Parte I:
LA DEMONOLOGÍA BÍBICA COMO NORMA DE
EVALUACIÓN:
“Pero
algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del
Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo… Había
siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto… Pero
respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús
conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?... Y el hombre en
quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más
que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnuda y herida… Y esto
fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos como griegos; y
tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús”.
(Hechos 19:13-17).
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Las
Escrituras son intensamente realistas.
Invariablemente representan un vívido retrato verdadero de cualquier cosa que
puede ser descrita. Esto es lo que naturalmente se esperaría de una revelación
inspirada y dada como lo es de acuerdo con las más altas normas de la verdad
divina e infalibilidad. En sus páginas no hay lugar para el romanticismo o
lentes de color rosa para describir el carácter de individuos, o cosas, o el
estado de las naciones.
Se presenta a la gente y
condiciones tal y como son. Tanto lo
bueno como lo malo aparecen con sus verdaderas facies. Tanto os amigos más
cercanos de Dios, como también sus enemigos implacables y abiertos; su pueblo
Israel, como también las naciones paganas que los rodeaban, están fotografiados
al estilo de “cámara
escondida” y presentados con destacada y vivida realidad.
No hay
esfera en que su fidelidad a la realidad y veracidad se muestre más
ventajosamente que en los dominios del fenómeno demonológico, donde la
distorsión y la extravagancia proliferan tan notoriamente en todas partes. El
inequívoco criterio es absolutamente digno de confianza ya sea para la
revelación de la verdad demonológico básica, o la estimación de diversos
fenómenos demonológico, o para la compleja descripción de gentes bajo el poder
paralizador del mal sobrenatural.
El carácter de la demonología bíblica en sí misma, como clara e inequívoca verdad registrada, la califica como una completa y segura norma de evaluación para estimar el carácter de la demonología en general, tanto rabínica como étnica.
I.
CARÁCTER DE LA DEMONOLOGÍA BIBLICA:
Por necesidad, se habla acerca de algunas de las
características de la demonología bíblica en otros lugares de esta obra.
Sin embargo aquí es necesario decir algo más definido y detallado respecto de sus características más sobresalientes y distinguidas.
1.1.
LA DEMONOLOGIA BIBLICA TIENE UN TONO
ELEVADO:
La
demonología del Antiguo Testamento, así como la del Nuevo, se mueve en un alto
nivel. Los críticos que suponen que la demonología del Antiguo Testamento es un
desarrollo evolucionario del animismo, a través del politeísmo o alguna otra
primitiva fe elemental hasta llegar al monoteísmo, quedan en situaciones
embarazoso ante el elevado espíritu del Antiguo Testamento.
Esto
presenta un contraste asombroso con el tenor crudo y grosero del pensamiento religioso
contemporáneo, e indica elocuentemente cuán débil e insignificante fue la
impresión del pensamiento pagano sobre la misma. Los intentos por comprobar la
hipótesis evolucionaria1) en
la religión israelita, indagando en los llamados “remanentes” del animismo,
totemismo, tabús y adoración de los ancestros en el Antiguo Testamento, como
evidencias de un supuesto desarrollo de las llamadas “etapas más antiguas de la creencia”,
son vanos e inútiles.
Estas evidencias supuestas están en oposición a la grandeza del monoteísmo hebreo o en desacuerdo con el crecimiento histórico de la religión hebrea, cuya base es la separación y no el secretismo[1].
En el
llamamiento de Abram y la formación de la nación de Israel, Dios purificó y
separó un pequeño arroyo del vasto río contaminado de la humanidad. Su
propósito era guardar esta porción pura y separada, para que por medio de ella,
con el tiempo, limpiar el gran río. Su pureza consistía en una separación clara
y terminante para el único Dios verdadero, en medio de la idolatría universal
(Dt. 6:4; Is.43:10-12).
