Parte II:
LAS CREDENCIALES DEL MINISTERIO:
(2 Corintios 11:1-33; 12:1-18)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
“… De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno… Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;… en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;… en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;… y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias… ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?...”.
(2 Corintios 11:1-33; 12:1-18)
Estos
sacrificios no podían ser negados por los corintios. Se supone que los
engañadores que habían llegado a Corinto no podían mostrar iguales actos de
sacrificio en su servicio a los corintios. Con una fuerte ironía se burla de
ellos (aunque con un corazón quebrantado) con las palabras “con gusto toleráis a los locos” (v.
19a). Él pone en juego las palabras “locos” y cuerdos (“sensatos”). La verdad es que a los
corintios les faltaba inteligencia, y Pablo era el sabio. La jactancia de ellos
era errónea, infantil y “según la carne” (v. 18a).
Con broche de fuego y desdén, Pablo pinta
un cuadro de una relación irracional y dañina. Los términos usados en el v. 20,
aunque no todos literales, describen la relación que existe en un matrimonio
cuando la mujer es totalmente abusada por el marido:
· Primero, es
tenida como esclava, pero por una razón perversa, que no se llega a entender,
ella acepta esa esclavitud;
· pero, eso no es
todo, sigue de mal en peor, porque el marido devora o destruye su personalidad,
malgasta hasta lo que no tienen, se ensalza y llega al abuso físico, “hiere en la cara”
(v. 20e). Todo esto, ella lo tolera con la actitud de que hay que aceptar lo
que Dios manda.
El abuso espiritual por líderes
religiosos es aún peor de lo que se describe anteriormente, pero ¡ay de la
congregación que apaciblemente acepta el error y sigue tras los apóstoles
falsos! (Compare 1 Pedro 5:2-3).
Por otro lado, el pastor legítimo y
consagrado al Señor no debe ser el objeto del abuso de la congregación. Al
mismo tiempo debe proteger a su congregación contra los falsos líderes que la
pueden dañar y destruir.
En seguida, Pablo se culpa a sí mismo
por ser débil en su liderazgo y por sus exigencias a la congregación (si es que
lo estaba haciendo). La posición que él toma le permite decir (parafraseando el
v. 21b): “¿Así
que ellos se jactan? ¡Esperen a que yo termine de jactarme!”. O: “¡Ya
que hay tantos que presumen de sus propios méritos, yo también voy a presumir!…
si los otros se atreven a presumir, también yo me atreveré” (vv. 18,
21, DHH).
Como
misionero a los gentiles, Pablo siempre peligraba en manos de los judíos. En realidad, lo
consideraban como destructor del judaísmo. Siempre estaban listos para
desacreditarlo como judío, al punto de “colgarlo”, si les hubieran permitido hacerlo.
Parecería como si se hubiera planeado una ejecución espiritual. Como el verdugo
que tiene el nudo corredizo y listo, Pablo exclama: “¡Esperen! Si es un asunto de ser gentil o
judío, soy judío, y sin duda, un judío mejor preparado que ellos”
(v. 22a, paráfrasis del autor).
2) Los Sufrimientos De Pablo Como Precio De Su Apostolado.
2 Cor.11:21b-33.
Ahora Pablo invita a sus lectores
corintios a comparar las obras de ellos con las de él como ministro cristiano “en trabajos
arduos” (v. 23b). Luego sigue su resumen de aflicciones. Una breve
comparación con los Hechos revela que Pablo incluye experiencias clave que no
se captaron en dicho libro.
Aún en el siglo XXI, al leer y meditar
sobre tan agudas experiencias personales de Pablo, no podemos hacer más que
sentirnos maravillados al pisar el terreno santo del servicio de Pablo como
apóstol. De los vv. 23-29, Pablo queda solo como el apóstol por excelencia. No
hay comparación al lado de sus opositores, ni siquiera con los apóstoles supremos
(los Doce). Aquí está, Pablo y solo Pablo (con Dios en Jesucristo).
