CONDENACIÓN MORALISTA, Y DEL
JUDÍO:
ROMANOS 2:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
De 2:1 a 3:8: Pablo enfoca su
reflector sobre los de su pueblo, los judíos, y muestra que están igualmente
condenados como pecadores ante Dios. En 1:20 afirma que los gentiles no tienen
excusa, y en 2:1 afirma lo mismo para los judíos. ¡Estas noticias caen como un trueno a los privilegiados
judíos! De seguro que Dios los iba a tratar, pensaban, ¡de forma diferente
a la que usa para tratar a los gentiles[1]!
No,
afirma Pablo; los judíos están bajo la condenación e ira de Dios porque los
principios divinos del juicio son justos. En este capítulo destaca tres principios
divinos de juicio que prueban que los judíos están tan condenados como los
gentiles.
I. El Juicio Es De Acuerdo a La Verdad De
Dios (Romanos 2:1–5):
Mientras
el judío leía la acusación de Pablo a los «gentiles» en el primer capítulo, debe haber
sonreído y dicho: «¡Se lo merecen!»
su actitud sería la del fariseo de Lucas 18:9–14: «Te
doy gracias que no soy como los otros hombres». Pero Pablo le
devuelve al judío el mismo juicio que este hacía con el gentil: «Tú haces lo mismo que hacen los gentiles, ¡de modo que
eres igualmente culpable!»
El
juicio divino de los hombres no es conforme a rumores, chismes, nuestras
opiniones, ni a la evaluación humana; es «según verdad» (v. 2).
Alguien Ha Dicho:
· «Detestamos
nuestras faltas, especialmente cuando las vemos en otros».
· Qué
fácil es para las personas en la actualidad, como en los días de Pablo,
condenar a otros, y sin embargo tener los mismos pecados en sus vidas.
Pero
el judío podía haber argumentado:
· «¡De seguro que Dios no
nos va a juzgar con la misma verdad que aplica a los gentiles! Porque, ¡vea cuán bueno ha sido
Dios con Israel!».
Pero
ignoraban el propósito que Dios tenía en mente cuando derramaba su bondad sobre
Israel y esperaba con tanta paciencia a que su pueblo obedeciera: Se suponía
que su bondad los llevaría al arrepentimiento.
En
lugar de eso, endurecieron sus corazones y así almacenaron más ira para aquel
día cuando Cristo juzgará a los perdidos (Ap. 20). ¿No ha oído usted a los pecadores perdidos de hoy decir:
§ «Estoy seguro de que Dios
no me va a mandar al infierno. Porque Él ha hecho tantas cosas buenas para mí»?
Ni
siquiera se dan cuenta de que la bondad de Dios es la preparación para su
gracia; y en lugar de humillarse, endurecen sus corazones y cometen más
pecados, pensando que Dios los ama demasiado como para condenarlos. Estas dos
mismas «excusas»
que los judíos usaban en días de Pablo se oyen todavía hoy:
(1) «Yo soy mejor
que otros, de modo que no necesito a Cristo»;
(2) «Dios ha sido
bueno conmigo y de ninguna manera me condenará». Pero el juicio
final de Dios no será según las opiniones ni evaluaciones de los hombres; será
según la verdad.
II. El Juicio Es De Acuerdo a Las Obras De La Persona
(Romanos 2:6–16):
Los
judíos[2] pensaban
que tenían la más alta «posición» entre el pueblo de Dios, sin darse
cuenta que una cosa es ser un oidor de la ley y otra muy distinta un hacedor
(v. 13).
Tenga
presente que estos versículos no nos dicen cómo ser salvos. Describen cómo juzga
Dios a la humanidad de acuerdo a las obras que haya hecho.
Los
versículos 7–8 no hablan respecto a
las acciones ocasionales de una persona, sino al propósito total y dirección
general de su vida, la «elección de la vida», según William Newell lo describe.
La gente no
alcanza la vida eterna por buscarla pacientemente; pero si la buscan toda su
vida, la hallarán en Cristo:
· «Cada uno» (v. 6),
· «todo ser humano» (v. 9),
· «todo el que» (v. 10).
Tres
frases que muestran que Dios no hace acepción de personas sino que juzga a la
humanidad en base a cómo han vivido.
Uno pudiera
preguntar: «Pero, ¿es Dios justo al juzgar[3] así a los hombres? Después de todo, los judíos habían
tenido la ley y los gentiles no». Sí; Dios es
justo, conforme lo explican los versículos
12–15. Dios juzgará a las personas según la luz que han recibido.
Pero
nunca piense que los gentiles (que no conocían directamente de Moisés) vivían
alejados de la ley; porque la ley moral de Dios estaba escrita en sus corazones
(véase 1:19).
