CON RELACIÓN AL MAL:
EFESIOS 5:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Pablo
continúa su descripción del andar cristiano.
I. Andar En Amor (Ef.5:1–6):
«Imitadores» (v. 1) da la idea de «mímica»;
como hijos de Dios debemos imitar a nuestro Padre. Dios es amor y nosotros
debemos andar en amor. El ejemplo del amor de Cristo debe inspirarnos. Véanse
Juan 15:9 y 12 y 1 Juan 3:16–18. Aquí Pablo describe a Cristo como la ofrenda a
Dios de olor fragante, que trae gozo al corazón de Dios al darse a sí mismo por
los pecadores.
Por
supuesto, la clase correcta de amor implica que detestaremos ciertas cosas (Rom.
12:9). Hay algunos pecados que ni siquiera deben nombrarse entre los santos. En
el versículo 4 Pablo no hace objeciones al humor, sino a las bromas
inapropiadas y sucias. Por cierto que ningún cristiano debe usar sus labios
para esparcir cuentos cuestionables. Nunca deberíamos decir: «Tómelo
con la debida cautela», debido a que nuestro hablar siempre debe estar
sazonado con sal (Col. 4:6).
Los
falsos maestros pueden decirle que usted puede ser cristiano y vivir en pecado
habitual y deliberado; pero Pablo llama a estas enseñanzas «palabras deshonestas». Compárense
los versículos 5 y 6 con Gálatas 5:21ss y 1 Corintios 6:9–10. Éramos «hijos de
desobediencia» (2:1–3); ahora somos hijos de Dios y debemos andar en
amor.
II. Andar En La Luz (Ef.5:7–14):
La
palabra que se traduce «partícipes» (v. 7) implica tener algo en común; y
con frecuencia se traduce «comunión» o «compañerismo».
Los
cristianos son partícipes de:
(1) La naturaleza
divina, 2 Pedro 1:4;
(2) Las promesas de
Dios, Efesios 3:6;
(3) Los sufrimientos de Cristo, 1 Pedro 4:13;
(4) La santidad,
Hebreos 12:10;
(5) El llamamiento celestial, Hebreos 3:1; y
(6) La gloria de
Dios, 1 Pedro 5:1.
Puesto
que tenemos este maravilloso compañerismo con Dios, ¿cómo
podríamos no llegar a asociarnos con los que pertenecen al pecado y a las
tinieblas? «¿Qué comunión tiene la luz con las
tinieblas?», pregunta 2 Corintios 6.14. Somos hijos de luz y debemos
andar en la luz. Las tinieblas engendran pecado y mentiras; el fruto de la luz (que sería una
mejor traducción del v. 9) es bondad, justicia y verdad. La luz no
puede entrar en componendas con las tinieblas; tan solo puede exponerla.
Note: Juan
3:19–21, y 1 Juan 1:5–10.
III. Andar Cuidadosamente (Ef.5:15–17):
La
palabra «con
diligencia» (v. 15) lleva la idea de observar los alrededores con
cuidado, como para no tropezar. Significa andar con inteligencia y no en ignorancia. ¡Cuán necio es
andar a tropezones por la vida y nunca procurar conocer la voluntad del Señor!
En
lugar de andar «con
exactitud» (que es equivalente de «con diligencia»), yerran el blanco, el camino, y
acaban sufriendo en algún desvío. Dios quiere que seamos sabios y comprendamos
su voluntad para nuestras vidas. A medida que obedecemos su voluntad, «aprovechamos las
oportunidades» (aprovechando bien el tiempo,
v. 16) y no desperdiciamos el tiempo, ni la energía, ni el dinero, ni el
talento en lo que está fuera de su voluntad. Las oportunidades perdidas nunca
se recuperan; han desaparecido para siempre.
IV. Andar En Armonía (Ef.5:18–6:9):
Esta
sección concluye en el capítulo 6 y trata sobre la armonía entre esposos y
esposas, padres e hijos, y trabajadores y sus patrones. El secreto de la
armonía en el hogar y en el trabajo es ser llenos del Espíritu.
Tanto
la unidad de la iglesia como la armonía en el hogar dependen del Espíritu (4:3;
5:18). Es el poder desde adentro, no la presión de afuera, lo que mantiene
unida a la iglesia y al hogar.
