lunes, 20 de mayo de 2019

LA DIVISIÓN DE CANAÁN: JOSUÉ 14–15:


LA DIVISIÓN DE CANAÁN:
JOSUÉ 14–15:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Caleb se destaca en la Biblia como un gran héroe de fe. Seis veces se nos dice que «cumplió siguiendo al Señor» (Núm. 14:24; 32:12; Dt. 1:36; Jos. 14:8–9, 14). Caleb[1] fue «un vencedor» (1 Jn. 2:13–14; 5:4), un hombre que lo sometió todo al Señor y obedeció por completo su Palabra. Podemos trazar su historia espiritual en tres etapas:

I.       Caleb El Que Sufre:
Puesto que Caleb tenía cuarenta años en Cades-barnea (Jos. 14:7), tenía que haber nacido en Egipto mientras los judíos soportaban gran sufrimiento (Éx. 1–2). Había nacido como esclavo, ¡sin embargo murió como un héroe! En Josué 14:13–14 se indica su parentela.
Algunos piensan que Caleb (cuyo nombre significa «perro») era de parentela mixta, siendo su padre un cenezeo y su madre de la tribu de Judá (Jos. 15:13). Si es así, ¡esto hace su fe una maravilla incluso mayor!
Sin embargo, 1 Crónicas 2:18 hace a Caleb hijo de Hezrón, descendiente de Fares (1 Crón. 2:5); y esto lo pondría entre los antepasados de Cristo (Mt. 1:3). En cualquier caso, Caleb fue redimido por la sangre del cordero pascual, libertado de Egipto y se le dio la perspectiva de una gran herencia en Canaán. No tendría herencia bajo Josué si no hubiera experimentado primero la redención bajo Moisés.

II.     Caleb El Defensor (Núm. 13–14):
En estudios anteriores ya hemos hablado de la rebelión en Cades-barnea. La nación había estado fuera de Egipto alrededor de dos años cuando llegaron a la entrada de Canaán. En lugar de creer en la Palabra de Dios e inmediatamente demandar su herencia, pidieron un informe de doce espías (Dt. 1:21ss).
Caleb y Josué estuvieron entre esos espías, lo cual muestra la posición de confianza que ostentaban en la nación. Cuando se dieron los informes, sólo Caleb y Josué defendieron a Moisés y animaron a la nación a entrar en Canaán. Los diez espías menospreciaron la tierra (14:36), en tanto que Caleb y Josué se deleitaron en ella.
La nación quería regresar; los dos hombres de fe querían avanzar. La mayoría andaba por vista; la minoría andaba por fe. La nación rebelde veía sólo obstáculos, problemas; los líderes creyentes veían las oportunidades, las perspectivas.
¿Cuál fue el resultado? ¡Los diez espías y la generación incrédula murieron en el desierto! Pero Caleb y Josué vivieron para entrar y disfrutar de la tierra prometida. «La mente carnal es muerte» (Rom. 8:6). Exigió valentía de Caleb erguirse en contra de toda la nación, pero Dios le honró por ello.

III.    Caleb El Peregrino:
Caleb no murió en el desierto, pero todavía tuvo que sufrir con la nación incrédula durante casi cuarenta años de peregrinaje. Piense en lo que tuvo que soportar este hombre creyente y piadoso. Cada día veía a la gente morir y perder su herencia. Tenía que oír las murmuraciones y quejas. Este hombre de fe tuvo que soportar la incredulidad de sus compañeros israelitas. Amaba a Moisés, sin embargo tenía que oír a los judíos que criticaban y se oponían a su líder.
¿Cómo pudo Caleb mantener su vida espiritual cuando estaba rodeado de tanta carnalidad e incredulidad? ¡Su corazón estaba en Canaán!
Dios le había dado una maravillosa herencia (léase Jos. 14:9–12) y aunque su cuerpo estaba en el desierto, ¡su corazón y mente estaban en Canaán! Él es una perfecta ilustración de Colosenses 3:1–4. Poseía lo que en Romanos 8:6 se llama la «mente espiritual».
Caleb pudo soportar las aflicciones en el desierto porque sabía que no tenía que temer la muerte, que tenía una herencia y que Dios no le fallaría. ¡Cuánto mucho más tenemos en Cristo! Sin embargo, nos rendimos y fallamos con mucha facilidad en nuestro peregrinaje.

IV.    Caleb El Conquistador:
Esto nos lleva a nuestro estudio de Josué 14–15. Josué está dándole a cada tribu su herencia especial y Caleb viene a reclamar su parte. Le recuerda a Josué la promesa de Dios (14:6–9), porque es únicamente en base a la Palabra de Dios que podemos pedir nuestras bendiciones.

Nótese: el glorioso testimonio de fuerza que da Caleb (14:10–11). La persona de fe es una persona con fuerza. Cuarenta y cinco años después del fracaso de la nación en Cades-barnea, Caleb tiene ochenta y cinco, y sin embargo ansía tomar posesión de su herencia para la gloria de Dios. Es triste cuando los creyentes permiten que «la vejez» los haga quejosos cuando debería hacerlos (como a Caleb) conquistadores.