Algunos eruditos han señalado y
comparado la lista de pruebas de Pablo con las de los filósofos y maestros
morales, especialmente Epicteto y Séneca. Se ha señalado sabiamente que los
estoicos y otros filósofos consideraron sus propias listas como experiencias
totalmente humanas, pero Pablo consideraba que un propósito divino estaba
obrando a través de las privaciones de su vida. Bienaventurado es el ministro o
cualquier obrero cristiano que ve e interpreta sus propias experiencias a la
misma luz que el apóstol Pablo.
Los peligros de viaje se describen en
los vv. 25-27 y 31-33. Peligros de esta naturaleza eran comunes a todos los
viajeros de esa época. Era la costumbre de los paganos que viajaban ofrecer una
ofrenda de agradecimiento a los dioses. Pablo es el único que, en sus alabanzas
a Dios, celebra no sus logros humanos, sino más bien sus debilidades.
Un ejercicio provechoso para el lector
sería tomar la lista en esta sección, leer el libro de Hechos, comenzando con
el primer viaje misionero de Pablo que se inició en Antioquía, hasta el final
del libro, para determinar cuántas de estas características coinciden con la
narración en el libro de los Hechos.
Luego
tomen las experiencias restantes que no tienen respuesta histórica. Medite en estas
experiencias y permita que el Señor le enseñe al caminar con Pablo en su viaje.
Al estudiar esta sección sea sensible a lo siguiente:
(1) El crescendo
del énfasis e insistencia, incluyendo la enumeración, una vez, tres veces,
cinco veces, etc.
(2) El uso del
tiempo pasado, muchas veces para indicar un acto definitivo que se ha
completado en el pasado, en otras ocasiones como un verbo narrativo.
(3) Referencias
litúrgicas, como por ejemplo, v. 31: “El Dios y Padre de nuestro Señor Jesús”.
(4) Sustantivos
como sinónimos, o en contrastes, etc., por ejemplo, “trabajos dificultosos” y “trabajos arduos”.
Observemos que
los vv. 23-26 mencionan peligros específicos o amenazas, mientras que el v. 27 menciona
tensiones personales físicas y emocionales.
Nunca nos acercaremos más a Pablo el
pastor y a los profundos sentimientos y compromisos de su corazón que en los
vv. 28 y 29. “La
preocupación por todas las iglesias” (v. 28c) y su identificación
personal a un nivel individual. “¿Quién se enferma sin que yo no me enferme?” (v.
29a). ¡Cuán
íntimamente ha de haber conocido Pablo las bienaventuranzas que Cristo declaró
en Mateo 25:34-40!
Se ha dicho que el asunto más importante
para la iglesia del Siglo XXI no será el crecimiento numérico o el poder
financiero, o la posesión de templos magníficos; será la salud espiritual de la
iglesia. Solo con pastores abnegados, sirviendo bajo el Príncipe de los
pastores (1 Pedro 5:2-4) y laicos dedicados al cuidado de las iglesias en el
espíritu de Mateo 25:34-40 será la salud de la iglesia que él conserva.
Se ha escrito un libro completo sobre el
tema “Poder
en la debilidad” como representativo del apóstol Pablo en 2
Corintios. Efectivamente es el concepto principal del pasaje y el v. 30
contiene su declaración definitiva. Irónicamente se está gloriando de eso por
lo cual sus opositores lo acusaban: ser débil.
Después de ofrecer nuevamente en el v.
31 su veracidad ante Dios, concluye con el ensayo de su escapada de Damasco
(ver Hechos 9:25) en la huida humillante en una canasta (probablemente en algo
como una red de pesca). Es difícil demostrar por qué cerraría su discurso con
lo que se podría interpretar como el acto de un cobarde. ¿Podría ser que estaba
demostrando, según había afirmado, su fuerza en su debilidad?
Dios lo libró de manos del gobernador de
Damasco y escogió hacerlo en una forma humillante. La historia romana secular
relata una costumbre interesante. Cuando un soldado romano se atrevía a escalar
la pared de una ciudad enemiga y traía victoria, era premiado por su valentía.
Al recontar su descenso por la pared, Pablo quería mostrar desprecio sobre el
concepto del orgullo y la vanagloria que caracterizaban a sus adversarios.
Es
obvio que Pablo está listo ya para ir hacia adelante con otro tema: el de ascender a las alturas de visiones y revelaciones. Qué
impresionante dejar el diálogo de la vanagloria, “descendiendo” con el fin de
ascender a nuevos conceptos espirituales a través de la visión y la revelación
(compare 12:1-10).
