EL PECADO DE MOISÉS, LA DERROTA
DE ARAD:
NÚMEROS 20–21:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En estos
dos capítulos tenemos dos maravillosos tipos de Cristo.
I. Cristo La Roca Herida (Números 20:1–13):
En
Éxodo 17:1–7 ya se introdujo este tipo. En muchos lugares de las Escrituras, a
Dios se le pinta como una Roca; y 1 Corintios 10:4 aclara que la Roca en Éxodo
y Números es un cuadro de Cristo. El pueblo no podía vivir sin agua, ni tampoco
hoy podemos vivir sin el agua de la vida (Jn. 4:13–14; 7:37–39).
En
la Biblia el agua para beber es un tipo del Espíritu Santo, quien viene al
interior y satisface nuestra vida espiritual. El agua para lavarse es un tipo
de la Palabra de Dios, que tiene poder limpiador (Jn. 15:3; Ef. 5:26).
Los
hechos aquí contrastan con los de Éxodo 17. En el pasaje de Éxodo Dios le dijo
a Moisés que golpeara la roca, lo que es un cuadro de la muerte del Señor en la
cruz. Pero aquí se le dijo que le hablara, porque Cristo murió una sola vez.
Todo lo que necesitamos ahora es pedir y Él dará de su Espíritu Santo (Jn. 7:37–39).
Cuando
Moisés golpeó la roca usó la vara de Aarón y no la suya propia. Esta es la vara
sacerdotal de la vida (Éx. 17:1ss). Esta es la explicación de por qué Moisés
debía hablarle a la roca y no golpearla:
· Cristo nuestra roca ha
resucitado de los muertos;
· es nuestro sumo Sacerdote
viviente; y
· nos da las bendiciones espirituales que necesitamos conforme
se las pedimos.
Una
persona no tiene que salvarse una vez tras otra, ni tampoco el don del Espíritu
Santo debe repetirse. Recibimos el Espíritu una sola vez cuando confiamos en
Cristo; recibimos llenuras del Espíritu muchas veces conforme venimos a Cristo
y se lo pedimos.
La
principal razón, sin embargo, por la que Dios juzgó a Moisés y le impidió
entrar en la tierra prometida fue esta:
se exaltó a sí mismo y no le dio la gloria a Dios. Al llamar al pueblo «rebeldes» y al decir: « ¿Os hemos [Aarón y yo] de hacer salir aguas de esta peña?»
(v. 10), Moisés no le daba a Dios la gloria debida a su Nombre. Fue una
evidencia de orgullo e incredulidad (v. 12). El punto más fuerte de Moisés era
su mansedumbre (12:3), sin embargo aquí es donde falló. Sin duda Pedro era un
hombre valiente, pero fracasó precisamente en eso mismo cuando negó al Señor. A
menos que glorifiquemos a Dios en todo lo que hacemos, Dios se enfrentará a
nosotros y hará que perdamos las bendiciones que Él tiene planeadas para
nosotros.
II.
Cristo La Serpiente De Bronce Levantada
(Números 21:1–9):
Juan
3:14 es nuestra autoridad para hacer esto un tipo de Cristo.
Nótese: cómo es
un cuadro de la salvación que tenemos en Cristo.
A. La Necesidad.
El
pueblo pecó de dos maneras:
· Hablaron contra Dios y contra Moisés. Debido
a esto estaban muriendo. «La paga del pecado es muerte» (Rom. 6:23).
Aquí
tenemos los dos aspectos de la ley de Dios:
Ø Conducta hacia Dios y conducta
de los unos con los otros.
Debido
al pecado la muerte está en el mundo y todos estamos condenados (Jn. 3:16–18).
A cada persona nacida en este mundo la ha mordido la feroz serpiente del pecado
y está destinada a morir.
B. La Gracia De Dios.
Dios
podía haber ignorado el aprieto de la gente, porque merecía morir, pero su amor
y gracia proveyeron el remedio.
La intercesión de Moisés en el versículo 7 nos
recuerda la oración de Cristo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc.
23:34).
C. Otra Serpiente.
¡Qué extraño que
Moisés hiciera otra serpiente cuando en un principio las serpientes fueron las
causantes del problema! ¿No había ya suficientes en el campamento? Pero la
serpiente de bronce es un cuadro de Cristo, que se hizo pecado por nosotros (2
Cor. 5:21). El bronce es el metal que habla de juicio y en la cruz Cristo llevó
el juicio por nosotros.