Note: las señales de la vida llena del Espíritu:
v Gozo (v. 19),
v Gratitud (v. 20),
v Obediencia (v. 21ss).
Compare Colosenses 3:15–17 y verá
que cuando los cristianos están llenos de la Palabra de Dios tendrán las mismas
características. En otras palabras, estar llenos del Espíritu de Dios quiere decir
ser controlados por la Palabra de Dios. Las marcas del cristiano lleno del
Espíritu no son experiencias emocionales desusadas, milagros o lenguas, sino
más bien carácter cristiano.
El principio de la cabeza es lo que
ayuda a traer armonía al hogar. «Como al Señor» es el
motivo. Las esposas deben someterse a sus esposos como a
Cristo; los esposos deben amar a sus esposas como Cristo ama a la Iglesia; y
los hijos deben obedecer como al Señor. Los miembros de la familia que están
bien con el Señor, estarán bien los unos con los otros.
A
la Iglesia se le describe como la esposa de Cristo. Es interesante
comparar la Iglesia con la primera esposa de la Biblia (Gn. 2:18–25). Fue
tomada del costado de Adán y a Cristo le abrieron el costado por nosotros en la
cruz. A Eva la formaron mientras Adán dormía y Cristo experimentó el sueño de
la muerte para crear a la Iglesia.
Eva
participaba de la naturaleza de Adán y la Iglesia participa de la naturaleza de
Cristo (vv. 30–31). Eva fue el objeto del amor y cuidado de su cónyuge y Cristo
ama a la Iglesia y la cuida. Adán estuvo dispuesto a convertirse en un pecador
debido al amor que le tenía a su esposa (1 Tim. 2:11–15) y Cristo voluntariamente
fue hecho pecado debido a su amor por la Iglesia. Eva fue formada y traída a
Adán antes que el pecado entrara en la familia humana; la Iglesia estaba en el
corazón de Dios antes de la fundación del mundo.
Nótese: Romanos
7:4 y 2 Corintios 11:2 para ver la
aplicación de esta verdad del matrimonio a cada creyente y a la iglesia local.
¿Cuál es el ministerio presente de Cristo a la Iglesia? Está
santificando y purificando a la Iglesia mediante la Palabra de Dios y lo hace a
través de la obra del Espíritu en sus siervos escogidos (4:11–16). El agua que
se menciona en el versículo 26 no es el bautismo.
Por
un lado, Pablo está hablando de un proceso continuo y a ningún cristiano se le
bautiza continuamente. El agua para el lavamiento es un símbolo de la Palabra
de Dios (Jn. 15:3; 13:1–12). Cuando Cristo lleve a su Iglesia a la gloria será
entonces perfecta, sin mancha ni arruga. Véase Juan 17:22–24.
La
Palabra no es sólo agua que limpia a la Iglesia, sino que es también el
alimento que la nutre (v. 29). Es el alimento espiritual para la nueva
naturaleza del creyente.
En
6:1–9 Pablo aplica la misma verdad a los hijos y a los siervos. Los hijos deben
obedecer a sus padres por varias razones:
(1) Es lo correcto;
(2) Así se le ordena;
(3) Trae bendiciones.
El
padre que honra al Señor tendrá pocos problemas para ganarse el amor y respeto
de sus hijos o el sincero amor de su esposa. En el versículo 4 Pablo también
advierte a los padres a abstenerse de provocar a ira a los hijos mediante exigencias
indebidas. La regla de oro se aplica al hogar y a los hijos se les debe tratar
como a personas, no como cosas. Los padres deben disciplinar (criarlos)
a sus hijos y aconsejarlos (amonestarlos) en el Señor.
Los
siervos deben recordar que antes que todo sirve a Cristo. Ser de dos caras o
tratar de servir a dos amos sólo creará problemas (Mt. 6:24); la sencillez de
corazón es aquel que su objetivo es agradar a Cristo y no ganar al mundo. «Sirviendo al
ojo» quiere decir trabajar cuando el patrón está observando y darse
a la ociosidad cuando se va; ¡pero si servimos a Cristo en el trabajo, nos damos cuenta
de que Él siempre está observándonos!
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
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