II. Aprovechar La Gracia Y El Poder De Dios En
El Ministerio. 2 Corintios 12:1-21.
2.1. La Visión De Pablo. 2 Corintios 12:1-10:
En el capítulo 12 encontramos el corazón
del evangelio y ministerio de Pablo:
gracia
suficiente, poder en la debilidad.
Tres palabras clave que nos llevan a
esta interpretación son:
· visiones,
· revelaciones, y
· un aguijón.
En resumen, un gran predicador del siglo
pasado pinta un cuadro gráfico del viaje de Pablo en su descubrimiento del
secreto y poder de su apostolado:
Ø Algo al que él
llamó un “aguijón”
(v. 7b) le mortificaba en el tendón de su apostolado, humillándolo, amenazando
sus planes, destruyendo sus aspiraciones, uno por uno.
NOTA. 2 Cor.
12:7: Un aguijón en mi carne. Parece que se
trata de alguna aflicción física que le molestaba de vez en cuando. Migraña,
oftalmía, malaria, y hasta epilepsia han sido seriamente sugeridos (pero véase Gálatas 4:12-15*). Pablo la considera
como obra de Satanás, permitida por Dios para un buen objetivo (mantener humilde). No pudo ser aliviada mediante la oración (2 Cor.12:8).
*Gálatas
4:12-15: Pablo está diciendo que tiene una buena relación con los gálatas:
en el pasado estaba presto a “sacaros vuestros propios ojos para dármelos” (expresión
corriente en aquel tiempo para indicar que se estaba dispuesto a darlo todo por
otra persona, no es una indicación de que Pablo padeciese de una enfermedad de
los ojos). Aunque en su primera visita estaba enfermo, no le habían tratado con
desprecio, sino que le habían tratado como Cristo les había tratado a ellos.
Pablo quería ahora que se hiciesen con firmeza a la verdad que él les había
enseñado.
Ø Rogó al Señor “tres veces” (v.
8a) que le quitara el aguijón. La única respuesta que recibió en medio de su
mar de descontento fue que reconociera la grandeza de Dios que le rodeaba en su
estado incompleto.
Ø En medio de su
agitación, la única respuesta que le fue murmurada fue: “Bástate mi gracia” (v. 9a). Las
estructuras en su derredor parecían derrumbarse, al mismo tiempo que él caía, y
su propia predicación a los corintios parecía atormentarlo. Luego llegó al
límite de sus recursos humanos; quedó aturdido por la destrucción de su propia
autoestima. Al ponerse de pie, era Dios quien estaba a su alrededor y la roca
sobre la cual podía poner sus pies sin temor a resbalar o caer.
Ø La gracia de
Dios fue la única esperanza para Pablo, y lo es para los seguidores de Cristo
en el siglo XXI; Dios nos dice a todos: “mi poder se perfecciona en la debilidad” (v.
9b).
“Poder… en la debilidad” (v. 9b) es una paradoja, pero Dios no
pronunció este concepto a un vacío. Dos veces, Dios lo pronunció en el crisol
de la experiencia de Pablo: en la batalla
teológica con los superapóstoles, y en su humillante debilidad personal.
El tema de la a veces llamada “carta de la
locura” continúa en el capítulo 12, con el reconocimiento de que
jactarse de su pasado no era apropiado. Habiendo dicho eso, continúa
jactándose. Recuerda que él había puesto la responsabilidad de su jactancia en
sus adversarios (v. 11a: “¡Vosotros me
obligasteis!”). Es cierto, Pablo podría haber vuelto a presentar sus
argumentos a los corintios con la esperanza de que hubieran escogido aliarse
con él en contra de sus críticos. En lugar de hacerlo, escogió el camino más
polémico de colocarse al mismo nivel que sus opositores y usar sus mismas
tácticas de la jactancia.
La apuesta aumenta al llegar a este
punto con el fin de moverse a la esfera mística de la experiencia personal de
las visiones y revelaciones. Pablo hace una cosa muy personal. Habla de una
experiencia íntima que le sucedió 14 años antes. Lo que relata aquí era nuevo
para los corintios (y aparentemente para todas las comunidades cristianas en
las que había trabajado) y para nosotros.
