono total de la fe por la
cristiandad (Lc. 18:8).
La
oscuridad se transforma en densas tinieblas. El “misterio de la iniquidad” da paso
al “hombre de
pecado, el hijo de perdición” (2 Ts. 2:3, 4, 7). El poder demoniaco
queda ahora completamente desatado y produce “gran poder y señales y prodigios
mentirosos”. Primeramente restringida y resistible, la obra demoniaca llega
a ser arrolladora e irrestringible e irresistible, y “engaño de iniquidad para
los que se pierden”.
Aquella
que en el período de la iglesia rechazaron la oferta de la gracia divina,
quienes no escucharon el llamado del evangelio, y “no recibieron el amor de la verdad para ser
salvos” (v.10) y sin duda también aquellas multitudes que profesaron
una religión sin Cristo en la era de Laodicea, dejados cuando todos los
verdaderos creyentes fueron arrebatados a
los cielos, son ahora abandonados por la justicia divina a la
ceguera judicial y al error satánico, para que “crean la mentira a fin que sean condenados
todos los que no creyeron a la verdad, sino se complacieron en la injusticia” (vv.11, 12). Será preeminentemente el período del reinado
satánico y la hora del poder de las tinieblas, la cumbre del engaño demoniaco,
el momento de la revelación del “misterio de la iniquidad”.
El “misterio de iniquidad” es la revelación de las vastas ramificaciones y el complejo mecanismo de la introducción del pecado en el universo mora, debido a la intrusión de la voluntad satánica contra el orden y el amor divino.
Como principio del mal operando en el mundo –el sentido especial en que es utilizado por el apóstol en este contexto- no es algo nuevo que nace en los últimos días de esta era, pues existió y obraba ya en los días del apóstol Pablo (v.7); sí, mucho antes, en Edén, con nuestros primeros padres (Gn.3:1-7) y realmente, antes de la creación del hombre, en la prístina era de pureza y recibió su carácter esencial e invariablemente en el corazón de Satanás cuando dijo: “En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono… seré semejante al Altísimo” (Is. 14: 13, 14).
El
propósito de Dios al permitir la invasión de la iniquidad en su universo de
pureza, y el objetivo y falla de Satán al seguir su inicua carrera, son elementos
constitutivos que aparecen revelados en el “misterio”.
Con la
manifestación del inicuo, del “hombre de pecado”, “el
misterio de la iniquidad” dejará de ser “misterio” (2 Ts. 2:3, 7, 12). Todos
los elementos aún no revelados saldrán a la luz. La tracción diabólica y la
perfidia demoniaca aparecerán en toda su completa y horrible y cruda realidad.
Satán demostrará que en ningún momento se ha apartado de su inicuo e inveterada
determinación de exaltar su trono sobre las estrellas de Dios y hacerse semejante
al Altísimo.
Utilizando
todos los medios a su alcance, se opondrá, exaltándose a sí mismo, “contra todo lo que
se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se siente en el templo de Dios
como Dios, haciéndose pasar por Dios” (v.4). El avalará sus engañosas aspiraciones de deidad con
llamativas y plenas demostraciones de milagros diabólicos (v.9).
Ayudado
eficazmente por sus huellas de demonios, con sus filas aumentadas por miríadas
de espíritus engañadores liberados del abismo (Ap. 9:1-11), el engaño de las
multitudes terrestres sin Cristo será completo. Aceptarán al “hombre de pecado”
como si fuera Dios, y Satán al fin aparentemente habrá logrado sus objetivos:
semejarse al Altísimo y recibir adoración divina.
Mientras no se logre aquello que es necesariamente concomitante, el triunfo de Satán no será completo ni podrá gozar plenamente de los honores divinos. Debe extirparse radicalmente de sobre la faz de la Tierra “todo lo que se llama Dios o es objeto de culto” y el poder satánico debe ejercer posesión y dominio total de la esfera terrestre, asegurando así la frustración del plan divino de establecer el reino milenial de Cristo en el mundo. Para lograr este fin, multitudes de demonios irán a consumar la apostasía y dar cima al engaño del hombre, al reunir a los ejércitos embaucados de la Tierra en la empresa más desastrosa y locas de las edades: la batalla de Armagedón (16:13-16).
Ayuda Hermenéutica:
Armagedón: G717 Ἀρμαγεδδών
= Armageddón: de origen
hebreo [H2022 y H4023]; Armagedón, nombre símbol.: - Armagedón.
Monte: H2022 הַר = jar: forma
abreviado de H2042; monte o cordillera de colinas (a veces usado
figurativamente): - colina, ladera, montaña, montañosa, monte.
Meguido: H4023 מְגִדּוֹן = Meguiddón: (Zc. 12:11); o מְגִדּוֹ Meguiddó; de H1413; reencuentro; Megidon o Megido, un lugar en Palestina:- Meguido. (Strong).
