Parte I
Los
Juicios De Dios: Juicio:
“Y de la manera
que está establecido para los hombres que mueran
una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb. 9:27)
“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”. (Jn. 12:31)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
A veces se refiere
al pronunciamiento de una opinión formal o una decisión de seres humanos, pero
mayormente indica o una calamidad que se considera enviada por Dios como
castigo o una sentencia de Dios como juez de todo el mundo.
Los juicios de Dios más importantes antes del éxodo son los de Adán, Eva y la serpiente después de la caída (Génesis 3), el diluvio (Gn. 6:5), Sodoma y Gomorra (Gn. 18:20) y la confusión de lenguas (Gn. 11:1-9).
A. Juicio En El Antiguo Testamento:
En el AT., la relación entre el Señor e
Israel se considera como un pacto. Por su propia voluntad, el Señor hizo posibles
relaciones estrechas entre él y Noé en primer lugar (Gn. 6:18), y luego entre
él y Abraham y sus hijos (Gn. 15:18; 17:1 ss.). Él se unió a ellos en pacto y
esperaba como respuesta su devoción.
Igualmente, con Israel en los días de Moisés, la gracia de Dios se extendía para redimir y restaurar (Ex. 6:4) y esperaba como respuesta una obediencia de amor (Ex. 20:1 ss.). Dentro del pacto, el Señor prometía bendecir la obediencia y juzgar la desobediencia (por ejemp., Deut. 27:1-26; 28:1-68; comparar Lv. 26:3-13 ss.). La historia de Israel, comenzando con el éxodo, registra una sucesión de juicios sobre los enemigos del pueblo de Dios y también sobre su propia nación con la cual hizo un pacto cuando ésta menospreciaba su voluntad.
שֶׁפֶט = shéfet H8201 de H8199; sentencia, i.e. imposición: - juicio. (Strong).
El día del Señor será un día de castigo para todos los injustos (Is. 2:12; Os. 5:8; Amo. 5:18). El propósito del castigo es la purificación. Un remanente sobrevivirá y será el núcleo del nuevo Israel (Amo. 5:15). Los profetas posteriores expresaron la esperanza de una victoria final del juez divino y de su intervención en la historia al fin del tiempo.
B. Juicio En El Nuevo Testamento:
En el NT., la idea del juicio aparece en
contextos tanto humanos como divinos. Jesús amonesta a no juzgar con falta de
amor (Mt. 7:1). Pablo dice que el hombre espiritual no puede ser juzgado por
incrédulos (1 Cor. 2:15) y amonesta a no juzgar a los que son débiles en la fe (Rom. 14:1;
1 Corintios 8—10).
En el NT., el juicio es uno de los aspectos del reino venidero de Dios. El juicio de Dios caerá sobre todos los que no se preparan para su venida (Lc. 3:9). Jesús vendrá para juzgar tanto a los vivos como a los muertos (Mt. 25:31 ss.).
Ayuda Hermenéutica:
G2920 κρίσις = krísis: decisión (subjetivamente u objetivamente, pro o en contra); por extensión tribunal; por implicación justicia (específicamente ley divina): - juicio, justicia, condenación. (Strong).
En el NT., el juicio es uno de los
aspectos de la liberación de los creyentes (Lc. 18:1-8; 2 Ts. 1:5-10; Ap. 6:10).
Dios es paciente en la administración del juicio de manera que la gente pueda proceder al
arrepentimiento (Lc. 13:6-9; Rom. 2:4; 2 P. 3:9). El juicio
—cuando Dios
destronará todo lo que lo resiste, tanto entre los espíritus de maldad (1 Cor. 6:2-3) como entre los seres humanos (Mt. 25:31-46)— afectará a todo el mundo, porque
todos tienen responsabilidad bajo Dios de acuerdo a la gracia que han recibido
(Mt. 11:20-24; Lc. 12:17 ss.; Rom. 2:12-16).
