LA
VISIÓN DE DIOS:
(Ezequiel 1:4-28)
La
Visión De La Gloria Divina:
“Aconteció en el año
treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de
los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios… En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los
cinco días del mes,… vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi,
en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de
Jehová… Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran
nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del
fuego algo que parecía como bronce refulgente,… y en
medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre… Cada uno tenía cuatro
caras y cuatro alas…”.
(Ez.1:4-28)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
INTRODUCCIÓN:
El libro de Ezequiel comienza como si
tuviera el propósito de continuar.
Después de una de las más breves introducciones
narrativas, se nos presenta el primero de una serie de oráculos que constituyen
el libro. Este oráculo inicial pertenece al grupo de profecías altamente
visuales cuyo prefacio es la expresión “la mano del Señor fue sobre mí”.
Ezequiel fue un sacerdote y profeta hebreo, que ejerció su ministerio entre 595 y 570 a.C., durante el cautiverio judío en Babilonia. El nombre Ezequiel (del hebreo יְחֶזְקֵאל, = Ijezkél) significa "Dios es mi fortaleza". Sus profecías se encuentran en el Libro de Ezequiel, siendo su mensaje de reverencia para con la santidad de Dios e incluyó reflexiones sobre la futura reconstrucción del Templo de Jerusalén, enfatizando asimismo la responsabilidad moral de cada individuo.
VV.4–28:
Esta apocalíptica revelación divina, cargada de
símbolos, puede ser dividida en tres partes:
· vv. 4-14 (la tormenta y los
cuatro seres vivientes);
· vv. 15-21 (las cuatro
ruedas); y
· vv. 22-28 (la expansión y el trono).
Una visión similar se describe en el cap.
10, donde la presencia de Dios abandona el templo. Aunque la visión es muy
intrincada y difícil de interpretar en algunos aspectos, su intención es
revelar que el Dios soberano está a punto de intervenir en la historia para
juzgar a Judá; el Señor ha escogido a Ezequiel, quien con gran temor se postra
sobre el rostro respetuoso (v. 28), para advertir al pueblo.
“y en medio de
ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre”. (Ez. 1:5)
El Objeto De Estas Visiones: 4-14:
1) Infundir en la mente del profeta altos y honorables
pensamientos de Dios por quien era comisionado.
Lo que vio (v.28)
fue “la
apariencia de la imagen de la gloria de Jehová”. Un Dios tan Grande
como éste había de ser servido con reverencia y piadoso temor.
2) Aterrorizar a los pecadores que quedaban en Sion, lo
mismo que a los que habían llegado ya a Babilonia, y que, tanto unos como
otros, habían menospreciado las amenazas de la ruina de Jerusalén.
Esta referencia a
la destrucción de Jerusalén parece clara si comparamos esta porción con 43:3.
3) Consolar a los temerosos de Dios, que se habían humillado
bajo la poderosa mano del Señor.
Que sepan que,
aunque están exiliados en Babilonia, tienen a Dios cerca de ellos; aunque no
tengan el lugar del santuario, sin embargo, tienen al Dios del santuario. Ahora
que la congregación de Israel iba a ser plantada, para largo tiempo, en otro
país, el Señor muestra Su gloria en medio de ellos, como lo hizo cuando los
constituyó como nación en el desierto. La primera parte de la visión presenta a
Dios asistido y servido por ángeles.
Aunque no declarado explícitamente, este
oráculo representa la comisión de Ezequiel como profeta. La visión fue intensa.
Se nos dice que después de ella el profeta se sentó atónito por varios días.
En la visión él ve a un ser radiante sentado
sobre un trono de zafiro debajo del cual se mueven rápidamente cuatro criaturas
futuristas. El oye una voz que le dice que será enviado a declarar lo que el
Señor dice al pueblo de Israel en el exilio. Se le advierte acerca de la obstinación
del pueblo; sin embargo, debe hablar, sea que escuchen o no.
Hay mucho en esta visión que no está explicado, especialmente en relación con los querubines y sus guías acompañantes semejantes a ruedas. El sentido general del simbolismo es transmitir la majestad de Dios que todo lo abarca.
Cada uno de los temibles querubines exhibía caras representando
las formas más elevadas de la vida:
· El hombre,
· El león
(rey de las
bestias),
· El becerro
(primero de los animales domésticos), y
· El águila
(principal
de las aves del aire).
