¡SEÑOR MÍO, Y DIOS MÍO!
“Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”
(Juan 20:28)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
Lo que ocurrió entre Jesús y Tomás durante esta visita del Señor. Este es el único tema que de la visita se nos refiere, y Juan es el único evangelista que nos refiere. Ocho días después, estando presente Tomas (vv. 27-29).
I. “Luego dijo a Tomás”. (v. 27):
Vemos primero la condescendencia de Jesús con Tomás: “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. (v. 27). Estas palabras significan:
1.1. Represión a Tomás.
Una represión a Tomás por su incredulidad; por eso, el Señor responde, palabra por palabra, a las demandas que Tomás había formulado como condiciones indispensables para CREER. Esto nos muestra que no hay una sola palabra en nuestra boca, ni un solo pensamiento en nuestra mente, que no sean conocidas del Señor Jesús.
1.2. Benignidad Del Señor.
Una muestra de benignidad hacia Tomás, al condescender
con sus necias y atrevidas demandas, y soportar el que un discípulo le
prescriba lo que tiene que hacer ÉL para convencerlo. Así que el Señor Jesús no
tiene empacho en acomodarse así incluso al capricho de Tomás en un detalle
innecesario, antes que abandonarle a su falta de fe.
Consiente en que se hurgue en sus heridas, y hasta
permite a Tomás que meta su mano en la honda herida del costado, si ello ha de
ayudarle de alguna manera a CREER. De modo similar, para robustecer nuestra FE, ha
instituido una ordenanza que tiene por objeto mantener en nosotros el recuerdo
de su muerte.
Y en esta ordenanza en la que anunciamos
la muerte del Señor (1 Cor.
11:26), es como si apuntáramos con el dedo hacia las
señales de los clavos con lo que
Jesús fue crucificado para nuestra justificación.
También podemos alargar nuestra mano hasta el costado de Cristo, pues de su corazón emanó el amor con que ÉL nos tendió su mano para invitarnos a llegarnos a ÉL, para ayudarnos a andar con ÉL y para recibir sus bendiciones.
1.3. Exhortación Futura.
Una
exhortación futura, con la que Jesús cierra su invitación a Tomás: “Y no seas incrédulo, sino creyente”. Esta misma exhortación tiene vigencia para cada uno de
nosotros, porque si:
·
Nos falta FE,
·
Nos faltará GRACIA,
·
Nos faltará GOZO,
·
Nos faltará ESTIMULO.
Para que no haya confusión, no estará de más observar
que la frese de Jesús no significa que Tomás fuera inconverso y necesitara CREER
para ser SALVO (compare con 15:3, donde todos aparecen SALVOS, ya que Judas se había marchado
ya).
Tomás tenía la calidad de fe suficiente para ser salvo, pero le faltaba la cantidad de fe necesaria para estar mejor dispuesto a dar crédito al informe de los demás discípulos, e incluso a la predicación que el mismo Jesús había hecho repetidamente de su resurrección.
II. “¡Señor mío, y Dios mío!”.
(v. 28):
Tomás se rinde ante las palabras de Jesús y confiesa
su fe incondicional al Señor resucitado. Avergonzado de su anterior falta de
fe, exclama “¡Señor
mío y Dios mío!” (v. 28). No se
nos dice que introdujera los dedos en las señales de los clavos ni la mano en
el costado de Jesús. No es probable que lo hiciera, por las razones que veremos
después.
Una de estas razones se insinúa en el contexto posterior, pues Jesús le dice: “Porque me has visto (no añade: “y tocado”), has creído” (v. 29ª). La FE de Tomás, pues, sale vencedora del conflicto, ya que:
2.1. Tomás Satisfecho.
Tomás está ahora satisfecho de la realidad de la resurrección del Señor. Como ya apuntamos anteriormente, su lentitud en CREER y su TERQUEDAD en resistir sirven de confirmación a nuestra FE.
2.2. Reconoce A Su Señor.
Ahora
reconoce que Jesús es su Señor y su Dios, como también nosotros debemos
reconocer:
1) Ahora reconoce que Jesús es su SEÑOR
y su DIOS, como también
nosotros debemos reconocer.
Ayuda Hermenéutica:
G2962 κύριος = kurios de κῦρος
= kúros (supremacía); supremo en autoridad, i.e. (como sustantivo)
controlador; por implicación señor (como título de respeto): - Señor, soberano, ungido, hacer, amo,
Cristo, Dios, dueño.
