SU NIÑEZ Y LLAMAMIENTO:
1 SAMUEL 1–3:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Los sucesos en
los primeros capítulos del libro se centran alrededor de tres personas.
I.
Ana: Una Madre Piadosa (1 Sam.1:1–2:11):
A. Su Aflicción
(1 Sam.1:1–10).
Aun
cuando el modelo perfecto de Dios para la familia, desde el mismo principio, ha
sido un esposo para una esposa, «por la dureza del corazón humano» (Mt. 19:8) Dios permitió
la poligamia.
Véase
Deuteronomio 21:15–17. Elcana era un hombre piadoso, pero tenía un hogar dividido y su esposa favorita, Ana («gracia»),
llevaba una carga constante de tristeza debido a su esterilidad y al acoso de
la otra esposa.
B. Su Súplica
(1 Sam.1:11–19).
Ana
era una mujer de oración, de modo que no sorprende hallar que su hijo Samuel
fue un gran hombre de oración. Tan cargado estaba el corazón de Ana que no
comió en la fiesta y se fue al tabernáculo a orar. (La palabra «templo» en 1:9 significa «un
edificio público grande» y no se refiere al templo de Salomón, el cual aún no se
había construido).
Ana
no «regateó»
con el Señor; más bien demostró su espiritualidad al ofrecer voluntariamente a
Dios lo mejor que podía:
v Su primogénito.
El
versículo 21 sugiere que su esposo estuvo de acuerdo con el voto; véase también
Números 30:6–16. Las regulaciones nazareas se hallan en Número 6. Sin duda Elí,
el sumo sacerdote, juzgó con severidad a Ana (Mt. 7:1–5), especialmente porque
consideraba que sus propios hijos eran «hijos de Belial [Satanás]» (véase 2:12).
C. Su Sometimiento (1 Sam.1:20–28).
Dios
respondió las oraciones de Ana y le dio un hijo, así que ella le llamó Samuel: «pedido de
Dios». Las mujeres judías destetaban a sus hijos alrededor de los
tres años; y en ese tiempo Ana llevó a Samuel a Elí y cumplió su voto al Señor.
Los
tres becerros fueron quizás para la ofrenda por el pecado, el holocausto y una
ofrenda especial por el voto nazareo; véase Números 15:8. «Por este niño oraba». ¡Qué testimonio de una madre piadosa! Véase 2
Timoteo 1:5. Si tuviéramos más padres como Elcana y Ana, tendríamos más gente
piadosa como Samuel. «Dedico» quiere decir «dar»; Samuel le pertenecía al Señor
por el resto de su vida.
D. Su Hijo (1
Sam.2:1–11).
Mientras
Elcana adoraba (1:28), su esposa oraba y alababa a Dios. Compárese este pasaje
con el canto de María en Lucas 1:46–55. En ambos casos las mujeres alabaron a
Dios por su victoria y por honrar las oraciones de los humildes.
Nótese: los dos
nombres de Cristo en 2:10: «su Rey» y «su Ungido» (Mesías, Cristo):
porque la carga de Ana era la gloria de Dios entre su pueblo. No cabe duda que
Ana es un ejemplo de una madre piadosa, porque puso a Dios primero, creyó en la
oración, cumplió sus votos y le dio toda la gloria a Él.
II.
Elí: Un Padre Descuidado (1 Sam. 2:12–36):
A.
Sus Hijos Pecadores
(vv. 12–21).
¡Qué trágico es cuando un siervo del Señor (y además sumo
sacerdote) fracasa al no ganar a sus hijos
para el Señor! Estos hijos de Elí eran egoístas,
porque ponían sus deseos antes que la Palabra de Dios y las necesidades del
pueblo; eran imperiosos; y llenos de lujuria (2:22).
Filipenses
3:17–19 es una descripción perfecta de estos sacerdotes impíos.
Nótese: la repetición
de la palabra carne. Advierta también en el versículo 18 el contraste entre los
hijos de Elí y el joven Samuel: «Pero Samuel». No hay duda de que los hijos de Elí
se reían del joven Samuel y le ridiculizaban por su ministerio fiel; pero Dios
iba a intervenir y arreglar cuentas sin que pasara mucho tiempo.
B.
Su Desobediencia Egoísta (vv. 22–26).