¿Por
qué hablar de ello ahora? Evidentemente, algunos de los superapóstoles que
habían llegado a Corinto afirmaban que habían tenido visiones y revelaciones
trascendentales y las habían presentado a la iglesia de Corinto como parte de
sus credenciales como obreros superiores.
Si un profesional (médico, abogado,
arquitecto u otro) enfrenta la acusación de ser un impostor e incompetente para
practicar su profesión, de inmediato presenta sus credenciales para comprobar
que tiene el derecho de ejercer y que está capacitado para hacerlo. Pablo hace
lo mismo en 2 Corintios. Es la razón por la cual saca a relucir la evidencia de
sus visiones y revelaciones. Las autoridades están de acuerdo en que los dos
conceptos van mano a mano para presentar la experiencia que Pablo está
compartiendo. La palabra “visiones”[2] (v. 1b) sirve para
enfocar la experiencia visual que algunas veces involucra las personalidades
que actúan recíprocamente (ver la experiencia de Pablo en Hechos 16:9-10; 18:9-10)
en una aparición. La palabra “revelaciones”[3] (v. 1b) tiene la idea
de descubrir algo o de quitar la cubierta de algo.
La
idea usada aquí es abrir la mente a una verdad o interpretación nueva. Se ha dicho que
no todas las visiones revelan y que no todas las revelaciones requieren
visiones. Aquí, en 2 Corintios 12:2-4, Pablo quiere que entendamos que su
visión produjo revelación, pero en el v. 9, refleja una revelación sin la
asistencia de una visión.
Pablo tiene cuidado de relatar la
experiencia en tercera persona, pero no deja duda de que está hablando de sí
mismo. En cuanto a las visiones y revelaciones, coloca la experiencia en “el tercer cielo”
(v. 2d). El momento preciso de esta experiencia es difícil de fijar.
Considerando la fecha aproximada en que se escribió 2 Corintios (año 55-56; ver
Introducción), catorce años antes la colocaría por el año 43 d. de J.C.
Algunos procuran colocar este evento
durante el tiempo que estuvo en Antioquía con Bernabé (ver Hechos 11:19-30);
otros sugieren que el espíritu dejó su cuerpo cuando Pablo fue apedreado en
Listra (Hechos 14:19), pero estos argumentos deben ser rechazados. En realidad,
no hay nada específico en el libro de los Hechos que indique con certeza el
tiempo en que sucedió. Por lo tanto, es mejor concluir que no se sabe
exactamente cuándo o dónde Pablo tuvo esta experiencia.
“El tercer cielo” (v. 2d) al que ascendió debe entenderse
como el cielo más alto reconocido en el NT.; sería el lugar donde mora Dios. Se
debe reconocer que el número de cielos no se especifica en el AT., aunque una
creencia de siete (o más) era popular durante la época de Pablo.
Pero
todas las referencias a más de tres aparecen en fuentes no bíblicas. Es mejor dar
por sentado que el Apóstol aceptó el concepto de los tres cielos; eso es, un cielo
atmosférico, un cielo estelar (el firmamento) y un cielo ilimitado, o sea el
espiritual donde existe Dios. El último sería “el tercer cielo” que Pablo menciona
aquí.
Otro asunto se relaciona con la
naturaleza de su experiencia, si es que fue traspuesto corporalmente a otro
lugar, o si fue una experiencia extática, es decir, “fuera del cuerpo”. Pablo dice que
no sabe cuál alternativa es correcta. De una cosa sí estaba seguro, había
estado en la presencia de Dios y experimentó cosas que nunca pudo expresar en
palabras.
El hecho de no decir nada de lo que vio
y escuchó pudo haber sido una amonestación a los corintios. Ellos se gloriaban en
experiencias eufóricas y buscaban formas exóticas de impresionar a otros con su
espiritualidad por medio de hablar en lenguas. En Corinto se hicieron intentos
de comercializar la espiritualidad.
El término “paraíso”[4] (v. 4a) es
descrito como un hermoso jardín de un palacio donde el rey, que esperaba para
otorgar un honor especial, invitaba a un súbdito a pasear con él. ¡Qué cuadro de
Pablo paseando en compañerismo con el Rey de reyes! (Compare Lucas
23:43 y Apocalipsis 2:7).
