Parte I
LA DEMONOLOGÍA BÍBLICA Y
LA HEREJÍA:
(1 Timoteo 4:1)
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos
algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrina de demonios”.
(1
Tim.4:1)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Todo el conjunto de la verdad revelada, que constituye la
Biblia, inspirada y dictada por Dios, es el gran baluarte y defensa en contra de
todo poder maligno y mal sobrenatural. Una fe absoluta
en sus enseñanzas y una verdadera apropiación de sus preceptos, constituyen la
garantía única, pero todo suficiente, en contra de las sutilezas satánicas y la
astucia demoniaca.
En tanto se acepta y se sigan las verdaderas de las Sagradas
Escrituras, Satán y sus huestes quedan despojados de poder para
hacer mal o guiar por el mal camino al
hijo de Dios. Solamente cuando la verdad revelada es despreciada o rechazada ya
sea totalmente o en parte, es cuando los poderes de la tinieblas tienen la
oportunidad de causar daño y hacer estragos en el cristianismo.
A la luz de estos hechos, no es sorprendente saber que los principales ataques satánicos y demoniacos se dirigen, específica e incesantemente, en contra la Palabra de Dios; tampoco debe llamar la atención el descubrimiento de que el ataque en contra de la ciudadela de la verdad revelada es tal vez la ocupación principal y más conspicua de los demonios.
I. EL DEMONISMO Y EL ENGAÑO DOCTRINAL:
Las advertencias en contra del error y la corrupción
doctrinal tienen una prominencia notable en las Sagradas Escrituras,
especialmente en las páginas del Nuevo Testamento.
Ya sea Moisés, exhortando apasionadamente a los israelitas
a servir a Jehová y a no olvidar sus preceptos (Dt. 9), o David, aconsejando en
solemne asamblea a Israel y a su hijo Salomón (1 Cron. 28), o los profetas,
advirtiendo claramente, sin ninguna transigencia; o nuestro mismo Señor,
prediciendo la aparición de “falsos Cristos, y falsos profetas” (Mt. 24:24), o
el apóstol Pablo, previniendo a los ancianos de Éfeso en contra las
maquinaciones de los “lobos rapaces” (Hch. 20:29), o Pedro, profetizando
en contra de los maestros apóstatas (2
P. 2), la Biblia muestra usualmente a la herejía y la falsa doctrina
como el simple resultado de una deserción en el agente humano.
Pero no falta una revelación definitiva de las causas más profundas, que las meras manifestaciones de error y apostasía en la conducta humana. Como es usual las Escrituras nos conduce a las realidades últimas y causas finales, más que a los simples efectos desarrollados.
1.1. EL DEMONISMO COMO LA FUENTE DEL ENGAÑO
DOCTRINAL:
El apóstol Pablo, en un importante pasaje profético,
rastrea toda aberración doctrinal a las causas más profundas y la fuente originaria,
en los invisibles agentes demoniacos, ocultos detrás de los actores humanos
posibles. Presenta la perversión de la verdad y la piedad como la obra directa
de los esbirros de Satanás, los demonios. “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros
tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrina de demonios” (1 Tim. 4:1).
Los “[1]espiritus [2]angañadores” son los “demonios” engañadores, quienes incesante y diligentemente prevertien la verdad y tratan de alejar a pueblo de Dios de la Sana Doctrina.
Como la Iglesia es guiada “a toda verdad” por el “Espíritu de verdad”
(Jn. 16:13) el único fundamento de toda inspiración verdadera, Él es resistir
en sus benéficos ministerios por Satán, el “espíritu de error” (1 Tim. 4:6), el archienemigo
de la verdad y el gran engañador, quien, junto con sus demonios ayudantes, es la
fuente de toda fase inspiración.
Pero como Satán es una simple criatura, y a diferencia del
Espíritu
Santo, no es ni infinito ni omnipresente, requiere la ayuda de un
ejército innumerable de espíritus malignos y engañadores para llevar a cabo con
efectividad su vasto programa de engaño y corrupción doctrinal. De la misma
manera que el “Espíritu
de verdad” inspira a los genuinos profetas y maestros de Dios (1
Cor. 12:3), así el “espíritu de error” y sus espíritus satélites,
motivan a los “muchos
falsos profetas (que) han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1). Es por eso
que los apóstoles Juan y Pablo determinan que el error tiene su causa real en la
actividad satánica y demoniaca, más que en los agentes humanos.
