La Herencia De
Efraín:
JOSUÉ 16:1-10
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Aquí comienza la enumeración de los territorios de las tribus josefitas,
es decir, Efraín y Manasés. No hay la enumeración detallada que encontramos en
las listas de ciudades judaítas, sino que por el contrario las fronteras
aparecen descritas en forma muy sucinta, excepto en lo relativo a la línea
divisoria entre Efraín y Manasés (16:5-8).
Estas tribus recibían el nombre de los dos hijos de
José. Este había sido el preferido por Jacob, debido a que
era uno de los frutos del amor de su vida, Raquel. Por esta razón en la
tradición israelita Efraín y Manasés ocuparon un lugar especial en el contexto
simbólico de todo el pueblo.
Geográficamente su ubicación correspondió al corazón
mismo de Canaán. Por el este se extendía hasta el Jordán (v. 1); por el oeste, hasta el Mediterráneo. La fertilidad de la
tierra correspondía a las bendiciones pronunciadas por Jacob (Gn.49:25-26) y
Moisés (Deut.33:13).
Se mencionan algunas ciudades que no estaban incluidas
propiamente en el territorio descrito para Efraín, sino que correspondían al de
Manasés (v. 9). Algunos
comentaristas creen que ha existido una reorganización posterior al relato que
tenía como fin mostrar la superioridad del hermano menor sobre el mayor, es
decir, Efraín con supremacía sobre Manasés.
De hecho, en la práctica, Efraín tuvo mayor
importancia, lo cual se encuentra anunciado en Gn.48:1-20. Hay una especie de
reproche porque los miembros de esta tribu no echaron de allí a los cananeos (v. 10) sino que los hicieron sus
tributarios, lo cual sin embargo, implicaba una forma de sometimiento más no de
exterminio total.
A su vez este hecho quizá ponía en peligro la fe de la
tribu al estar en permanente contacto con ellos; pero de nuevo aparece el hecho
de que si hubo sometimiento este se caracterizaba por la destrucción de sus
dioses o por lo menos por la supresión legal de los cultos a estas divinidades.
A pesar de que esta situación puede presentarse como negativa es al mismo
tiempo un desafío permanente a la fidelidad que se debe a Jehová, porque era en
medio de los que seguían a otros dioses donde la obediencia a Jehová sería
probada.
El texto refleja de una manera realista la situación
que el pueblo tuvo que afrontar de manera casi continua. Representa el desafío
de las otras tradiciones religiosas para Israel, cuando en la práctica no se
trataba de vivir en obediencia a Jehová en un desierto, sino en medio de la
congestión del mundo.
A su vez, la presencia de los cananeos en varias de
las ciudades que estaban ubicadas en los territorios asignados a las tribus fue
también un motivo indirecto de la unidad de las tribus. En el período que nos
relata el libro de los Jueces encontramos que la solidaridad de las tribus entre
sí aumentó en una proporción directa a la presencia de enemigos que hostilizaron a alguna de las tribus.
La situación descrita en Josué es similar, guardando
las proporciones, a lo que ocurre en América Latina. Allí vemos un
resurgimiento de tradiciones religiosas que al parecer habían sido extirpadas
en América Latina, tales como tradiciones prehispánicas o afroamericanas.
Aunque hubo una conquista y un sometimiento en nombre
de la fe, muchas de estas creencias sobrevivieron al arrasamiento y han resurgido
posteriormente. En varios casos han provocado una crisis de identidad al
cristianismo latinoamericano que hoy se expresa en muchas maneras a veces
difíciles de conciliar entre sí. Para el pueblo de Israel la sobrevivencia de
tradiciones pre israelitas en Canaán también significó en muchos casos una
crisis de identidad, y de ello trata el libro de Josué en sus últimos
versículos (Jos.24:1-28).
En el fondo esto es una demostración de todo el
proceso de instalación del pueblo de Israel en Canaán. Hay mucho más de
esperanza que de una realidad cumplida. La expectativa por poseer toda la
tierra no fue cumplida en su totalidad, sino que se mantuvo siempre algo
pendiente, un “todavía
no”, que permitía al pueblo pensar que no todo había sido logrado y
hacía falta la plenitud que sólo Dios puede ofrecer a la historia humana.
Incluso muchas de las expresiones teológicas del
pueblo de Israel no pudieron abstraerse totalmente de las influencias cananeas
o egipcias, pues ese fue el ambiente en el que se forjó la fe de Israel.
Este resultado era casi inevitable. No obstante Dios en su soberanía ha usado a su pueblo de esta manera
para que poco a poco su propósito se fuera extendiendo a otros pueblos.
Hubo tendencias nacionalistas entre los judíos que no
asimilaron este hecho en esa forma, como desafío permanente, sino como una
tarea incompleta que ellos con sus propias fuerzas debían cumplir.
En nuestro contexto latinoamericano lo que se mantiene
como un hecho casi inevitable es que las tradiciones prehispánicas y afroamericanas
sobreviven y hay necesidad de afrontar este hecho desde la perspectiva de la
fe, no con salidas fáciles tal como ignorar el hecho o mezclar las tradiciones
con la fe cristiana, sino buscando mantener la fidelidad al evangelio de
Jesucristo y, al mismo tiempo, que este evangelio presentado sea pertinente al
ser humano de hoy.
___________
Nota:
[1] H669 אֶפְרַיִם = Efraim: dual de una forma masculino de H672;
fruto dual; Efraim, un hijo de José; también la tribu que descendió de él y su
territorio:-
Efraín, efrateo. (Strong).
Estudios para el
Domingo.
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