JESÚS
AFIRMA SU AUTORIDAD EN RELACIÓN CON EL PADRE:
(Juan 5:17-47)
“Y Jesús les
respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo…
Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque
no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su
propio Padre, haciéndose igual a Dios…”.
(Juan
5:17-47)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Mientras Jesús vivió en este mundo,
demostró una dependencia continua de su Padre. Se podría pensar que, como Jesús
era Dios en cuerpo humano. Tenía las mejores razones para ser autosuficiente. Sin
embargo, cuando las autoridades religiosas lo cuestionaron por trabajar en el ritualmente
establecido día de reposo -ya que ese día.
ÉL había sanado a alguien-, respondió:
· “Respondió entonces Jesús,
y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No
puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque
todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”. (Jn. 5:19)
I. Cristo Declara Su
Propia Autoridad Como Hijo De Dios. Juan 5:17-30:
Mensaje de Jesús con ocasión de haber sido acusado de quebrantar
el sábado:
El verbo respondió (v. 17) llama la atención, pues no es una
respuesta directa a algo que ellos dijeron, pero quizá se refiere a lo que
ellos estaban iniciando:
· La persecución del Hijo de hombre.
· Además, la conjugación del verbo es
inusual.
Morris observa que de 78 ocurrencias en
este Evangelio del verbo “responder”, sólo aquí y en el v. 19 se encuentra el aoristo de voz pasiva. Esta forma del verbo
se usaba en tratos judiciales con el significado de “dio contestación a una acusación” o
“presentó su
defensa”. Tal concepto cabe perfectamente en este contexto. Jesús
estaba presentando su “defensa” ante el propósito de los fariseos de
perseguirle. Su defensa descansa sobre su relación con el Padre y su
participación en el trabajo que él está realizando.
Mi Padre hasta ahora trabaja indica que
desde la creación el Padre ha trabajado sin descanso para mantener el universo
y redimir la humanidad, inclusive durante los sábados, pues esa es la cuestión
en juego aquí.
También yo trabajo o “y yo trabajo” es, a la vez, una
afirmación de igualdad con el Padre y una identificación con su eterno plan de
redención.
Meyer observa que no es asunto de
imitación, ni de ejemplo, sino de igualdad de voluntad y procedimiento.
Westcott agrega que el verdadero descanso
del hombre no es de la labor humana y terrenal, sino un descanso para la labor
divina y celestial. En relación con esta defensa de Jesús por su obra de
misericordia en el día sábado, recordamos lo que dijo en otra ocasión:
· “Así que el Hijo del hombre es
Señor también del sábado” (Mr. 2:28).
Con esta afirmación, Jesús se eleva por
encima de los reglamentos e interpretaciones humanas en cuanto al día de
descanso.
El sábado: prohibiciones: La palabra hebrea “sabbat”
ha dado lugar en el idioma español para designar el último día de la semana, el
día séptimo. Parece que la palabra está relacionada con la palabra hebrea “sabat” que quiere decir: “descansar”.
El cuarto mandamiento del Decálogo
dice:
Ø “Acuérdate del día del sábado
para santificarlo” (Ex. 20:8).
Para ser precisos en cuanto a su principio, los rabinos determinaron que el sábado debía empezar cuando aparecieran tres estrellas en el cielo, al anochecer del viernes; y terminar a la misma hora del sábado.
El sábado no tenía tantas restricciones en el período preexílico como en el período posexílico, cuando llegó a ser un símbolo de la lealtad al pacto. Después de la destrucción del templo y durante el exilio en Babilonia se había desarrollado todo un sistema de leyes para “santificar” el sábado. Los rabinos veían como una de sus responsabilidades definir lo que sería “trabajar” y en la Mishnah, un compendio de la enseñanza rabínica, se dan 39 clases de trabajo que no se podían hacer durante el sábado, y de éstas se derivaban aún más prohibiciones.
Entre las restricciones había toda una clase que tenía que ver con el caminar o viajar. Aunque uno podía andar por el pueblo, hacer un viaje de más de 2,000 codos (unos 900 metros) estaba prohibido. Otra cosa prohibida era la de hacer un nudo. Precisaban esta prohibición diciendo que anudar dos hilos o dos cuerdas con las dos manos era trabajar. Si podían hacerlo con una sola mano, ¡no era trabajo!
Trabajar incluía llevar una carga. Habían hecho una lista larga de lo que se consideraba una carga (básicamente era algo que pesaba más que “un higo seco”). Podían llevar a un niño en sus brazos, pero si el niño tenía una piedra en su mano, ¡no lo podían cargar! El paralítico que Jesús sanó y que cargó su camilla estaba quebrantando el sábado, porque cargaba más de lo permitido y lo transportaba de un sitio a otro, y ¡Jesús estaba trabajando porque había sanado en el sábado!