La inspiración falsa toma la forma precisa de “doctrina de demonios”. La frase paulina no quiere decir “doctrina sobre demonios” o demonología. Tampoco se refiere a heresiarcas, o promulgadores humanos de extraños “[3]ismos” y [4]sectas.
Enfáticamente
liga al demonismo con la falsa doctrina1), y hace una referencia directa a los
malignos espíritus sobrenaturales, y específicamente a las “doctrinas enseñadas
por demonios” que el apóstol Santiago vigorosamente describe como representando
no la sabiduría que “desciende de los altos” sino aquella que es “terrenal, animal
diabólico” (daimoniodes,
“demoniaca”
Stg. 3:15). En otras palabras, Santiago considera o que Pablo llama “doctrina de demonios” una sabiduría pervertida,
que pertenece a la Tierra, a la naturaleza no espiritual y a los espíritus
malignos.
La ocasión inmediata que dio lugar a la revelación del demonismo como la fuente de perversión doctrinal, fue una enseñanza errónea que tomaba la forma de un ascetismo falso, condenando el matrimonio y el consumo de ciertas comidas. El apóstol Pablo termina en una nota triunfal, al reconsiderar el “misterio de la piedad”, y luego repasando majestuosamente los grandes eventos de la redención, desde la encarnación hasta la gloriosa ascensión (1 Tim. 3:16), ofrece la obra completa de Cristo como fondo apropiado, por su sombría referencia contrastante del poder satánico, en oposición a la fe y la verdad de Dios, y presenta la obra terminada de Cristo como la garantía segura y cierto del triunfo futuro de la verdad sobre el erro, a pesar del predominio y la penosa oposición del mal.
El llamado de atención profético contrala actividad demoniaca de los últimos días, que corromperá la verdad y hará que muchos se desvíen de la fe, aparece en un lenguaje particularmente solemne e impresionante. Pablo aparece hablando como si, bajo la influencia profética, tuviera una actividad independiente de sí mismo, como apóstol. “Pero el Espíritu dice claramente (hreos legei, “declara explícitamente”), “que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe” (1 Tim.4:1).
Predicción De La Apostasía:
“Pero el Espíritu
dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe,
escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”.
(1 Timoteo 4:1)
Ayuda Hermenéutica:
Apostataran: G868 ἀφίστημι
= afístemi:
de
G575 y G2476; remover, i. e. (activamente) instigar a la
revuelta; por lo general (reflexivamente) desistir, desertar, etc.: - llevar, apartar, apostatar.
Doctrinas: G1319 διδασκαλία = didaskalía: de G1320; instrucción (la función o la información): - enseñanza, enseñar, doctrina. (Strong).
La
fe es,
por supuesto, todo el conjunto de verdad revelada, que, como bastón de defensa
del creyente, es el blanco especial del asalto demoniaco y que, como Judas nos
recuerda, fue “una
vez a los santos” y debe ser defendida diligentemente, como tesoro y
fuente, sujeta al despojo demoniaco.
Los “postreros tiempos”
son los últimos días de la dispensación del evangelio, mientras la iglesia
profesante cae más y más en la profetizada tibieza laodiceana (Ap.
3:14-22).
Alejándose
de la fe y
rechazando la verdad de Dios las víctimas de Satán prestarán atención a espíritus
engañadores, y doctrinas perniciosas instigadas por demonios.
El apóstol
obviamente está describiendo a cierta clase de personas las cuales son ellas
mismas engañadas, pero que no están engañando activa y agresivamente a otros y que no mantienen
directa e íntima relación con espíritus engañadores, que es la característica
de otra clase, representada en los versículos siguientes. Este segundo grupo
consiste manifiestamente, no de aquellos que han sido enseñados falsamente,
sino de los falsos maestros que los instruyen.
No
solamente engañados ellos mismos, sino que están ocupados activamente en
engañar a otros. Ellos son los agentes humanos a través de los cuales trabajan
los espíritus engañadores, y están tan completamente bajo la tutela y el
dominio demoniaco, que sus discípulos, que los escuchan y siguen, son descritos
como “escuchando
a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”.
