sábado, 18 de enero de 2020

ESTUDIO 28 GÉNESIS 28: LA HUÍDA DE JACOB A MESOPOTAMIA:


ESTUDIO 28

GÉNESIS 28: LA HUIDA DE JACOB A MESOPOTAMIA:

Lectura bíblica: Génesis 28:1-22.
Texto Áureo: Génesis 28:3.
Objetivo: Los alumnos aprenderán, sobre el patriarca Jacob.
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

I.       La Aventura (Génesis 28:1–9):
Podemos decir con precisión que el resto de Génesis presenta la vida de Jacob, incluyendo sus pruebas con Labán (28–31), con Esaú (32–33) y con sus hijos (34ss). La historia de José es, en realidad, una parte de la de Jacob.
La verdadera razón por la que Rebeca tramó la partida de Jacob de su hogar fue para evitar el peligro de la ira de Esaú (27:41–46), pero su excusa era que quería que Jacob hallara una esposa piadosa (véase 24:1–9).
Las mujeres mundanas de Esaú estaban causando problemas en el hogar, como siempre sucede cuando el pueblo de Dios se casa fuera de la voluntad de Dios. Rebeca en realidad planeaba enviar a Jacob cuando el tiempo fuera apropiado (27:45), pero este plan falló. Jacob nunca volvió a ver a su madre. De nuevo «fe es vivir sin intrigas».
Todos necesitamos prestar atención a la advertencia de Santiago 4:13–17.
¡Es maravilloso cuando un hijo puede dejar el hogar con la bendición de su padre! Pero Jacob no podía depender de la fe de su padre.
Tenía que encontrarse con Dios y tomar decisiones por sí mismo. Desafortunadamente, Jacob necesitó más de veinte años para llegar al lugar de rendición real, ¡y cuán caro pagó por su incredulidad y rebelión! Los versículos 6–9 ilustran el conflicto entre la carne y el Espíritu: Esaú (la carne) de manera intencional desobedeció al Señor y trajo una tristeza aún mayor al hogar.

Nótese: que Jacob no era ningún joven cuando salió en esta aventura. Tenía por lo menos setenta y siete años. Génesis 47:9 afirma que Jacob tenía 130 años cuando fue a Egipto.

José tenía diecisiete años cuando lo vendieron a Egipto y tenía treinta cuando lo presentaron a Faraón (41:46). Añádase, entonces, los trece de José como siervo a los siete años de abundancia y dos años de hambruna, y usted tiene a José como de treinta y nueve años cuando Jacob vino a Egipto.
Esto significa que José nació cuando Jacob tenía noventa y un años, y Génesis 30:25 indica que cuando José nació Jacob ya había cumplido sus catorce años de servicio por sus esposas. Esto indica que Jacob tenía alrededor de setenta y siete años cuando empezó a andar «por sí mismo».

II.      La Visión (Génesis 28:10–12):
Jacob viajó alrededor de cien kilómetros de Beerseba hasta Betel, tres días de camino. Esa noche «tomó de las piedras» para ponerla como almohada mientras dormía, y Dios le dio una visión de una escalera (o gradas como algunos lo traducen) que iba del cielo a la tierra.
Juan 1:43–51 es la explicación del NT., de este versículo. La escalera simboliza a Jesucristo. Jacob es  el cuadro perfecto del alma perdida, en tinieblas, huyendo por su vida, lejos de la casa de su padre, con el peso del pecado e ignorando que Dios está cerca y quiere salvarle. La escalera es un cuadro de Cristo como el único camino de la tierra al cielo. Él nos abre el cielo y trae a nuestra vida las bendiciones del cielo.
Y sólo Él puede llevarnos al cielo. Jacob pensó que era un desierto solitario, ¡y se despertó para descubrir que había estado en la misma puerta del cielo! Relacionando esto junto a Juan 1:43–51 notamos que Jacob era un israelita lleno de engaño, mientras que el versículo 47 describe a Natanael como un israelita sin engaño.

Esta es la primera de por lo menos siete revelaciones de Dios a Jacob (véanse 31:3, 11–13; 32:1–2, 24–30; 35:1; 35:9–13; 46:1–4). Los ángeles en la escalera eran una señal del cuidado de Dios. Aparecieron para proteger a Jacob cuando estaba a punto de encontrarse con Esaú (32:1–2).