La religión israelita comenzó como monoteísta puro, en una separación radical y completa del politeísmo; y grandeza estriba en su perpetuación como tal, por medio de un aislamiento rígido sin ninguna clase de transigencias. Este es el secreto de la altura de su demonología y de su religión en general. Tengamos en cuenta también las palabras de George W. Gilmore:
“Todavía debemos observar que ni siquiera en su monoteísmo la religión de Israel muestra una mayor altura sobre a fe de los pueblos de alrededor como en su demonología” 2).
1.2. LA DEMONOLOGÍA BIBLICA ESTA
LIBRE DE EXAGERACIÓN Y SUPERSTICIÓN:
Quizá
nadie se atrevería a negar que la obvia elevación del tono de la demonología
bíblica sea manifiestamente superior a los burdos de los sistemas
contemporáneos. Sin embargo, hay personas que negarían que esté completamente
libre de exageración popular y
superstición.
Lo dicho
por Whitehouse concerniente a la demonología del Nuevo Testamento de que “es, en todas sus
amplias características, la demonología del judaísmo contemporáneo despojada de
sus crudas y exageradas semblanzas”3), debe tomarse como
la opinión de muchas concerniente al demonismo bíblico globalmente. No quiere
reconocer que está completamente libre de exageración y superstición. Esta
tendencia no es sino la repetición de una de las dificultades que estorban este
campo de investigación: el problema de la
duda.
El
escepticismo parece centrarse en el aparente aumento de actividad demoniaca en
los tiempos de nuestro Señor y el elevado número de asombrosos casos de
posesión demoniaca.
Ya que
esta fase del estudios será tratado más extensamente en capítulos posteriores,
es suficiente notar de paso, que, lejos de haber algo crudo o exagerado en esas
narraciones, con el sabor del demonismo popular de aquellos días, para poner en
peligro la fe inteligente, debemos notar más bien una casta influencia,
refrenando la curiosidad.
Restringiendo
la imaginación, limitando severamente la esfera de operación demoniaca,
haciendo énfasis sobre la relación de los demonios con los desórdenes morales
de la raza humana y conspicuamente pasando por alto los métodos mágicos4).
Es éste, como en todos los demás casos, la demonología bíblica permanece en su
elevado plano. La ausencia de excesos supersticiosos y exageración ofrece todo
el aliciente posible para una fe devota e inteligente.
1.3. LA DEMONOLOGÍA BIBLICA ES EXACTA Y CONFIABLE
EN SU ESFERA:
Esta confiabilidad ha sido frecuentemente puesta en duda, aunque siempre sin fundamento, con respecto de muchos fenómenos demonológico, pero especialmente con respecto a aquellos casos de posesión demoniaca en el Nuevo Testamento.
Se dice,
que éstos no eran como se describían llenamente, hechos sobrenaturales; sino
meramente ataques de enfermedades desconocidas de cuerpo y mente y que nuestro
Señor, al atribuirlas a la habitación demoniaca, se acopló a la ignorancia
supersticiosa de los que le escuchaban y las creencias populares de aquel
tiempo, con el objeto de hacerse entender, especialmente por aquellos que
estaban sufriendo5).
Esta
posición no sólo viola todo principio de sana exégesis de las claras palabras
del texto sino que acusa al Señor Jesús quien desenmascaró y denunció la
superstición en asuntos de mucha menor importancia, de sancionar un error
específico que siempre ha sido el baluarte de la superstición.
El caso de
la entrada de los demonios en los puercos (Chanchos, cuchis, puercos, etc.) de Gadara (Mr.
5:11-14) y el violento efecto producido sobre ellos, es suficiente, sin
necesidad de más argumentos, para mostrar la falsedad de esta contienda. Es un
mero rechazo naturalista de la sobrenatural, el fruto del problema siempre
presente de la incredulidad.
La autenticidad y exactitud de estas narraciones bíblicas, sin embargo permanece intacta6). El escepticismo quizás no pueda aceptar los relatos de las Sagradas Escrituras pero sus pobres y débiles argumentos no pueden deshacerlos.