Las prohibiciones en cuanto a sanar o hacer curaciones eran complicadas. Si una persona estaba gravemente enferma se podía hacer algo para evitar que se empeorara. Podían ponerle una venda, pero no con ungüento. Podían poner algodón en el oído, pero no con ungüento. Si tenían dolor de muela, podían tomar un poco de vinagre, pero no pasarlo por los dientes, porque ¡esto sería trabajar!
Era un pecado escribir dos letras del alfabeto durante el sábado, pero esto ¡sólo si lo hacían en algo permanente o en la forma usual de escribir!
Con estos ejemplos, se puede ver que el sábado había llegado a ser una carga insoportable para el pueblo hebreo en el tiempo de Jesús. Los rabinos con su celo para guiar al pueblo y ayudarlos a santificar el sábado los habían esclavizado, y el sábado había perdido su razón de ser.
Por su deseo de librar al pueblo de esta esclavitud, Cristo recibió oposición constante de los fariseos que enseñaban y practicaban estas prohibiciones, y constantemente vigilaban su observación. Cristo enseñó que Dios había dado el sábado para bendecir a las personas, no para esclavizarlas. Para Cristo la relación de la persona con Dios era lo más importante, no un legalismo exagerado que quería la observación de la Ley al pie de la letra, y según interpretaciones humanas. él había venido para darles vida. Librarlos del legalismo del sábado constituyó parte esencial de su ministerio.
Los judíos entendieron demasiado bien lo
que Jesús había hecho y dicho, y tan temprano en su ministerio decidieron
eliminarlo, dando dos razones para su propósito funesto: porque no sólo
quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre,
haciéndose igual a Dios. El que escribe ha leído argumentos de supuestos
eruditos de las Escrituras que sostienen que Jesús nunca declaró explícitamente
su divinidad, ni su igualdad con el Padre.
Es curioso que uno pueda pensar tal cosa,
pues sus enemigos lo captaron y lo tomaron bien en serio. Los dos verbos quebrantaban y llamaba
están en el tiempo imperfecto, indicando que él
no retrocedía en su ministerio, aun sabiendo la intención de los líderes.
El Tercer Discurso: el Hijo de Dios. Jn. 5:19-47:
A partir de este pasaje la atención se
enfoca directamente en la persona de Jesucristo y su autoridad como el Hijo de Dios.
Ryle comenta que “en ningún otro lugar en los Evangelios
encontramos a Jesús haciendo una declaración tan formal, sistemática, ordenada
y regular de su propia unidad con el Padre, su comisión y autoridad divinas, y
las pruebas de su mesiazgo, como encontramos en este discurso”.
Por esta razón, es una sección de suma importancia en el desarrollo del Evangelio que pretende llevar a los hombres a creer en Jesús como el Hijo de Dios. Esta declaración de identidad y misión de parte de Jesús es lo que enfureció a los judíos. Fue un acto de extraordinaria valentía de su parte y dejó a los oyentes con sólo dos opciones: creer en él como el Hijo de Dios, tal cual él afirmó, o acusarlo de blasfemia y procurar su muerte.
1.1. El Padre y El
Hijo. Juan 5:19-24:
En esta sección Jesús responde a la acusación de los judíos de que él pretendía ser igual a Dios. Por esto traduce una conjunción que connota “secuencia” o “consecuencia”, y frecuentemente aparece como “entonces”. Para el significado técnico de respondió, véase el comentario en el v. 17.
Jesús inicia su “defensa” con la fuerte afirmación de cierto, de cierto, que traduce el gr. amén, amén (ver vv. 24, 25; Ex. 1:51), una expresión que llama la atención a algo de suma importancia que estaba por pronunciar.
Nótese: el empleo absoluto del título Hijo.
Jesús era el Hijo del Padre en una relación sin igual; esta relación
personal, íntima y única se expresa repetidas veces a través de esta sección.
Jesús emplea cuatro veces en esta sección la conjunción
causal “porque” (gar G1063;
ver vv. 19, 20, 21, 22) para
explicar la dependencia del Hijo ante el Padre. El propósito de Jesús es
convencer a los judíos, si estuviesen dispuestos a oírlo, de que sus obras
estaban en perfecto acuerdo con las de Dios y de su voluntad eterna.