Se escuchará el grito
enloquecido:
· “¡A Jerusalén!
· ¡Aniquilemos a
los judíos!
· ¡Borremos los
nombres de Dios y de Cristo de sobre la Tierra!”.
Será la
explosión más desesperada y devastadora de antisemitismo que el mundo haya
presenciado, la culminación nefasta de la malignidad y odio demoniacos en
contra de Dios y sus planes para el mundo.
Terminará
en una derrota colosal y la destrucción total de los ejércitos impíos por la
gloriosa revelación de Cristo, el poderoso Conquistador de los cielos, que
defiende a su pueblo terrenal Israel, aniquilando a sus enemigos y consignando
a la bestia
y al faso
profeta al “lago de fuego que arde con azufre” y a Satán al abismo,
y funda su propio reino justo y pacífico sobre la Tierra (Ap. 19:11-20:3).
2.2. EL DEMONISMO Y LA DEPRAVACIÓN DE LOS GENTILES
EN LOS ÚLTIMOS DÍAS:
Nadie
puede imaginar las profundidades de maldad y miseria a que serán expuestos los
que rechazan la verdad bajo la tiranía demoniaca aumentada, luego que la
Iglesia sea arrebatada del mundo y se haya ido el poder refrenan te del
Espíritu Santo.
Toda la traición
maliciosa y la impureza viciosa de la depravada naturaleza demoniaca serán
reproducidas y manifestadas en los seres humanos, victimados por espíritus
viles.
Los habitantes impíos de la Tierra, sujetos a la
influencia de odio hacia Dios de estos viles espíritus, serán endurecidos bajo
los juicios apocalípticos y clamarán a las rocas y a las montañas:
· “¡Caed sobre nosotros!”, para escondernos “de la ira del Cordero” (6:16) pero no expresarán ni una sola palabra de arrepentimiento.
Como un estribillo
doloroso las terribles palabras: “No se
arrepintieron” resuena como eco a través de los pasajes
apocalípticos que nos presentan estas escenas terribles de los tiempos finales (9:20, 21; 16:9, 11):
Ø Bajo el desbastador conjunto
de castigos de las copas, los hombres roerán sus lenguas de dolor;
Ø Sin embargo, maldecirán y blasfemarán a Dios, nabo un control tan poderoso de los demonios, que, como sus tiranos opresores, son confirmados en su rebelión e impiedad (vv.9-11).
Con el son de la quinta trompeta, y el primer “ay”, la liberación de miríadas[1] de demonios-langostas atormentadores del abismo ocasionará una tortura tan agonizante que “los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huira de ellos” (9:6).
Luego que la caballería infernal de doscientos millones bajo la sexta trompeta, haya diezmado un tercio de la población terrestre impía con castigos terribles sobre el pecado y el vicio desenfrenados, el estado endurecido y abandonado de los sobrevivientes constituye una revelación espeluznante de la condición licenciosa y completamente reprobada de la sociedad en la dominación demoniaca de los últimos tiempos, demostrando una recesión sobrecogedora a los más crudos y sórdidos niveles del paganismo inspirado y motivado por los demonios.
“Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos”. (Ap.9:20-21).
De la
misma manera que en la antigüedad más lejana, la idolatría produce el mismo
fruto corrupto:
Ø Violencia y derramamiento de
sangre;
Ø Tráfico ilícito con el mundo de
los espíritus y en toda clase de artes ocultos;
Ø Fornicación y todas formas
de impureza, deshonestidad y engaño de todo tipo.
Ø Completamente engañados y
despojados por el poder demoniaco los hombres quedarán tan cegados que creerán
a “la
mentira”
(2 Ts. 2:11), mentira satánica; y
Ø Aceptarán al falso Cristo, el usurpador de la Tierra en vez
del verdadero Cristo, el verdadero Dueño (Ap. 5:1-10).
El colmo de la necedad e iniquidad humanas quedarán desnudas ante la revelación del verdadero Cristo, Rey de reyes y Seños de señores quien destruirá al falso Cristo, desposeyéndolo como usurpador de a Tierra.
III.
LA DEMONOLOGÍA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS Y
LOS JUDIOS:
Podemos
discernir una potente y directa actividad y engaños demoniacos en todas las
fases del rechazo judío del Señor Jesucristo, su Mesías, en su primera venida.
El odio
venenoso de los escribas y fariseos, sus maquinaciones clandestinas y secretas,
los métodos fraudulentos y torcidos utilizados para juzgar, su injusta
condenación, y vergonzosa muerte, todos llevan el inequívoco estigma de la obra
demoniaca.
El grito
insensato del populacho: “Su sangre sea
sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt.27:25) y la ceguera en
los corazones de los judíos a través de la era cristiana (Rom.11:25), prueba la
fuerza que el poder demoniaco tiene sobre esta gente.
