Mantener La Iglesia Espiritualmente Sana:
“¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan
a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a
los rebaños? … No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no
vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni
buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con
violencia. Y andan errantes por falta de
pastor, y son presa de todas las fieras del campo y se han dispersado” (Ez. 34:2-5).
Ayuda Pastoral:
¿Qué Es Mantener La Iglesia
Espiritualmente Sana?
Jorge A. León, en su libro “Psicología
Pastoral de la Iglesia” señala:
·
La congregación puede ser una comunidad
enfermiza y enfermante o sana y terapéutica.
· Un líder enfermo puede enfermar a la
comunidad y una comunidad enferma puede empeorar su situación (Pág. 23).
Me voy a limitar a enumerar algunas temperaturas que son síntomas de
anormalidad en la vida de algunos creyentes. La fiebre no es en sí la enfermedad sino el
anuncio de su presencia:
· ¿Por qué existen cristianos
que, como golondrinas, tienen necesidad de mudarse de iglesia con frecuencia?
·
¿Por qué hay otros a los
cuales les fascina la intriga?
·
¿Por qué a algunos les encanta el chisme?
·
¿O no pueden vences su
susceptibilidad, orgullo, celos, fallas morales?
·
¿Por qué algunos creyentes son
arrogantes mientras que otros son humildes?
·
¿Por qué algunos son
colaboradores y otros siempre llevan la contra?
·
¿Por qué unos son
optimistas y otros pesimistas?
·
¿Por qué unos oran y leen
sus Biblias y otros no lo hacen?
· ¿Por qué algunos son amados y otros mantenidos a cierta distancia? (págs. 32-33).
En la iglesia, -dice J. León-, un tipo de personas se somete a
un líder autócrata y se siente “agradecido” al pastor que le da “palos espirituales”
desde el púlpito. Ambas partes “disfrutan” de esos sermones condenatorios y se
produce, a veces, una relación enfermiza pastor-feligrés. El pastor sadista
siente la necesidad de golpear y el creyente masoquista la de ser golpeado.
Los dos se satisfacen y además se asegura una buena asistencia al culto. Y en la puerta del templo: un fuerte apretón de manos, o un abrazo, y las emocionadas palabras: “Gracias, pastor, por su mensaje, que me ha sido de gran bendición”. (pág. 36).
Leslie E. Flynn, por su parte lamenta
que:
Casi
cada semana oímos acerca de algún conflicto relacionado con iglesias:
·
Un pastor es
despedido sin motivo justificado.
· Mirian Guinn,
miembro durante mucho tiempo de la Iglesia de Cristo en Colinsville, Oklahoma,
entabla juicio a la iglesia y sus ancianos por invadir su vida privada al
reprenderla públicamente en un culto de domingo por la mañana y se la indemniza
con más de 300,000 dólares por daños y perjuicios.
· Una iglesia se
divide por la mitad a causa de qué himnario utilizar, el color para pintar la
guardería y si deben o no cambiar el local.
· Miembros de una
iglesia forman grupos que no se hablan el uno al otro ni en los cultos de la
Cena del Señor.
Al oír mucho revuelo al regreso del trabajo, un padre descubrió a su
hija y a sus compañeros de juego envueltos en una animada pelea. Cuando los
reprendió, la niña explicó con toda inocencia: “Oh, sólo estábamos
jugando a las iglesias”.
Algunos titulares de primera plana
decían:
Ø “Templo cerrado con cadenas. Los administradores cierran el
templo. Los diáconos tratan de volverlo a abrir”.
Ø “Pastor despedido celebra culto en la acera”.
Días
después:
Ø “Los diáconos cortan las cadenas que cerraban la puerta del
templo”.
Otra
vez:
Ø “Templo vuelve a encadenar desde dentro”.
Un
titular del mismo día:
Ø “Miembros luchan por el control de la iglesia. El juez pone el destino del pastor en manos de la congregación”. (Flynn. Leslie: Cuando los santos se pelean. CBP. 1989).
