INSTRUCCIÓN Y
DIVISIÓN DE LA TIERRA DE CANAÁN:
JOSUÉ 13:1-33
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I. UNA NUEVA SOCIEDAD SOBRE LA TIERRA. Josué
13:1-21:44:
Puede ser que esta sección del libro no despierte mucho interés en los lectores
modernos, quizá por la serie de listas y enumeración de lugares que
constituyeron los límites de las tribus de Israel, pero una lectura desde la
perspectiva de la fe permite valorar estos capítulos como una sección de
bastante importancia para comprender los criterios que el pueblo tuvo durante
su establecimiento en Canaán, los peligros que aún tuvieron que afrontar y el
proceso de inserción en una tierra.
Si bien esa tierra manaba leche y miel, también
representó para ellos una escuela donde tuvieron que aprender a obedecer a Dios
en medio de múltiples tentaciones.
1. Esta
sección del libro es el desenlace mismo de la trama formada alrededor de la
posesión de Canaán.
La Tierra Prometida es un componente vital en la
compleja interrelación entre Dios, pueblo y tierra, de la cual nos habla la
Biblia.
Por eso y a pesar de lo árido que se presentan estos
capítulos a primera vista, los lectores contemporáneos pueden aprender mucho
acerca del alcance y proceso de la salvación al estudiar esta sección. Antes de entrar
en la exposición del texto, nos permitimos señalar cuatro enseñanzas básicas
que presenta esta parte del libro:
v Una nueva
sociedad está en proceso de construirse. Encontramos un
contraste entre dos modelos para manejar la tierra. Por una parte, está el
modelo de Canaán donde el faraón era el principal poseedor de la tierra. Debe
tenerse en cuenta que este territorio era una colonia de la dominación egipcia
hasta hacía poco tiempo. Aun después, en el nivel local los reyes de las
ciudades, siguiendo el modelo egipcio, eran los propietarios efectivos de estas
tierras.
v Algunos estudios sociológicos indican que la aristocracia, el templo y
los oficiales del gobierno conformaban el 2%
de la población total de Canaán, pero tenían el control sobre el 50% de la tierra laborable como parte
de su patrimonio rentable. Estas tierras eran labradas por esclavos o
campesinos arrendatarios quienes entregaban la mitad del producto de la tierra
como pago por el arrendamiento.
v El resto de la tierra era habitada por campesinos que estaban en las
villas o aldeas y quienes pagaban unas tasas pesadas de impuestos para sostener
a la elite urbana. El sistema de manejo de la tierra en Canaán estaba
organizado para beneficiar notablemente al 2%
de la población. El modelo israelita es resultado del propósito divino, y por
eso en dicho modelo el principal poseedor y dueño de la tierra es Jehová. Él
garantiza la totalidad de la tierra no para un rey sino para todo el pueblo,
tribu por tribu, familia por familia. No habrá un 2% privilegiado. Ejemplo notable: Josué
mismo recibió una pequeña porción de tierra (19:49, 50).
El modelo de Israel está en discontinuidad con el
modelo cananeo. Por eso, se resalta el peligro de que habitantes
cananeos continúen viviendo entre las tribus de Jehová, pues ellos constituían
en potencia una tendencia hacia el modelo acostumbrado de monarquía.
Además, es tan importante subrayar que por eso las
principales víctimas de la posesión de la tierra han sido los reyes, como se
explicó en la sección anterior.
Observando esta sección se pueden destacar tres fases
en el proceso de repartición de la tierra:
v Primera fase: La
heredad de las tribus transjordánicas (13:8-33) que
es una recapitulación de Num.32:33-42.
v Segunda fase: La herencia de Judá (Núm.15:1-63).
La herencia de
José, es decir, Efraín y Manasés (16:1-17:18).
v Tercera fase: La herencia de
Benjamín, diferenciada de Judá (18:11-28). La herencia de Simeón, diferenciada
de Judá (19:1-9).
2. La
herencia de las cuatro tribus del norte, y la tribu migratoria de Dan
(19:10-48).
