ESTUDIO
28
GÉNESIS
28: LA HUIDA DE JACOB A MESOPOTAMIA:
Lectura bíblica: Génesis 28:1-22.
Texto Áureo: Génesis 28:3.
Objetivo: Los alumnos
aprenderán, sobre el patriarca Jacob.
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I. La Aventura (Génesis 28:1–9):
Podemos
decir con precisión que el resto de Génesis presenta la vida de Jacob,
incluyendo sus pruebas con Labán (28–31), con Esaú (32–33) y con sus hijos
(34ss). La historia de José es, en realidad, una parte de la de Jacob.
La verdadera
razón por la que Rebeca tramó la partida de Jacob de su hogar fue para evitar
el peligro de la ira de Esaú (27:41–46), pero su excusa era que quería que
Jacob hallara una esposa piadosa (véase 24:1–9).
Las mujeres
mundanas de Esaú estaban causando problemas en el hogar, como siempre sucede
cuando el pueblo de Dios se casa fuera de la voluntad de Dios. Rebeca en
realidad planeaba enviar a Jacob cuando el tiempo fuera apropiado (27:45), pero
este plan falló. Jacob nunca volvió a ver a su madre. De nuevo «fe es vivir sin
intrigas».
Todos
necesitamos prestar atención a la advertencia de Santiago 4:13–17.
¡Es maravilloso cuando un hijo puede
dejar el hogar con la bendición de su padre! Pero Jacob no podía depender de la
fe de su padre.
Tenía que
encontrarse con Dios y tomar decisiones por sí mismo. Desafortunadamente, Jacob
necesitó más de veinte años para llegar al lugar de rendición real, ¡y cuán caro pagó
por su incredulidad y rebelión! Los versículos 6–9 ilustran el
conflicto entre la carne y el Espíritu:
Esaú (la carne) de manera intencional desobedeció al Señor y trajo una tristeza
aún mayor al hogar.
Nótese: que Jacob no era ningún joven cuando salió en esta
aventura.
Tenía por lo menos setenta y siete años. Génesis 47:9 afirma que Jacob tenía
130 años cuando fue a Egipto.
José tenía
diecisiete años cuando lo vendieron a Egipto y tenía treinta cuando lo
presentaron a Faraón (41:46). Añádase, entonces, los trece de José como siervo
a los siete años de abundancia y dos años de hambruna, y usted tiene a José
como de treinta y nueve años cuando Jacob vino a Egipto.
Esto significa
que José nació cuando Jacob tenía noventa y un años, y Génesis 30:25 indica que
cuando José nació Jacob ya había cumplido sus catorce años de servicio por sus
esposas. Esto indica que Jacob tenía alrededor de setenta y siete años cuando
empezó a andar «por sí mismo».
II. La Visión (Génesis 28:10–12):
Jacob viajó
alrededor de cien kilómetros de Beerseba hasta Betel, tres días de camino. Esa
noche «tomó de
las piedras» para ponerla como almohada mientras dormía, y Dios le
dio una visión de una escalera (o gradas como algunos lo traducen) que iba del
cielo a la tierra.
Juan 1:43–51 es
la explicación del NT., de este versículo. La escalera simboliza a Jesucristo.
Jacob es el cuadro perfecto del alma
perdida, en tinieblas, huyendo por su vida, lejos de la casa de su padre, con
el peso del pecado e ignorando que Dios está cerca y quiere salvarle. La
escalera es un cuadro de Cristo como el único camino de la tierra al cielo. Él
nos abre el cielo y trae a nuestra vida las bendiciones del cielo.
Y sólo Él puede
llevarnos al cielo. Jacob pensó que era un desierto solitario, ¡y se despertó para
descubrir que había estado en la misma puerta del cielo!
Relacionando esto junto a Juan 1:43–51 notamos que Jacob era un israelita lleno
de engaño, mientras que el versículo 47 describe a Natanael como un israelita
sin engaño.
Esta es la
primera de por lo menos siete revelaciones de Dios a Jacob (véanse 31:3, 11–13;
32:1–2, 24–30; 35:1; 35:9–13; 46:1–4). Los ángeles en la escalera eran una
señal del cuidado de Dios. Aparecieron para proteger a Jacob cuando estaba a
punto de encontrarse con Esaú (32:1–2).
III. La Voz (Génesis 28:13–15):
Las visiones sin
la Palabra de Dios pueden ser engañosas, de modo que Dios le habló a Jacob para
asegurarle. Una persona no se salva por ángeles ni visiones; se salva por fe en
la Palabra de Dios.