1.4.
LA DEMONOLOGÍA BIBLICA TIENEN UN VASTO
ALCANCE:
El mal no
es una moda insignificante que gradualmente desaparece, ni alguna aberración
trivial temporal que afecta sólo a la humanidad para ser tratada a la ligera y
frívolamente. Lejos de ser intrascendente, todo el tema está investido de una
trascendencia de mucho peso.
El pecado
es sencillamente pecaminosa, desligando de Dios y condenado eternamente. Su
terrible manifestación, abrazadora y destructora en el universo moral, hace
surgir la poderosa demostración de la infinita bondad y gracia de Dios en
Cristo, en sus planes de redención y propósitos que abarcan las edades
(Ef.1:4,5):
Ø La majestad original y pureza de
la carrera de Satán (Ez.28:12-19),
Ø Su rebelión dramática (Is.14:12-14),
Ø Su organización en los
cielos de un numeroso ejercito de ángeles malvados bajo su mando (Ef.6:12),
Ø
Su
intervención en la caída del hombre (Gn.3:1-8),
Ø
Su
implacable y siniestra actividad en el presente
(1
P.5:8),
Ø
Su futura
expulsión de los cielos (Lc.10:18; Ap.12:7-9), y
Ø
Su condenación final con todos sus
seguidores (Mt.25:41;
Ap.20:10).
Presentando una escena de horribles grandeza y magnitud e ilustran la extensión e importancia de la demonología bíblica.
1.5.
LA DEMONOLOGÍA BIBLICA TIENE UN
PROPÓSITO PRÁCTICO:
Algunos
consideran todo el tema de la demonología bíblica como accidenta y sin
propósito esencial; una mera incursión de las supersticiones populares
contemporáneas en los relatos bíblicos7).
Otros relacionarían los hechos con los remanentes de las creencias animistas o politeístas en el proceso evolutivo desde una fe más primitiva y burda8).
Sin
embargo, se enfatiza la vacuidad de tales hipótesis naturalistas sin
fundamento, por lo eminentemente práctico y propósito intrínseco de la
demonología bíblica. Lejos de satisfacer una curiosidad ociosa o alimentar a
una mórbida imaginación, su casta reserva indica sus altos objetivos de
iluminar y prevenir a los incautos en contra del peligro siempre amenazador del
mal sobrenatural y de señalar el camino para su liberación y victoria.
Más
conocimiento que éste no se necesita, y de allí que tampoco es dado más. Esta
parece ser la clave de la explicación del problema del silencio de la
revelación, tan notable en muchos aspectos de este estudio. Lo que deseamos
conocer, quizá no siempre sea lo que debemos conocer para nuestra edificación y
santidad práctica.
Quizá deseáramos saber algo
más sobre el origen preciso y la naturaleza de los demonios:
· Pero lo que necesitamos saber es cómo
poder “estar
firmes contra las acechanzas del diablo” (Ef. 6:11),
· Que
nuestra lucha no es “contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12),
·
Que nuestro adversario anda “como león
rugiente… buscando a quien devorar” (1 P. 5:8),
·
Que es como un “ángel de luz”, engañando (2 Cor. 11:14),
y
· Aunque no suframos por causa de él, debemos, como el gran apóstol, no estar ignorando de sus maquinaciones (2 Cor. 2:11).
1.6.
LA DEMONOLOGÍA BÍBLICA ES SANA EN SU
TEOLOGÍA:
La
demonología tal como aparece en la Biblia, es congruente con la doctrina de la
soberanía de Dios. Al respecto es única, y se yergue en contraste incisivo con
los conceptos rabínicos y étnicos, en donde la malignidad, el poder y la
independencia permitida a los demonios son sólo compatibles con un credo politeísta.
Nacido y alimentado en un rígido monoteísmo, el demonismo bíblico fue purificado en su fuente y se guardó impoluto[2] de aquellas torcidas y groseras supersticiones que contratan con la majestad de Dios.
