PARTE I:
LA DEMONOLOGÍA BÍBLICA
Y LA NIGROMANCIA:
(IX)
(1 Samuel 28:3, 9)
“Saúl
había arrojado de la tierra a los encantadores (los
espíritus familiares y demonios) y adivinos”.
(1
Sam. 28:3, 9)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La
nigromancia no es un fenómeno demonológico en sí mismo, sino sencillamente un
aspecto particular, un modo de adivinación. De todas maneras, su uso tan
difundido entre las naciones paganas de la antigüedad, su persistencia a través
de los siglos, y su aparición actual en el moderno renacimiento espiritista de
hoy en día, lo hacen digno de un lugar importante y de una consideración
especial en sí mismo.
La adivinación abarca todos los
intentos de obtener información clandestina de los habitantes del mundo
espiritual, de tal manera que la nigromancía debe ser clasificada dentro de
ella, y como una fase de la misma. Su signo distintivo es que se busca los
conocimientos deseados entre los espíritus de los muertos.
La palabra en sí expresa muy bien la esfera que abarca, y denota literalmente la adivinación (manteia), a través de consultas a los muertos (nekros):
Ayuda Hermenéutica:
Muerto: nekros
= (νεκρό̓͂, G3498),
se usa de:
(a) La muerte del cuerpo (comp. Stg. 2:26),
su sentido más frecuente;
(b) La condición espiritual de los inconversos (Mt. 8:22;
Jn. 5:25; Ef. 2:1,5; 5:14; Filp. 3:11; Col. 2:13; cf. Lc. 15:24);
(c) La condición espiritual de los creyentes con respecto al pecado (Rom. 6:11); etc. (VINE).
I.
INSTANCIA BIBLICA DE LA NIGROMANCIA:
Los ejemplos de consulta con los
espíritus de los muertos no son muy numerosos en la Biblia, por cuanto las
Escrituras invariablemente condenan esta práctica como completamente en
contraposición con la verdadera adoración espiritual de Dios. Pero en varias
naciones de la antigüedad, no sólo fue admitida, sino instigada, y practicada corrientemente.
Entre muchos pueblos antiguos, como
los babilonios, egipcios, griegos y romanos, el adivinador estaba al servicio
del estado, y era consultado antes de que fueran toma das las decisiones
importantes o antes de emprender la guerra 1).
El que a cierta
clase de pronosticadores paganos se les colocara en la categoría de ilegítimos,
y les fuera prohibido ejercer sus llamamientos, no era porque su ocultismo
chocara con el paganismo sino más bien porque se suponía que estaban asociados
a dioses de otras naciones hostiles.
Desde el momento
en que, según las creencias de la época, los dioses particulares de una nación
eran los protectores de su pueblo, y que las deidades de sus rivales eran
enemigos, todo sospechoso de asociación o intercambio con estos dioses
hostiles, estaba bajo una rigurosa prohibición gubernamental.
1.1. LA
PROSCRIPCIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO CONTRA LA NIGROMANCIA:
Pero en una teocracia como Israel no había tal distinción entre ocultismo ilegal o ilegal. Estaba todo bajo un inflexible interdicto, y el tráfico en él era, en todos los casos, visto como una apostasía flagrante a Jehová. Y como un crimen punible con las penas más severas. De allí los mandamientos mosaicos:
“No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios”. (Lv. 19:31)
Encantador: H178
אוֹב = ob: de lo mismo que H1
(aparentemente mediante la idea de balbucear el nombre de un padre);
propiamente borboteo, i. e. odre para agua (por su sonido hueco); de aquí, mago
(ventrílocuo, como de un tarro): - adivinación, adivino,
encantador, evocar espíritus, evocador de espíritus, fantasma, muerto, odre.
(Strong).
(Lv. 20:6; Dt. 18:10,
11). El “adivino”
(quien tiene un “espíritu familiar” –‘ob)
es el demonio adivinador presente en el
cuerpo del brujo.
“Y el hombre o la mujer en quienes hubiere espíritu pithónico (espíritu familiar; literalmente, ‘en quien hay un demonio adivinador’) o de adivinación, han de ser muertos: los apedrearán con
piedras; su sangre sobre ellos” (Lv. 20:27,
versión 1909).