Este mundo actual será sacudido y destruido (Mt. 24:29, 35) y un nuevo mundo lo reemplazará (2 P. 3:13; Ap. 21:1). Dios depositará la administración de este juicio final en manos de su hijo en su aparición en gloria (Mt. 3:11-12; Jn. 5:22; Rom. 2:16). Veamos:
Los Juicios:
I. De Jesucristo:
1. Juicio:
De Jesucristo: Juan
12:31:
“Ahora es el
juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo
será echado fuera”. (Jn. 12:31)
Nota: es el
juicio de este mundo. La Cruz es la
condenación y el juicio de los que la rechazan; es también la base para la victoria
definitiva sobre Satanás.
El príncipe de este mundo es Satanás, un
ángel que se rebeló en contra de Dios. Satanás es real, no simbólico, y siempre
está obrando contra Dios y los que le obedecen. Satanás tentó a Eva en el
huerto y la persuadió para que pecase; tentó a Jesús en el desierto y no logró
persuadirlo para que cayese (Mt. 4:1-11).
Satanás tiene gran poder, pero la gente puede ser libre de su reino de oscuridad espiritual debido a la victoria de Cristo en la cruz. Satanás es poderoso, pero Jesús es más poderoso. La resurrección de Jesús destruyó el poder mortal de Satanás (Col. 1:13-14). Para vencer a Satanás nos hace falta una fiel lealtad a la Palabra de Dios, determinación de mantenernos lejos del pecado y el apoyo de otros creyentes.
2. Naturaleza:
Llevar los pecados de los creyentes: (2 Cor. 5:21; Heb. 9:26-28; 1 P. 2:24; 3:18).
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. (2 Cor. 5:21).
Esta declaración es la contrapartida positiva del 2 Cor. 5:19, en el sentido de que Dios no nos imputa nuestros pecados, sino a Cristo en lugar nuestro, quien estaba por completo limpio de pecado (véase Heb. 4:15; 4:1 P. 2:22; 1 Jn. 3:5). él llevó nuestros pecados a la Cruz y recibió la pena que nosotros merecíamos, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (véase también Rom. 8:3-4; 1 Cor. 1:30; Gál. 3:13-14).
En resumen, este pasaje (2 Cor.
5:16-21) tiene un tema principal. Pablo está
convencido de que en Cristo un mundo nuevo nació y una nueva edad se ha
proyectado en la historia del mundo. Las palabras sinónimas para describir esta
nueva etapa en la historia son:
· “Una nueva creación”,
· La “reconciliación”
y
· La “justicia”.
3. Ocasión:
Cristo levantado en la cruz, juicio del mundo, derrota de Satanás (Jn. 12:31).
“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”. (Jn. 12:31).
Ahora es el juicio de este mundo—el mundo que “crucificó al Señor
de gloria” (1 Cor. 2:8), considerado como un reino de Satanás
inmenso y complicado, que respira su espíritu y hace su obra, y destinado a la
ruina que fue sellada de manera irrevocable con la muerte de Cristo a manos de
ellos. ahora el príncipe de este mundo será echado fuera—¡Cuán diferentemente es considerada
aquella “hora”, que
se acerca tan rápidamente, en el reino de las tinieblas y en el de la luz!
“La hora de alivio del Perturbador de nuestra paz,
¡qué cerca está! Un
momentito más, y el día es nuestro”.
Así fue calculada y sentida en una región.
“Ahora el
príncipe de este mundo será echado fuera”, es una opinión algo
diferente acerca del mismo acontecimiento. Sabemos quién tenía razón. Aunque
bajo un velo, él ve el triunfo de la cruz en una luz clara y arrebatadora. Y yo, si
fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo—El “yo” aquí es enfático—YO
tomando el lugar del príncipe de este mundo echado fuera. “Si fuere levantado”, quiere decir
no sólo después de que haya sido levantado, sino también por virtud de aquel
levantamiento.