La esclavizadora y temible naturaleza del demonismo popular de los cultos contemporáneos vecinos, era sumamente estriña a largo experiencia de Israel de la singularidad, bondad y poder de Jehová (Ha-Shem ‘El Nombre’ Adonai).
Hasta la frecuente
apostasía, y los desvíos hacia contaminaciones idólatras, hicieron poca o
ninguna impresión sobre el pensamiento teológico cristalizado, y estas
aberraciones transitorias se encontraron con una viril reacción monoteísta que
limpió la contaminación. La verdad revelada permaneció intacta y continuó
siendo la norma inexpugnable para llamar del error de su camino a los que se
apartan.
Más todavía, el monoteísmo de Israel guardó su demonismo singularmente puro de un amenazador dualismo.
La Religión Persa, Por Ejemplo: Divide al mundo dos imperios diferentes:
Ø
Buenos, y
Ø
Malos.
Cada uno es
presidido por Dios absolutamente independiente.
El “espíritu destructor” que gobierna en el
reino del mal, no es responsable ante nadie por sus acciones. El reino con
poder sin impedimento en su dominio particular. Será vencido por el dios del
reino del bien sólo al fin del mundo.
El creó a los
demonios, que son los autores del pecado y todo lo que es malo y contaminado en
el mundo.
En completo contraste con este concepto, está el sublime tono unitario de la demonología bíblica.
Satán, como una criatura caída, y cabeza de un vasto reino de
malos espíritus, aunque majestuoso y pujante, está completamente bajo la
soberanía de Jehová (Ha-Shem ‘El Nombre’ Adonai), quien sólo es el Creador y
Dios Todopoderoso. Satán no puede crear nada; tampoco puede perpetrar ningún
mal, ni físico ni moral, sin la sanción de Jehová. Su propósito en el programa
divino está escrito, el alcance de su perturbación está dado y su inevitable
condenación está sellada.
A pesar de esta
evidente antítesis, frecuentemente se afirma que la demonología persa afectó el
concepto bíblico sobre Satán9). En contra de esta posición basta
decir que todas las características esenciales de Satán estaban ya contenidas
en la serpiente edénica y el libro de Job (que jamás se ha probado ser postexílico); así
que los judíos no necesitaban de una influencia importada para concebir su
personaidad.10)
La demonología
bíblica es también congruente con la doctrina del libre albedrío del hombre. La
casi irrestricta extensión de sus actividades, y la prácticamente irrefrenada
potencia de los demonios sobre los seres humanos, en el demonismo popular
semítico, dejaba poca dignidad a la libre voluntad del hombre.
La voluntad del hombre era una débil protección contra el maligno capricho demoniaco. En la exuberancia de a fantasía popular, el hombre era sólo poco más que una indefensa víctima de un prolífero ejército de demonios, que lo azotaban con toda enfermedad y mal imaginables.11)
En Antítesis a esta
afluencia de fantasía mórbida las Escrituras sacramente. Guardan
la dignidad de la elección humana. Ninguno que elija la luz puede ser invadido
por la fuerzas de las tinieblas. Es solamente cuando el iluminado elige
deliberadamente las tinieblas o da lugar al pecado, que se expone a sí mismo al
poder demoniaco:
Ø
Ciertamente
fue la desobediencia repetida y deliberada de Saúl a la voluntad divina (1 Sam. 13:13; 15: 22,23),
Ø
Lo
que hizo que su voluntad debilitada fuera susceptible a la influencia demoniaca (1 Sam. 16:14).
Ø
Fue
cuando Israel, iluminado por el conocimiento del verdadero Dios, rechazó la luz
y sirvió a los ídolos, que ellos “sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios” (Salm.
106:37).
Ø
El
rechazo de la verdad por una mentira lo deja a uno expuesto a los “espíritus
engañadores y a doctrina de demonios” (1 Tim. 4:1).