El término “familia”
se aplica al demonio presentido2), porque se le consideraba por os
traductores como un sirviente (“famulus”), perteneciente a la familia (“familiaris”), que estaba en términos
íntimos y podía ser fácilmente invocado por aquel que lo poseía. El significado
del término hebreo está en disputa.
No sería imposible
que estuviera relacionado con el término árabe ‘awaba’ (“retornar”),
con referencia al espíritu que regresa periódicamente. El punto de vista más
común, empero, asocia el significado etimológico fundamental con la idea de “algo hueco”,
como una “botella
de cuero”, o “odre” (Job 32:19).
Suponiendo que la
idea fundamental contenida en la palabra es la “oquedad”,
hay varias explicaciones actuales referentes a ella, tales como se llama al
espíritu por el tono hueco de su voz, que indica un sonido que se puede esperar
que surge de cualquier lugar hueco, o porque el espíritu adivinador se suponía,
hablaba de una cueva o una apertura en la tierra.
Entre los griegos
y romanos, los oráculos que dependían de la nigromancia estaban situados en el
interior de cavernas profundas, que se creía eran adecuadas para comunicarse
con el mundo de los
espíritus3).
Davies cita a W. R. Smith que es de
la opinión que la adivinación por el (‘ob) estaba
ligada a esta antigua superstición. De la misma manera que (‘ob)
significaba un “espíritu
adivinador” y pasó a denotar a la persona en la que residía el
espíritu, por una metonimia similar –el contenido
por el envase y viceversa- la caverna hueca pasó a ser usada por el
espíritu que habla de ella4). Gesenius sugiere que la conexión
entre “botella” y “nigromante” surgió probablemente de “considerar al
brujo, mientras estaba poseso, como una botella o un recipiente en el cual
estaba contenido el demonio”5).
El “adivino”, “mago” o “encantador” (yid’oni) es “el sapiente o sabio” como se ha
traducido la palabra al español, de la misma manera que en la Septuaginta ‘gnostes’. De la misma manera el “espíritu familiar”
(‘ob)
significa en:
· Primer, instancia el supuesto espíritu de una persona fallecida (realmente el
demonio adivinador).
· Luego, pasó a denotar a aquel que adivina por intermedio de tal espíritu.
En consecuencia, ambos
términos denotaban:
Ø
Primero, al espíritu
adivinador, y
Ø
Luego, al médium a través del cual el espíritu adivinador.
Los dos conceptos están a veces tan íntimamente ligados que se confunden en uno solo, tal como Levítico 19:31; 20:6, donde el original “a los encantadores” (o aquellos que tienen espíritus familiares) es simplemente “a los espíritus familiares” (el ha’ovoth) en el hebreo.
Lo mismo es cierto
en los que se refiere a los términos “adivino” “mago” o “encantador”. Está implícito en su significado el
pensamiento del demonio sabio y conocedor, y el médium
mañoso y marrullero, que es hábil en las ciencias ocultas porque
el espíritu inteligente está en él. Es el conocimiento sobrehumano del espíritu
que habita en su cuerpo lo que lo hace un “hechicero”.
Se han hecho
intentos de hacer una distinción tajante entre los término (‘ob
y yid’oni) en sus
referencias al espíritu adivinador, pero
es dudoso que se pueda mantener cualquiera diferenciación rígida con éxito, en vista
de la escasa información existente al respecto6). Si las dos
expresiones se refieren a espíritus diferentes, en ese caso, “el espíritu
hechicero” evidentemente señala a los espíritus caracterizados por
su superior conocimiento; el “espíritu familiar” (‘ob) parecería ser un fantasma
que se llamado del mundo de los espíritus para que conteste preguntas que se le
plantean (1 Sam. 28:7, 8).
Parecería que el espíritu hechicero
hablara
siempre a través de un médium, mientras que el “espíritu familiar”
(‘ob) puede evidentemente
hablar directamente del mundo de los espíritus (1 Sam. 28:15).
Puede parecer que
a primera vista algunos pasajes sugieran que el médium poseído por los
espíritus. Pero esta distinción no es válida porque se dice de Saúl “había arrojado de
la tierra a los encantadores (aquellos que tenían espíritus familiares, ha’ovoth)
y adivinos” (1 Sam. 28:3,9); y este
difícilmente podría haber sido el caso si los últimos fueron meramente agentes
para los espíritus.