Ellos viajaban como si fueran “relámpagos” acompañados
por sus ruedas-guías llenas de ojos alrededor. Sin embargo, estas
magníficas criaturas eran sólo asistentes del trono. Estaban bajo el trono de
Dios. Si los asistentes eran temibles, cuánto más lo era el rey mismo.
Le fue dicho a Ezequiel que él sería
enviado al pueblo de Israel y su mensaje contendría advertencias y ayes, pero
que él las hallaría dulces (Ezequiel 3:1-4). La experiencia toda cambió la vida
de Ezequiel. Se le daría poder para entregar su mensaje, a pesar de la resistencia
de su pueblo al mismo. El necesitaba tal fortaleza, porque su tarea no sería
fácil.
No fue por la razón, o la fría lógica, o la contemplación de beneficios de largo alcance que Ezequiel sintiera su llamado profético. Fue porque había vislumbrado lo aterrador y la majestad de Dios. Los mandatos de Dios son más fáciles de obedecer cuando contemplamos a quien los ha dado.
1:1-3: Ezequiel, Hijo De Buzi, Experimenta Visiones Enviadas Por Dios.
I. LOS CUATRO SERES VIVIENTES: 1:4-14:
1.1. Introducción
a esta visión de los ángeles es magnífica y despertador (v.4):
El profeta miró y vio que venía del norte un viento tempestuoso. Del norte le había venido a Israel las grandes calamidades (compare con Jr. 1:14, 15; 4:6). La representada ahora era, por supuesto, la invasión total de la Tierra Santa a manos de los caldeos. Pero, como la visión de Isaías 6, el objetivo principal era expresar la absoluta soberanía de Dios.
1.2. La Visión Misma:
1) El pabellón de
Dios en el que descansa y el carro en que se pasea es una gran nube (v.4b,
compare con Salmos 18:11; 104:3).
La nube va
acompañada de fuego fulgurante, como en el Sinaí, donde Jehová era como un
fuego abrasador (Éx. 24:16, 17). La primera aparición de Dios a Moisés fue
también en una llama de fuego en medio de una zarza (Éx. 3:2). Y continua
Ezequiel (v.4b): “y alrededor de él (el fuego) un resplandor”.
Comenta Ryrie: “Ezequiel vio una
nube que fulguraba desde un centro de metal reverberante”. El hebreo
lo llama jashmal e indica una mezcla
brillante de oro y plata, que los LXX vertieron por élektron,
y la Vulgata Latina por electrum,
y de ahí pasó al castellano en forma de electro. Una consideración devocional
se desprende de todo esto: Si
queremos hallar a Dios, es cierto que no podremos ver el centro de la luz
inaccesible en que habita (1 Tim. 6:16), pero podremos ver el resplandor que le
rodea. Tampoco Moisés pudo ver el rostro de Dios, sino sólo la espalda (Éx. 33:23).
2) Del Centro (v.5)
emergía la figura de cuatro seres vivientes, identificados como querubines
(10:15, 20; v. nota en Ap.4:6).
Los querubines son
un orden de ángeles, interesados en guardar la Santidad de Dios. Guardaban el
acceso al árbol de la vida (Gn.3:24) (Ryrie). Vemos que no eran Dios, sino
criaturas de Dios, obra de Sus manos. Su aspecto general era como una semejanza
(heb. Demut, el mismo vocablo de
Gn.1:26: “…conforme
a nuestra semejanza”).
NOTA: V.5: Cuatro seres vivientes. Identificado
como un querubín[1] (10:15,
20; véase Apocalipsis 4:6) Los querubines son una orden angelical, ocupados con
guardar la santidad de Dios. Guardaron el acceso al árbol de la vida (Gn. 3:24)
y una representación de estos estaba junto al propiciatorio colocado encima del
arca (Ex. 25:18-22). Satanás era un querubín (Ez. 28:14, 16).
Apocalipsis 4:6: Cuatro seres vivientes. Estos podrían ser ángeles, probablemente los ophanim junto a los querubines (“ruedas”, en nuestras versiones), de Ez.10:9 ss., o podrían ser representaciones de los atributos de Dios mismo, especialmente si se entiende en este sentido la frase del original “en medio del trono”.
Esto se dice especialmente para hacer notar que tienen inteligencia, no son animales. De ellos se nos dan los siguientes detalles:
(a) Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas (v.6).