La distribución de la tierra entre las tribus fue
realizada de la siguiente manera:
·
Las tribus de Rubén,
·
Gad, y
· La media tribu de Manasés (descendientes
de José) ya tenían el territorio asignado al lado oriental del río
Jordán y son conocidas como las tribus de Transjordania (Núm.32:1-42).
Del territorio que ya había sido tomado en el lado
occidental del Jordán, la principal división fue hecha entre las tribus de Judá
y de José (es
decir, las tribus de Efraín y la otra mitad de Manasés).
3. Las
demás divisiones del territorio dependieron de esta gran división.
A la tribu de Judá le fue dada su posesión en el sur,
el territorio de los cinco reyes (cap. 15), y con ellos estaba asociado Caleb (Jos.14:1-15;
15:13-19) y más al sur la tribu de Simeón (Jos.19:1-9).
A la poderosa casa de José, es decir, a las tribus de
Efraín y Manasés, se le otorgó la zona central de Canaán (caps. 16 y 17),
aunque estaban en desventaja por la cadena de fortalezas que formaban Betseán,
Ibleam, Dor, Taanac y Meguido (Jos.17:11-12) y por ello se quejaron de su mala
ubicación (17:14).
Al respecto Josué los desafió a desmontar las áreas
boscosas de su territorio montañoso, y les aseguró que destruirían a sus
poderosos habitantes (17:15-18).
En medio de estas dos grandes divisiones, para Judá y
para José, se le asignó un territorio a Benjamín (Jos.18:11-28) más cerca del Jordán
y a la tribu de Dan (Jos.19:40-48) más hacia la costa. Posteriormente la tribu
de Dan tuvo que emigrar hacia el norte (Jue. 18) debido a las hostilidades de
los habitantes de la planicie costera (Jue.1:34-35).
Las Restantes Tribus:
v Zabulón,
v Isacar,
v Aser, y
v Neftalí,
v que al igual que Benjamín,
v Dan, y
v Simeón, no recibieron territorio en
la primera repartición de Canaán, se establecieron posteriormente al norte del
país (Jueces 19:10-39).
Ø El parentesco es un vínculo fundamental. Esta es una segunda enseñanza básica, extraída de esta sección. Los
territorios tribales fueron otorgados de acuerdo a un criterio fundamental en
este período de la historia de Israel, el parentesco. Esta fórmula se repite
cada vez que se hablaba de repartir la tierra (Juc. 13:15; 13:23).
Ø Esto revela otro aspecto importante en la
estructura del antiguo Israel. En el modelo
cananeo la integridad de la familia extendida, la unidad natural de la
sociedad, se desgastaba constantemente por la esclavitud por deudas, el trabajo
de la tierra y la pobreza económica.
Por su parte, el contra modelo israelita basado en el
parentesco (mishpajah
H4940) agrupaba a
un número de familias extendidas por la vía de la casa paterna (bethab H1004) que permitía su
reintegración y fortalecimiento a través del tiempo. Desde entonces el
parentesco podía ser adquirido por mutuo acuerdo, y de esta forma familias
marginadas podían ser integradas a los clanes.
Este hecho nos puede permitir una conclusión: El
modelo que Jehová propuso a Israel en la tierra prometida era inclusivo, no
excluyente como lo entendieron posteriormente los judíos del pos exilio.
En esta nueva sociedad que se comenzaba a formar en
Canaán, se arregló la administración de tal manera que la tierra fue parcelada
a miembros de las familias y arreglada para su redistribución de parcelas
periódicamente.
Esta unidad de tribus protegía a los miembros de
familia para preservar los títulos originales sobre la tierra. Por ejemplo, en
caso de ventas, se obligaba a vender solo dentro de su propio clan.