«Dame, pues, ahora este monte» (14:12). Caleb era un hombre tanto de visión espiritual como de vitalidad espiritual, y estas dos cualidades le condujeron a la victoria espiritual. Dios le prometió una herencia y Caleb tenía la fe de que lo que Él le prometió podía cumplirlo (véase Rom. 4:20–21).
Caleb pudo arrojar a los habitantes de su heredad (Jos. 15:13–14), los mismos «gigantes» que los diez espías incrédulos temieron (Núm. 13:28, 33). La incredulidad mira a los gigantes; la fe mira a Dios. La incredulidad depende del «sentido común» humano; la fe descansa por completo en la Palabra de Dios.
Otoniel, sobrino de Caleb, le ayudó en una de sus conquistas (Jos. 15:15–17) y se ganó la mano de la hija de Caleb como esposa. Este hombre más tarde llegaría a ser el primer juez de Israel (Jue. 3:9ss), y así continuó el liderazgo de la familia.
La hija de Caleb ilustra una maravillosa verdad espiritual. Después de casarse con Otoniel, regresó a su padre y le pidió una bendición adicional (15:18–19). Caleb le había dado un campo, pero ella también quería las fuentes de agua para nutrir el campo. El cristiano debe continuar alegremente pidiéndole al Padre una bendición mayor, en especial las «fuentes espirituales» que derraman la vida fructífera. El campo que Dios nos da nunca producirá fruto sin las fuentes de agua (Jn. 7:37–39).
Qué diferencia hay cuando los creyentes «cumplen siguiendo al Señor» y ejercen fe en la Palabra. La dedicación y fe de Caleb le salvaron la vida, le ganaron una herencia, vencieron al enemigo y le permitieron enriquecer a su familia por muchos años. El Señor sin duda espera que los cristianos de hoy sean conquistadores; es más, Pablo afirma que somos «¡más que vencedores (Rom. 8:37).
Josué y Caleb conquistaron con armas físicas y tomaron posesión de una herencia material, pero nosotros conquistamos con almas espirituales (2 Cor. 10:3–5) para tomar posesión de nuestra herencia espiritual en Cristo (Ef. 1:3).
Se espera que los cristianos sean vencedores mediante la fe en Cristo (1 Jn. 5:4). Debemos vencer al mundo (1 Jn. 5:5), la falsa doctrina (1 Jn. 4:1–4) y al maligno (1 Jn. 2:13–14). Cristo ya venció a Satanás (Lc. 11:21–22) y al mundo (Jn. 16:33), de modo que sólo necesitamos tomar posesión de su victoria por fe.

Nótese: en las cartas a las siete iglesias (Ap. 2–3) las muchas promesas a los que vencen. «El que venciere heredará todas las cosas», promete Apocalipsis 21:7.

Vencemos al enemigo y nos posicionamos de la herencia de la misma manera que Caleb[1]:
(1) Debemos someternos por completo al Señor;
(2) Debemos saber sus promesas y creerlas;
(3) Debemos mantener el corazón y la mente fija en la herencia;
(4) Debemos depender de Dios para obtener la victoria.

«Más gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor. 15:57).

Reflexión:


La lucha era larga. Lo que los israelitas habían ganado era batallas pero la guerra aún permanece. El relato de Jueces lo comprueba. Los jebuseos no fueron totalmente dominados sino hasta los tiempos de David (2 Sam. caps. 6 y 7).
Esto deja una enseñanza sobre algunas cosas que en la vida no se pueden lograr de inmediato sino lentamente:
v En algunos casos esto provoca una crisis de identidad y de fe; y
v La crisis solo puede ser enfrentada con la fuerza de la esperanza y la confianza en Dios como soberano de la historia también.

Canaán no era un paraíso con caminos de flores sin espinos, sino un desafío permanente a la fidelidad hacia Dios y una plena confianza en el pacto. Esta experiencia consistía en un verdadero aprendizaje en el cual el pueblo no siempre supo responder a la altura de las circunstancias y por eso mismo perdió parte de la riqueza de las bendiciones.
Las salidas fáciles siempre aparecieron como las mejores, pero sólo algunos sacerdotes y profetas se mantuvieron firmes en la obediencia al pacto que Jehová había hecho con ellos.

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Nota:
[1] H3612 כָּלֵב = Kaléb: tal vez forma de H3611, o también de la misma raíz en el sentido de forzado; Caleb, nombre de tres israelitas:- Caleb. (Strong).
1) El hijo piadoso de Jephunneh y el creyente espían quién reportó la tierra prometida favorablemente y urgió su captura.
2) El hijo de Hezron y el nieto de Pharez y el bisnieto de Judá y el padre de Hur y el abuelo de Caleb el espía.

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia



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