Nótese: que la
serpiente no fue eficaz en la mano de Moisés, ni en un anaquel. Tenía que ser «levantada»;
Cristo
tuvo que ser crucificado. Véanse Juan 3:14, 8:28 y 12:30–33.
D. Por Fe.
El
pueblo oró: «¡Quítanos las serpientes!»
Pero el método de Dios fue vencer el aguijón de la muerte por fe. «¡Miren, y vivan!», fue la respuesta.
No fue ignorando las mordeduras, aporreando las serpientes, aplicando medicina,
ni tratando de huir que se salvó la gente.
La
salvación vino al mirar por fe a la serpiente levantada en el centro del
campamento (Comp. Is. 45:22).
Nótese: que la serpiente no
estaba relacionada en nada con el tabernáculo. Ninguna cantidad de sacrificios
hubiera salvado de la muerte a la gente.
E. Disponible.
La
serpiente no se levantó en algún rincón escondido. Se levantó en el centro del
campamento donde todos pudieran verla y vivir. Cristo está a nuestra
disposición hoy; no está lejos. Véase en Romanos 10:6–13 una aplicación más
completa. El remedio está al alcance de todos:
«El que quiera, tome» (Ap. 22:17).
F. Gratuito.
A
los pecadores que morían en los días de Moisés no les costaba nada mirar y
vivir. Tal vez no entendieron el cómo o el porqué de todo (¿y quién entiende la salvación?), ¡pero
podían creer y vivir!
G. Suficiente.
Una
sola serpiente levantada era suficiente para todo el campamento. Sólo Cristo es
suficiente para nuestra salvación; no necesitamos nada más. El que se estaba
muriendo no se salvaba por mirar a la serpiente y guardar la ley, ni mirar y
traer un sacrificio, ni mirar y prometer portarse mejor.
Se
salvaron sólo por fe. Cristo es suficiente para suplir todas nuestras
necesidades para el tiempo y la eternidad.
H. Sanidad Inmediata.
La
salvación no es un proceso; es un milagro inmediato que ocurre cuando el
pecador mira a Cristo por fe. Cristo en su muerte y resurrección no nos salva «poco a poco». Salva instantánea,
inmediata y completamente.
I. Un Remedio Para Todos:
La
gente insensata dice: «Así como todos los caminos llevan a Roma, todos los caminos
llevan al cielo, ¡y hay muchas maneras de
ser salvos!»
Había
sólo una manera de ser salvo en el campamento de Israel y hay sólo un camino
hoy. Léanse Juan 14:6 y Hechos 4:12. A menos que el pecador mire por fe a
Cristo, está perdido para siempre.
J. Doble Seguridad.
¿Cómo
sabía la gente que se estaba muriendo que el remedio serviría?
Ø Primero, tenían
la seguridad de la Palabra de Dios. Él había prometido que cualquiera que
mirara viviría.
Ø Segundo, podía ver lo
que ocurría en la vida de otros. Dios no daría ninguna revelación especial,
ningún sentimiento especial; los pecadores tenían que depender de lo que Dios
había prometido.
Todo
esto le parece necio a la gente del mundo (1 Cor. 1:18–31). Imagínese, ¡mirar a una
serpiente levantada para ser salvo de la muerte! La gente de hoy se
mofa de la cruz, mientras que tratan de matar serpientes y fabricar nuevos
remedios contra ellas. Sin embargo, ¡cada remedio que el hombre ha fabricado ha fracasado! Reforma,
educación, mejores leyes, religión: todo ha tenido su
día.
Y
sin embargo la gente sigue muriendo en el pecado. La única respuesta es la cruz
de Jesucristo, el Salvador levantado.
Lea
2 Reyes 18:4 y descubrirá que los judíos conservaron esta serpiente de bronce y
la convirtieron en ídolo. Así es la naturaleza humana, mira al objeto material
e ignora al Dios que merece nuestra confianza.
No
fue la serpiente la que curó al pueblo; fue el Dios que ordenó que se hiciera
la serpiente. Esto es idolatría: «Honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador» (Rom. 1:25).
Ezequías
hizo pedazos a la serpiente ídolo y la llamó «Nehustán», «pedazo
de bronce». Nos preguntamos qué pensará Dios de los millones de
ídolos esparcidos en todo este mundo, pedazos de madera o metal que le roban la
confianza y la gloria que se merece.
Clase Para
Domingo.
Lea Su
Biblia, Lea Su
Biblia, Lea Su Biblia.
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