Daniel
Crawford, veterano misionero en África, salió de las selvas y dijo: «Los paganos están pecando contra un torrente de luz».
«Es una de las cosas más evidentes en las
Escrituras», escribe el Dr. Roy
Laurin, «que
los hombres serán juzgados de acuerdo al conocimiento de Dios que posean y
nunca de acuerdo a algún estándar más alto que no posean».
Los
judíos oían la ley, pero rehusaban hacerla, y por eso serán juzgados con más
severidad. Lo mismo ocurrirá con los pecadores de hoy que oyen la Palabra de
Dios, pero no quieren hacerle caso.
III. El Juicio Es De Acuerdo Al Evangelio De
Cristo (Romanos 2:17–29):
Ya
Pablo ha mencionado dos veces el «día del juicio» (vv. 5, 16). Ahora afirma que este juicio será del corazón, cuando
Dios revelará todos los secretos. Cristo será el Juez y la cuestión va a ser: «¿Qué hiciste con el evangelio de Cristo?».
Los judíos se
jactaban de sus privilegios raciales y religiosos. Debido a que
Dios les había dado su Palabra conocían su voluntad y tenían un mejor sentido
de lo valores. Miraban a los gentiles como ciegos, en la oscuridad, como
ignorantes y como niños (vv. 19–20).
Los
judíos se consideraban como los exclusivos favoritos de Dios; pero lo que no
lograron ver fue que estos privilegios les obligaban a vivir en santidad.
Desobedecen la misma ley que predicaban a los gentiles. El resultado fue que
incluso los «perversos
gentiles» ¡blasfemaban el nombre de Dios debido al pecado de los
judíos! Pablo tal vez se esté refiriendo a Isaías 52:5; Ezequiel 36:21–22,
o a las palabras de Natán a David en 2 Samuel 12:14.
Si
algún pueblo tenía «religión», ese era el judío; sin embargo, su
religión era una cuestión de ceremonia externa y no interna. Se jactaban de su
rito de la circuncisión, una ceremonia que los identificaba con el Dios
viviente; y sin embargo, ¿de qué sirve un rito físico si no hay obediencia a la
Palabra de Dios? Pablo avanza incluso al punto de decir que el gentil
incircunciso que obedecía la Palabra de Dios era mejor que el judío circunciso
que la desobedece (v. 27), y que el
judío circunciso que desobedece a Dios era considerado «incircunciso».
Un
verdadero judío es el que tiene fe interna, cuyo corazón se ha transformado, y
no sólo aquel que sigue las ceremonias externas en la carne. El versículo 27
afirma con audacia que los gentiles que, aun siendo incircuncisos, por
naturaleza cumplen la ley, ¡van a juzgar
a los judíos que quebrantan las normas de Dios!
El evangelio de
Cristo exige un cambio interno: «Es necesario nacer de nuevo» (Jn. 3:7). No es
la obediencia a un sistema religioso lo que le permite a uno pasar la prueba
cuando Cristo juzga los secretos de los corazones de los hombres, sino el
evangelio de Cristo que es poder de Dios para salvación, tanto para el judío
como para el gentil (Rom. 1:16).
Si
una persona nunca ha creído en el evangelio y recibido a Cristo, ya está
condenada. Los judíos, con toda su religión y legalismo estaban (y están) igualmente bajo pecado como
los gentiles, y mucho más debido a que se les concedió mayores privilegios y
oportunidades de conocer la verdad.
¿Cuántos van camino al infierno porque piensan que Dios les va
a juzgar según su opinión, status o religión? Dios no juzga
de acuerdo a estos principios, sino según la verdad, de acuerdo a nuestras
obras y de acuerdo al evangelio de Cristo.
De Este Modo:
· en el capítulo 1 Pablo prueba que los
gentiles no tienen excusa, y
· aquí en el capítulo 2, que los judíos no tienen excusa.
· En el capítulo 3 demostrará que el mundo entero está bajo pecado y condenación, necesitando
con desesperación la gracia de Dios.
____________
NOTAS:
[1] G1484 ἔθνος = édsnos: probablemente
de G1486; raza (como del mismo hábito), i.e. tribu; específicamente
alguien foráneo (no judío) (usualmente por implicación pagano):- gente, gentil,
linaje, nación, pueblo.
[2]G2453 Ἰουδαῖος = Ioudaíos: de G2448
(en el sentido de G2455 como país); Judea, i.e. perteneciente a Judá:- judío, -a, de
Judea.
[3]G2919 κρίνω = kríno: propiamente distinguir, i.e. decidir (mental o
judicialmente); por implicación tratar, condenar, castigar:- pensar, pleito, resolver,
acordar, condenar, decidir, determinar, diferencia, hacer (justicia), juez, juicio, juzgar. (Strong).
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