Estos son solamente algunos ejemplos de
iglesias enfermas, y “para muestra basta un botón” [podríamos
enmarcar muchos otros en nuestro medio por las divisiones, especialmente cuando
trabaje en Huancayo-Perú…]. La cuestión es ¿Cómo mantener
una iglesia espiritualmente sana?
O también ¿Cómo sanar a una iglesia enferma? De hecho, en
este caso la responsabilidad principal cae sobre el ministerio pastoral. El
pastor fue puesto por el Señor para pastorear incluye varias funciones. El profeta
Ezequiel recibe de Dios un mensaje duro en contra de los pastores de Israel:
Ezequiel llamó a los cautivos "Israel", refiriéndose a los
judíos del cautiverio, tanto del reino del norte como del sur. Criticó a los líderes de Israel por
preocuparse por ellos y no por su pueblo. Enfatizó sus pecados (34:1-6) y
pronunció juicio sobre ellos (34:7-10).
Luego prometió que vendría un verdadero Pastor (el Mesías) que cuidaría al pueblo como se suponía que los otros líderes debían hacerlo (34:11-31). En este hermoso mensaje se ve el destino de esos pastores, la obra del nuevo Pastor y el futuro de las ovejas.
Para sanar y mantener la iglesia espiritualmente sana el pastor debe:
I. PREDICAR
SERMONES POSITIVAMENTE EXPOSITIVOS:
“Positivamente expositivos” significa que no solo debe predicar toda la Palabra de Dios, sino que debe hacerlo de tal manera que esa Palabra siempre sane. Cuando se predica toda la Biblia tarde o temprano debe abordar textos extremadamente condenatorios, y un pastor que quiere sanar debe encontrar la manera de hablar fuerte, sin agredir.
Tal vez tenga que incluir él primeramente bajo esa palabra, o confesar su propia indignidad, como lo hacía el Pablo que afirmaba no ser digno de ser llamado apóstol, o también “el más grande de los pecadores”. Y sobre todo debe hablar con la ternura de Cristo.
Jamás debería utilizar el púlpito para desahogarse o expresar sus frustraciones en contra de la iglesia o en contra de aquellos que no colaboran, o escucha algo de ellos. Su integridad debe ser tal que nadie debería ni siquiera sospechar que el pastor preparó una predicación para alguien en particular, o alguna visita en la iglesia, esto lo escuche varias veces en Trujillo desde el pulpito de un pastor predicando...
II. ADMINISTRAR
EQUITATIVAMENTE:
En todas las congregaciones existen familias fuertes y dominantes que
tienden a monopolizar no solo la iglesia sino también al pastor [algunos por ser los fundadores, o los primeros miembros…]. Sin ser ofensivo o
hiriente debe intentar equilibrar la balanza dando lugar paulatinamente a los
más débiles, pobres e ignorantes para que también se desarrollen.
Algunos imprudentemente se colocan como antagonistas de los “manda más” sin medir las consecuencias de tal actitud, o asumen un apoyo incondicional a favor de estas familias creando un abismo entre los que tienen y los que no tienen.
La equidad debe verse también en las asambleas deliberativas. Volvemos a
citar a Flynn: En la votación de una iglesia, el grupo que gana por una
mínima diferencia no debe imponerla sobre el lado perdedor sino más bien
considerar una segunda votación después de algunas semanas de oración y
meditación. Ciertas iglesias que consideraba una moción de traslado
a otro lugar votaron el 51% a favor
y el 49% en contra. En el grupo del 51% empezaron a aplaudir; el drama
tenia todo el potencial para una división de la iglesia.
Uno de los grupos ganador se levantó y dijo: “No tenemos el sentir del Señor, propongo que se anule la acción”. El voto para la anulación fue unánime y la iglesia se tomó treinta días para orar. La votación siguiente dio un 88% por ciento a favor del traslado. Cuando el 12% restante vio como Dios había cambiado a otros empezaron a pensar su decisión de nuevo y al terminar la sesión el voto era prácticamente unánime.