En el v. 5 Pablo mantiene cierta
distancia de su experiencia celestial como si en realidad no hubiera sido él
quien la experimentó. El jactarse acerca de “aquel hombre” (v. 5a) era un total
contraste a su autoevaluación en el presente, porque el jactarse en el presente
podría ser solo con relación a sus enfermedades o debilidades. Según algunas
autoridades, para el verdadero filósofo, la pobreza y la debilidad validaban la
veracidad de sus reclamos. Si lo forzaban a jactarse, se harían los
desentendidos, como lo había hecho Pablo.
El contenido de los vv. 7-10 me hace
pensar que en las décadas recientes, el concepto del ministerio del “sanador herido”
ha sido popularizado por un teólogo holandés Henri Nowen. Él escribió un libro
con ese mismo título.
En sus escritos, Nowen hace referencia a
la descripción del profeta Isaías acerca del Mesías sufriente, uno que fue “herido por
nuestras transgresiones” (Isaías 53:5). Además, cita el Talmud judío
donde el Mesías es descrito como sentado entre los heridos, y él mismo está
herido. Es caracterizado como curando sus propias heridas para luego poder
curar las heridas de otros.
Superapóstoles, tanto en la época de
Pablo como en la nuestra, predican una teología por medio de la cual se auto-glorían; su mensaje exalta el
poder humano y sus supuestos éxitos, sin dar debida atención a los heridos y
descarriados en la vida.
La verdadera teología cristiana predica la cruz,
y los siervos verdaderos comparten los sufrimientos de Cristo, llevando su
propio sufrimiento ante la toda suficiente gracia que está disponible para
ellos. Dios puede hacer que el ministerio del “sanador herido” sea más eficaz y
más duradero que el ministerio identificado con los que tienen poder y que
prometen el éxito y las riquezas según proclaman algunos superapóstoles.
La palabra usada por Pablo para
describir su aflicción no era la palabra común “espina”, (akantha G173; comp. Juan 19:5) sino otra palabra
traducida “aguijón”[5] (skolops G4647). Este vocablo
puede significar palo, estaca u otro objeto puntiagudo. Aunque la
identificación específica del “aguijón” ha sido tema de mucho debate, por lo
menos sugiere que durante su vida el ministerio de Pablo había sido herido con
una estaca.
Según lo imagina cierto autor, Pablo
viajó por el mundo mediterráneo cojeando y agitado, soportando las burlas de
los superapóstoles como el bufón de Cristo. Todo lo que escuchó fueron las
palabras animadoras de Dios: “me ha dicho” (v. 9a) es la respuesta de Dios a la
triple petición de Pablo, de que le quitara el “aguijón”. “Bástate mi gracia, porque mi poder se
perfecciona en tu debilidad” (v. 9b).
¡Era
la solución para Pablo y la es para nosotros! Las razones de Dios indicadas
aquí han sido llamadas la cumbre de la epístola. Desde esta perspectiva, todo
el ámbito del apostolado de Pablo es visto correctamente.
“Un mensajero de Satanás” (v. 7c) es una frase que requiere
comentario. Pablo nunca consideró “el aguijón” (v. 7b) como algo deseable, pero lo
aceptó como “un
mensajero de Satanás” (v. 7c). En la vida de Pablo, aun la amenaza
hostil de Satanás en su vida y ministerio podía ser entregada a Dios para ser
usada para bien, al intensificar su dedicación a Dios y recibir fuerza de su
debilidad. Dios puede transformar lo que era malo en su vida en algo bueno
(comp. Romanos 8:28).
El propósito del Señor en nuestras vidas
es para bien, pero no todo lo que sucede es agradable. Sin embargo, Dios puede
tomarnos en el lugar donde estamos y comenzar a moldear el bien en nuestras
vidas para que nosotros, como Pablo, podamos gloriarnos en nuestras debilidades
para “que habite
en mí el poder de Cristo” (v. 9d).
2.2. La Generosidad Pablo. 2 Corintios 12:11-18:
Una vez más, Pablo se consuela a sí
mismo con el hecho de que su amor por Cristo le permite regocijarse aun en la
enseñanza que recibe (v. 11). ¿Por qué otra lista de aflicciones? Quizá como un
reto a sus opositores a pagar el precio del discipulado como él lo había hecho.