Hasta en el caso
de los endemoniados, Edersheim dice que hay un elemento moral involucrado,
tomando en cuenta la responsabilidad personal del endemoniado, ya que el estado
demoniaco no es permanente. Durante “el período de libertad temporal”, el endemoniado
puede “sacudirse
y quedar libre” de poder demoniaco, o buscar liberación de él12).
Desde el tiempo de los padres de la Iglesia13), muchos teólogos cristianos han dicho que hay una responsabilidad moral en los endemoniados, siendo el pecado el precursor del estado demoniaco14). John Lightfoot15), Herman Olshausen16), J. L. Nevius17), y J. Weiss18), entre muchos otros, han sostenido vigorosamente esta posición.
1.7. LA
DEMONOLOGÍA BÍBLICA ALIVIADA POR UNA EFICAZ LIBERACIÓN:
La Escritura da
una figura vívidamente realista de la terrible destrucción y ruina causada por
el pecado. Los efectos y ramificaciones de la entrada y desarrollo del mal en
el universo moral toman proporciones gigantescos. Todo el oscuro drama, a
primera vista, puede parecer una tragedia de un alcance sin paralelo, sin que
nada mitigue su miseria.
Pero, por el
contrario, el cataclismo de oscuridad diabólico hace surgir el resplandor de la
luz divina. La erupción de odio infernal atrae
un diluvio de amor divino:
· El
espectáculo lastimoso de rebelión y destrucción llega a ser la ocasión para el
evento más grandioso de todas las edades, la demostración de la insondable
gracia de Dios en la revelación de Sí mismo en Cristo, quien conquistó
completamente todos sus enemigos y quitó el pecado “por el sacrificio
de sí mismo” (Heb. 9:26).
· “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las
obras del diablo*” (1 Jn. 3:8). *Diablo:
G1228 διάβολος = diábolos:
de G1225; calumniador; específicamente Satanás [Compare H7854]: - calumniador,
diablo. (Strong).
Ø
Si
no hubiera sido por su obra redentora,
Ø
Su
vida sin pecado,
Ø
Su muerte
vicaria,
Ø
Su
resurrección triunfante,
Ø
Su
gloriosa ascensión,
Ø
Su
intercesión presente, y
Ø Su venida futura.
El vasto drama del mal
hubiera sido la más negra tragedia de todas las edades sin la iluminación de un
solo rayo de esperanza:
· Pero ÉL es quien trae
salvación de la ruina y triunfo del desastre. Su Persona y obra gloriosa
completa constituyen la única, pero toda suficiente, base para liberación del
funesto poder del mal sobrenatural.
· Él es “el camino” que nos guía
fuera de las tinieblas, “la verdad” que nos protege del error y “vida” que nos libra de la
muerte (Jn. 14:6).
·
En ÉL hay completa redención;
· Sin ÉL sólo hay miserias sin alivio.
El contraste con las
demonologías profanas es competo. Ellas no
ofrecen emancipación de la horrible tiranía del pecado, puesto que están
sobrecargadas de miedo paralizador y crueles supersticiones.
La supuesta
liberación por sus falsas deidades no es sino la quimera de una imaginación
entenebrecida. Más todavía, hay muy poco progreso sobre el politeísmo en las
extravagancias de un sistema monoteísmo como el mahometismo[3].
Los doctores
musulmanes respetan muy poco la persona de Cristo y menos todavía su obra
terminada, única, cuando imaginan que su nacimiento ocasionó la expulsión de
los Jinn (demonios)
de tres de los “siete” cielos, ¡Mientras que el nacimiento de Mahoma, hizo
que se expulsara los demonios de los cuatro cielos restantes! 19)
Se puede esperar
perfección y rectitud de todo aquello que tenga origen divino, y todo lo que
sea producto de una sabiduría infinita. El carácter de la demonología bíblica
no solamente prueba lo que declara ser, una revelación de Dios, sino también,
como tal, demuestra que es verdadera y completamente confiable como criterio de
evaluación, Proporciona el modelo de verdad para probar el error.
