sábado, 5 de diciembre de 2020

LOS PREPARATIVOD DE DAVID PARA EL TEMPLO, Y ORGANIZACIÓN: 1 CRÓNICAS 22–29:

 LOS PREPARATIVOD DE DAVID PARA EL TEMPLO, Y ORGANIZACIÓN:

1 CRÓNICAS 22–29:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.

Puesto que Crónicas se escribió desde el punto de vista sacerdotal, es de esperar que el énfasis fuerte aquí esté en la construcción del templo. Es asombroso que el templo se construyera en la propiedad que David le compró a Ornán, recordatorio del gran pecado de David al contar al pueblo (1 Cron. 21).

El templo lo construyó Salomón, hijo de Betsabé, la mujer con la cual David cometió adulterio. Sólo Dios puede tomar los dos pecados más grandes de un hombre y construir un templo con ellos. «Pero, cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Rom.5:20).

I.       El Constructor Del Templo (1 Cron. 22:1–19):

El corazón de David siempre quiso construir un templo para el Señor (véase 2 Sam. 7), pero puesto que estuvo completamente ocupado librando guerras, no pudo hacer el trabajo. El hecho de que era un guerrero y había derramado sangre era otra razón. Durante toda su vida David reunió tesoros para usarlos en el templo y ahora se los entrega a su hijo Salomón. Dios le dio a David los planos del templo (1 Cron.28:11–12, 19) así como le dio a Moisés los planos del tabernáculo (Éx. 25:40). Cuando usted va a hacer algo para el Señor en la tierra, asegúrese de recibir sus planos del cielo. Y si el Señor no le permite hacer algo que tiene realmente en su corazón, trate de ayudar a otros a hacerlo.

Salomón fue ungido rey en privado, en la presencia de los líderes, de modo que el trono quedara asegurado (vv. 17–19); y entonces se presentó al nuevo rey públicamente al pueblo (cap. 28). Nuestro Señor Jesús se ha ungido Rey, pero su presentación pública aún no se ha hecho. Mientras tanto, nosotros los que confiamos en Él, debemos ayudarle a construir su templo, la Iglesia (Mt. 16:18; Ef. 2:19–22). David reclutó a «extraños y extranjeros» de la tierra (no israelitas) y los obligó a trabajar en el templo (v. 2). Pero el Señor ha tomado a pecadores «de afuera» y les ha hecho conciudadanos y piedras vivas en su templo (Ef. 2:19–22; 1 P. 2:5) ¡Cuánta gracia!

David amonestó a Salomón a que confiara en el Señor y le obedeciera; de otra manera nunca podría construir el templo para la gloria del Señor. Dios le dio a Salomón y a la nación descanso de la guerra (el nombre Salomón se relaciona a la palabra hebrea «shalom» que significa «paz») y le daría sabiduría para hacer el trabajo. No podemos ni siquiera empezar a calcular el poder adquisitivo de la riqueza que David acumuló (v. 14).

Así, David le dio a Salomón la riqueza para construir el templo, los planos, los obreros y la cooperación de los príncipes de la tierra (vv. 17–19). Pero el «corazón» del asunto fue el de Salomón (v. 19). Si el corazón de Salomón andaba bien con Dios, Él bendeciría sus empresas. No hay nada «automático» en el servicio del Señor. Si andamos bien con Dios, Él prosperará nuestros esfuerzos (Jos. 1:8; Mt.6:33).

II.     Los Ministros En El Templo (1 Cron. 23:1–26:32):

Segundo de Crónicas 29:25 nos informa que el plan de David para reorganizar a los sacerdotes y levitas se lo dio el Señor mediante dos profetas:

·      Gad, y

·      Natán.

No sólo el plan para el templo en sí mismo, sino también lo que iba en el templo y cómo se organizaría se lo ordenó el Señor. La iglesia local necesita hoy prestar atención a las direcciones dadas en el NT., para su organización y ministerio. Demasiado a menudo importamos ideas del mundo y rechazamos los ideales de la Palabra.

Había 38,000 levitas disponibles y David los dividió en cuatro grupos:

Ø 24,000 para supervisar el trabajo en el templo;

Ø 4,000 como músicos;

Ø 4,000 como porteros, lo cual incluía los tesoros y los almacenes del templo; y

Ø 6,000 que se distribuirían en toda la nación para ministrar como jueces y maestros de la ley.

No es suficiente que el pueblo de Dios venga a la casa de Dios; los siervos de Dios también deben ir al pueblo.

 

Nótese: que David proveyó los instrumentos para que los usaran los músicos (23:5) y escribió muchos de los cantos que usaban en la adoración al Señor.

Durante los años del peregrinaje de Israel, a los descendientes de Leví se les asignó el desarme del tabernáculo y la transportación de sus partes, volviéndolo a ensamblar en el lugar en que Dios le decía al pueblo que acampara (véase Núm. 3–4). Ahora que empezarían a servir en un santuario permanente, a las tres familias de los hijos de Leví se les asignó otros deberes:

Ø Los sacerdotes se dividieron en veinticuatro grupos (cap. 24; véase Lc. 1:5) que servían por turnos, quizás dos semanas al mes.