También se limitó la esclavitud por deudas a siete
años con el fin de evitar la desintegración de la familia, como sucedía entre los
cananeos.
v Las aldeas y
las ciudades dan el nuevo hábitat. Más que una
verdad, es una realidad histórica. Se destacan en estos capítulos las listas de
ciudades y aldeas como lugares asignados para la instalación de las diferentes
familias. Estas listas en sí mismas son tomadas de los anales de la corte del
período de la monarquía. Las listas originales pueden haber sido confeccionadas
en el tiempo del censo de David (2 Sam.24:1-9) aunque las listas como nosotros
las conocemos, en el libro de Josué, parecen haber sido reelaboradas en un
tiempo tardío.
v Otra perspectiva es que la exploración de la tierra ordenada por Josué
puede dar fuerza a la tesis de que las listas fueron elaboradas en un período
temprano. Todavía otros investigadores sugieren que las listas, especialmente
las de Judá y Benjamín, fueron arregladas de acuerdo con la organización fiscal
por distritos para la recolección de impuestos.
En el modelo cananeo las ciudades fueron el centro de
poder, dominación, riqueza y privilegio. La dominación de las ciudades destruyó
la sociedad aldeana. Las ciudades israelitas en el período temprano sirvieron
como lugar de mercado, centros administrativos y lugares de refugio en tiempos
de peligro. En ellos se organizaron las funciones judiciales y religiosas para
las aldeas.
Alrededor de las ciudades estaban sus aldeas. Aquí la unidad de producción básica era la familia extendida la cual
trabajó la tierra. Sus principales productos fueron cereales, vino, olivo,
aceite, frutas y vegetales. La gente habitaba en una casa de un salón grande
construida de piedra o barro.
Varias innovaciones tecnológicas de este período
fueron utilizadas por los israelitas en la agricultura intensiva y extensiva,
las cuales les permitieron limpiar las tierras que estaban aún ocupadas por el
bosque. El uso de herramientas de hierro permitió esta limpieza de lugares
inhóspitos.
Un auto sostenimiento de las aldeas despegó como
resultado de estos cambios tecnológicos y se expandieron a través de todo el
país. Paralelamente, hubo un crecimiento de la población que también prosperó
no con base en la explotación por parte de una élite urbana.
Una enseñanza que se puede extraer de este hecho es
que en el campo también se puede vivir. Contrasta con la idea de nuestro
tiempo, cuando predomina el deseo de vivir en las ciudades.
El grueso de la población urbana está compuesto por
emigrantes campesinos que salieron del campo considerando que el paraíso estaba
en las grandes urbes. No debemos caer en la idealización de esta experiencia
israelita; pero, sin duda alguna, fue un modelo alternativo al que predominaba
en Canaán antes de su llegada.
v Las fronteras
son como espacios vivientes. Esta es una cuarta
enseñanza. Los límites más que marcas territoriales definían áreas de
responsabilidad, límites de control y protección contra la agresión. Mutuamente
reconocidas las fronteras son necesarias para la convivencia pacífica, la
coexistencia creativa y el intercambio social.
v Respecto a las fronteras, ellas eran una forma de cumplir los Diez
Mandamientos. De manera especial eran una manera de cumplir los mandamientos
que se refieren a la relación con el prójimo.
Los límites fueron frecuentemente violados por los
ricos y poderosos en los tiempos de la monarquía, cuando muchos elementos del
modelo cananeo de sociedad retornaron. Durante los reinados de David y Salomón
estos límites se extendieron para incluir áreas sobre la costa mediterránea y
en la llanura de Esdraelón la cual permaneció independiente durante el tiempo
de los Jueces.
La tendencia inclusiva nos permite insistir desde el
punto de vista teológico, que aquellos habitantes que fueron incluidos dentro
del territorio israelita eran parte del propósito de Dios porque su presencia
sería comprendida también entre ellos.
El autor del libro de Josué incluyó también una serie
de episodios que tienen un objetivo pedagógico en el contexto de la repartición
de la tierra. Estos episodios son:
Ø La mención de la
muerte de Balaam. Jos.13:22.
Ø La posesión de
Hebrón y la imposibilidad de alcanzar a Jerusalén. 14:6-15; 15:63.
Ø El requerimiento de Acsa. 15:16-19.
Ø Las hijas de Zelofehad
preservando su herencia. 17:3-6.
Ø La
deforestación 17:14-18.
