EL CASO DE INCESTO:
1 CORINTIOS 5:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Pablo ahora se
enfrenta al segundo problema que se le había informado: la inmoralidad en la iglesia y la negativa de los líderes para lidiar con
el ofensor. Qué triste que un pecado tan horrible se conozca
tanto en la iglesia («se oye», v.
1) y arruine así su testimonio.
Pablo
da tres razones por las cuales la iglesia tenía que ejercer una amorosa pero
firme disciplina y contender con el miembro ofensor.
I. Por El Bien Del Ofensor (1 Corintios 5:1–5[1]):
La disciplina en
la iglesia no es como la de un policía arrestando a un culpable; más bien es
como un padre castigando a un hijo:
· El primer motivo es ayudar al pecador, mostrar amor cristiano al procurar
traerlo al arrepentimiento.
· Permitir a los miembros de la iglesia que vivan en pecado abierto
los lastima a ellos mismos, tanto como a Cristo y a la iglesia.
Es evidente que
este miembro en particular estaba viviendo con su madrastra[1]
(véase Lv. 18:8) en una relación inmoral. Al
parecer, la mujer no era parte de la familia de la iglesia, de otra manera Pablo
hubiera indicado que la disciplinan también.
¡Qué terrible que un cristiano viva en pecado con una persona
inconversa mientras que la iglesia no hace nada al respecto! La
iglesia estaba «envanecida»
y se enorgullece de su «actitud liberal». Pablo les dijo que deberían
haber estado lamentándose, y la palabra griega que usa aquí significa «lamentar por el
difunto». (Más tarde compara el pecado de ellos con la levadura, y la
levadura siempre «eleva» lo que infecta).
Su
actitud de «mente
amplia» hacia el pecado estaba únicamente lastimando al ofensor y a
la iglesia, para no mencionar la tristeza que le causaba a Pablo y al mismo
Señor. Pablo juzga al hombre e instruye a la iglesia a excluirlo del
compañerismo.
«Pero, ¿no nos instruye
Jesús que no debemos juzgar?», puede preguntar alguno
refiriéndose a Mateo 7. Sí, así es; pero eso no significa que debemos cerrar
los ojos al pecado que lo conocen tanto los santos como los pecadores.
No
podemos juzgar los motivos de otros creyentes (que es a lo que se refiere Mateo 7), pero podemos y debemos juzgar
las acciones del pueblo de Dios.
La
disciplina la debe manejar toda la iglesia y no sólo los líderes (v. 4). El asunto era público, de modo
que debía tratarse públicamente. Si el
hombre rehusaba arrepentirse, había que excluirlo del compañerismo y comunión:
Ø «Entregar a Satanás» al
hombre
(v. 5) no
significa enviarlo al infierno, porque ninguna iglesia puede hacer tal cosa.
Ø Más bien quiere decir
separarlo de la comunión de la iglesia para que se vea obligado a vivir en el
mundo controlado por Satanás
(Jn. 12:31; Col. 1:13).
El
propósito de tal disciplina no es perder un miembro, sino más bien traer al
pecador al arrepentimiento para que se salve de la pérdida de recompensa en el
día del juicio.
La disciplina es
un ministerio olvidado en muchas iglesias de hoy en día. Sin
embargo, si en realidad nos amamos los unos a los otros y si el pastor ama a su
rebaño, vigilará que se advierta a los descarriados y se les discipline por su
bien.
II. Por El Bien De La Iglesia (1 Corintios 5:6–8):
¡Qué necedad que
una iglesia diga que tiene «mente abierta» y
esté dispuesta a aceptar a cualquier y a todo miembro, sin que importe cómo
viven! ¿Le abriría usted la puerta de su hogar a todos los que quieran entrar?
Entonces,
¿por qué tenemos que permitir que entren en el compañerismo y comunión de la iglesia
a cualquiera que quiera entrar? Es mucho más difícil unirse a diversas
organizaciones mundanas que unirse a la iglesia local promedio.
«No es buena vuestra jactancia», advierte Pablo. «¿No se dan cuenta que un miembro viviendo en pecado abierto puede
contagiar a toda la iglesia?» (Véase v. 6). Pablo usó la cena
pascual para ilustrar su punto; véase Éxodo 12:15ss. Para los judíos la
levadura siempre fue símbolo de pecado y corrupción; de modo que, antes de la
Pascua, siempre limpiaban sus casas para eliminar todo vestigio de levadura.
