INSTRUCCIONES RELACIONADAS CON MOISÉS:
DEUTERONOMIO 31–34:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La generación
anterior ya había muerto, excepto Caleb, Josué y Moisés; y ahora Moisés iba a
salir de la escena. Estos son «capítulos de transición» a medida que Moisés da
sus palabras finales al pueblo que amó y dirigió cuarenta años.
Es
asombroso que Moisés permaneciera tan leal a su pueblo, porque le criticaron,
se rebelaron en su contra y mintieron acerca de él. Moisés sabía que no
entraría en Canaán, sin embargo, ¡hizo todo lo posible por lograr que Israel entrara!
Por supuesto, Moisés fue fiel al Señor (Heb. 3:1–6) y por eso fue tan fiel a
Israel.
I.
El Nuevo Líder (Deuteronomio 31):
Ø Primero, Moisés anunció
al nuevo líder del pueblo (vv. 1–6), explicando que ya él no los guiaría más
debido al juicio de Dios. En el versículo 6 Moisés le dio al pueblo esa
maravillosa promesa de la victoriosa presencia de Dios. Esto se le repitió a
Josué en el versículo 8 y en Josué 1:9 (por Dios mismo). También se nos da a
nosotros hoy (Heb. 13:5).
Ø Entonces, Moisés llamó a
Josué y lo comisionó (vv. 7–13), imponiéndose las manos y concediéndole en ello
el poder espiritual que necesitaría para su gran tarea (34:9). «Dios cambia a sus
obreros, pero continúa su obra». Moisés puso una copia de
Deuteronomio en manos de los sacerdotes para que la colocaran en el arca y para
que se leyera en la Fiesta de los Tabernáculos. Sabía que sólo la Palabra de
Dios podía hacer del pueblo la clase de nación que Dios quería que fuera.
Ø Por último, Dios llamó a
Moisés y a Josué al tabernáculo (vv. 14–30), donde les dijo que la nación se
revelaría y se alejaría de la ley.
Los
comisionó a escribir un «canto» (véase 32:44) para que se enseñara al
pueblo. El canto sería un testigo en contra de ellos (v. 19), así como lo sería
la ley en el arca (v. 26). Una vez más se estimula a (v. Josué 23) y entonces
Moisés congregó a los ancianos para enseñarles el canto, el cual aparece en el
capítulo 32.
A
Moisés no se le permitió guiar al pueblo a que entrara en Canaán por dos razones:
(1) Pecó contra Dios en Meribá (Núm. 20:7–13; Dt.
3:23–29); y
(2) Canaán es un
tipo del «reposo» que tenemos en Cristo y
Moisés el legislador nunca podía dar reposo.
Sólo Josué, el tipo de Cristo el
conquistador, podía hacerlo (Heb. 4; y Nótese:
que Heb.
4:8 llama a
Josué «Jesús» que es como se deletrea en griego).
II.
El Nuevo Canto (Deuteronomio 32):
Israel
entonó el «canto de Moisés» en el
Mar Rojo (Éx. 15), al celebrar su victoria y el poder de Dios; pero este nuevo
canto lamenta la apostasía de Israel y el castigo de Dios sobre su pueblo. En
31:19–30 Dios dice muy claro que el canto sería un testigo para recordarles sus
pecados. El nombre clave de Dios en el canto es «la Roca» (vv. 4, 15, 18, 30–31).
Así Moisés les recordaba del agua de la roca (Éx. 17; Núm. 20) y la bondad de
Dios para la nación. En el versículo 6 se describe a Dios como un Padre, como
un Redentor que ha comprado al pueblo.
Sin
embargo, en los versículos 5–6 se describe a la nación como corrupta, perversa
y torcida. En los versículos 7–14 Moisés le recuerda al pueblo las bendiciones
de Dios:
Ø Él los halló en el desierto;
Ø Los amó y los protegió;
Ø Los levantó a «las alturas»
de victoria;
Ø Les dio las más ricas bendiciones de la tierra.
Pero,
¿qué hacía
Israel? La nación se rebelaba. En los versículos 15–18 tenemos una
descripción de la apostasía e idolatría de Israel, el alejamiento de su Roca y
el olvido de su amor.
¿Cómo responde Dios a sus pecados? En los
versículos 19–25 tenemos los juicios de Dios:
Ø Oculta su rostro;
Ø Provoca a Israel a
volverse a los gentiles (v. 21;
véase Rom. 10:19); y
Ø Acumula en ellos su ira al
esparcirlos por todo el mundo.