¿No pueden los dos términos describir dos aspectos diferentes del mismo espíritu? Visto de esta manera, el (‘ob) da a idea de que el espíritu ha vuelto del otro mundo, mientras que el (yid’oni) sugeriría que el demonio que ha retornado de esa manera, tiene conocimiento metafísicos, y por lo tanto, tendría capacidad para dar información oculta. Indicativo de este punto de vista es que en todos los once casos en que ocurre (yid’oni), sigue consistentemente a (‘ob), sugiriendo vehementemente que es interpretativo del mismo. En contrate, (‘ob) frecuentemente ocurre aislado (1 Sam. 28:7, 8; 1 Cron. 10:13). Adivino: H178 אוֹב = ob: de lo mismo que H1 (aparentemente mediante la idea de balbucear el nombre de un padre); propiamente borboteo, i. es., odre para agua (por su sonido hueco); de aquí, mago (ventrílocuo[1], como de un tarro): - adivinación, adivino, encantador, evocar espíritus, evocador de espíritus, fantasma, muerto, odre. (Strong).
Muy posiblemente
los dos caracteres sean un solo esencialmente, y que la conjugación que los une
como en Deuteronomio 18:11, es de la naturaleza de una [2]endíadis:
“aquel que busca un espíritu que se ha marchado que
sabe” (shoel
‘ob weyid
‘oni). La expresión restante nigromante”
(doresh el hammethim, “un
buscador entre –hacia- los muertos”), es obviamente un término
nigromántico general y comprensivo, e incluye a ‘ob y
yid’oni.
Entonces la expresión completa podría ser dada de la siguiente
manera: “Aquel que consulta
a los espíritus que se han marchado que saben, incluso quien busca entre los
muertos”.
Esta interpretación está también en armonía con las usanzas del paralelismo hebreo.
La ilegalidad y la
iniquidad de todo el arte nigromántica en Israel, aparece, además, en los
inflexibles y duros mandamientos mosaicos en su contra, en pasajes tales como
el que describe cómo “Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores (los espíritus
familiares y demonios) y adivinos” (1
Sam. 28:3, 9); cómo luego murió por su persistente desobediencia, “y porque consultó
al python,
preguntándole” (1 Cron. 10:13, versión
1909); y cómo Josías, en su purga a fondo y de largo alcance del paganismo,
limpió la contaminación de médiums espiritistas y ocultistas de toda clase (2
R. 23:24).
Una porción
considerable de las culpas de Manasés, en su abominable orgía idólatra, se
puede rastrear a su tráfico con
espíritus familiares y demonios. “Consultaba a adivinos y encantadores” (tenía
relaciones con demonios y hechiceros, asah’ob we yid’ onim); es
decir, traficaba en medio adivinadores y hechiceros (2 R. 21:6; 2 Cron. 33:6).
No hay duda de que
los surgimientos de la práctica de la nigromancia eran frecuentemente en Judá
hasta el momento de la cautividad, y eran un índice infalible del bajo nivel
espiritual de la nación apostata y una causa que constituyó a su exilio.
Isaías reprende
severamente a todos los ocultistas de su tiempo por buscar a los médiums y
hechiceros que “susurran
hablando”. Denuncia a toda la adivinación nigromántica como
totalmente opuesto a Jehová y su culto:
“¿No consultará
el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los
muertos por los vivos?” (Is. 8:19).
La traducción común de la LXX de “espíritu familiar” ‘ob es “ventrílocuo” (aggastrimuthos) uno que habla de tal manera desde sus adentros que hace creer a la gente que un fantasma hubo a través de él, como resultado de haber lanzado la voz hacia el piso, donde se suponía que estaba el espíritu (Is. 8:19; 29:4). Precisamente esa es la explicación racionalista del fenómeno nigromántico promulgado por Lenormant, Renán y otros.
Pero a pesar del
hecho que los antiguos frecuentemente usaron la ventriloquías, malabarismos e
imposiciones con propósitos mágicos o de hábil charlatanería, como es el caso
de muchos espiritistas tramposos de hoy en día, entonces, como hoy, fue
practicado un tráfico genuino en el ocultismo, y las Escrituras presentan esta
clase de adivinación, no como una mera charlatanería, sino como lo que pretendía
ser, un verdadero despliegue del demonismo y la operación de verdaderos poderes
de supe naturalismo malavado7).