Constituye el esquema de la realidad para probar toda imaginación e irrealidad. En su luz vemos la luz, así como la oscuridad, lo torcido y lo fantasmagórico. Sólo ella puede ser una norma infalible para diferenciar entre verdad y falsedad, hecho y fantasía. La demonología, ya sea étnica o rabínica puede ser vista a su luz verdadera, cuando es medida con sus normas seguras y confiables.
II. EL CARÁCTER DE LA DEMONOLOGÍA ÉTNICA:
Sin el pleno de la
verdad revelada para guiarnos, sería una tarea imposible y sin esperanza
intentar rectamente en las confusiones y complejidades del pensamiento y
prácticas paganas.
Con tan tremenda
complicación de detalles y a menudo tan refinada y astuta mezcla de verdad y
error, el estudiante de religión, procediendo sobre meras hipótesis
naturalistas, sin la guía infalible de la revelación, es como un barco sin
mapa, timón o brújula, llevado de aquí para allá en un mar tempestuoso lleno de
arrecifes:
Ø
La
verdad y la exactitud de la interpretación sufrirán inevitablemente un
naufragio.
Ø
Sólo
a la luz de la Palabra de Dios se puede diferenciar la verdad del error;
Ø
El
hecho ocurrido, separado de la fantasía, y la realidad percibida como actual.
Solamente una norma divina puede proporcionar un criterio válido para estimar los sistemas paganos de pensamiento. Sólo a la luz divina puede ser evaluado confiadamente el carácter de la demonología étnica.
2.1.
LA DEMONOLOGÍA ÉTNICA ES BAJA Y
DEGRADANTE EN SU TONO:
El
politeísmo, que es la base de los sistemas de la demonología étnica, hace
llegar la levadura de su corrupción a todo el pensamiento religioso del que
forma parte. El monoteísmo, con un Creador y Redentor infinito que es Omnipotente,
Omnisciente y Omnipresente, infinitamente bueno y Santo,
extiende su pureza a todo el tejido teológico del que forma trama y urdimbre.
En el momento de que hay un alejamiento de un Ser infinito, supremamente Santo
y Bueno, y se multiplican las deidades, en la misma proporción se les desagrada,
y degradan a aquellos que las adoran.
Las
deidades degradadas, con poderes limitados, a menudo de santidad y bondad dudosas, no pueden reprimir la independencia,
malignidad y capricho permitidos a los conceptos demoniacos.
Realmente, las deidades, las deidades mismas, no teniendo vida (Jr. 16:20*; **Salm. 96:5), y simplemente invenciones de mentes oscurecidas (Am. 2:4), no son otra cosa, sino el visible anzuelo de los dioses paganos, tan conspicua en la Septuaginta (Biblia de los LXX 70: Salm. 91:6; 96;5; 95:5; Is. 63:3,11) es prueba de que ya en el siglo III a. C., el demonismo era reconocido como la dinamita de la idolatría, y la adoración de imágenes era considerada como adoración a los demonios, como Pablo también lo declara (1 Cor.10:20,21).
*Jeremías 16:20: “¿Hará acaso el hombre dioses para sí? Mas ellos no son dioses”.
Ayuda Hermenéutica:
dioses: H430 אֱלֹהִים = elojím: plural de H433;
dioses en el sentido ordinario; pero específicamente que se usa (en plural así,
específicamente con el artículo) del Dios supremo; ocasionalmente se aplica
como forma deferente a magistrados; y algunas veces como superlativo: - ángeles, Dios (dioses), diosa,
extremo, grande, ídolo, juez, poderoso, rey. (Strong)
**Salmo
96:5: “Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos;
Pero Jehová hizo los cielos”.
Ídolos: H457 אֱלִיל = elil: aparentemente de H408;
bueno para nada, por analogía vano o vanidad; específicamente ídolo: - ídolo, imagen, inútil, nulo.
(Strong).
Véase Parte II:
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