III. CREAR
NUEVOS ESPACIOS PARA EL DESARROLLO PERSONAL:
Con frecuencia se dice que en las iglesias no hay amor, cuando la realidad es que no hay espacio para el desarrollo. Se ha pretendido que en una maceta crezca diversas especies de plantas, pero por falta de lugar, al crecer, comenzaron a ahogarse las unas a la otras. Esto es lo que ha ocurrido con muchas congregaciones con sus estructuras rígidas, limitadas y pequeñas.
En una iglesia de Los Hermanos en Núñez, un pastor que estaba dando las conferencias sobre el crecimiento de su denominación, diseminó por todo el edificio hojas con el dibujo de una maceta y una planta, con este texto al pie: “¡Rompe la maceta!”. Todo el mundo estaba intrigado, porque donde iba estaba el cartel: en la cocina, en el baño, en las aulas, en los pasillos. Al final del día, nos explicó que esa maceta representaba la iglesia encerrada en una estructura que le impedía crecer.
Romper la maceta significa crear nuevos ministerios, nuevos grupos de interés, nuevas estructuras, un nuevo organigrama mucho más amplio y flexible, donde tengan cabida todos los miembros de la iglesia y todos se sientan necesarios y útiles en la obra del Señor.
IV. PREPARAR
Y DISTRIBUR UN MANUAL DE INSTRUCCIONES:
No debería tener el carácter de Reglamento sino de un libro de sugerencias e instrucciones para el mejor funcionamiento de todos los ministerios de la iglesia. En dicho libro deberían figurar las condiciones espirituales que debe tener cada líder, y cómo, cuando y donde debería funcionar cada comisión o ministerio.
Debe ser un manual muy preciso y puntual. De esta forma todos sabrían qué se espera de ellos y qué se espera de cada ministerio. Si se deja este tema sin claridad, no es de extrañar que aparezcan problemas serios y muchos se excusarían diciendo “nadie me lo dijo” “yo no sabía qué debías hacer”.
V. ESTABLECER
NORMAS DISCIPLINARIAS JUSTAS Y CLARAS:
El termino griego para referirse a la disciplina, que fuera empleada en el Nuevo Testamento es disciplina y significaba, además: “corrección, instrucción y educación”. Y dentro de este contexto entendemos el real sentido de la disciplina que la iglesia debe ejercer. Una iglesia que no disciplina está destinada a recibir una dura reprimida de parte del Señor como ocurrió en las iglesias de Pergamo y Tiatira, las cuales toleraban a ciertas personas que enseñaban en contra de la verdad bíblica y cometían pecados morales. (Ap. 2:12-29).
4.1. Propósito
De La Disciplina:
1) Mantener la pureza de la iglesia.
En 1 Corintios 5:6 dice: “No es bueno vuestra jactancia, ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?”. Una persona que está pecando contaminará el resto de la congregación con su “levadura”. Por eso es necesario separar de la comunión al pecador para mantener a la iglesia como Dios quiere, en toda pureza y santidad.
2) Proteger al “rebaño de Dios”.
Pablo, en su discurso de despedida en Mileto, ante los líderes de Éfeso les advierte: “Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos… Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño”. (Hechos 20:28-29). Hechos 20:28-30. Para lo que pasó después en Éfeso, véase 1 Tim. 1:3-7.
Este versículo es rico en lecciones
acerca del liderazgo en la iglesia:
· Mirad por vosotros significa atender con
cuidado (los
líderes deben examinarse a sí mismos antes de supervisar adecuadamente a la
iglesia);
·
Los
líderes de la iglesia no se hacen a sí mismos, los escoge el Espíritu;
· Obispos deriva de la misma raíz griega
traducida como «cubrir» en Lc.
1:35 (un obispo es alguien que cubre y
protege el rebaño);
·
La iglesia pertenece a Dios (la posee
porque la ha comprado).
Lo que Dios hace a través de los líderes de la iglesia no les pertenece a ellos. Por el contrario, Pablo advierte contra los falsos líderes en vv. 29-31.