Y verdaderamente, la muerte de Cristo en la cruz, en toda su significación, revelada en la luz. y grabada en el corazón, por el poder del Espíritu Santo, posee un atractivo en todo el mundo—a los civilizados y salvajes, a los eruditos e ignorantes, de la misma manera—que derriba toda oposición, y asimila a todos a sí, y forma con los materiales más heterogéneos y discordantes un reino de gloria sobresaliente, cuyo principio unificador es la sujeción reverente “a aquel que los amó”. “A todos traeré a mí mismo”, dice él. ¿Qué labios podían atreverse a pronunciar semejante palabra sino los de él, los cuales “como panal de miel destilan”, cuya manera de hablar era siempre en el mismo espíritu de igualdad consciente con el Padre?
4. Resultado:
Muerte de Cristo, justificación y seguridad
del creyente (Jn.
5:24; Rom. 5:9; 8:1; 2 Cor. 2:21; Gál. 3:13).
“De cierto, de
cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al
que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de
muerte a vida”. (Jn. 5:24)
V.24.
cree al que me ha
enviado—es
decir, “cree en
él como que me ha enviado”.
He hablado del derecho del Hijo no sólo de sanar a los enfermos, sino de
levantar de entre los muertos, y de dar vida a quien quiera: Y
ahora os digo: Que esta operación vivificante ya pasó en todos los
que reciben mis palabras como el Enviado del Padre en la gran misión de
misericordia.
tiene vida eterna—inmediatamente al creer (comp. cap. 3:18; 1 Jn. 5:12-13). pasó de muerte a vida—“ha pasado” tiempo perfecto, “desde la muerte hasta la vida”, acción ya realizada en la persona. ¡Qué transición! Comp. 1 Jn. 3:14.
II. Del Creyente:
1. Juicio:
Del creyente por si mismo (1 Cor. 11:31-32; 2 Sam. 7:14-15).
“Si, pues, nos
examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; … más
siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados
con el mundo”. (1 Cor. 11:31-32).
VV. 31,
32: Reflexionar
seriamente sobre nuestras vidas nos ayudará a evitar el castigo de Dios, y
participar sinceramente en la Cena del Señor puede
prevenir las enfermedades o la muerte prematura (véase Salm. 81; 1 Jn. 1:9).
Nota:
Este pasaje advierte contra una participación poco reflexiva en la Cena del Señor,
pero no presenta a Dios vigilando inclemente al participante. El mensaje
indica:
· «Recuerda, ¡Jesús ha cargado tus culpas!». Así que,
· «Ven humildemente, confiesa, adora y fortalécete en él».
2. Naturaleza:
El creyente se culpa a sí mismo por permitir sus propios caminos y hábitos pecaminosos (2 Sam. 12:13-14).
“Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás…Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá”. (2 Sam. 12:13-14).
David reconoce su pecado, 2 Sam. 12:13-15a. David respondió
en arrepentimiento hacia Dios, reconociendo su pecado: he pecado contra Jehová. El arrepentimiento
comienza con una confesión del pecado personal; este pecado es reconocido como
una ofensa a la santidad de Dios. En esta actitud de David se puede observar la
obra del Espíritu
de Dios al convencer a David de
su pecado y llevarlo al arrepentimiento.
David reconoció su pecado, y al
reconocerlo también reconoció que merecía la muerte. Sin embargo, Dios tuvo
misericordia de David y perdonó su pecado; perdonarlo implicaba dejarlo vivir.
La inmensa grandeza del perdón de Dios fue experimentada por David después de
haber descendido a los grandes abismos de la maldad y retornado al camino de
Dios en arrepentimiento y confesión.
El castigo de Dios, sin embargo, alcanzaría la vida del niño concebido de la relación entre David y Betsabé. El adulterio de David había hecho blasfemar a los enemigos de Jehová, la vida de este niño continuaría siendo causa de blasfemia de parte de los enemigos de Jehová, y por esta razón Dios no permitiría que el hijo de David viviera. Esta sentencia de Dios era irremisible.
3. Ocasión:
Juicio propio del creyente como hijo para
evitar el castigo de su Padre Celestial (Heb.
12:7).
“Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” (Heb 12:7).
VV. 5-11: Los lectores de
la epístola a los Hebreos no deben asumir que los sufrimientos que están
soportando a causa de su profesión de fe cristiana significan que Dios no se
preocupa por su bienestar. Lejos de abandonarlos, el Señor se manifiesta como
un buen Padre
al disciplinarnos.