Como Dodd observa, “aquí tenemos una parábola genuina. Es la
descripción perfecta y realista de un hijo, como aprendiz de su padre,
aprendiendo el oficio”. No actúa independientemente, ni por
iniciativa propia. Se limita a observar la operación del Padre y repite tal
cual lo que el Padre hace. Esta relación íntima con el Padre y su subordinación
a la voluntad de él, establece la autoridad de Jesús para sus enseñanzas y
obras.
El sábado: Día familiar y de gozo: El sábado era una fiesta familiar y de actividades gozosas. Antes de la hora que empezaba el sábado encendían las velas de la mesa, puesto que prender fuego era prohibido en el sábado. La celebración empezaba con la bendición (kiddush). Había cultos en la sinagoga el viernes en la noche donde leían los Salmos, y otra vez el sábado por la mañana, donde leían de la Torá. El resto del día era para el descanso, la relajación y el placer.
Servían tres comidas que se habían preparado el día anterior y muchas veces tenían visitas para compartir con ellos el gozo del sábado. Al finalizar el día, había una bendición especial.
Hay dos enseñanzas rabínicas que demuestran la importancia que
los rabinos dieron a la observación correcta del sábado:
1. Enseñaban que
la persona que observara correctamente el sábado, aunque fuera idólatra,
tendría sus pecados perdonados.
2. Enseñaban que “si Israel guardaba un sábado como debía de ser guardado, vendría el Mesías. El sábado es igual a todos los otros preceptos de la Torá”.
Jesús agrega dos elementos más en su defensa (v. 20): el amor del Padre y
la revelación de todas las cosas.
Hay dos términos griegos:
v agapao G25 y
v fileo G5368),
Empleados en el NT., y que comunican el
concepto del amor.
· El término ama (fileo,
13 veces en este Evangelio) empleado
aquí es el tema de comentarios abundantes, sobre todo cuando se compara con el
otro término para amor (agapao,
usado por
Juan 36 veces en el Evangelio, más que el doble de otro libro en el NT, excepto
31 veces en sus Epístolas).
· Algunos niegan que
haya gran diferencia entre los dos términos, pero generalmente agapao se refiere al:
Ø Amor profundo,
Ø Espiritual,
Ø Abnegado,
Ø Dispuesto a sacrificios sin límite y sin apoyarse en los méritos de su
objeto.
En cambio, generalmente fileo se refiere al afecto natural,
sentimental y espontáneo en que las emociones juegan un rol más evidente que el
intelecto o la voluntad. Este término cabe mejor en las relaciones filiales, como en este versículo.
La razón por la revelación al Hijo de todas cosas que él mismo hace es que el Padre ama al Hijo con el amor que no retiene nada para sí mismo.
Jesús anticipaba realizar mayores obras
que las que ya había hecho precisamente porque el Padre, por su amor al Hijo,
le mostraría la gama total de sus propias obras. El resultado de mayores obras
es que ellos quedarían asombrados. Vosotros es enfáticos y se refiere a los que
cuestionaban la autoridad de Jesús.
Él no tenía el propósito de asombrarlos por el hecho en sí, sino para llevarlos a creer en él; sin embargo, a veces sus obras asombrosas fueron el medio para despertar la fe (ver 14:11). En el resto del Evangelio Juan describe las mayores obras, a partir de los versículos siguientes donde se menciona el resucitar muertos y juzgar a los incrédulos.
Los judíos no tendrían problema con:
1- La primera parte de la afirmación del v. 21, porque así
se enseñaba en el AT., (ver Deut. 32:39[*]; 1 Sam. 2:6; 2 R. 5:7).
“Ved ahora que yo, yo soy,
Y no hay dioses
conmigo;
Yo hago morir, y yo
hago vivir;
Yo hiero, y yo sano;
Y no hay quien pueda librar de mi mano”. [*] (Deut. 32:39).
אֲנִי = ani
H589 contracción de H595; yo: - yo, yo mismo, mío, pero yo.
[*] NOTA: En su hora de angustia Israel reconocería dos
verdades simultáneamente:
Ø Que Jehová era el único Dios, un Dios
vivo y poderoso, y
Ø Que los dioses de
las naciones no existían.
El Yo Soy del v.
39 hace una alusión al “Yo Soy” de Ex. 3:14. Dios es el único Dios, vivo y
verdadero.
Israel reconocerá que solamente Jehová es el Dios de muerte y vida, el Dios que hiere y sana, el Dios poderoso y que de sus manos nadie puede escapar (v. 39).
“Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida”. Jn. 5:21.
