lunes, 11 de marzo de 2019

LAS CONSECUENCIAS DE LAS DIVISIONES: 1 CORINTIOS 3:


LAS CONSECUENCIAS DE LAS DIVISIONES:
1 CORINTIOS 3:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

En los capítulos 3 y 4 Pablo analiza el ministerio del evangelio, nos dice lo que es un ministro del evangelio y lo que hace, y cómo la iglesia debe mirarlo a él y a su obra. Es triste que tengamos tales extremos hoy:
Ø Algunas iglesias «deifican» a sus ministros, en tanto que otros los «desprecian» y no quieren respetarlos.
Ø En estos dos capítulos Pablo muestra seis cuadros de los siervos de Cristo, tres en el capítulo 3 y tres en el capítulo 4.

I.       Un Siervo Para Los Demás (1 Corintios 3:1–5):
La palabra «servidores» aquí es la misma de la cual obtenemos nuestra palabra «diácono», y significa «un siervo». Durante dieciocho meses Pablo fue el siervo de Cristo en Corinto, alimentando a la gente con la Palabra, disciplinándolos, animandolos y ayudándolos a ganar a otros.
Si había problemas en la iglesia, no era culpa de Pablo; era culpa de ellos por ser cristianos tan inmaduros. Eran niños en Cristo y no podían recibir la vianda sólida de la Palabra, las verdades más profundas de las Escrituras (Heb. 5:11–14) respecto al ministerio celestial de Cristo como sumo Sacerdote.
¡Tenía que alimentarlos con leche! Discutían como niños pequeños y se dividían en grupos siguiendo a líderes humanos. Lea Santiago 3:13–4:17 para ver por qué hay guerras y divisiones en la iglesia.
Un verdadero pastor debe ser un siervo. Debe tener la mente de siervo (Filp. 2), y estar dispuesto a poner:
·      A Cristo primero,
·      A otros en segundo lugar, y
·      Así mismo en último lugar.
¡Eso no siempre es fácil! Debemos orar por nuestros líderes espirituales para que Dios les dé gracia y fortaleza al ser siervos de otros.

II.     Un Sembrador De La Semilla Del Evangelio (1 Corintios 3:6–9):
Pablo ahora cambia la imagen; deja a la familia y toma la de un campo: describe al ministro como un agricultor que trabaja en el campo. La semilla es la Palabra de Dios (nótese la parábola del sembrador en Mt. 13:1ss) y los corazones de las personas son los diferentes tipos de terrenos.
La iglesia local es un «huerto espiritual» donde el pastor actúa como el agricultor (nótese en el v. 9: «vosotros sois labranza [huerto] de Dios»).
En cualquier hacienda se necesitan muchos obreros diferentes:
·      Uno prepara el terreno;
·      Otro planta la semilla;
·      Un tercero desyerba; y
·      Un cuarto cosecha.
Pero todos tienen parte en la cosecha y cada uno recibe su paga.
«¡Qué insensato que ustedes comparen a un trabajador con el otro!», dice Pablo. «¡Todos trabajamos juntos! Yo planté la semilla al fundar la iglesia de Corinto; Apolos vino luego y la regó con su predicación y ministerio; pero solamente Dios puede dar la cosecha. ¡Ni Apolos ni yo merecemos ninguna gloria! ¡No somos nada; Dios lo es todo!».

La iglesia estaba dividida respecto a líderes humanos, pero Pablo dice en el versículo 8 que los trabajadores son uno en propósito y corazón; por consiguiente, la iglesia también debe ser una:
Ø ¡Qué trágico cuando los cristianos comparan a los pastores, evangelistas y maestros de la Biblia como la gente del mundo lo hace con los atletas o actores de cine! «Colaboradores» debe siempre ser nuestro lema y motivo.
Ø Debemos cuidarnos de que el terreno de nuestros corazones no se endurezca o enfríe, y sea incapaz de recibir la semilla de la Palabra.

III.    Un Constructor Del Edificio De Dios (1 Corintios 3:10–23):
Esta sección es uno de los pasajes más mal entendidos en toda la Biblia:
·      Los católicos romanos lo usan para «probar» su doctrina del purgatorio, que el fuego purificará a las personas en la vida venidera y los hará aptos para el cielo;
·      Los modernistas lo usan para «probar» la salvación por las buenas obras; y
·      Muchos cristianos evangélicos lo interpretan como juicio a los cristianos individuales antes que a la edificación de la iglesia local.
Mientras que este pasaje enseña que habrá un juicio de las obras de los creyentes en el tribunal de Cristo, la aplicación básica es a los obreros y pastores de las iglesias locales.
A la iglesia local se le compara con un edificio, o un templo, y el pastor es un constructor cuya responsabilidad es mantener los materiales en el templo de la mejor manera posible:
Ø Pablo era el constructor que Dios usó para colocar el cimiento en Corinto y ese fundamento era Cristo según se predica en el evangelio.
Ø Luego vino Apolos, quien edificó sobre ese fundamento y otros pastores le siguieron. «Pero cada uno debe fijarse cómo construye» (v. 10, NVI) es la advertencia de Pablo. Luego describe tres clases de obreros cristianos.

