LA PRÁCTICA DE LOS CREYENTES:
EFESIOS 4:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Ahora empezamos
la segunda mitad de la carta, la cual hace hincapié en el andar del cristiano
(4:1, 17; 5:2, 8, 15). A la vida cristiana se la compara con una caminata
porque empieza con un paso de fe, involucra progreso y exige equilibrio y
fuerza. Si no aprendemos a andar, nunca seremos capaces de correr (Heb. 12:1,
2) ni de estar firmes en la batalla (Ef. 6:11ss).
I. Andar En Unidad (Ef.4:1–16):
Hemos
sido llamados a un cuerpo; por consiguiente, en la medida en que procuramos
andar en unidad, andamos como es digno del llamamiento (vocación)
que tenemos de Dios. En los capítulos 1–3 Pablo ha descrito ese supremo
llamamiento; ahora nos suplica que vivamos a la altura de esas bendiciones.
No
vivimos por Cristo nada más que para conseguir algo; ¡vivimos
por Cristo porque Él ya ha hecho mucho por nosotros!
Nótese: que Pablo no
nos dice que fabriquemos la unidad, sino que mantengamos la unidad que ya
existe en el cuerpo.
Esta
no es uniformidad denominacional, ni una «superiglesia»; es una unión y unidad orgánica
viva.
Nótese: Juan 17:20–23.
Las
bases para esta unidad se mencionan en los versículos 4–6.
NOTA: V.6. Dios es Padre en cuatro relaciones distintas:
1) Aquí, Padre de todos los hombres, por el hecho de ser su
Creador;
2) Padre del Señor Jesucristo (Mt.3:17);
3) Padre de Israel
(Éx.4:22); y
4) Padre de los creyentes en el Señor Jesucristo (Gál.3:26).
Notará: que el
asunto central en esta lista es «un Señor». El hecho de que hay «un cuerpo»
no minimiza la importancia de los cuerpos locales de creyentes.
Notará: que
Pablo habla aquí de las verdades espirituales que se relacionan con el programa
completo de Dios. Cuando leemos sus otras epístolas (tales como Corintios y las cartas a
Timoteo y a Tito), vemos los resultados prácticos de estas verdades.
El principal énfasis del NT., es sobre la iglesia local; pero la administración
de la misma se debe basar en lo que Pablo enseña respecto a «un cuerpo».
En
los versículos 7–11 se mencionan los
dones para la unidad en la iglesia. Cuando Cristo ascendió, dio dones a su
pueblo mediante la venida del Espíritu Santo. También puso a estas personas
dotadas en las iglesias locales. En tanto que los versículos 1–6 se refieren a un cuerpo y su unidad, los versículos 7–11 lo hacen a los muchos
cuerpos locales y la diversidad de dones.
En
los versículos 12–16 se describe la
meta de la iglesia. El pastor-maestro debe alimentar a los santos con la
Palabra de Dios y equiparlos para el servicio; los santos, a su vez, desempeñan
la obra del ministerio. A medida que cada santo crece y gana a otros, el cuerpo
entero crece en Cristo.
El
versículo 12 debe leerse: «para la maduración de los santos en la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo». Cada santo
participa en el crecimiento de la iglesia. Desafortunadamente hay algunos
cristianos que todavía son bebés (v. 14, véase 1 Cor. 3:1ss), inestables y se
desvían con facilidad. Satanás y sus ministros (véase 2 Cor. 11:14, 15) esperan
derribar a la iglesia con sus mentiras.
La
iglesia se edifica mediante la Palabra de Dios (Hch. 20:32; 1 Cor. 14:4). No se
edifican y fortalecen mediante programas de hombres, ni por entretenimiento,
diversión, recreación o «empujes». La iglesia es un cuerpo y debe tener
alimento espiritual; este alimento es la Palabra de Dios. Cuando el cuerpo esté
completo, Cristo volverá y llevará a su cuerpo (del cual Él es la Cabeza, 1:22–23)
a su hogar en gloria.
II. Andar En Pureza (Ef.4:17–32):
La
primera parte de este capítulo describe la relación del creyente con la
iglesia; ahora Pablo analiza la relación del creyente con el mundo. Ciertamente
estamos «en
Cristo» y somos una parte del cuerpo; pero
también estamos en el mundo, donde hay tentación y contaminación.