Ø David hizo las cosas «decentemente y con orden» (1 Cor. 14:40).

Ø Las tareas específicas se asignaron por suerte (Lc. 1:8–9).

Ø Los porteros (cap. 26) guardaban el templo y las cámaras de almacenaje que había en él.

Ø Se recordará que Obededom (26:4) fue el hombre que guardó el arca del pacto antes de que se colocara finalmente en el tabernáculo (1 Cron. 13:13–14).

Ø Los porteros echaban suertes para ver a dónde serían asignados (26:13).

Téngase presente que los judíos traían sus diezmos y ofrendas al templo como parte de su adoración y los levitas tenían que almacenar, llevar cuentas y proteger todos estos artículos. Pero sobre todo, el tesoro del templo contenía los valiosos objetos dedicados al Señor, así como cosas materiales necesarias para el culto al Señor (véase 1 Cron. 9:27–34). Era importante que las especias, la harina y otros artículos se preservaran sin contaminación. Cuán desafortunados es cuando lo que contamina se introduce en la casa del Señor.

Al revisar estos capítulos y sus muchos nombres nos impacta el hecho de que Dios usó personas para realizar su obra, personas con diferentes talentos y ministerios:

·      Algunos de los siervos del templo dirigían los cantos de alabanza a Dios;

·      Otros tocaban los instrumentos;

·      Algunos guardaban los tesoros;

·      Otros llevaban el inventario de las ofrendas que se traían al templo.

·      Los sacerdotes ofrecían los sacrificios al Señor y cuidaban del culto de adoración diario.

Todo estaba organizado de forma eficiente y el ministerio total del templo glorificaba a Dios. Incluso los que tenían que trabajar «en el turno de la noche» alababan al Señor por el privilegio de adorarle y servirle (Salm. 134).

III.    Los Protectores Del Templo y De La Tierra (1 Cron. 27:1–34):

 

A.     El Ejército (vv. 1–15).

Pasamos ahora de la organización del templo al gobierno civil, porque en la nación de Israel tanto el uno como el otro eran ordenados por Dios y gobernados por su ley divina. Había doce unidades del ejército y cada una servía un mes al año. Por supuesto, cuando era necesario, se podían convocar las unidades rápidamente.

Si usted compara 1 Crónicas 11:10ss con la lista de líderes de los versículos 2–15 verá que los «hombres fuertes» de David estaban a cargo del ejército. Él sometió a prueba a estos hombres en muchos lugares y sabía que podía confiar en ellos.

 

B.      Los Servidores Civiles (vv. 16–24).

No sólo había soldados capaces de dirigir cada una de las doce unidades del ejército, sino también había oficiales capaces asignados a las tribus de Israel (vv. 16–22). David tenía una «cadena de comando» en la nación, de modo que cada tribu tenía un representante ante el rey.

En ninguna otra parte de las Escrituras tenemos a Eliú, el hermano de David (v. 18). Es posible que esta es una variación del nombre «Eliab» (1 Cron. 2:13). La palabra hebrea «hermano» se aplicaba a menudo a cualquier pariente, pero parecería que una lista oficial como esta se preocuparía por la exactitud.

Cuán interesante que un hijo de Abner fue uno de los oficiales de confianza de David (v. 21). Abner trató de mantener la dinastía de Saúl después que este murió y creó problemas a David (2 Sam. 1–4). David obedeció Deuteronomio 24:16.

 

C.     Los Supervisores De David (vv. 25–34).

En la sociedad moderna los líderes del gobierno deben desprenderse de cualquier cosa que les lleve a un conflicto de intereses, pero no era así en las monarquías antiguas. El rey era un hombre muy rico, gracias a los botines de guerra, el tributo pagado por los gobernantes conquistados y el lucro obtenido de sus tierras.

En justicia a David debemos reconocer que, puesto que no se le exigían impuestos al pueblo, tenía que usar mucho de sus ingresos para la administración de su gobierno. Todas estas posesiones debían supervisarse, había que pagar a los trabajadores y guardar las ganancias.

IV.    El Estímulo Para La Construcción Del Templo (1 Cron. 28:1–29:30):

El escritor nos da «las últimas palabras de David» (1 Cron. 23:27) así como sus últimas obras al preparar a Salomón y al pueblo para la construcción del templo. Qué maravilloso que David procurara construir un templo para la gloria de Dios y no un monumento para su propia gloria. Pudo morir sabiendo que las futuras generaciones tendrían una hermosa casa de oración y alabanza en donde podrían honrar al Señor.

David no sólo «sirvió a su propia generación» (Hch. 13:36), que es lo que debe hacer cada hijo de Dios, sino que también a las generaciones venideras:

·      Proveyó los materiales para construir el templo;

·      Organizó el ministerio del templo;

·      Escribió cantos para los cantores en el templo;

·      E incluso diseñó instrumentos musicales para que tocaran los levitas.