Los
cristianos deben tener la misma actitud; no debemos permitirnos que la levadura
del pecado crezca en silencio en la iglesia y genere problemas y vergüenza.
Cristo murió por nosotros, no para hacernos como el mundo, sino para hacernos
semejantes a Dios. «Sed santos, porque yo soy santo» (1 P. 1:16).
Esto
no quiere decir que los líderes de la iglesia debían ser «detectives espirituales», espiando
las vidas de los miembros. Pero sí significa que cada miembro de la iglesia
debe velar para que la levadura del pecado no crezca en su vida. Y, si el
pecado llega a conocerse, los líderes deben dar los pasos adecuados para
proteger el bienestar espiritual de la iglesia.
Hay varias
clases de cristianos respecto a los cuales se nos advierte en la Biblia,
creyentes que no se deberían permitir en la comunión de la iglesia local:
(1)
El miembro que no arregla sus diferencias personales,
Mateo 18:15–17;
(2)
El que tiene una reputación de ser un pecador
flagrante, 1 Corintios 5:9–11;
(3)
Los que sostienen doctrinas falsas, 1 Timoteo
1:18–20 y 2 Timoteo 2:17–18;
(4) Los que causan divisiones, Tito 3:10–11;
(5)
Los que no quieren trabajar para vivir, 2
Tesalonicenses 3:6–12. A esos que de repente son presa
del pecado debemos procurar restaurarlos con amor; véase Gálatas 6:1.
III. Por El Bien Del Mundo (1 Corintios 5:9–13):
La iglesia no
puede cambiar al mundo si es como el mundo. Lea estos
versículos con cuidado y note que Pablo hace una distinción entre el pecado en
las vidas de los cristianos y el pecado en la vida de los no creyentes. ¡El pecado en los
creyentes es peor! Pablo les había ordenado en una carta anterior
que no se juntaran con cristianos y miembros de la iglesia que tuvieran una
reputación pecaminosa como de fornicarios, codiciosos o idólatras.
No
les dijo que se abstuvieran de juntarse con todos los pecadores de esta clase, ¡si no hubieran
tenido que salir del mundo! Se espera que el inconverso viva en
pecado, pero incluso el mundo espera que el cristiano sea diferente. Una de las
razones por la cual la iglesia de hoy tiene tan poca influencia en el mundo es
porque tiene muy poca influencia en la iglesia.
Los
cristianos fieles ni siquiera deben comer con los miembros de la iglesia que
han arruinado su testimonio mediante el pecado abierto y nunca han arreglado
las cosas con la iglesia y con el Señor. Esto es parte de la disciplina que se
bosqueja en el v. 5. Si un miembro
fiel de la iglesia se junta de una manera amistosa con un cristiano que vive en
pecado, ese miembro está condonando su pecado y desobedeciendo la Palabra de
Dios.
Choca a algunos cristianos cuando se
dan cuenta que Dios espera que ejerzamos juicio espiritual en la iglesia:
Ø No hemos de juzgar a los de
afuera;
Ø Dios lo hará.
Pero debemos separar de la
comunión de la iglesia a cualquier cristiano que no confiese su pecado y
arregle las cosas.
Esto
no debe hacerse a la ligera; todas las partes involucradas deben tener la
oportunidad de presentar su caso. Debe haber oración y el ministerio de la
Palabra. También amor cristiano sincero.
El
mismo acto de la disciplina es un testimonio al mundo y una advertencia a la iglesia,
y en especial a los nuevos creyentes, de que Dios espera que sus hijos sean
diferentes del mundo. ¡Condonar el pecado es negar la misma cruz de Cristo!
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
___________
[1] porneia = (πορνεία, G4202)
se usa: (a)
de una relación sexual ilícita (Jn.8:41; Hech.15:20; Hech.15:29; 21:25; 1
Cor.5:1; 6:13; 6:18; 2 Cor.12:21 ; Gal.5:19; Ef.5:3; Col.3:5; 1 Ts.4:3;
Ap.2:21; 9:21; en plural en 1 Cor.7:2); en Mateo 5:32 y 19:9 se usa denotando,
o incluyendo, adulterio; se distingue de ello en 15:19 y Marcos 7:21; (b)
metafóricamente, de la asociación de la idolatría pagana con doctrinas de la fe
cristiana, y con la profesada adhesión a ella (Ap.14:8; 17:2; 17:4; 18:3; 19:2);
algunos sugieren que este es el sentido en Ap.2:21. (VINE).
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