La disciplina busca
corregir, como cuando se educa a un niño. Tal tratamiento no se administra
rudamente, sino con amor, pensando en el bien del educando. En lugar de
desalentarse, los lectores debían considerar sus persecuciones como una
evidencia del amor de Dios por ellos, a quienes trata de hacer madurar.
El autor no sugiere que Dios sea responsable de los sufrimientos que pecadores empedernidos les infringen, pero sí indica que utiliza hasta las circunstancias más adversas como un medio para la realización de sus propósitos.
4. Resultado:
Si no se hace se acarrea el castigo del
Padre, pero nunca la condenación (1
Cor. 11:32; 5:5).
“Más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo”. (1 Cor. 11:32).
El juicio indicado en el v. 32 no es para
la condenación eterna; más bien, alude a los castigos educativos de las
enfermedades inmediatas. El propósito del Señor en los castigos es para que su
pueblo aprenda y enmiende su camino en cuanto a sus abusos de la unidad de la
iglesia.
Un segundo propósito en los castigos es para que su pueblo no sea condenado juntamente con el mundo inconverso en el juicio final. El que estas enfermedades sean disciplinarias es indicio de que son hijos legítimos del Señor (Heb. 12:5-11).
III. De Las Obras Del Creyente:
1. Juicio:
De las obras del creyente (2 Cor. 5:10).
“Porque es
necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que
cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno
o sea malo”. (2 Cor. 5:10).
El tribunal de Cristo. El bema (asiento de juicio) era bien conocido de los corintios (comp. Hech. 18:12). Los creyentes serán juzgados cuando se pase revista a sus obras a fin de recibir las recompensas correspondientes (véase en 1 Cor. 3:14). malo. I, es., sin valor.
G968 βῆμα = béma: de la base de G939;
escalón, i.e. del ancho del pie; por implicación tribuna, i.e. tribunal: - tribunal.
(Strong).
NOTA: 1 Cor. 3:14: recompensas. La salvación es un regalo gratis, pero las recompensas son algo que los salvos se tienen que ganar. La calidad de nuestro servicio (v. 13) es el criterio. Las recompensas son llamadas, a veces, coronas (comp. 9:25; 1 Ts. 2:19; 2 Tim. 4:8; Stg. 1:12; 1 P. 5:4; Ap. 2:10; 3:11; 4:4, 10).
2. Naturaleza:
Calidad de la vida del creyente como siervo (1 Cor. 3:11-15; Mt. 12:36; no
por los pecados, Heb. 10:17).
“Añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”.
(Heb. 10:17).
El escritor concluye su argumento con la afirmación categórica de que Cristo nunca más recordará nuestros pecados. El perdona por completo y no es necesario confesar reiteradamente nuestros pecados pasados. Como creyentes, podemos tener la certeza de que nuestros pecados, los que confesamos y abandonamos, han sido perdonados y olvidados.
Además de que la única ofrenda de Cristo trae promesa de salvación, nos atestigua ... el Espíritu Santo, a través de Jeremías, que Dios obrará en nosotros para hacer surgir nuevos deseos de hacer su voluntad Heb. 10:15-17. Aún más, dondequiera que el antiguo pacto solamente podía servir como recordatorio de pecados (véase v. 3[*]), el nuevo pacto trae real perdón.
[*]V.3. Cuando el pueblo se reunía para el sacrificio en el día de la expiación, se le recordaba sus pecados y volvía a sentirse culpable otra vez. Lo que más necesitaba era perdón; el perdón permanente y poderoso que anula el pecado y que viene de Cristo. Una vez que confesamos nuestro pecado, no tenemos que volver a pensar en él. Dios nos ha perdonado y el pecado ha dejado de existir (véase 1 Jn. 1:9).
3. Ocasión:
En la Venida del Señor (1 Cor. 4:1-5; 9:24-27; Rom. 14:10; Gál. 6:7; Col.
3:24-25; 2 Tim. 4:8).