Dios
hubiera exterminado a Israel de no ser por sus enemigos (v. 27), quienes se
hubieran aprovechado del juicio de Dios y derramado su odio sobre los judíos.
En las edades pasadas Dios ha usado a las naciones gentiles para castigar a
Israel, pero cuando esas naciones iban más allá de los mandamientos de Dios y
derramaban su propia ira sobre Israel, Dios intervenía y juzgaba a esas
naciones (vv. 35–43).
Llegaría
el día cuando vengaría y restauraría a Israel al lugar donde las naciones se
van a regocijar con ella (v. 43).
Desafortunadamente
Israel no tuvo en cuenta a su Roca, ni recordó este canto ni puso atención. Un
día, sin embargo, estas palabras hablarán a Israel, ¡y se volverá a su Roca y descubrirá que es
Jesucristo al que crucificaron!
III.
La Nueva Bendición (Deuteronomio 33):
No
podemos estudiar estos versículos en detalle, excepto notar que Moisés no
menciona ninguno de los pecados de las tribus, como Jacob lo hizo en su
bendición (Gn. 49). El corazón de Moisés estaba lleno de amor por su pueblo y
en este capítulo da su bendición de partida al pedir la bendición de Dios sobre
las tribus.
Nótese: que empieza con los hijos de Lea, pero deja fuera a
Simeón. Esta tribu a la larga la absorbió Judá, de modo que Simeón disfrutó de
la bendición de Judá.
Rubén
participó en la rebelión en Números 16, pero Moisés ora que la tribu pueda
vivir y crecer. Judá era la tribu real. Cuando Moisés le pide a Dios «llévalo a su
pueblo» (v. 7), quizás se refiere al Mesías, el Legislador prometido
en Génesis 49:10. Leví era la tribu de Moisés y ora que Dios bendiga su
ministerio espiritual a la nación.
Nótese: la bendición
especial para José (vv. 13–17), cumplida en
la riqueza de Efraín y Manasés.
Es
interesante notar la posición espiritual del pueblo de Dios según se describe
en este capítulo:
· En las manos de Dios y a sus
pies
(v. 3);
· Entre sus hombros (v.
12); y
· Sostenida por sus brazos
eternos
(v. 27).
· «Como tus días
serán tus fuerzas» es una buena promesa para nosotros hoy
(v. 25). « ¿Quién
como tú, pueblo salvo por Jehová […]?» (v. 29).
· ¡Qué privilegio
es ser hijo de Dios!
IV.
El Nuevo Hogar (Deuteronomio 34):
Moisés
había orado que Dios se arrepintiera y le permitiera entrar en la tierra
prometida, pero Dios se lo negó (Dt. 3:23–29). Dios sabía que Josué («Jehová es
salvación») guiaría al pueblo a su reposo terrenal, así como el
Josué celestial, Jesucristo, guiaría a su pueblo al reposo espiritual.
Esto
nunca lo haría la ley (Moisés). Sin embargo, Moisés sí visitó la tierra
prometida en el Monte de la Transfiguración, con Elías; y habló con Cristo del «Éxodo» (partida) que Él cumpliría en Jerusalén (Lc. 9:27–31).
Dios
le permitió a Moisés ver la tierra, que es todo lo que la ley puede hacer
cuando se trata de la vida santa. La ley fija una norma divina, pero no puede
ayudar a lograrla. Sin la muerte de Cristo y el don del Espíritu (Rom. 8:1–4),
no podemos tener la justicia de la ley cumplida en nuestras vidas. Podemos ver
la tierra, pero nunca entrar en ella. Los que siguen a Moisés (legalismo) nunca
entrarán en la tierra de bendición.
Dios
fue el único que estuvo presente cuando Moisés murió y Él le sepultó. No cabe
duda que si la gente hubiera sabido la ubicación de su tumba, la hubiera hecho
una capilla idólatra.
Judas
9 sugiere que Satanás quería el cuerpo de Moisés, tal vez arguyendo que Moisés
era un homicida (Éx. 2:11–12) y que había pecado en Meribá cuando golpeó la
roca.
El pueblo lloró treinta días a
Moisés. A
menudo un líder es más apreciado después de muerto que durante su vida. El
libro concluye recordándonos el carácter único del ministerio de Moisés:
Ø fue un hombre a quien Dios
hablaba cara a cara.
El
pueblo estaba ahora listo para entrar y recibir la tierra, y esto será nuestro
estudio en Josué.
Clase Para
Domingo.
Lea Su
Biblia, Lea Su
Biblia, Lea Su Biblia.
FIN DEL ESTUDIO: 17-03-2019. Tumbes-Perú.
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