3) Restaurar al creyente
caído.
La disciplina no debe ser destructiva
sino sanadora, como enseña Santiago al concluir su epístola: “Hermanos,
si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace
volver, … sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino,
salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. (Stg. 5:19-20).
Si alguno de entre vosotros. La referencia es evidentemente a cristianos, y la muerte (v. 20) es la muerte física que el pecado podría causar (1 Cor. 11:30).
4) Hacer crecer la iglesia.
Si alguna vez surgen dudas sobre el valor de la disciplina, es
importante recordar lo que ocurrió en la iglesia de Jerusalén después del
sorpresivo castigo que tuvieron Ananías y Safira por haber mentido acerca de
una ofrenda que habían entregado. Después de la disciplina se pudo notar:
a. Temor reverente: “Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los
que oyeron estas cosas”. (Hech. 5:11).
El juicio de Dios a Ananías y a Safira produjo horror
y temor entre los creyentes, logrando que se dieran cuenta con cuánta seriedad
castiga Dios el pecado en la iglesia.
b. Incremento de milagros: “Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y
prodigios en el pueblo” (Hech. 5:12).
El pórtico de Salomón era parte del templo construido
por Herodes el Grande en un intento de fortalecer su relación con los judíos.
Jesús les enseñó y llevó a cabo milagros en el templo muchas veces. Cuando los
apóstoles fueron al templo, estuvieron cerca de los mismos líderes religiosos
que conspiraron para crucificar a Jesús.
c. Unanimidad en la iglesia: “y
estaban todos unánimes” (v. 12b). La
separación de los hipócritas por medio de juicios discriminatorios, debe hacer
que los sinceros se aferren más estrechamente unos a otros y al ministerio del
evangelio.
d. Elogio del pueblo: “mas el pueblo los alababa grandemente” (v. 13). Es natural que la fama saliera muy pronto
fuera de Jerusalén, hasta las ciudades vecinas a Jerusalén, presentando
probablemente la ocasión en que la iglesia empezó a extenderse a Judea.
Y, en segundo lugar, todo el mundo tenía más y más
respeto o temor hacia el movimiento, y especialmente de los apóstoles. No es
posible identificar con certidumbre los demás que no se atrevían a unirse a los
apóstoles (v. 13).
e. Inmenso
crecimiento numérico de la iglesia: “Y los que
creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres”. (v. 14). ¿Qué hace al cristianismo atractivo? Es fácil
sentirse atraído a una iglesia por sus programas, buenos predicadores, tamaño,
comodidades o compañerismo.
La iglesia primitiva atraía a los creyentes por el poder y los milagros de Dios, la generosidad,
la sinceridad, la honestidad,
la unidad de los miembros y el carácter de los líderes.
¿Están nuestros patrones dormidos? Dios quiere añadir creyentes a su iglesia, no solo nuevos y mejores programas ni congregaciones más grandes y mejor decoradas.
4.2. QUIENES
DEBEN SER DISCIPLINADOS:
1) Los que cometen pecados morales.
a. Pecados como en el caso que menciona Pablo en su
primera carta a los Corintios (1 Cor. 5:1-11).
·
Fornicación.
·
Avaricia.
·
Idolatría.
·
Maledicencia (denigrar, poner
negro o manchar a una persona, ofender la fama de una persona. Maldecir).
·
Borrachera.
·
Robo…
b. Los que viven desordenadamente, no trabajan en nada y
se meten en lo ajeno (2 Ts. 3:6-15).
c. Los que enseñan contra la santidad, como en el caso
de la iglesia de Tiatira, donde una mujer enseñaba a los siervos de Dios a
fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. (Ap. 2:20).
2) Los que niegan los fundamentos de la doctrina cristiana.
a. Los que convierten en libertinaje la Gracia de Dios y
niegan a Dios. Judas 4: “Porque algunos
hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados
para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia
de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor
Jesucristo”.