Sin embargo aunque el engaño y dominio de los demonios sobre este pueblo ha sido grande en el pasado, la completa manifestación de la tiranía demoniaca, como en el caso de los gentiles incrédulos, no alcanzará su punto máximo sino hasta los últimos horribles días de esta dispensación, justamente antes de la segunda venida del Mesías.
3.1.
EL DEMONISMO Y LA INCREDULIDAD JUDIA DE
LOS ÚLTIMOS DÍAS:
Nuestro Señor profetizó algo muy significativo concerniente al engaño abismal que sería el castigo del escepticismo judío de los últimos días:
“Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro
viniere en su propio nombre, a ése recibiréis”. (Jn. 5:43).
Al rechazar la luz, estarán
aceptando densas tinieblas. Al rechazar al verdadero Cristo, darán la bienvenida
al falso, aquel…
“cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios
mentirosos” (2 Ts. 2:9), quien “se opone y se levanta contra todo lo que llama Dios o es
objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose
pasar por Dios” (v.4).
Reunidos en su tierra natal,
establecidos allí como nación en incredulidad, con un templo reconstruido y el
judaísmo restaurado, bajo tutela e impostura demoniaca, ellos harán alianza con
el anticristo al principio de los siete tremendos últimos años de esta era (Dn.
9:27).
La impía alianza probará ser un
pacto con la muerte y el infierno (Is. 28:18), pues a la mitad del período, el
falso Mesías adulador quebrantará el pacto, se sentará en el templo y demandará
adoración para la imagen que levante y para sí mismo. La terrible y cruel “abominación
desoladora” (Mt. 24:15) marcará el comienzo de la más intensa y
diabólica persecución de los judíos que el mundo haya visto jamás; será el
horrible “tiempo
de angustia para Jacob” (Jr. 30:7).
A través de esta prueba de fuego de
muerte y desolación, la nación comprenderá su suprema necedad y crimen al
rechazar al verdadero Mesías y elegir al falso. A través de este crisol
purificador, comprenderán el poder mortal del engaño demoniaco y al final de
sus fuerzas, volverán sus ojos y clamarán por el verdadero Libertador mientras
los ejércitos impíos, guiados por demonios, los cercarán para intentar
destruiros totalmente y hacerlos desparecer de la faz de la Tierra.
Cuando su Mesías su Mesías aparezca en los cielos en indescriptible gloria, las escamas caerán al fin de sus ojos cegados, y mirarán a aquel a quien traspasaron, reconociéndolo no sólo como Mesías, Rey de reyes y Señor de señores, sino también como el manso y humilde Jesús de Nazaret, a quien mataron en la cumbre del Gólgota. La incredulidad dará paso a la fe radiante, y la dureza de corazón a quebrantamiento y “espíritu de gracia y de oración” (Zc. 12:10).
3.2. EL DEMONISMO Y LA POSESIÓN DEMONIACA JUDÍA DE
LOS ÚLTIMOS DÍAS:
El
capítulo doce del Evangelio según San Mateo es una exposición severísima de la
malignidad y gran incredulidad de los judíos al rechazar y calumniar a su Rey y Mesías. Su espantosa culpa al
repudio la verdad testificada divinamente, a rechazar la luz interior y pecar
así contra del Espíritu Santo los hizo más culpables que los antiguos paganos
(Mt.12:38-42), y da lugar a ocasión profética de Jesús que enfatiza el hecho
aterrador de que, aunque en aquellos días la nación era mala e impía, llegaría
a serlo todavía más.
Usando la gráfica y significativa figura de un endemoniado, Jesús hace una semblanza en esa porción de la historia del pueblo Judío (vv.43-45).
“Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo haya”. (v.43).
El hombre endemoniado representa de acuerdo con la interpretación del pasaje, dado por nuestro Señor mismo, “esta mala generación” (v.45)
“Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y
entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que
el primero. Así también acontecerá a esta mala generación”. (v.45).
La referencia a la raza es clara en cuanto a la nación judía, que tan marcadamente exhibió su crimen y mereció tan justamente el epíteto de “mala” en su incredulidad abismal y deliberado rechazo del verdadero Mesías. El hombre en el estado endemoniado original habla de la nación “desde el tiempo del éxodo hasta el período de la cautividad, cuando la adoración de otros dioses tenía una extraña y horrible fascinación sobre las gentes”, y “las privadas de… luz, razón y la verdadera libertad de la voluntad”, así que quedaban esclavizados y poseídos por el “espíritu inmundo” de la idolatría6).