De
las alas, el detalle general es que (v.9) con las alas se juntaban el uno al
otro. Más adelante (v.11b), vemos que tenían sus alas extendidas por encima,
las cuales se juntaban, esto es, la derecha de uno con la izquierda de otro; y
las otras dos cubrían sus cuerpos. Puede verse la diferencia, en esto, con las
de los serafines de Isaías 6:2. Se notara en esta último lugar que los
serafines ocultaban con dos alas su rostro, no su cuerpo, con otras dos sus
pies, y necesitaban otras dos para volar, mientras que los querubines de
Ezequiel 1:5 y ss, no volaban, sino que caminaban (v.12); no necesitaban, pues,
cubrir los pies, sino el cuerpo, por reverencia a Jehová. El rostro quedaba
cubierto, según la más probable explanación (ya ofrecida por el Rashí), de forma que “dos de las cuatro alas de cada criatura
estaban extendidas por encima del rostro y unidas por ambos lados a las alas
del respectivo vecino, de forma que cada rostro quedaba oculto por las alas”
(citado por Fisch).
(b) En cuanto a las caras, la cara frontal (v.10).
Era
de hombre; la del lado derecho, de león; la del lado izquierdo de buey; y por
detrás, de águila. Dicen los rabinos, según cita Ryrie: “El hombre está exaltado entre las
criaturas; el águila, entre las aves; el buey entre los animales domésticos; el
león entre las fieras; y todos cuatro han recibido dominio y se les ha dado
grandeza; sin embargo, están estacionados debajo de la carroza del Santo”. Otra explicación puede verse en el comentario a Apocalipsis
4:7.
(c) Los pies o piernas
de los cuatro seres vivientes eran derechos (v.7).
Es
decir, sin junturas como la de la odilla, a fin de estar listos para moverse
rápidamente en cualquier dirección; la planta era (v.7b) como planta de pie de becerro,
es decir, “redonda,
para volverse lisamente en cualquier dirección” (Lofthouse, citado
por Fisch); añade que los pies (v.7c) centelleaban a manera de broce muy
bruñido (compare con Dn. 10:6; Ap. 1:15). Recordemos que el bronce es símbolo
de la ira, o de la majestad severa, de Dios.
(d) Además de las caras,
las alas y los pies, se añade (v.8.)
Que,
debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos, esto es, cuatro manos, de
hombre. Feinberg comprendía del siguiente modo el significado de todos los
miembros:
(e) Finalmente, se nos
dice (v.9, y se repite en los vv. 12 y 17).
Que
no se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia
adelante. Para
que el lector pueda imaginarse fácilmente estos movimientos, ténganse en cuenta
estos tres puntos:
· Primero, que los cuatro
seres vivientes forman un cuadro en el que las respectivas caras de hombre
miran al frente,
· Segundo, que, al tener cada
uno una cara a cada lado, no necesitan volverse cuando se les ordena cambiar la
dirección del movimiento;
·
Tercero, que caminan
(v.12b) hacia donde el espíritu les mueve a que anden; no siguen sus propios
impulsos, sino los del espíritu divino que los anima. El caminar derecho, como
dice Feinberg, “nos
declara la verdad de que los principios de la Soberanía de Dios siguen su curso
sin desviación”. Según la dirección a las que el espíritu les
impulsaba, estos seres vivientes (v.14) corrían y volvían a semejanza de
relámpagos, ¡tal
era su rapidez!
1.3.
El Versículo 13 Es Vertido De Dos
Maneras:
(a) El texto masorético dice:
“Y la semejanza de los seres vivientes (era:
su apariencia como de carbones de fuego, ardiendo como la apariencia de
antorcha; fulguraba de un lado a otro en medio de los seres vivientes; el fuego
resplandecía; y del fuego salía el relámpago” (lit.).
(b) Algunas versiones modernas (no la NVI) siguen a los LXX,
la Vulgata y a ciertas versiones muy antiguas, y cambian del modo siguiente la
primera frase del versículo:
“Y en medio de los seres vivientes, una visión como de
carbones de fuego encendidos, etc.”. El
cualquiera de los dos casos, y no hay por qué apartarse del texto hebreo, el
sentido es claro:
El profeta vio estos seres vivientes a la luz misma que de ellos emanaba, debido al resplandor como de brasas ardientes que había en el centro del cuadro que ellos formaban. Los ángeles son criaturas de luz y están en la luz, pero nosotros los vemos a ellos y sus obras como a través de antorchas que fulguran de un lado a otro por entre ellos; cuando se marchen las sombras y despunte el día, los veremos con toda claridad.