G2316 θεός = dseós de afinidad incierta; deidad, específicamente (con G3588)
la Divinidad suprema; figurativamente magistrado; de hebreo muy: - Señor, Dios.
(Strong).
2) Hemos de CREER su Divinidad: que no es un hombre hecho Dios, sino Dios hecho hombre.
3) Hemos de CREER su función mediato rial: que es el Señor, el único Señor que puede zanjar las diferencias entre Dios y los hombres y establecer, a favor nuestro, la comunión con Dios que es necesario para nuestra eterna felicidad.
2.3. Tomás Admite Su
Error.
Admite, sin objeciones, lo que Jesús le ha dicho, pues
le reconoce como su Dios θεός = dseós y Señor κύριος = kurios. Es cierto que, en el original, los
vocablos “Señor”
y “Dios” están en nominativo, pero eso
no significa, como algunos (por ejemplo, los llamados “Testigos de Jehová”)
pretenden, que se trate de una simple exclamación, ya que el Nuevo Testamento,
al seguir las normas del griego vulgar
o koiné, que ya se observan en la versión de los
LXX [SEGTUAGINTA = griega], emplea frecuentemente el nominativo en lugar del
vocativo (v.
por ejemplo, Heb. 1:8, compare con Salmo 45:6, donde la expresión “oh Dios” es claramente un
vocativo).
Por tanto, las palabras de Tomás van dirigidas, no a
Dios, sino a Jesucristo (con lo que
evidencia, una vez más, que Jesucristo es Dios). Notemos el adjetivo
posesivo “mí”
en cada uno de los miembros de la frase. Es de importancia vital que, en la
expresión de nuestra FE, aceptemos a Jesucristo personalmente, de forma
que podamos decir:
“Es mí Salvador”.
Y no sólo hemos de expresarlo de nuestros labios para adentro, sino también confesarlo públicamente y testificarlo ante otros (compare Romanos 10:9-10), como quienes profesan triunfalmente su relación con el Señor. Tomás se expresa ahora con un afecto y un fervor dignos de imitar, como alguien que, por fin, se ha asido fuertemente, con todo su ser, del Salvador.
2.4. Objeciones De
Comentaristas.
Algún comentarista (nota del traductor), no sin alguna
razón, opina que Tomás expresó su FE en
Jesús como su Señor
= kurios
y su Dios = dseós,
impresionado especialmente por el hecho de que las heridas de Jesús continuaban
abiertas, no habían cicatrizado, pero no sangraban, lo que era una clara
evidencia de algo absolutamente sobrenatural.
Aun cuando es cierto que el principal objetivo de
estas marcas de los clavos en las manos y los pies de Jesús, así como la
profunda abertura en el costado, era evidenciar la identidad del Cristo
Resucitado con el Cristo Crucificado; y en segundo lugar, garantizar su
intercesión en el Cielo presentando las marcas indelebles de la obra que llevó
a cabo en la Cruz para nuestra salvación lo cierto es que, según declaración
expresa de Pablo (1 Cor. 15:50) “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”.
Para entender esta frase, hay que prescribir de as
referencias que suelen hallarse al margen, al pie, o en columna central, de
nuestras Biblias, pues dicha frase no tiene ninguna conexión con Mateo 16:17 no
con Juan 3:3 y ss., sino con Hebreos 2:14. Por tanto, lo que Pablo expresa en 1
Corintios 15:50 es que una de las diferencias entre nuestro cuerpo actual y el
cuerpo de nuestra resurrección consiste en que el futuro cuerpo no constará de
la misma sustancia material, muscular, ni de la sangre que es ahora
indispensable para mantener la constante vitalidad de los tejidos.
Dice E. Trenchard, al comentar dicho versículo: “En aquella esfera y condición es importante el modo de vivir que depende ahora de la sustancia del cuerpo y el riego sanguíneo, con todos los demás factores anatómicos y fisiológicos que rigen en el maravilloso cuerpo que poseemos”.