David reunió a todos los líderes de Israel y les exhortó y animó a que respaldaran a Salomón y su administración, especialmente en la construcción del templo.

 

A.     Las Elecciones De Dios (1 Cron. 28:1–7).

David enfatizó el hecho de que fue Dios el que escogió a Judá como tribu real (v. 4; Gn. 49:8–10); y de Judá Dios escogió a la familia de David para ser la familia real (1 Sam. 16:6–13; 2 Sam. 7).

Luego Dios escogió a Salomón como sucesor de David y constructor del templo. Era una obligación solemne de parte de Salomón, porque estos eran del pueblo escogido por Dios; y el templo era para el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

 

B.      Las Misiones Que Dio David (1 Cron. 28:8–10, 20–21).

Primero, David encomendó a todos los oficiales y al pueblo a que obedecieran los mandamientos de Dios (v. 8). ¿De qué servía un hermoso templo si el pueblo era desobediente a su Dios? Ellos le debían al Señor y se los debían unos a otros, como conciudadanos de la asamblea de Dios, vivir de acuerdo a la ley que Dios en su gracia les dio.

Los judíos poseían la tierra en virtud del Pacto de Dios con Abraham (Gn. 12:1–3; 13:14–18), pero poseerían y disfrutarían de la tierra sólo si obedecían la Palabra de Dios.

Véase Deuteronomio 27–30. Si querían mantener la posesión de la tierra y dejarla para la próxima generación, tenían que ser un pueblo obediente. Es un pensamiento solemne que somos mayordomos de todo lo que Dios nos da y, si somos infieles al Señor, nada dejaremos a nuestros hijos y nietos.

Luego David encomendó a Salomón (28:9–10; 20–21) a que fuera fiel al desempeñar su responsabilidad como rey y constructor del templo. «Anímate y esfuérzate» (vv. 10, 20) nos recuerda las admoniciones de Dios a Josué (Jos. 1:6–7, 9, 18). La tragedia es que Salomón no mantuvo un corazón perfecto delante del Señor, sino que amó a mujeres extranjeras y adoró a sus dioses falsos (1 R. 11). Un corazón perfecto no es uno exento de pecado, porque nadie puede vivir sin pecar de alguna manera.

Quiere decir un corazón totalmente consagrado al Señor, un corazón sincero. Cuando Salomón empezó a adorar a otros dioses junto con Jehová, tuvo un corazón dividido y no fue fiel al Señor. Fue cuando Salomón se olvidó de la Palabra de Dios que empezó a adorar ídolos (véanse Dt. 17:14–20; Jos. 1:8).

 

C.     Las Contribuciones De David (1 Cron. 28:11–19).

Todo lo que Salomón necesitaba para el gran proyecto de construcción Dios se lo proveyó mediante David:

Ø Los planos para el edificio,

Ø La organización de los sacerdotes y levitas,

Ø La riqueza material y la gente para hacer el trabajo.

Puesto que no sabemos el valor adquisitivo del oro y la plata en ese día, no podemos calcular con precisión cuánto costó todo este material; pero sin duda valía decenas de millones de $ dólares = S/. Soles.

 

D.     El Desafío De David (1 Cron. 20:1–9).

David sabía que su pueblo debía tener parte en el costo del templo, de modo que les pidió a los líderes de la nación que contribuyeran y así lo hicieron con buena disposición. David fue el primero en dar el ejemplo y le recordó al pueblo que estaban dándole al Señor (29:1).

Su ofrenda era un acto de adoración (29:5b) y dieron generosamente. La mención del «oro, plata y piedras preciosas» nos recuerda 1 Corintios 3:10–23 y el lenguaje que se usa para describir la edificación de la iglesia local.

 

E.     La Consagración De David (1 Cron. 29:10–19).

David oró y dedicó al Señor la ofrenda, el nuevo rey y el pueblo. Bendijo al Señor y le exaltó por sus maravillosos atributos. Expresó su humildad delante de Dios (29:14) y reconoció que incluso la riqueza que él y el pueblo trajeron originalmente vino del Señor. «Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos».

El hecho de que somos «extranjeros y peregrinos» en este mundo (v. 15) debe animarnos a darle con generosidad al Señor, porque sólo lo que le damos durará (Mt. 6:19–21). La vida es breve y no podemos guardar nada para nosotros mismos y llevárnoslo cuando partamos (1 Tim. 6:7; véase Salm. 90:1–11).

Lea el capítulo 29 cuidadosamente y note cómo dio el pueblo y por qué ofrendó; luego lea 2 Corintios 8–9 y note cómo Pablo enseñó muchas de las mismas verdades en cuanto a las ofrendas.

 

F.      La Coronación De Salomón (1 Cron. 29:20–30).

En un gran culto de adoración en donde el Señor fue glorificado, David entregó el cetro a su hijo Salomón y el pueblo se regocijó por la bondad del Señor. Dios pudo magnificar a Salomón porque este magnificó al Señor (véanse Filp. 1:20; Jos. 3:7).

David murió, pero el trono de Israel continuó. Dios sepulta a sus obreros, pero continúa su obra.

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.




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