Tienen forma humana, pero cada uno tiene cuatro caras y dos pares de alas.
Los Rostros Son Como Los De:
· Hombre[2],
· León[3],
· Becerro[4], y
· Águila[5].
Los seres vivientes se desplazan yendo y viniendo como relámpagos.
II. LAS CUATRO
RUEDAS: 15-21:
2.1. La Visión De Las Ruedas (vv. 15-21):
La gloria de Dios no aparece solamente en
el esplendor del mundo superior, sino también en la firmeza de Su gobierno en
el mundo inferior. Mientras Ezequiel (v.15) miraba los seres vivientes y
contemplaba cosas tan gloriosas, se presenta ante sus ojos otra visión.
a. Las dispensaciones
de la Providencia son comparadas a las ruedas de una carroza. Las ruedas,
aunque no se mueven por sí mismas como los ángeles, son sin embargo movibles.
A los cuatro
lados, junto a los seres vivientes, había una rueda sobre la tierra. Había tal
conexión entre los vivientes y las ruedas, que juntos se movían y juntos
descansaban (vv. 19 y ss.). La razón es (v.20, al final) porque el espíritu de
los seres vivientes estaba en las ruedas. Advierte Feinberg que “esta
descripción no tiene absolutamente nada que ver con ninguna invención ni con
ningún descubrimiento moderno”.
b. En los versículos
15 y 16 vemos que había una rueda al lado de cada ser viviente; en realidad,
era una rueda “doble”
(v.16, al final):
“como una rueda en medio de otra rueda”. Dice Asencio: “Ruedas
misteriosas a tono con toda la visión…; “dobles” todas ellas y
cruzadas perpendicularmente de modo que pudiesen seguir el movimiento de los
animales (mejor sería que dijese: de los seres vivientes) sin cambiar”.
c. El versículo 16 comienza así textualmente: “La apariencia de las ruedas (heb. opharim, vocablo con el que también se designa un grado inferior de querubines) y de su hechura (era) como ojo de Tarsis…”. Esta expresión, que vuelve a salir en 28:13, indica una piedra preciosa, “una de las especies del crisólito, quizás el topacio” (Fisch). En el versículo 18 se nos dice que los aros, es decir las llantas de estas ruedas, eran altos y atemorizadores, pues estaban llenos de ojos alrededor en las cuatro. Dice Feinberg: “Los ojos en los aros simbolizan la Omnisciencia Divina en las obras de la naturaleza y de la historia (v. Zc. 3:9; 4.10; Ap.4:6; 2 Cron.16:9; Prov.15:3)”. No hay nada que se escape de la mirada de Dios.
2.2. La
Visón De La Bóveda (vv.22-25):
“Y por encima de las cabezas (v.22) de los seres vivientes
(había una) semejanza de expansión (heb. raquía,
el mismo vocablo de Génesis 1:1-8, para designar la bóveda del firmamento),
como el ojo –es decir, el color- de un hielo terrible” (lit.), esto es,
de un cristal aterrador. La extensión y el resplandor de esta bóveda produjeron
en Ezequiel un sentimiento de reverencia pavorosa. Dios está en lo alto, por
encima del firmamento; estos seres vivientes están presentados como debajo del
firmamento, lo cual denota sumisión y sujeción al dominio de Dios. Ezequiel oyó
el sonido de las alas de los ángeles (v.24), a fin de despertarle la atención a
lo que Dios iba a decirle desde encima de la bóveda (v.25). Oyó una voz del que
se sienta en el trono.
Y, cuando resonaba esta voz, los ángeles
plegaban sus alas (v.25, al final) con lo que cesaba el ruido que producían sus
alas, y toda la atención del espectador podía dirigirse hacia el que hablaba
desde encima de la bóveda.
La voz de Dios sólo puede percibirse bien cuando se cierran los oídos a las voces y a los ruidos del mundo.
Dios no está restringido a Jerusalén, sino que rige la vida y la
historia. A pesar de que los
cautivos habían experimentado grandes cambios, Dios todavía llevaba las
riendas.
III. LA EXPANSIÓN
RADIANTE: 26-28:
Las otras partes de esta visión no eran sino el prefacio. En ellas Dios se
daba a conocer como Señor de los ángeles y supremo director de todos los asuntos
de este mundo inferior. Pero ahora que el profeta va a recibir una revelación
de Dios mismo, hemos de mirar por encima de los seres vivientes y de las
ruedas.