No
podemos salir del mundo porque tenemos una responsabilidad de testificarle;
sino que debemos andar en pureza y no permitir que el mundo nos contamine.
Pablo
empieza con lo negativo: no andar de la manera que lo hacen los inconversos. Explica las
razones por las cuales andan en impiedad:
(1) Su
entendimiento está entenebrecido debido a que creen en mentiras y no han
recibido la verdad;
(2) Están muertos
espiritualmente;
(3) Se han entregado a
cometer toda clase de pecados. Compare esta descripción con 2:1–3 y 2
Corintios 4. Pudiéramos resumir su condición diciendo
que andaban de la manera errada debido a que no conocían la verdad y nunca
habían recibido la vida. Sólo el Cristo de Juan 14:6 podía satisfacer sus necesidades espirituales.
La
vida cristiana debe ser radicalmente diferente de la vida vieja. Pablo esperaba que los efesios experimentaran
cambios y les hace tres admoniciones:
· «Despojarse» (vv.
22–23);
· «Vestirse» (v. 24),
y
· «Desechar» (vv. 25ss).
Romanos
6 nos enseña que el viejo hombre ha sido crucificado y sepultado y que a medida
que consideramos que esto es verdad, nos «despojamos» de ese viejo hombre. Dios ha hecho su parte;
ahora nos resta que creamos lo que Él ha dicho y que «nos cambiemos de vestidos». La
instrucción que Jesús dio respecto a Lázaro se aplica a cada creyente:
· «Desatadle
[quítenle los vestuarios de sepultura], y dejadle ir».
Pero
no es suficiente morir a la vida vieja; también debe haber la resurrección y la
manifestación de la vida nueva. Nos quitamos las «ropas de sepultura» de la vida
vieja y nos vestimos de los «vestidos de la gracia» de la nueva vida. Somos
parte de la nueva creación de Dios (v. 24 y 2:10) y por consiguiente andamos en
vida nueva (Rom. 6:4).
Debemos
«desechar»
(de una vez por todas) ciertos pecados y
Pablo los menciona en 25ss.
Nótese:
cómo liga cada mandamiento a una verdad espiritual:
Ø Somos miembros los unos de los
otros
(v. 25);
Ø Somos sellados para el día
de la redención (v. 30);
Ø Dios nos ha perdonado (v. 32).
La doctrina y el
deber son bendiciones gemelas en la Biblia, tanto la riqueza del cristiano como
su andar en Cristo.
Si
pertenecemos a la verdad, ¿cómo podemos
darnos a las mentiras? Satanás es el padre de toda mentira (Jn. 8:44);
sus espíritus hablan mentiras (1 Jn. 2:21, 27); un día todo el mundo creerá en «la mentira»
(2 Ts. 2:9–11). Hay una ira que no es pecado (Mr. 3:5).
Si
nos encolerizamos contra las personas, hay lugar para el pecado; si nos
enojamos contra el pecado y los principios pecaminosos, podemos mantener un
andar santo. ¡Qué
fácil es que los cristianos llamen «indignación santa» a sus arranques de
cólera! La ira del hombre nunca produce la rectitud o justicia de
Dios (Stg. 1:20).
Darle
lugar al diablo (v. 27) incluye tanto el mentir como la cólera; porque Satanás
es mentiroso y homicida. ¿Nos damos cuenta de que las mentiras, la hipocresía y la
cólera le dan a Satanás una entrada en nuestras vidas? Las mentiras
y la cólera de Caín le llevaron al homicidio (Gn. 4).
El
versículo 25 se liga con 1 Tesalonicenses 4:11 y 2 Tesalonicenses 3:6–12. El
in-converso ladrón solía robar para complacerse; ahora que ha sido salvado debe
trabajar para poder dar a otros. Este es el maravilloso cambio que genera la
gracia en el corazón de una persona.
Nuestros
labios deben hablar lo que edifica (Col. 4:6; Salm. 141:3). La corrupción de
labios sólo denota corrupción del corazón. El Espíritu nos ha sellado (1:13,
14); no debemos entristecerlo al permitir que estos pecados de acción y actitud
estén en nuestras vidas. En las Escrituras al Espíritu se le describe como una
paloma (Jn. 1:32) y esta es un ave limpia que ama la paz. Se debe eliminar la
ira y la gritería mediante el amor y el perdón cristianos.
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
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