Libertinaje: Desenfreno en las obras o en las palabras, Falta de respeto a la
religión.
b. Los que insisten en su rebeldía y en mantener su
error. (Tito 1:10-11).
c. Los que enseñan otra cosa fuera de las Sagradas
Escrituras. “Si
alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor
Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, … está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones
y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias,
malas sospechas, … disputas necias de
hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad
como fuente de ganancia; apártate de los tales”. (1 Tim. 6:3-5).
Algunas
discusiones son completamente inútiles. Hay quien incita a la controversia para sacar provecho, sabiendo que a
alguna gente le gusta sumarse a causas exóticas. No debemos tener comunión
espiritual de ningún tipo con ellos.
3) Los que dividen
la iglesia. “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra
amonestación deséchalo” (Tit. 3:10).
Un hombre que causa divisiones es alguien que sigue su criterio personal sin considerar el de los demás. Se adscribe obstinadamente a una opinión caprichosa y amenaza la unidad de la Iglesia. Un individuo así debe ser corregido; y si no hace caso, debe ser echado a un lado.
4.3. QUIENES
NO DEBEN SER DISCIPLINADOS:
1) Los familiares del que
ha pecado.
Muchas veces la familia se identifica con el pariente cercano que ha
pecado y se involucra defendiéndola a toda costa. Pero esta no es razón
suficiente para aplicarles algún tipo de disciplina, dado que fue claro el
Señor cuando habló por boca del profeta Ezequiel diciendo: “El
alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el
padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la
impiedad del impío será sobre él”. (Ez. 18:20).
Un pecador que se apartare de sus caminos, vivirá (v. 21), y si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad . . . morirá (v. 24). Cada persona es juzgada por sus obras. De ahí que se inste a todos a convertirse (vv. 30, 32).
2) Los que están en
desacuerdo con el pastor o los líderes.
La historia de la iglesia abunda en ejemplos donde obispos, pastores y
líderes han expulsado, disciplinado y aun enviado a la hoguera a todos los que
diferían con sus puntos de vista. Uno de los primeros casos registrado fue el de Diótrefes.
“Yo he escrito a la iglesia;
pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos
recibe… Por esta causa, si yo fuere,
recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros;
y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren
recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. (3 Jn. 1:9-10).
Aunque es de lamentar que haya hermanos que se opongan a aquellos que los guían o tienen una posición de liderazgo en la iglesia, no contamos con ninguna base bíblica suficientemente sólida como para disciplinarlos. Por el contrario: “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; … que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad” (2 Tim. 2:24-25).
3) Los que cometen faltas
contra la tradición o la cultura de una iglesia.
Muchos conceptos sobre la santidad y el pecado, sobre lo que se debe
hacer y lo que es reprochable; sobre lo bueno y lo malo, varía de cultura, de
pais a pais, porque tales conceptos son el resultado de la tradición aceptada,
pero sin ninguna base bíblica.
Algunas iglesias han disciplinado a sus miembros porque fueron a una
fiesta, o escucharon música profana, o porque fueron al cine o al teatro.
También se han disciplinado a todos los que vestían a la moda, o por el largo
de su cabello, o por la práctica de un deporte.
Otras disciplinas a los que militaban en la política, otras por los juegos de azar, las bebidas alcohólicas, el cigarrillo, y por muchos motivos más, que nada tenían que ver con el verdadero espíritu de la disciplina.
4.4. MANERA DE
DISCIPLINAR:
1) Reprender.
El apóstol Pablo sugiere la reprensión pública solamente cuando un creyente no hace caso a la amonestación o al consejo privado. “A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman” (1 Tim. 5:20).
2) Apartarse.
Aislarlo de la comunión de la iglesia: “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que,
llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o
borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”. (1 Cor. 5:11).
Dondequiera Pablo recomienda buscar la rehabilitación de los santos que yerran, no el apartarse de ellos (véase Gál. 6:1). Aquí instruye que a veces hay que alejarlos de la comunidad de creyentes. Ello supone aplicar medidas disciplinarias estrictas cuando miembros de la iglesia persisten en el pecado y no prestan atención a los consejos que se les ofrecen para remediar el mal.