Pero el mediumismo y el espiritismo están estrechamente relacionados con los cuchicheos y murmuraciones ventril cuales que los seductores demonios emplean en sus agentes humanos, en sutil imitación de las expresiones de los muertos, con el objeto de engañar y ganar a sus fáciles crédulos, Isaías, advirtiendo a Judá y Jerusalén de amenazantes sufrimientos, dice de ellos: “Serán humillados… y será tu voz… como la de un fantasma” (ke’ob, literalmente, como una sombra del suelo), y su voz “susurrará desde el polvo” (Is. 29:4).
Ayuda Hermenéutica:
Fantasma: ob
= (בוא H178) «ánima; hechicería, nigromancia; adivinación; hoyo».
Este vocablo
tiene cognados en sumerio, acádico y ugarítico, donde se encuentran las
acepciones «hoyo»
y «espíritu de
algún difunto». En los casos más antiguos (en sumerio), ob se refiere a un
«hoyo
o fosa» del que pueden convocarse los espíritus de los muertos. En
textos asirios tardíos se usa el vocablo para referirse a un simple agujero en
la tierra. Los textos acádicos describen una divinidad que personifica el «hoyo» y a quien se dirigía
un rito particular de exorcismo. En hebreo bíblico se constatan 16 ejemplos del
vocablo. El término generalmente se
relaciona con el espíritu (espíritu o fantasma)
atribulado de un muerto, etc. (VINE).
La referencia del
profeta es claramente al “fantasma” (demonio) invocado, quien remedando a os
muertos evidentemente habla directamente desde el suelo, y “susurran hablando” (Comp. Is. 8:19)
“desde el polvo”.
Los antiguos realmente creían que las almas de los muertos retornaban, y
que se podían comunicar con ellos.
Muy poco comprendían la sospecharía demoniaca, y no se apercibían que la supuesta “sombra” o espíritu de los muertos, no era algún ser o amigo amado, sino meramente un demonio impostor8). En los tiempos modernos, multitudes son similarmente engañados en las garras del error espiritista.
1.2.
EL CASO DE SAÚL Y LA PITONOSA DE
ENDOR:
El caso de la
visita de Saúl a la médium espiritista de Endor (1 Sam.28) no sólo es el caso
más prominente y detallado de necromancia en las Escrituras, sino que es único
y sin paralelo9). No sólo como una clara exposición de la fraudulencia del
espiritismo, sino que también como la inequívoca condenación de Dios de todo el
tráfico ocultista, y su seguro castigo para todos aquellos que violan sus leyes
divinamente ordenadas al recurrir al ocultismo.
Es evidente que un relato así, de una práctica oculta y malvada tan terminante prohibida a los israelitas, y sin embargo, tan en boga en el paganismo en general, y entre las naciones cananitas en particular, nunca hubiera recibido tanto espacio ni un lugar tan prominente en las páginas de la divina verdad, a menos que tuviera que cumplir con un gran ministerio, con un estricto deber a realizar revelando de una vez y para siempre la absoluta duplicidad del espiritismo, advirtiendo solamente sobre la horrenda destructividad de toda relación con espíritus malvados.
Ayuda Hermenéutica:
Endor: H5874 עֵין־דֹּאר = Ein Dor o
עֵין דּוֹר Ein Dor; o
עֵין־דֹּר Ein Dor; de H5869 y H1755;
fuente de morada; En Dor, un lugar en Palestina:- Endor. (Strong).
El que la pitonisa de Endor era idéntica a la médium moderna aparece en el mandato de Saúl a sus sirvientes para que le buscaran “una mujer que tenga espíritu de adivinación” (‘esheth ba’alath’ob, literalmente “una mujer que controle o que sea la ama de un demonio adivinador”, 1 Samuel 28:7).
“Para que yo vaya a ella por medio de ella pregunte” y también
en su pedido inicial a la misma médium
“que me adivines
por el espíritu de adivinación” (ba’ob, “por medio del demonio adivinador”) “y me hagas subir a quien yo te dijere” (ver. V.8).
Saúl pidió que se
le apareciera Samuel, porque sabía que no había nadie como el venerable profeta
y juez que conociera tan bien la mente de Dios y los eventos futuros. La mujer
indudablemente pasó a hacer sus preparativos de costumbre, esperando, como
siempre, caer en estado de trance, y ser usada por su control o “demonio adivinador”
que pasaría a impersonal al individuo requerido.
Lo asombroso sin
embargo, fue que el usual procedimiento ocultista fue cortado abruptamente por
la repentina y totalmente inesperada aparición del espíritu de Samuel.