A.     El Constructor Sabio (v. 14).
El primer obrero usa materiales duraderos (oro, plata, piedras preciosas) y no las cosas baratas, sin brillo, del mundo (madera, heno, hojarasca). Este constructor procura honrar a Cristo empeñado en conseguir calidad que glorifique a Cristo y no cantidad que gane la alabanza de los hombres.
Los constructores sabios usan la Palabra, oran y dependen del Espíritu; como resultado, su trabajo es duradero. Cuando el fuego pruebe su obra en gloria, ¡resistirá!

B.      El Constructor Mundano (v. 15).
El segundo constructor usa materiales que no pueden resistir la prueba. Este es el obrero cristiano que tiene prisa por reunir una multitud, pero no dedica el tiempo para edificar una iglesia. Los materiales proceden del mundo: madera, heno, hojarasca.
Estos obreros no someten a prueba las profesiones de fe de las personas por medio de la Palabra para ver si en verdad han nacido de nuevo; simplemente las introducen en la iglesia y se regocijan de las grandes estadísticas.
Cuando se pruebe este ministerio en la eternidad, se quemará:
Ø El obrero se salvará, pero no habrá recompensa.
Ø Como Lot, el obrero se salvará como por fuego.

C.     El Destructor (v. 17).
Finalmente, el destructor no edifica a la iglesia sino que la derriba. La palabra «destruyere» en el versículo 17 significa precisamente eso. No se requiere ni talento ni inteligencia para derribar algo; incluso un niño (y los corintios eran como niños) puede hacerlo. Triste es decirlo, pero hay obreros cristianos cuyos ministerios egoístas destruyen a las iglesias locales en lugar de edificarlas. Dios les ha deparado un severo juicio.
Tenga presente que Pablo dice todo esto para enseñar a los cristianos corintios a que amen y respeten a sus pastores, y que oren por ellos, debido a que tienen esta tremenda tarea de edificar la iglesia local para la gloria de Dios. El cristiano que es un «seguidor del predicador» está ayudando a construir con madera, heno, hojarasca.
El miembro de la iglesia que ama la Palabra, obedece la enseñanza que el pastor da de la Palabra y procura mantener el mejor nivel espiritual en su iglesia local al ayudar al pastor a construir con oro, plata y piedras preciosas. El tribunal de Cristo revelará que muchas iglesias grandes en realidad nunca tuvieron grandeza.
En 2:5 Pablo advierte a los corintios a no confiar en los hombres; ahora les advierte a no gloriarse en los hombres (vv. 18–23). A los cristianos inmaduros les encanta tomar de la luz de «grandes hombres».
En los versículos 19 y 20 Pablo hace referencia a Job 5:13 y al Salmo 94:11. ¿Por qué debemos gloriarnos en la gente cuando en Cristo tenemos todas las cosas? Si Pablo o Apolos fueron de bendición para ellos, deben glorificar a Dios y no a los hombres.
Todo lo que tenemos procede de Dios, aunque estas sean personas dotadas, las bendiciones de la vida o las cosas por venir. Y, si esas bendiciones vienen de Dios, debemos darle la gloria a Él y no a los hombres:
·      Es importante que los nuevos cristianos se den cuenta de su relación con la iglesia local y el pastor. Como miembros de la familia (vv. 1–5) recibimos alimento y crecemos (véase Ef. 4:1–16).
·  Cómo «parcelas» en el huerto de Dios (vv. 6–9) recibimos la semilla de la Palabra y llevamos fruto.
·   Como piedras vivas (vv. 10–15 y véase 1 P. 2:4–8) ayudamos a que el edificio crezca y sea fuerte para la gloria de Dios. Las vidas que tenemos ayuda a determinar si la iglesia está edificando con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y hojarasca.
El cristiano no debe glorificar al pastor, sino que debe respetarle y obedecerle así como él obedece al Señor (véase Heb. 13:17).


Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.






No hay comentarios.:

Publicar un comentario