4. Con
este panorama de la sección llegamos a su exposición específica.
1- Aún queda mucho por hacer. Jos. 13:1-7.
La edad de Josué se acercaba a los cien años en este
momento. Por eso la distribución de la tierra que fue incluida en su misión era
pertinente. Las palabras de Jehová a Josué
(v. 1) son un recordatorio de que su tiempo está para terminar y que aún no
ha terminado de alcanzar para el pueblo de Dios todo lo que este le había
prometido.
La totalidad de la tierra prometida aún no estaba en
poder del pueblo, pero esto no significa el incumplimiento de Dios en sus
promesa o la incapacidad para cumplirla (v.
6). Más bien, se anuncia un tiempo en que Jehová pone a prueba la fidelidad
del pueblo y la calidad de su fe y esperanza, aunque algunos se comenzarán a
quejar de que todavía tienen enemigos a sus lados.
Para Josué esto no debe ser visto como fracaso sino
más bien como el proceso normal de todo ser humano que llega al final de la
vida sin que necesariamente haya cumplido todos sus proyectos.
En el v. 6
encontramos las palabras de Jehová: “Tú, pues, sólo da la tierra por sorteo a Israel como heredad,
como te he mandado”. Quieren decir que Josué va a ver realizadas sus
expectativas en torno a la promesa de Jehová. Este no es el hombre fracasado
que se retira; más bien va a recoger frutos de su trabajo, o mejor, del trabajo
que Dios ha hecho en él y por medio de él. No hay una alusión explícita a la
fidelidad de Josué a la ley de Jehová, pero está implícita la satisfacción de
Jehová con la labor cumplida por su siervo.
La distribución de la tierra (v. 7) tiene el sentido de una heredad que se recibe por derecho.
Es seguro que ninguna tribu se quedaría sin una porción adecuada a sus
necesidades, pero al mismo tiempo se advierte por todo lo que falta por recibir
y que Jehová entregará a su pueblo posteriormente.
Se mencionan todos los territorios que aún quedan por conquistar:
·
El territorio de los filisteos que era una franja
angosta extendida a lo largo de la costa mediterránea por unos 100 km.
·
El
territorio de los gesureos al sur (1 Sam.27:8).
Ambos territorios incluían la porción del país desde Sijor,
un pequeño arroyo que hacia el este era la frontera sur de Canaán, y hasta
Ecrón, el más septentrional de los cinco señoríos o principados de los
filisteos. A estos se unían los aveos = (heveos)
que en las versiones de la LXX aparece unido a la ubicación "al sur", con lo que
se indica un grupo que fue expulsado (Deut.2:23) y luego se estableció al sur
de Filistea.
v La segunda división del territorio aún por conquistar comprendía la
tierra de los cananeos, que es una región montañosa de la Galilea superior,
notable por sus cuevas y lugares de difícil acceso hacia el oriente hasta Afec,
en el Líbano hasta la frontera de los amorreos.
v El tercer distrito que quedaba sin poseer era la tierra de los Biblos
que está ubicada sobre el Mediterráneo, 60 km. al norte de Sidón. Todo el
Líbano al oriente, que es una cadena montañosa que tiene su fin en Hermón.
Todos los que habitan en las montañas desde el Líbano
hasta Misrefotmaim, territorio habitado por los sidonios y fenicios. Después de
la mención de los territorios que aún faltaba por poseer, se recuerda una
promesa (v. 6b) que tiene el objetivo de dar ánimo para no confundir lo
incompleto de la posesión de la tierra con la imposibilidad de parte de Jehová
de entregar todas estas tierras en manos del pueblo escogido.
Las promesas de Dios se cumplen aun cuando no siempre
en la forma lógica que estamos acostumbrados a esperar. Normalmente se espera
que Dios entregue todo lo que ha prometido de una vez.