3) Expulsar.
Echar a una persona y no permitirle que se acerque. “Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a
ese perverso de entre vosotros”. (1 Cor. 5:13).
Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros es una cita que se repite nueve veces en el libro de Deuteronomio como un principio inexcusable para el pueblo de Dios, y que se aplica directamente a los casos de incesto e indirectamente a todo fermento de mal en nuestras vidas. El objetivo de este procedimiento es redimir, no castigar (2 Cor. 2:5-11).
4) Entregar a Satanás.
En una reunión solemne, cuando otros medios de disciplina no fueron
eficaces, la iglesia tiene la autoridad de quitar toda protección de un
creyente y entregarlo a Satanás, para que su cuerpo sea destruido y su espíritu
sea salvo, en un caso, y para que “aprenda” otro.
Entregado a Satanás: Más que ostracismo eclesial, ello implica una remoción de la protección
de Dios que le permite obrar a Satanás (Hech. 26:18; 1 Tim. 1:20). “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne,
a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”. (1 Cor.
5:5).
Destrucción de la carne: La disciplina administrada al ofensor y los sufrimientos consiguientes
traerían consigo un espíritu de humildad y arrepentimiento. El texto no nos
dice con exactitud cómo operaba eso de «sea entregado».
Aunque algunas cuestiones no hallan
respuesta, el resultado a que se aspira está claro: a fin de
que el espíritu sea salvo. Parecería, sin
embargo, que algunos tendrían que abandonar la comunidad de creyentes y quedar
abandonados (Mt. 18:17-20) a las consecuencias de su persistente desobediencia.
“De los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar”. (1 Tim. 1:20). Entregar a Satanás a un ofensor equivale a excomulgarlo, lo cual era un remedio y a la vez una medida punitiva (véase 1 Cor. 5:5).
4.5. ACTITUD
NECESARIA EN LA DISCIPLINA:
1) La disciplina debe aplicarse con amor.
Los pastores, líderes y toda la iglesia no deberían disciplinar a nadie
sin amor. Porque “si alguno dice: Yo amo a
Dios y aborrece a su hermano, en mentiroso” (1 Jn. 4:20) porque “el amor cubrirá
multitud de pecados” (1 P. 4:8).
La falta de amor se nota cuando se disciplina con satisfacción, con aire de “se lo merecía”, con suficiencia y soberbia. Pero la presencia del amor hace que la disciplina sea dolorosa, arranque lágrimas, mueva a la oración intercesora por el que ha pecado.
2) La disciplina debe
aplicarse con misericordia y verdad.
La misericordia y la verdad son los instrumentos de Dios para cambiar el
pecado en virtud. “Con misericordia y verdad se corrige el pecado”
(Proverbios 16:6).
La misericordia sola no es suficiente como tampoco lo es la verdad sola. Cuando se quiere corregir el pecado con la verdad sin la misericordia se cae en la dureza del legalismo. Cuando se quiere corregir el pecado con la misericordia sin la verdad, se cae en la hipocresía.
3) La disciplina debe
aplicarse con honestidad.
Con mucha frecuencia se ha disciplinado por el testimonio de una sola
persona ante la inútil protesta y declaración de inocencia del acusado.
Aun cuando el testigo sea un pastor o un líder reconocido y las sospechas
sean muchas, debemos tener cuidado de tomar medidas apresuradas, porque “por boca de dos o
tres testigos se decidirá todo asunto” (2 Cor. 13:1) y “contra el anciano (pastor) no admitas
acusación sino con dos o tres testigos” (1 Tim. 5:19).
Debemos creer en la palabra de inocencia del acusado, aunque muchos afirmen que han visto visiones, o han tenido revelaciones y profecías. Las cuales pueden ser ciertas, pero sin evidencias concretas carecen de valor.
4) La disciplina debe
aplicarse con temor de Dios.