Consecuentemente, la médium estaba paralizada de terror, y gritó bajo el
impacto anímico cuando percibió que Dios había intervenido, y que, por su poder
y permiso especial, el verdadero espíritu de Samuel se había presentado para
dictar sentencia final sobre Saúl10).
La visión de
Samuel fue la prueba de la intervención divina y una evidencia irrefutable de
que el hombre disfrazado era Saúl.
La conducta
aterrorizada de la médium y su pérdida completa de serenidad por la aparición
de un verdadero espíritu de una persona realmente fallecida, constituye una
revelación completa e irrefutable por parte de las Escrituras, de la
fraudulencia de todos los médiums espiritistas.
La mujer, podemos
estar seguros, tenía el poder de comunicarse con espíritus malvados al igual
que los médiums y los investigadores psíquicos modernos. Estos demonios
engañadores se hacen pasar por espíritus de personas que han fallecido, a sus
médiums, y a través de ellos a sus clientes, pero en realidad su mensaje no
emana de los que han partido, sino de ellos mismos como espíritus mentirosos, que hábilmente impostura
a los muertos11).
El retorno de
Samuel del mundo de los espíritus, aun cuando es real, es, desde todo punto de
vista único y excepcional. Para empezar, no es el caso de que un médium haga
retornar el espíritu de un muerto. El “demonio adivinador” de la mujer no tuvo nada que
ver con la repentina aparición de Samuel. Ella y su cómplice el espíritu fueron
completamente relegados con la aparición de Samuel, y no tuvieron más nada que
ver con el asunto. Los espíritus malvados pueden impersonales a los muertos,
pero no pueden hacerlo aparecer. Sólo Dios puede hacer esto, como lo hizo en
este caso. Más
aún:
·
El
incidente es el único ejemplo:
Ø En todas las Escrituras en que Dios permitió a una persona muerta retornar como espíritu, para comunicarse con los vivos.
Otros han
retornado de los muertos, pero no como espíritus, sino como personas
resucitadas, tales como la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín, y Lázaro
de Betania. No recibieron cuerpos de resurrección, y tampoco, podemos creerlo,
retuvieron conciencia del mundo de los espíritus, sino que más tarde volvieron
a morir. Pero el espíritu de Samuel no estaba reencarnado, y por consiguiente,
no estaba descalificado para relatar información del otro mundo.
El caso de nuestro Señor y de aquellos que salieron “de los sepulcros después de la resurrección de él” y “aparecieron a muchos”, en Jerusalén (Mt. 27:52, 53), eran personas resucitadas, no espíritus (Lc. 24:39), ni eran en ningún sentido ejemplos de espiritismo. Lo mismo es cierto de la aparición de Moisés y Elías en el monte de la transfiguración. Ellos también estuvieron presentes, no como “espíritus”, sino en sus cuerpos glorificados.
Entonces el
retorno de Samuel en la forma del espíritu del dominio de los muertos es, desde
todo punto de vista, algo sin paralelo ni precedente, tanto en su forma como en
su propósito:
Ø
En forma: porque
fue por un poder y permiso divino especial.
Ø
En su propósito:
pues fue con la única intención de dar una advertencia divina a todos aquellos
que hurgan en el ocultismo, y
Ø Particularmente para pronunciar una sentencia inmediata sobre Saúl por ésta, su zambullida final en la ruina (1 Cron. 10:13).
Después de que la
médium quedó al descubierto y siendo sus artes puestas al desnudo como un
fraude y una falacia por inusitado miedo ante la aparición de Samuel, a quien
pretendió llamar, todo el proceso pasa rápidamente a un coloquio entre Samuel y
Saúl. Es manifestó que, por lo menos al principio, el espíritu de Samuel sólo
fue visible para a mujer, que lo describió como un dios (Elohim)
que sube “de la
tierra” (1 Sam.28:13).
La expresión es
dificultosa y poco usual, por cuanto es la misma palabra para “Dios” y
“dioses”. Pero que la referencia
particular en este pasaje no es a Jehová ni a dioses paganos o demonios, es
evidente por la inmediata indagación de Saúl: “¿Cuál es su forma?” (Ver v. 14).