Nótese: las promesas que
Dios le dio a Jacob:
A. La Tierra (v. 13).
Esta promesa se le dio primero a Abraham (13:14ss) y se le confirmó a
Isaac (26:1–5). La Tierra Santa les pertenece a los judíos, aunque no la posean
toda. Un día Israel «recuperará sus posesiones» (Abd 17).
B. La
Descendencia Multiplicada (v. 14).
Esto aseguró a Jacob que Dios le daría
una esposa; de otra manera no hubiera tenido descendientes (véanse también
13:16 y 22:17). En la actualidad, hay judíos en todo punto geográfico.
C. La Presencia Personal De Dios (v. 15).
Este versículo
sugiere que Jacob andaría errante, pero Dios le promete estar con él. ¿Por qué? Porque
Dios tenía un plan para la vida de Jacob y haría que su plan se cumpla (Filp.
1:6; Rom. 8:28–29). Aun cuando en los arduos años que le esperaban a Jacob tendría
que cosechar las consecuencias de sus pecados, Dios aún estaba con él para
protegerle y bendecirle.
IV. El Voto (Génesis 28:16–22):
«No es otra cosa que casa de
Dios»,
exclamó Jacob, porque el nombre Bet-el significa «casa de Dios». Su experiencia esa
noche no sólo lo cambiaría a él, sino que cambió el nombre del lugar donde
durmió. Para conmemorar el hecho Jacob erigió una señal y la hizo un altar,
derramando sobre él una ofrenda al Señor. Años más tarde, cuando regresó a
Bet-el, Jacob repitió este acto de consagración (35:9–15). Este acto de fe (aunque motivado
por el temor) fue la manera de Jacob de consagrarse a Dios. (Véase
Filp. 2:17, donde «ofrecido» es literalmente «derramado»). ¡Es maravilloso que por fe un creyente pueda
convertir una «almohada» en una «señal»!
Se
han sugerido dos interpretaciones respecto al voto de Jacob:
(1) Que regateaba con Dios al decir: «Si…si… »;
(2) Que mostraba fe en Dios, puesto que la palabra hebrea
puede traducirse: «puesto que… puesto que… ».
Este es en realidad el primer voto que aparece en la
Biblia. Es
probable que ambas interpretaciones sean ciertas:
· Jacob
creyó en la Palabra de Dios, pero todavía tenía bastante del «viejo hombre» como para tratar de regatear con Dios como lo hizo con
Esaú e Isaac.
· Estaba
tan acostumbrado a las «tretas» que trató de urdir
su camino para la bendición de Dios. Al final, esto se mostró y resolvió en
Jaboc
(Gn. 32).
Jacob regresó a
su casa en paz (Gn. 35:27–29) y practicó el diezmo (v. 22). Se dio cuenta de
que su dedicación a Dios no significaba nada a menos que sus bienes materiales
estuvieran también bajo su control.
Abraham practicó
el diezmo (14:20) y en ambos casos la ley todavía no se había dado. Los que
dicen que el diezmo no es para esta edad de gracia yerran el hecho de que los
primeros santos practicaron el diezmo. Fue su expresión de fe y obediencia al
Señor lo que les guiaba, guardaba y sustentaba.
Jacob no siempre
vivió de acuerdo a este voto en los años subsiguientes. «Encontró
su igual» en Labán, que también era un tramposo. Durante veinte años
los dos trataron entre sí de ganarle al otro la partida, pero al final, se
disciplinó a Jacob y Dios cumplió sus promesas.
Es bueno que
nosotros los creyentes tengamos un «Betel» en nuestras vidas, un lugar donde nos
encontremos con Dios de una manera seria y hagamos algunos compromisos
definitivos con Él. Si nos alejamos del Señor, siempre podemos «regresar a Betel»
(Gn. 35:9–15) y renovar nuestros votos. Jacob es una ilustración del conflicto
entre las dos naturalezas, porque siempre batallaba con la carne y trataba de
depender de sus capacidades y planes. ¡Qué bueno es saber que Dios vigila a sus
hijos descarriados!
CUESTIONARIO:
¿Qué
abierto Santiago: Todos necesitamos prestar atención a la advertencia de
Santiago 4:13–17?
¿V.15.
Este versículo sugiere que Jacob andaría errante, pero Dios le promete estar
con él. ¿Por qué?
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