Es la insinceridad vacía, las bajas simulaciones y la perfidia de estos maestros mentirosos, junto con una conciencia tan endurecida y cauterizada que no puede distinguir entre lo bueno y lo malo, lo que hace que los demonios puedan utilizarlos como valiosos elementos para el engaño. En aparente, entonces que aquellos que se apartan “de la fe”, y escucharon “a espíritus engañadores y doctrinas de demonios” lo hicieron “por la hipocresía” de sus líderes religiosos y maestros que quedan descubiertos como “mentirosos” y que tienen “cauterizada la conciencia” (1 Tim. 4:1, 2).
“por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia”.
Ayuda Hermenéutica:
Hipocresía: G5272 ὑπόκρισις
= jupókrisis: de G5271;
actuar bajo una parte fingida, i. e. (figurativamente) engaño («hipocresía»):- hipocresía,
condenación.
Mentirosos: G5573 ψευδολόγος = pseudológos:
de G5571 y G3004; mendaz, i. e. promulgando doctrina
cristiana errónea:- mentiroso.
Cauterizada: G2743 καυτηριάζω =
kauteriázo: o καυστηριάζω = kausteriázo; de un derivado de G2545;
marcar («cauterizar»), i. e. (por implicación) dejar insensible
(figurativamente):- cauterizar.
Conciencia: G4893 συνείδησις = suneídesis: de una forma prolongado de G4894; copercepción, i. e. conciencia moral:- conciencia, habituado. (Strong).
Aunque la
forma exacta de error que las “doctrinas de demonios” toman en este ejemplo
particular, está aparentemente circunstancia y limitada a alguna herejía local
que inmediatamente amenazó a la paz y pureza de la Iglesia de aquel tiempo, no
debemos suponer que el engaño demoniaco quede restringido a una insana enseñanza
que inculca un ascetismo hipócrita, que prohíbe el matrimonio y evita el comer
ciertas clases de alimentos.
Las
múltiples formas y casi interminables variedad que pueden tomar “las doctrinas de
demonios”, son ilustradas por las múltiples perversiones del
cristianismo puro, que han sido perpetrados en la Iglesia en el curso de la era
cristiana y especialmente por la confusa Babel de sectas que afligen al
cristianismo moderno.
Sin
embargo, este tipo específico de desviaciones doctrinales enfatizado por el
apóstol, ha sido significativamente prominente en la historia eclesiástica.
Hombres bajo tutela demoniaca pronto comenzaron a enseñar estas herejías aun en
los tiempos apostólicos; y éstas se desarrollaron en sistemas como el
agnosticismo y más tarde en el catolicismo-romano, donde se prohíbe
el matrimonio de los sacerdotes y el pueblo recibe el mandamiento de abstenerse
de ciertas comidas
durante ciertos días, etc. En el presente, precisamente los mismos principios
se observan en sectas espiritistas y otros movimientos ocultistas2).
Tales
abogados de esta austeridad, que es realmente mera pretensión de una piedad
superior, al prohibir lo que Dios ha santificado y establecido, como
incompatible con su propio carácter supuestamente más alto y santo, se exaltan
en contra de la autoridad de aquel que ordenó la institución del matrimonio y
el comer toda clase de alimentos y deja un estigma sobre ÉL, como si fuera un
ser imperfecto.
El inveterado espíritu satánico de rebelión en contra de Dios (Is. 14:12-14), de falsedad confirmada (Gn. 3:4) y de calumnia de la bondad divina (Gn.3:5), es característica de todas las “doctrinas de demonios”, y es discernible en mayor o menor grado, en una forma u otra, en todas sus infinitas variantes. Lo mismo es verdad si uno ve en la frese “prohibirán casarse” a promulgación de doctrinas de “amor libre” y la abolición de la relación matrimonial, o si uno toma el mandamiento de “abstenerse de (ciertos) alimentos” el seguir una dieta prescrita que lo hará a uno más susceptible a la comunicación espiritual3). En todo caso, el carácter esencialmente satánico siempre está aparente en la perversión particular de la verdad de Dios.