NOTA: 1: 26-28: La descripción
sugiere que Ezequiel vio un resplandor de fuego que tenía una apariencia humana
y que él sabía que era viviente y personal (compare Jn. 1:18). Si bien las
apariciones de Dios en tiempos del AT., eran deslumbrantes, no podían efectuar
la Redención. Dios, no sólo aparece como hombre sino que se hace hombre en la
Encarnación de Jesucristo para hacer posible Su Muerte; cosa esencial para la
obra de Redención.
Juan 1:18: A Dios nadie le vio jamás. I, es, puesto que Dios es Espíritu (Jn. 4:24), nadie ha visto jamás a Dios en Su esencia, Su ser espiritual. Con todo, asumió formas visibles, que los hombres vieron en tiempos del AT. (Gn. 32:30; Ex. 24:9-10; Juc. 13:22; Is. 6:1; Dn. 7:9). Y en Jesús los hombres pudieron ver a Dios (Jn. 14:8-9). Cristo da vida (1:12); revela (vv.14, 18); da gracia y verdad (vv.16-17).
3.1. Nótese
Las Semejanzas De Esta Porción Con Apocalipsis 1:12-17:
Ezequiel, al oír la voz que salía de encima de la bóveda, miró, como Juan en Apocalipsis 1:12, 13, y vio “como la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro” (v.26, compare con Éxodo 24:10; Is. 6:1; Dn. 7:9; Ap. 4:2). Es un trono de gloria, de triunfo, de gracia, de gobierno y de juicio.
3.2.
Sobre El Trono Vio (v.26):
“una semejanza como la apariencia de un hombre sobre él, en lo
alto”
(lit.). Feinberg hace notar que “son nueve las veces que el vocablo “semejanza” se
menciona en este capítulo”. Pero hay un detalle que a este traductor
se le antoja extraordinario: Había de esperarse que en un libro profético del
Antiguo Testamento no se mencionase ni siquiera “la apariencia de un hombre” al
hablar de Dios, al ser así que en libro profético del Nuevo Testamento se evita
cuidadosamente la mención de ninguna apariencia de hombre al hablar del que
está sentado en el trono (Ap. 4:2, 3).
La razón no puede ser otra que la siguiente: El que aparece “sobre la figura del trono” en Ezequiel 1:26-28 no es otro que el Cristo pre encarnado, por medio del cual Jehová-Dios va a comunicar a Ezequiel su mensaje. Una vez encarnado todos los detalles con que se describe al que está en el trono coinciden con lo que Juan vio en Apocalipsis 1:12-17, atribuido a Jesucristo. Por tanto, ya puede quedar Dios el Padre, en Apocalipsis 4:2 y ss., en su absoluta transcendencia (compare con Juan 1:18; 14:9), ya que tenemos a uno semejante al Hijo del Hombre (Ap. 1:13).
3.3.
Ezequiel Vio A Continuación (v. 27):
“Como el color –u ojo- del electro (lo mismo que en 1:4; 8:2), como la apariencia de fuego en derredor envolviéndolo”. Refiriéndose a la división descrita en el versículo 27, “… de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo…”.
Dice M. Henry: “Lo de arriba era interior y
envuelto. Lo de abajo era exterior:
· Algunos piensen
que lo primero significa la naturaleza divina de Cristo, escondida dentro del
color del ámbar (es decir, del electro); esto es lo que ningún hombre ha visto
ni puede ver.
· Lo segundo supone que
es su naturaleza humana, cuya gloria fue vista por algunos… (Jn.1:14)”.
En una línea parecida, dice Maimónides cosas tan interesantes como éstas (Guía, III, 7, citado por Fisch):
Es también digno de notarse que la
apariencia de hombre sobre el Trono está dividida, y es la parte superior como
el color de jashmal,
y la parte inferior como la apariencia de fuego… Ahora considera cómo afirmaron claramente los sabios que la
apariencia dividida de hombre no representa a Dios, quien está sobre toda la
carroza, sino que representa una parte de la Creación.
Asimismo, Dice El Profeta:
· Ésta era la apariencia de la semejanza del SEÑOR (los judíos evitan nombrar a Jehová –nota del traductor-);
· Pero la gloria del SEÑOR es diferente del SEÑOR mismo.
Basta leer Filipenses 2:6 y Hebreos 1:3 (“siendo el resplandor de su –de Dios- gloria”) para ver hasta qué punto tales “sabios” judíos llegaron a ser casi cristianos.