III. “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. (V.
29):
El
juicio general que Jesucristo expresa acerca de todo esto: “Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados [felices] los que no vieron, y creyeron”. (v. 29). Cristo, con estas palabras, reconoce a Tomás
como creyente. Los cristianos sanos, genuinos, sinceros, aunque sean lentos y
débiles en su fe, son amablemente admitidos y recibidos por el Señor. Tan
pronto como Tomás prestó su asentimiento a Jesús y le reconoció como a su Dios
= dseós
y Señor =
kurios, Cristo le consuela y anima
reconociéndole como a verdadero creyente. Pero también le echa veladamente en
cara su anterior incredulidad, por la que había demandado VER para CREER,
al ser así terco y obstinado en sus demandas, y llegar tarde a sus consuelos.
Quienes sinceramente aprecian la comunión con el Señor,
por fuerza han de lamentarse de no haber entablado antes íntimas relaciones con
ÉL. No fue sin demasiado exigencias como llegó Tomás a RENDIRSE
y CREER en la Resurrección del Señor, pues
exigió que se le permitiese usar de los sentidos, no sólo de la VISTA
y el OÍDO, sino también del TACTO.
Pero, si todo el mudo presentase tales exigencias para CREER
en el Evangelio, ¿cómo podrían ser persuadidos los incrédulos a CREER los mensajes y convertirse al Señor?
Por
eso, Jesús le recrimina por requerir tales pruebas. En cambio, alaba y recomienda la FE de
los que CREEN sin haber visto
(compare 1 Pedro 1:8). Tomás ha llegado a CREER
por fin, y recibe su bendición (no se olvide que, como Apóstol, era necesario
que VIERA
al Señor ya RESUCITADO. Hech. 1:21-22).
Pero Cristo reserva una bendición especial para los que han CREÍDO sin haber VISTO ni su RESURRECCIÓN ni sus MILAGROS.
Como
dice Hendriksen: “La fe que es producto del VER es buena; pero la fe que es producto del OÍR es mejor”. En efecto, el Apóstol dice que el método ordinario es ese: “La fe viene del oír” (Rom. 10:17). Y Hebreos 11:1
describe la fe como: “…
la prueba convincente de lo que no se ve”.
El que CREE por lo que VE
evidencia una resistencia que sólo parece doblegarse ante una especie de
violencia; en cambio, el que se rinde ante el testimonio fidedigno de la
Palabra, con la gracia del Espíritu Santo, muestra un carácter más noble, pues
es una prueba mayor de la eficacia de la gracia de Dios.
En el VER, resalta más el aspecto meramente humano; en el CREER por el OÍR, se presta honor y obediencia al aspecto netamente divino.
Concluyó:
¡Señor mío, y Dios mío! (v. 28): Tomás,
el dubitativo1), reconoce finalmente la plena Deidad de Jesucristo.
Esto marca el clímax del Evangelio de Juan. El Señor
había proclamado su Deidad a lo largo de Su ministerio.
Nota:
1) Los nombres propios de la deidad
que ÉL usa:
v Yo
soy, 8:58-59;
v Señor a mi Señor, Mt. 22:42-45;
2) Los atributos de la
deidad que ÉL reclama:
Ø Santidad, 8:46;
Ø Omnipotencia
y Omnipresencia, Mt. 28:20;
Ø Omnisciencia, Jn. 11:11-14;
3) Las cosas que ÉL aseguró poder hacer, que solo Dios las puede hacer:
·
Perdonar pecados, Mr. 2:5-7;
·
Resucitar a los muertos, Jn. 5:28-30;
11:43;
·
Juzgar a todos los hombres, 5:22, 27.
¿Qué te llevó a creer que las cicatrices de Jesús fueron por ti?
Si no has recibido por fe el perdón de
tus pecados,
¿Qué impide que lo hagas hoy?
__________
Nota y Bibliografía:
1) dubitativo, va. (Del lat. dubitatīvus). adj. Que implica o denota duda. □ V. conjunción ~. Microsoft® Encarta®
2009.
- e-Sword-the. LEDD. Mundo Hispano.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- MATTHEW, Henry. Comentario
Bíblico. Págs. 1494. Edit. Clie.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 27//07//2022. MISIÓN BAUTISTA: “Emanuel”. Ciudadela de Noé. Los Cardos Mz.E-Lt.18. III Etapa. Cerca del Hospital Regional II Cel. 937 - 608 382-Tumbes.
charlyibsh@hotmail.com
Visite: El Block ‘El Alfarero Restaurador’ “El Shaddai”.
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