En vista
de la incesante industria de Satanás y su innumerable cohorte de demonios
subordinados, celosamente unificados para instigar el error, y pervertir y
distorsionar la verdad de Dios como la principal barrera para el progreso y
éxito de su programa nefando para el mundo, el problema que nos deja perplejos
de a prevalencia de tantas sectas conflictivas e “ismos” en el cristianismo
profesantes actual, con tal contrariedad de opiniones actual aun entre aquellos
de igual afiliación denominacional, llega a ser cada vez menos difícil de
explicar.
El reconocimiento del demonismo como la fuente de engaño doctrinal es la única base adecuada para explicar la moderna Babel religiosa y la presente confusión de las lenguas4).
1.2.
EL DEMONISMO COMO LA DINAMICA DEL
ENGAÑO DOCTRINAL:
El celo y la energía con la
cual los líderes de nuevas y extrañas sectas paganas diseminan sus falsas
enseñanzas y promueven su propaganda, son asunto de observación común5).
Como
demasiada frecuencia, aquellos que poseen la verdad están ociosos y se
descuidan, mientras que aquellos que pregonan el error flagrante y sostienen fantásticas
herejías, propagan sus desvaríos con infatigable entusiasmo y fervor
incansable. La única explicación adecuada de este hecho, es que el demonismo no
es únicamente la fuente, sino también la dinámica, del engaño doctrinal.
Ellos ponen todo su esfuerzo en propagar el erro que los demonios instigan. La sutil seducción de idolatría y el celo fanático de sus devotos puede explicarse sólo con la base escritural de 1 Corintios 10:19-22, que “detrás de los ídolos, hay terribles presencia espirituales-demonios”6). Es el apóstol Juan quien revela la verdad de que el demonismo es el poder que impele la propagación de las falsas doctrinas.
El Espíritu De Dios y El
Espíritu Del Anticristo:
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. (1 Juan 4:1)
Ayuda Hermenéutica:
Muchos: G4183 πολύς = polus:
incluido de formas de alternado πολλός =
polós; (singular) mucho (en cualquier
respecto) o (plural) muchos; neutro (singular) como adverbio mayormente; neutro
(plural) como adverbio o sustantivo a menudo, mayormente, en su mayor parte:- grande, muchísimo,
mucho, abundancia, cantidad, muchas cosas. Comp. G4118, G4119.
Falso Profeta: G5578 ψευδοπροφήτης = pseudoprofétes: de G5571 y G4396; profeta espúreo, i. e. pronosticador pretendido o impostor religioso:- falso profeta. (Strong).
Es muy
impresionante y significativo que el apóstol introduzca abruptamente la
expresión “falsos
profetas”. Él ha estado advirtiendo en contra de “espíritus”
engañadores, mentirosos, los invisibles agentes demoniacos, y repentinamente,
sin ninguna transición aparente, habla de sus visibles agentes humanos, como si
ambos conceptos íntimamente relacionados, como si en realidad fueran
intercambiables.
La
explicación es que los malvados espíritus engañadores están definitivamente
identificados con sus instrumentos humanos, pues los demonios son la fuerza
impulsora y el poder que motiva a estos profetas espurios.
Los falsos
maestros son incansables e implacables en la propagación de sus aberraciones,
pues los demonios que los instigan e impulsan son incansables y diligentes.
Aparte de la herejía verdadera, parecería que cualquier manía religiosa, “hobby”
o pasatiempo doctrinal o presentación torcida de la verdad que da muy poco
crédito al mensaje de Dios y que no redunda para la gloria divina, goza de
especial inspiración y asistencia demoniaca, si es que el extraño entusiasmo y
asiduidad de aquellos que promueven tales enseñanzas nos sirven como indicación
de este hecho.
Ya que
muchos falsos maestros han aparecido por el mundo, inspirados e impelidos por
malos espíritus, el apóstol advierte al pueblo de Dios en contra del peligro
sutil de creer a “todo espíritu”. Él no dice:
·
“No creáis a todo maestro o profeta”,
· Sino “No creáis a todo espíritu”.
ÉL se
profundiza en la fuente y dinámica del engaño detrás del falso maestro.
Escuchar y creer al maestro es realmente escuchar y creer al espíritu que lo
motiva y controla. El someter a los espíritus a la prueba infalible de la
verdad, probándolos por el criterio infalible de la Palabra de Dios, es la obra
más importante, si es que los creyentes quieren salvarse de ser “fácilmente
víctimas de las últimas manías de las patrañas espiritistas”7).