Por lo tanto, el
término “dios” como ha sido usado
en este caso específico, y de acuerdo con una tradición usanza hebrea, se
refiere a un “juez”
o “profeta”
como “aquellos a
quienes vino la Palabra de Dios” (Jn. 10:35; Salm. 82:6) y a quienes
Dios consecuentemente dignificó con su autoridad para llevar su propio nombre
(Éx. 21:6; 22:8). La designación era preeminentemente a propósito de Samuel, el
último y más grande de los jueces, y el primero de los profetas.
Después de la
subsecuente descripción de Samuel por parte de la mujer como “un hombre anciano”
surgiendo “cubierto
de un manto” (1 Sam. 15:27), parecería que también Saúl miró el
espíritu de Samuel, pues él “humillado el rostro a tierra, hizo gran reverencia” (28:14)
y la conversación procedió directamente, sin más intervención de la mujer. La
incisiva y directa reprobación que le hiciera Samuel a Saúl agrega evidencia al
hecho de que su espíritu realmente apareció, y que no se trataba de un demonio
impostor.
La gran mayoría de
las supuestas comunicaciones de los muertos es vaga y críptica, desarrollada en
lenguas oscuro con la finalidad de engañar y paralelamente dejar una impresión
favorable.
Y esto es muy distante del
caso de Samuel. En los
términos más severos, él anunció que el Señor le había quitado el reino a Saúl,
y que mañana Saúl y sus hijos morirían (vv.
16-19).
El lenguaje de
Samuel, al describir la muerte de Saúl ha ocasionado muchas discusiones. Cuando dijo:
“Mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos” (‘immi, v.19),
no es necesario suponer que esto, producto del texto masorético, no sea
posiblemente la interpretación correcta y que sería más aceptable la traducción
de la Septuaginta (Códice Alexandrinus y Códice
Vaticanus), “mañana estás tú caída y contigo tus hijos” (immeka nophelim).
Esta última, a
pesar de que soluciona una dificultad imaginaria que molesta a algunos, es obviamente una versión
debilitada. No hay razón alguna para que, a su muerte, Saúl y sus hijos no
hubieran ido a donde estaba Samuel, a la sección paradisíaca del Hades, donde
estaban los espíritus de todos los muertos en los tiempos del Antiguo
Testamento (Lc.16:19-31).
“Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos”. (1 Sam. 28:19)
No debe ser
olvidado jamás que Saúl no es el tipo del incrédulo, sino de un hijo de Dios,
sólo que desobediente y bajo la disciplina divina. Su último acto desobediente
al recurrir a la necromancia, resultó en su fin prematuro en la batalla del
monte Gilboa, lo que es típico del “pecado de muerte” del creyente (1 Jn. 5:16), y el
haber sido “entregado
a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en
el día del Señor Jesús” (1 Cor. 5:5).
Que Samuel estaba
en el paraíso, que estaba ubicado en el mundo de abajo antes de la resurrección
de Cristo, y no, como ahora, en el tercer cielo (2 Cor. 12:2,3), explica la
razón por la cual este espíritu es representado como saliendo “de la tierra”
(1 Sam. 28:13, 14), y no como bajando del cielo.
Samuel no reveló
nada referente a aquellos que están en el mundo invisible, excepto una
referencia con respecto a la condición de los muertos justos, que él insinuó es
de descanso y silencio, y que Saúl
había turbado su tranquilidad al llamarlo. Esta declaración contiene una
revelación del estado de los muertos justos, en el paraíso entre la muerte y la
resurrección del cuerpo.
Si las Escrituras
prohíben que un hijo de Dios recure a un “espíritu de adivinación”, entonces está igualmente
prohibido que los muertos, ya sean buenos o malvados, se comuniquen con los
vivos. Al hacerlo, los dos infringen la ley de Dios. Si el ruego persuasivo del
hombre rico en el infierno no pudo lograr que el espíritu de Lázaro regresara a
la Tierra para advertir a sus hermanos:
¿Cómo puede un
médium, usando el poder demoniaco, prevalecer sobre los espíritus de los
muertos para que retornen?
¿Y qué
necesidad hay de que nos comuniquemos con los muertos? Tenemos a Moisés y los profetas, a Cristo y sus
discípulos, con una revelación completa concerniente a las circunstancias de
los muertos, salvos o no.
Si el episodio del
recurso de Saúl al ocultismo tiene una lección, ésta es la de mostrar la
idiotez y duplicidad de tráfico con los nigromantes.
Véase Parte II:
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