3.4. El Trono Estaba Aureolado Por Algo:
“semejante al arco iris (v.28) que aparece en las nubes el día que llueve” (v. el comentario a Gn. 9:13 y compare con Apocalipsis 4:3; 10:1). Así como es un alarde de majestad, es también prenda de misericordia, pues es confirmación de la benigna promesa que Dios tiene hecho. Ahora que el fuego de la ira de Dios fulguraba contra Jesucristo, se podía mirar al arco iris y recordar el pacto, como prometió en referencia al pacto con los patriarcas (Lv. 16:42).
3.5. Como En El Caso De Juan (Ap. 1:17).
Ezequiel (v. 28c) se postró sobre su
rostro, abrumado por lo que había visto, lo cual, a su vez, sólo tenía por
objeto prepararle para escuchar lo que iba a oír: “y oí la voz de uno que hablaba” (lit.).
Lofthouse hace notar, citado por Fisch,
que “la
reticencia al final del versículo es digno de especial atención después de la
abundancia de los detalles precedentes”.
3.6. Nada
Mejor Para Terminar El Comentario A Este Difícil Capítulo 1 de Ezequiel Que
Transcribir Lo Que Dice Feinberg Al Final De Su Comentario Al Presente
Capítulo, Bajo El Epígrafe:
“¿Cómo se refiere todo esto a nosotros?”. Dice así:
Cuando el lector corriente de la Escritura
llega a un pasaje como Ezequiel 1, puede a veces pensar que las materias bajo
consideración están muy alejadas de su vida y servicio. Pero lo contrario es lo
cierto.
Justamente como Ezequiel fue un mensajero
fiel por Dios, que advirtió del juicio
para los incrédulos, y aseguró bendición para los creyentes, así también
nosotros hoy tenemos el privilegio sin par de convocar a todos los hombres a la
verdad en Cristo el Señor.
Si hemos tenido alguna vez una visión de la Santidad y Majestad de nuestro Dios, ¡cómo podemos dejar de proclamar Su Mensaje de urgencia para los perdidos! Si somos fieles, Él ha prometido llamar a un remanente de entre todos los pueblos. ¡Ojalá sea llevado a cabo este cumplimiento en nuestras vidas!
Concluyo:
Como Ezequiel no tenía fuerza propia, el Espíritu entró en él. Dios se complace en su gracia de obrar en nosotros lo que sea que requiera de nosotros. El Espíritu Santo nos pone de pie inclinando nuestras voluntades a nuestro deber. Así, pues, cuando el Señor llama al pecador que se despierte, y atienda a los intereses de su alma, el Espíritu de vida y gracia trae el llamamiento.
Ezequiel es enviado con un mensaje a los hijos de Israel. Muchos podrían tratar con desprecio este mensaje, pero
debieran saber por el acontecimiento, que un profeta había sido enviado a
ellos. Dios será glorificado y su palabra honrada, sea sabor de vida para vida
o de muerte para muerte.
Si somos fieles, Él ha prometido llamar a un remanente
de entre todos los pueblos.
___________
Notas Y Bibliografía:
[1] H3742 כְּרוּב = kerúb: de derivación incierta; querub o
figura imaginaria: - querubín, [plural] querubines.
[2] H120 אָדָם
= adám: de H119; rojizo, i.e. un
ser humano (individuo o la especie, humanidad, etc.): - Adán, común, gente, humano, persona, varón.
(Strong).
[3] H5695 עֵגֶל
= éguel: de lo mismo que H5696;
ternero (macho, como retozando alrededor), espec. uno casi becerro (i.e. toro):
- becerro,
novillo.
[4] H7794 שׁוֹר
= shor: de H7788; buey (como
viajero): - becerro,
buey, toro, tocar, vaca, pared [por error por H7791].
[5]
H5404 נֶשֶׁר = nésher:
de una raíz que no se usa que sign. lacerar; águila (o algún otra ave grande de
rapiña): - águila.
(Strong).
-
Biblia de Estudio RYRIE.
- e-Sword-the. LEDD.
- MATTHEW, Henry. Comentario Bíblico. Edit.
Clie. Págs. 900-901.
-
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 16//06//2016.
MISIÓN
BAUTISTA: “EMANUEL”. Ciudadela de
Noé. Los Cardos Mz.E-Lt.18. III Etapa.
Cerca del Hospital Regional II. Cel.
942-562691-Tumbes. (Clave: 1389)
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