En términos explícitos, Juan
da la prueba del Espíritu de Dios: “En esto conoced el
Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
es de Dios” (1 Jn. 4:2). Es importante notar que mientras en todo el
contexto el apóstol habla de la existencia de “espíritus que son de Dios”, esto
es, los buenos ángeles elegidos, mandados y comisionados por Dios, sin embargó,
todo el énfasis en cuestiones doctrinales y en el campo de revelación de la
verdad espiritual, como es en este caso, no recae sobre estos seres benignos,
sino completamente sobre el Espíritu Santo. La lección es clara.
Aunque los espíritus angelicales tienen un ministerio definido hacia el pueblo de Dios aquí en la Tierra y son enviados “para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (Heb. 1:14), sin embargo, sus actividades benéficas están relacionadas con favores y ministraciones temporales más que con la revelación de la verdad espiritual. Para esta obra suprema existe otro Espíritu, mayor que todos os espíritus, el Espíritu Santo de Dios, y “los creyentes no recurren a los ángeles para guía y compresión”, como expresa H. A Ironside, “sino al… Espíritu de Dios, que vino al mundo para tomar las cosas de Cristo y revelarlas a nosotros”8).
Es
importante notar la fuerza de le expresión (el modo del verbo es, con toda pro validad, imperativo)
que no es “conoced
los espíritus que son de Dios”, sino “concede al Espíritu de Dios”. Este
es el énfasis y objetivo e intensión inmediata de la prueba doctrinal –el reconocer
al Espíritu Santo como el único y todo suficiente Revelador de la verdad al
cristiano… Sólo en este conocimiento, el Hijo de Dios queda a salvo
en medio del incesante clamor de voces extrañas. Él conocerá “los espíritus que
son de Dios”, pero de ninguna manera será enseñado y guiado por
ellos hacia la verdad.
Ellos no
tienen tal ministerio. Esta obra pertenece exclusivamente al Espíritu Santo,
que es infinitamente y no necesita ayudantes. El conocimiento de los buenos
espíritus es necesario para formar un criterio por el cual se puede reconocer a
los espíritus malos y descarriad ores,
pues estos últimos pueden imitar tan sutilmente a los primeros que aparecen a
menudo, como Satán mismo, en forma de “ángel de luz”.
La prueba que nunca falla para diferenciar los falsos de los verdaderos es la verdad básica de la encarnación de Jesucristo. Todos los buenos espíritus que sirven a Dios y están comisionados por ÉL, prontamente confiesan este hecho fundamental del cristianismo.
Por otro lado, los espíritus malvados y seductores de Satán, esconden, pervirtiendo y niegan esta gloriosa verdad que abraca la obra redentora y acabada de Cristo9). Y no es raro que así sea, pues éste es el sello y la segura garantía de su propia condenación. En el Apocalipsis, el apóstol Juan da una ilustración extraordinaria sobre el hecho de que el demonismo es la dinámica del engaño doctrinal.
Lo que aparece en la epístola como enseñanza, es presentado en el Apocalipsis como práctica. En los últimos días de esta era, los reyes de la Tierra con sus ejércitos serán guiados a tal profundidad de engaño por agentes demoniacos, que imaginarán que pueden luchar contra Dios mismo y obtener el triunfo, Ap.16:
“v.13
Y vi salir de la boca del dragón, y de la
boca de la bestia, y de la boca del falso
profeta,
tres espíritus inmundos a manera de ranas;
v.14
pues son espíritus de demonios, que hacen
señales, y van a los reyes de la tierra
en todo el mundo, para reunirlos a la
batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
v.16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se
llama Armagedón”.
Ayuda Hermenéutica:
Dragón: G1404 δράκων
= drákon:
probablemente
de una forma alternada de δέρκομαι dérkomai (mirar); tipo fabuloso de serpiente
(tal vez que se supone que fascinaba): - dragón.
Bestia: G2342 θηρίον = dseríon: dim. De lo mismo que
G2339; animal peligroso: - bestia, fiero, víbora.