“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. (2 Tim. 4:8[*])
[*]En los juegos atléticos romanos, se
daba una guirnalda de laurel a los ganadores. Símbolo de triunfo y honor, era
el premio más ansiado en la antigua Roma. Esto es probablemente lo que Pablo
tenía en mente cuando habló de una "corona". Pero la suya sería una corona de
justicia.
Para mayores detalles relacionados con las
recompensas que nos aguardan por nuestra fe y obras, véase 2 Cor. 5:10 y la
nota sobre Mt. 19:27*. Aunque Pablo no recibe ninguna recompensa terrenal,
sería recompensado en los cielos. Lo que sea que tengamos que enfrentar,
desánimo, persecución o muerte, sabemos que nuestra recompensa está con Cristo
en los cielos.
“Entonces
respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos
seguido; ¿qué, pues, tendremos?” (Mt. 19:27).
*Mt. 19:27: El joven rico se había negado a desprenderse de
sus bienes materiales. En contraste, Pedro comentó que él y los
discípulos lo habían dejado todo, no sólo los bienes materiales, para seguir a
Jesús (v. 27). Quería saber qué es lo que recibirían como recompensa. Demostró
un espíritu interesado y mercenario, más pagano que cristiano. Nosotros (v. 27)
es enfático en el texto griego; nosotros, en contraste con el joven rico y
otros.
En vez de reprenderle directamente, Jesús le aseguró y le advirtió. Le aseguró que tendrían una recompensa y que la recompensa sería muy generosa, sería eterna. Pero a la vez, le advirtió que habrá sorpresas en el reparto de las recompensas, verdad que se ilustró con la parábola que sigue en el cap. 20.
4. Resultado:
Recompensas por el servicio fiel, pérdida de
la recompensa (1 Cor. 3:8,
14-15; Ap. 22:12).
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. (Ap. 22:12).
Pronto: No importa lo que se prolongue la era del Espíritu, el siguiente acto del drama universal de Dios será la consumación de los tiempos.
V. 12. Galardón = misthos Strong G3408: Pago, salario, recompensa por servicio. La palabra describe especialmente las recompensas divinas dadas a los creyentes por la cualidad moral de sus acciones. La recompensa puede ser una y la misma en todos los casos, pero su valor para el obrero individual variará de acuerdo con el trabajo que haya realizado.
IV. De Los Gentiles:
1. Juicio:
De los sobrevivientes
gentiles de la tribulación (Mt. 25:31-46;
Joel 3:1-3).
“Cuando el Hijo del Hombre venga en
su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su
trono de gloria…” (Mt. 25:31-46).
El juicio de las naciones,
Mt. 25:31-46.
En este pasaje, Jesús sigue tratando el tema del juicio final, iniciado en el
principio del cap. 24 por la pregunta de los discípulos. El pasaje tiene una
relación estrecha con la parábola de los talentos que lo precede. El pequeño
grupo sigue escuchando atentamente a su maestro en el monte de los Olivos el
martes al atardecer, a tres días de la crucifixión.
La sección es altamente cristológica.
Jesús se presenta como Hijo del Hombre, Rey,
Señor y Juez,
todos títulos mesiánicos. Describe aquí en detalle lo que profetizó
anteriormente (16:27). Recordemos que todo el cap. 25 es particular a Mateo y que
en los otros Evangelios no existe nada comparable, o paralelo, con este
conjunto de enseñanzas.
“Porque he aquí que, en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén…” (Joel 3:1-3).
Joel 3:1: En la Segunda Venida de Cristo, Israel será reunido a Palestina (Mt. 24:31). VV. 2-3: También en la Segunda Venida los gentiles serán juzgados por su trato hacia Israel (Mt. 25:46, 45) en el valle de Jasafar (que significa “Jehová juzga”, y podría referirse al valle de Cedrón al E de Jerusalén).
2. Naturaleza:
El punto en prueba es el tratamiento de los hermanos de Cristo, i, es., el pueblo judío durante la Tribulación.
3. Ocasión:
En el regreso de Cristo en gloria para establecer su Reino Milenario.
4. Resultado:
Entrada en el Reino Milenario o exclusión del mismo.
Véase Parte II:
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