La expulsión del demonio del hombre
sugiere la partida del inmundo espíritu de idolatría de la nación después del
exilio, cuando, no tanto por la enseñanza de los profetas, sino más bien por la
de los escribas y fariseos, la idolatría pareció desaparecer para siempre. La
casa “desocupa,
barrida y adornada” (v.44)
describe la condición de los judíos al guardar libres de la idolatría y con sus
adelantos sociales y morales.
Sin embargo, la palabra impresionante es “desocupada”.
La nación innegablemente adelantó y continuó así en ciertos aspectos, “barrida y
adornada”. Pero lo calamitoso es que estaba –y está- “desocupada”:
no está
ocupada por el Espíritu de Dios, no
posee una fe viviente, no está controlada por una vida espiritual genuina.
Los progresos resultantes no tienen ningún valor, y deben desaparecer.
Los otros siete espíritus malos,
aún idólatras7), entran al hombre junto con el
primero y provienen del último y peor estado de la nación en la gran
tribulación, sin fe, y abandonada por el Espíritu de Dios, la nación será la
presa lastimosa de un mayor número de demonios, más destructores y depravados
que en ningún período previo en su historia, y quedará apresada bajo un estado
tiránico de posesión demoniaca más intenso, más completo como nunca antes.
Será esta condición de demonio y servidumbre demoniaca total la que hará posible el acto supremo de idolatría y maldad de la nación, el desatino colosal de concertar un pacto con el anticristo, trayendo sobre sí desastre y ruina jamás experimentados.
Los “otros siete
espíritus”8), a los que Jesús calificó de “peores”
(v.45), deben ser relacionados con los demonios que están ahora prisioneros
en el abismo, que, aparentemente, son más depravados y viciosos que los
demonios libres (lo que quizás sea la razón de su encierro) y quedarán en
libertad en grandes números para castigar y engañar a toda la humanidad
(Ap.9:1-11), constituye un “castigo especial para el apóstata Israel”, según
intuye correctamente A. C. Gaebelein9).
El que
estos siniestros habitantes del abismo dirigirán la ferocidad de sus horribles
ataques principalmente contra Israel, se deduce por el mandamiento que reciben
de herir “solamente
a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes” (v.4).
Puesto que
los elegidos de Israel, los cierto cuarenta y cuatro mil, son los únicos que
están sellados (7:3-8) y de esa
manera escapan a su furia, se sugiere claramente que el asalto es dirigido
primeramente contra aquellos entre los cuales fueron elegidos.
Este
pensamiento se apoya también en el nombre descriptivo del ángel custodio, el
rey del abismo, quien recibe primeramente un nombre en hebreo (Abadón),
luego, en griego (Apolión),
indicando que este ataque demoniaco está relacionado con los judíos y afecta
también a los gentiles (9:11)10).
“Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión”. (Apocalipsis 9:11)
Ayuda Hermenéutica:
Abadón: G3 Ἀβαδδών = Abaddón:
de origen hebreo [H11]; ángel destructor:- Abadón.
Abadón: H11 אֲבַדּוֹן = abaddón:
intensivo de H6; abstractamente perecer; concretamente Hades:-
Abadón.
(Strong).
Apolión: G623 Ἀπολλύων
= Apolúon: participio activo
de G622; destructor (i. e. Satanás): - Apolión. (Strong).
___________
Nota y
Bibliografía:
[1] Miríada. (Del gr. μυριάς, άδος). f. Cantidad
muy grande, pero indefinida. (Microsoft® Encarta® 2008).
1) La señora Penn-Lewis y Evan Roberts, War on the
Saints, p. 30.
2) F.W. Grant, The Revelation of Christ, pp. 219, 220.
3) H. A. Ironside, The Epistle of John, pp. 126-134.
4) The Apostle John, p. 296.
5) A. C. Gaebelein. The Annotated Bible, The New
Testament, III, pp. 133, 134.
6) E. H. Plumptre en A New Testament Commentary for
Engish Readers, editodo por C. J. Ellicott, I, p. 75.
7) F. Grant, The Numerical Bible, p. 133.
8)
Para ideas paralelas a la de los “siete espíritus” en la demonología general,
vea a R. Campbell Thompson, Semitic Magic: Its Origin and Development, en
Oriental Religion Series, III, pp. 47-56, de Luzac; asimismo, a Edward Langton, Essentials
of Demonology, p. 150.
9) The Revelation, p. 63.
10) J. A. Seiss, The Apocalypse, II, p. 82
- e-Sword-the.
LEDD.
- Biblia de
Estudio RYRIE.
- UNGER,
Merrill. Los Demonios Según La Biblia. Edit. Las Américas. Primera Edición.
1952.
- Pastor:
Carlos Ramírez Jiménez. 17//06//2018. MISIÓN BAUTISTA: “Emanuel”.
Ciudadela de Noé. Los Cardos Mz.E -
Lt.18. III Etapa. Cerca del Hospital Regional II. Cel. 942-562691-Tumbes.
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