Falso Profeta: G5578 ψευδοπροφήτης = pseudoprofétes: de G5571
y G4396; profeta espúreo, i.e. pronosticador pretendido o
impostor religioso: - falso profeta.
Demonios: G1142 δαίμων = daímon: de δαίω = daío (distribuir fortunas); demonio o espíritu sobrenatural (de naturaleza mala): - demonio. (Strong).
“Estos espíritus
inmundos a manera de ranas” son espíritus engañadores que
vienen de los pantanos pestilentes y profundos, de oscuridad, a perpetuar su
obra mortífera de engaño en las últimas sombras del fin de los días del hombre.
Ellos se
arrastran, croan, corrompen y llenan los oídos de las naciones con sus mentiras
y demostraciones ruidosas hasta levantar a los pueblos impíos de la Tierra para
comenzar la insana marcha en contra de Palestina (Israel)
para destruir el propósito divino de establecer el reino de Cristo sobre la
Tierra. De la misma manera que los “espíritus mentirosos” en la boca de los profetas
del rey Acab guiaron al inicuo monarca a su propia destrucción en Ramoth de
Galaad (1 R. 22:20-38), así estos “demonios-espíritus” realizarán una obra similar al
levantar naciones enteras y reclutar vastos ejércitos de todos los países para
marchar a su condenación predestinada en Armagedón. Así será el poder
devastador del engaño demoniaco en los últimos días.
Estos son
los “espíritus
engañadores” que irán en los últimos tiempos proclamando “doctrinas de
demonios” de las cuales nos habla Pablo (1 Tim. 4:1). Ellos son
dirigidos en su ministerio milagroso por la trinidad satánica:
§ El dragón,
§ La bestia,
y
§ El falso profeta;
y
§ Todo el celo fanático e imprudencia desenfrenada que ellos engendran en sus víctimas incautas lleva todas las marcas de su príncipe líder Satanás.
II.
EL DEMONISMO Y LAS SECTAS MODERNAS:
Es obvio
aun para el observador más casual, que algo debe andar mal en este mundo
nuestro, en el que existe un estado tan aterrador de confusión religiosa y
revoltijo doctrinal como el que encontramos en el día de hoy.
Muchos que
se dan cuenta de esta realidad, pero como ignoran el mundo invisible del mal
sobrenatural, no pueden comprender de ninguna manera cuál es la causa de todo
esto.
Es objeto
de asombro para tales mentes inquisitivas, que gentes que profesan ser
cristianos, que tienen una Biblia, que siguen ostensiblemente un camino, sirven
a un Señor y son guiados por un Espíritu, puedan arribar a interpretaciones y
conclusiones tan diversas y contradictorias aun del mismo pasaje de las
Escrituras y estén divididos en tantas sectas e “ismos”.
Los hechos
lamentables de la desunión y discordancia cristiana permanecen como un rompecabezas
sin soluciones, como una fuente de interminable mal entendimiento y como una
causa prolífica de tropiezos para aquellos que ignoran las artimañas de Satán
(2 Cor. 2:11) y la realidad del mundo espiritual
del mal.
De esta
manera Satán ha tomado una gran ventaja sobre muchos debido a la incomprensión
tan predominante hasta de los primeros principios de la demonología bíblica y un manifiesto
desconocimiento aun en lo más elemental del poder y realidad del engaño demoniaco:
Ø Algunos culpan de esta amplia confusión
religiosa a la Biblia; e, imaginando que fomenta los diversos errores que los
falsos maestros alegan extraer de sus páginas, han abandonado toda fe en ella
divinamente infalible.
Ø Otros no dudan
en culpar al cristianismo mismo, considerándola una religión no satisfactoria,
ya que cobija una multitud abigarrada de sectas bajo su bandera.
Ø Otros tropiezan
sobre las inconsistencias y fallas de líderes y profesores cristianos, y
repudian toda fe religiosa como impracticable e imposible, que produce sólo
hipocresía. Ninguna de ellos llega a entender las poderosas y siniestras
fuerzas del mal espíritu que obra entre bambalinas, y son incapaces de hacer
evaluaciones exactas de interpretaciones correctas, sufriendo consecuentemente
grandes desventajas y a menudo males irreparables, bajo las garras del engaño y
astucia satánicas.
Véase Parte II.
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