Esta obra del Padre incluye la
resurrección de alma y cuerpo
y el tiempo presente
de ambos verbos indica tanto el poder para hacerlo como también la
continuación de tal operación. Resucita y da vida son dos aspectos de la misma operación:
Ø La primera se refiere al cuerpo y
Ø La segunda al espíritu o al ánimo de vida.
Así también el Hijo da vida a los que quiere.
2- La segunda parte de la afirmación es lo que enfurecía a
los judíos, porque entendían que sólo Dios puede realizar esta clase de obra.
Da vida en este contexto seguramente se refiere a la vivificación espiritual. Es obvio que da vida a los que quiere sería casi ininteligible si se refiriera a la resurrección de la tumba. El Hijo ciertamente quiere dar vida espiritual a todos los que creen en él; por otro lado, su voluntad es negársela a los que rechazan su oferta y se niegan a creer en el cómo el Hijo de Dios y Salvador del mundo.
El argumento prosigue a la consideración
del juicio, un oficio más elevado aún que el dar vida; los judíos consideraban
que estaba reservado sólo al Padre. Esta es una idea nueva y radical, por cierto,
chocante para los judíos, más aún que la idea de que el Hijo da vida a los que
él quiere:
v La primera negativa no lleva la idea de “ni aun” y
v La segunda, a nadie, intensifica el concepto, dejando el sentido de “no en absoluto”.
La conjunción causal porque introduce la
declaración como razón de la del versículo anterior. El Hijo tiene ambas
autoridades, la de dar vida y la de juzgar, los dos oficios estando íntimamente
relacionados. él no quiere y no propone dar vida a los que se niegan a creer en
él y tales personas, por este hecho, ya son juzgadas y condenadas. En efecto,
ellos ya están muertos espiritualmente y él no les dará vida.
El Padre ha entregado toda la prerrogativa
del juicio en manos de su Hijo (ver Hech.17:31), otra indicación de su deidad e
igualdad con el Padre.
“Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con
justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle
levantado de los muertos”. Hech. 17:31.
NOTA: Hech. 17:31. Por cuanto ha establecido un día en el cual ha de juzgar al mundo—Tal lenguaje, fuera de duda, enseña que el juicio será, en su esencia, un solemne tribunal judicial celebrado sobre toda la humanidad a un mismo tiempo. “¡Cuán propiamente fue pronunciado este discurso en el Areópago, la sede de juicio!”. por aquel varón al cual determinó—comp. Jn. 5:22-23; 5:27; Hech. 10:42. dando fe a todos con haberle levantado de los muertos—Esta es la evidencia más patente para la humanidad en general, de la autoridad judicial de que el Resucitado está revestido.
En el v.
23, Jesús revela el para qué o propósito por el cual el Padre le otorgó al
Hijo el dar vida y juzgar, funciones que pertenecen sólo a Dios. El Padre
deseaba que su Hijo recibiera la misma honra otorgada a él. La íntima relación
entre el Padre y el Hijo, su representante personal, significa que el que honra
a uno, honra también al otro, y el que deshonra a uno de los dos, deshonra al
otro.
Nótese: la doble
afirmación de cierto, de cierto para iniciar este versículo (ver v. 19) con la que Jesús introduce aun
otra verdad de suma importancia. Los verbos del tiempo presente, oye, cree
y tiene, describen una actitud dinámica, relación personal y resultado
vivificante que son actuales y perennes.
Ayuda Hermenéutica:
G191 ἀκούω = akoúo: verbo
primario, oír (en varios sentidos):
- entender, escuchar,
hablar, llegar a oído de, obedecer, oír hablar, oyente.
G4100 πιστεύω = pisteúo: de G4102;
tener fe (en, o con respecto a, persona o cosa), i.e. crédito; por
implicación confiar (específicamente a Cristo el bienestar espiritual de uno): - encomendar, fiar, guardar, confiar, creer, creyente. (Strong).
La vida eterna que Jesús ofrece es una realidad que
comienza ya en esta vida, y se extiende hasta la eternidad (ver 3:16, 36).
Jesús
sostiene que el oír su palabra y el creer en el Padre quien le envió son
conceptos inseparables, casi sinónimos, y conducen a la vida
eterna.
Ø Los dos destinos que el hombre escoge
son condenación y muerte,
por un lado, y vida, por otro;
Ø No hay un tercero.
Jesús
describe la salvación en otro lugar como nacer de nuevo o de arriba (cap. 3), pero aquí la
misma experiencia se describe en términos de un traslado de la:
· Condenación y muerte a
· La vida,
la
cual se efectúa el instante que uno deposita su fe en el Hijo de Dios.
Véase Parte II.
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