La historia de la iglesia nos revela que muchos acusadores intolerantes y severos, al pasar el tiempo, incurrieron en las mismas faltas que son tanta vehementes combatieron, por eso es sabia la recomendación de Pablo “considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gál. 6:1b) y la advertencia de Jesucristo; “Porque con el juicio con que juzgas seréis juzgados, y con la medida con que medies, os será medido” (Mt. 7:2).
5) La disciplina debe
aplicarse sin prejuicio y sin parcialidad.
Se ha observado disciplinas motivadas por perjuicios raciales y
culturales. Disciplinas, además, donde los familiares fueron privilegiados.
Unas excesivamente severas y otras demasiado leves ante la misma falta.
El daño que este proceder provoca en la iglesia es incalculable. Las heridas y divisiones se profundizan a tal punto que ninguna reparación posterior parece suficiente para que la congregación vuelva a la normalidad. Por este motivo Pablo podía encarecidamente a Timoteo: “Delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin perjuicios, no haciendo nada con parcialidad”. (1 Tim. 5:20).
4.6. DURACIÓN
DE LA DISCIPLINA:
Aunque no existe unanimidad de criterios en cuanto a este punto, la experiencia y la observación de los resultados nos ha mostrado que:
1) La duración de la
disciplina está en proporción a la magnitud de la falta.
Algunas veces una reprensión pública es
más que suficiente y no hace falta ningún tiempo disciplinario: en otros
casos uno o dos años y en otros hasta que un cambio de vida y de actitud se
hagan evidentes.
Si la falta es moral1), no debería levantarse la disciplina antes del año, aunque el culpable se muestre arrepentido. Porque la disciplina en este caso no apunta solamente a la restauración del que ha caído, sino también a la restauración de testimonio de la iglesia afectada.
2) La duración de la
disciplina está en proporción al daño provocado.
Si ha enseñado contra la verdad del Evangelio o ha dividido la iglesia; si ha sembrado calumnias; si ha pervertido a menores o empleado la violencia para enseñorearse de la congregación; si ha reincidido en la misma falta después de haber sido varias veces disciplinado, es obvio que tal persona está pervertida y debe ser expulsado definitivamente, de acuerdo al mandamiento bíblico: “Quitad a ese perverso de entre vosotros”.
Si la disciplina no es aplicada o si es aplicada de manera arbitraria e injusta, el proceso de sanidad de una iglesia será muy lento y difícil.
Concluyo:
Las
bases determinan tanto el tamaño como el peso del edificio. Nunca se puede
construir un edificio más grande que lo que las bases puede aguantar. Lo mismo
sucede con las iglesias. Una iglesia edificada sobre una base inadecuado o
equivocado nunca podrá alcanzar la altura que Dios pretende que alcance. Una
vez que haya sobrepasado su base, se derrumbará.
Si usted desea construir una iglesia saludable, sana, fuerte y capaz de crecer, debe dedicar tiempo a poner una base sólida. Esto se hace explicando a todos los involucrados exactamente para qué existe la iglesia y qué debe hacer. Existe un increíble poder cuando se define una declaración de intención.
La base de su iglesia determinará tanto el
tamaño como el peso del edificio.
Nunca se puede construir un edificio más grande que lo que la base pueda aguantar.
___________
Nota y Bibliografía:
1) moral1.
(Del lat. morālis). adj. Perteneciente o relativo a las acciones o
caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad
o malicia.
2. Que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del
entendimiento o de la conciencia... Microsoft® Encarta® 2009.
- e-Sword-the.
LEDD.
- PROKOPCHUK, Alberto. UBLA. Crecimiento de
la iglesia.
- WARREN, Rick. Una Iglesia Con Propósito.
Págs., 92.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 11/6/2023. MISIÓN BAUTISTA: “Emanuel”. AA-HH Ciudadela de Noé. Los Cardos Mz. E - Lt. 18. III Etapa. Cel. 937-608382-Tumbes.
charlyibsh@hotmail.com
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