Solo entonces podrían reconocer que la fortaleza viene cuando somos más
débiles. Al reconocer dicha verdad, su vida quedó abierta a Dios para recibir
su gracia y, como lo expresa un himno, “él da y da y vuelve a dar”.
En
este momento, Pablo ha llegado al fin de sus “jactancias”. Reflexiona
sobre su poder en los vv. 11 y 12, declarando que ha sido necio, pero no acepta
la responsabilidad de haberlo hecho. Los corintios tenían que aceptar esa
responsabilidad, pues: “¡Vosotros me obligasteis!” (v. 11b).
Repetidamente había reconocido lo necio de la jactancia. Lo consideró casi con
aversión porque iba en contra de su naturaleza como persona y como siervo de
Jesucristo. No obstante, era un mal necesario debido a la situación que existía
en Corinto.
No solo tenían que aceptar la
responsabilidad, pero les pide que expliquen por qué no lo defendieron. “Yo debería ser
recomendado por vosotros” (v. 11c) es dicho con mucho pesar. El
verbo usado indica una obligación continua, aun hasta el presente en que
escribía. Las fallas principales de los corintios parecían haber sido la apatía
e ingenuidad (ver 11:19, 20). Cuando Pablo era atacado, simplemente no hacían
nada (ver 2:5-11). Se cree que estos capítulos fueron escritos después de la
reconciliación del capítulo 7.
La misma falta de apoyo activo aún era obvia
aquí y la falta de su compromiso hacia él y su evangelio toma una nota más
seria que antes. Por lo menos los corintios deberían haber señalado sus buenas
cualidades a sus opositores. Pero la situación era aún más crítica que antes,
donde rechazar a Pablo era equivalente a rechazar a Dios.
Pero era más que un ataque personal
hacia Pablo. Era la predicación de “un evangelio diferente” (11:4). El silencio de
los corintios lo forzó a jactarse, pero su propósito era enseñarles el error de
sus caminos y guiarlos nuevamente a la libertad espiritual. Sin duda, Pablo
temía que estuvieran a punto de volver a sus costumbres paganas (comp. vv. 20,
21), y cerrar las puertas al apóstol o a cualquier otro apóstol genuino. Con la
declaración que en ningún sentido es “menos que los apóstoles eminentes”, y añade “aunque nada soy” (v.
11d).
Si su reclamo de igualdad con ellos y el
reconocimiento de que “nada soy” son verdaderos, también ellos son “nada”.
Ellos repetidamente lo habían caracterizado como un don nadie y parece estar
usando su terminología en su declaración: “nada soy”.
Pero el tema no termina aquí. En el v.
12, les recuerda de las evidencias de su validez como un apóstol genuino. Usa
la palabra “señales”
(semeion G4592) dos veces:
· La primera vez, la usa como una descripción
general de sus credenciales,
· pero la segunda vez, se refiere a
una acción milagrosa.
Todo lo que hizo como señal de un
apóstol genuino fue hecho con paciencia. Los corintios fueron testigos de sus
señales, prodigios y hechos poderosos. El hecho de no haberlo defendido no es
comprensible a la luz de la evidencia, a menos que sus detractores hayan
pretendido falsamente hacer obras similares, causando confusión entre los
corintios.
Las palabras que describen sus “señales”
(v. 12a, b) generales como apóstol tienen estos significados. Son actos
realizados que dan evidencia de un apostolado legítimo. “Prodigios” (v. 12b) generalmente
describen actos que son portentosos o maravillosos. Es un término que solía
usarse juntamente con “señales”. Aquí Pablo agrega: “hechos poderosos” (v. 12b). El
término tiene el mismo sentido de milagroso.
En
Mateo 13:58 la palabra se traduce “milagros”. Se ha sugerido que todas estas
palabras son básicamente las mismas y es posible que se refieren principalmente
a los milagros de sanidad como los que realizaron Pablo y Jesús. Quizá más
importante es reconocer que sus opositores podrían haber pretendido hacer (o
haber hecho) milagros entre los corintios.
Véase Parte III:
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