III.    La Voz (Génesis 28:13–15):
Las visiones sin la Palabra de Dios pueden ser engañosas, de modo que Dios le habló a Jacob para asegurarle. Una persona no se salva por ángeles ni visiones; se salva por fe en la Palabra de Dios.  

Nótese: las promesas que Dios le dio a Jacob:

A.    La Tierra (v. 13).
        Esta promesa se le dio primero a Abraham (13:14ss) y se le confirmó a Isaac (26:1–5). La Tierra Santa les pertenece a los judíos, aunque no la posean toda. Un día Israel «recuperará sus posesiones» (Abd 17).

 B.     La Descendencia Multiplicada (v. 14).
Esto aseguró a Jacob que Dios le daría una esposa; de otra manera no hubiera tenido descendientes (véanse también 13:16 y 22:17). En la actualidad, hay judíos en todo punto geográfico.
 
C.    La Presencia Personal De Dios (v. 15).
Este versículo sugiere que Jacob andaría errante, pero Dios le promete estar con él. ¿Por qué? Porque Dios tenía un plan para la vida de Jacob y haría que su plan se cumpla (Filp. 1:6; Rom. 8:28–29). Aun cuando en los arduos años que le esperaban a Jacob tendría que cosechar las consecuencias de sus pecados, Dios aún estaba con él para protegerle y bendecirle.

IV.    El Voto (Génesis 28:16–22):
«No es otra cosa que casa de Dios», exclamó Jacob, porque el nombre Bet-el significa «casa de Dios». Su experiencia esa noche no sólo lo cambiaría a él, sino que cambió el nombre del lugar donde durmió. Para conmemorar el hecho Jacob erigió una señal y la hizo un altar, derramando sobre él una ofrenda al Señor. Años más tarde, cuando regresó a Bet-el, Jacob repitió este acto de consagración (35:9–15). Este acto de fe (aunque motivado por el temor) fue la manera de Jacob de consagrarse a Dios. (Véase Filp. 2:17, donde «ofrecido» es literalmente «derramado»). ¡Es maravilloso que por fe un creyente pueda convertir una «almohada» en una «señal»!

Se han sugerido dos interpretaciones respecto al voto de Jacob:
(1)   Que regateaba con Dios al decir: «Sisi… »;
(2)  Que mostraba fe en Dios, puesto que la palabra hebrea puede traducirse: «puesto quepuesto que… ».

Este es en realidad el primer voto que aparece en la Biblia. Es probable que ambas interpretaciones sean ciertas:
·    Jacob creyó en la Palabra de Dios, pero todavía tenía bastante del «viejo hombre» como para tratar de regatear con Dios como lo hizo con Esaú e Isaac.
·    Estaba tan acostumbrado a las «tretas» que trató de urdir su camino para la bendición de Dios. Al final, esto se mostró y resolvió en Jaboc (Gn. 32).
Jacob regresó a su casa en paz (Gn. 35:27–29) y practicó el diezmo (v. 22). Se dio cuenta de que su dedicación a Dios no significaba nada a menos que sus bienes materiales estuvieran también bajo su control.
Abraham practicó el diezmo (14:20) y en ambos casos la ley todavía no se había dado. Los que dicen que el diezmo no es para esta edad de gracia yerran el hecho de que los primeros santos practicaron el diezmo. Fue su expresión de fe y obediencia al Señor lo que les guiaba, guardaba y sustentaba.
Jacob no siempre vivió de acuerdo a este voto en los años subsiguientes. «Encontró su igual» en Labán, que también era un tramposo. Durante veinte años los dos trataron entre sí de ganarle al otro la partida, pero al final, se disciplinó a Jacob y Dios cumplió sus promesas.
Es bueno que nosotros los creyentes tengamos un «Betel» en nuestras vidas, un lugar donde nos encontremos con Dios de una manera seria y hagamos algunos compromisos definitivos con Él. Si nos alejamos del Señor, siempre podemos «regresar a Betel» (Gn. 35:9–15) y renovar nuestros votos. Jacob es una ilustración del conflicto entre las dos naturalezas, porque siempre batallaba con la carne y trataba de depender de sus capacidades y planes. ¡Qué bueno es saber que Dios vigila a sus hijos descarriados!


CUESTIONARIO:
¿Qué abierto Santiago: Todos necesitamos prestar atención a la advertencia de Santiago 4:13–17?
¿V.15. Este versículo sugiere que Jacob andaría errante, pero Dios le promete estar con él. ¿Por qué?






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