Sin embargo, en esta oportunidad no toda la tierra
prometida fue recibida quizá como algunos esperaban. Este era un proceso más
complejo y por eso hubo un “todavía no”, que desafió al pueblo a mantenerse
fiel en medio de las presiones bélicas y espirituales de los sobrevivientes a
la primera ola de posesión de la tierra prometida. Las promesas de Dios son una
combinación de realidad y esperanza, el “ya” y el “todavía no” se interrelacionan para ayudar en la
formación de su pueblo. La adquisición de varias tierras era una realidad pero
se les muestra lo que aún falta para que no vayan a considerar que todo lo
habían alcanzado y no necesitaban preocuparse más.
La confianza en Dios no debe disminuir ahora que el
peligro de otros ejércitos se haya apagado.
II. Herencia De Las Tribus De Transjordania. Josué 13:8-33:
1) Los territorios para estas tribus. Jos.13:8-13,
15-21, 25-33.
Rubén, Gad y la media tribu de Manasés ya habían
recibido su heredad en la zona oriental del río Jordán bajo la dirección de
Moisés. Ahora lo que se hizo fue fijar los límites y territorios específicos
que le tocó a cada tribu.
La tribu de Rubén estaría al sur, Gad en el centro y
Manasés hacia el norte (Núm. 32 y Deut.3:12-17). En los pasajes señalados se
encuentran instrucciones detalladas que se dieron a estas tribus, y que se
relacionaban a la necesidad de mantener firme la solidaridad con las demás
tribus que pasarían al otro lado del Jordán.
2) El obrero es digno de su salario. Jos.13:14.
A la tribu de Leví no se le dio heredad porque Moisés ya
había dejado órdenes acerca de las ciudades que se entregarán a los levitas (Núm.18:20-24;
35:1-8). Deberían tener ciudades, pero no un área tribal como las demás tribus.
La designación de sus ciudades se encuentra relatada más adelante en el cap.
21.
La tribu de Leví tenía resuelto el problema de sus
necesidades materiales, de esta manera pudieron dedicarse libremente a servir
en el culto al Dios que los había liberado y los había hecho poseer la herencia
de la tierra anhelada.
Este hecho no causaba ninguna sospecha o malicia, pues
los levitas se iban a ocupar de un asunto básico en la vida del pueblo, a saber: el mantener
viva la comunión con Jehová por medio de toda la vida cultual que servía como
conmemoración y renovación constante del pacto.
Además, se garantiza en todo momento que el pueblo
estaba consciente de la participación protagónica de Jehová en cada instante de
la historia de este pueblo. Para los levitas esto podría significar una función
diferente en la vida del pueblo. Un levita podía sentir que su herencia estaba
en Dios, en el servicio a él, en la constancia al participar de la organización
y cuidado de lo sagrado, si es que esto se podía separar en la vida del pueblo
de Israel.
3) No más religión corrupta. Jos.13:22-24.
Es interesante que aunque la historia de Balaam ocupa
tres capítulos en el libro de Números (22; 23 y 24) y aunque él es mencionado
unas siete veces en el AT., fuera de estos capítulos, solamente un versículo
aquí registre el fin de este que es llamado “adivino” (qosem H7080).
Esta mención tal vez tiene el propósito de advertir en
contra de la adivinación, ya que se consideraba como una práctica abominable,
asociada con la cultura cananea (Deut.18:10; 18:14). El adivino, como el
profeta, suponía un contacto con la esfera divina. Él podía tener visiones y
éxtasis. Era como un capellán entre los reyes antiguos, un asesor de confianza
para las decisiones políticas de gran envergadura que debían tomar con cierta
frecuencia.
Pero la actividad de estos personajes fue proclamada
abominable porque muchos de ellos hacían de profetas en la casa del rey y
comían en la misma mesa, con lo cual quedaban comprometidos siempre a decir lo
que los reyes querían escuchar y no la palabra de Dios (1 R.22:1-12; Ez.22:28).
La mención de Balaam tiene la intención de recordar al
pueblo que la muerte de este adivino, al otro lado del Jordán, se debió a su
mensaje insulso que dejaba a los reyes contentos pero al pueblo sin
orientación. Este tipo de religión animada por esta clase de “líderes” no
deberá estar presente en la nueva sociedad que Jehová está creando.
Estudios para el
Domingo.
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