Elí
rehusó enfrentar los hechos con honradez y obedecer la Palabra de Dios; véanse
Deuteronomio 21:18–21 y 17:12. En 3:13 Dios afirma claramente que Elí rehusó
disciplinar a sus hijos; en lugar de eso, los malcriaba. Su débil advertencia
en 2:23–25 no fue sustituta de la disciplina definida. Compárese 2:26 con Lucas
2:52.
C.
Su
Severo Juicio (vv. 27–36).
Dios,
en su gracia, envió un severo mensaje a Elí por boca de un desconocido hombre
de Dios, advirtiéndole que su familia sufriría debido a los pecados de los
hijos y a su propio descuido. Honraba a sus hijos más que al Señor (v. 29);
esto era idolatría.
Elí
no fue celoso de la gloria del Señor, así que Dios tenía que eliminarlo. Años
más tarde Saúl mató a muchos de los descendientes de Elí (1 Sam. 22:17–20); y
más adelante Salomón sustituyó a la familia de Elí con la familia de Sadoc (1 R.
2:26–27, 35). Por supuesto, el «sacerdote fiel» del versículo 35 se refiere de
momento a Samuel, pero al final a Cristo. El versículo 34 predice la muerte de
los dos hijos de Elí; véase en 4:17–18 el cumplimiento.
III. Samuel: Un Hijo Devoto (1 Samuel 3):
A.
Su Llamamiento Del Señor (vv. 1–10).
La
tradición afirma que Samuel tenía alrededor de doce años en este tiempo. Creció
en la presencia del Señor y aprendió a servir en su tabernáculo, sin embargo,
no había tenido una experiencia personal con el Señor (v. 7).
Cuán
importante es que quienes crecen en hogares cristianos tomen sus decisiones
personales por Cristo. Samuel había llenado el candelero con aceite; era cerca
del amanecer y la lámpara estaba a punto de apagarse. Samuel dormía y el Señor
le llamó.
Primero
pensó que el ciego Elí necesitaba ayuda, de modo que fue corriendo a verlo. (Véase qué rápido obedecía este muchacho cuando le
llamaban). El versículo 10 narra la conversación de Samuel:
«Habla, porque
tu siervo oye». Años más tarde Dios le diría a Samuel: «Habla,
siervo, ¡que tu Señor oye!» Porque
Samuel llegó a ser un gran hombre de
oración.
B.
Su
Mensaje Del Señor (vv. 11–14).
La
persona que se somete al Señor y está siempre dispuesta a escuchar, aprenderá
la voluntad de Dios. Elí desobedeció al Señor y puso a su familia primero, por
lo tanto Dios no le hablaba directamente.
Fue
un mensaje de juicio para la casa de Elí y en el corazón de Samuel debe haber
pesado mucho. Samuel quería a Elí y había aprendido mucho de él, pero él sabía
que debía ser fiel al Señor a pesar de sus deseos personales.
C.
Su Mensaje
a Elí (vv. 15–21).
Esta
tremenda experiencia espiritual no impidió que Samuel siguiera cumpliendo sus
tareas diarias a la mañana siguiente. No «se exhibió» ante la gente; no, caminó con gran
humildad, llevando en su corazón la carga del Señor.
Así
como le dijo al Señor:
· «Heme aquí», contestó:
Ø «Heme aquí» cuando
Elí le llamó.
Los que honran al Señor también honran a sus ancianos. Samuel hubiera preferido guardar el triste mensaje en su corazón, pero Elí le pidió que se lo dijera; y así lo hizo.
Aun
cuando no admiramos el fracaso de Elí con su familia, sí admiramos su resignación
a la voluntad de Dios a pesar de que significaba la muerte para él y sus hijos.
Este
hecho fue un punto decisivo en la historia. Hasta aquí
Dios no había hablado con las personas abiertamente, ni en visiones «con frecuencia»
(v. 1); pero ahora todos sabían que
Samuel era el profeta de Dios y que el Señor estaba con él.
El
Señor pudo aparecer de nuevo porque había un siervo en quien podía confiar. Sin
duda Dios haría más por su pueblo, incluso hoy, si pudiera hallar creyentes consagrados
dispuestos a ser sus siervos.
Varias
Lecciones Prácticas Se Hallan En Estos Capítulos:
1. Nunca subestime el
poder del pecado en una familia. Los hijos de
Elí necesitaban disciplina, pero él más bien los consentía. Esto le costó su
vida y a la larga a la familia le costó el sacerdocio.
2. Nunca subestime el
poder de la oración en el hogar. Ana y Elcana
eran personas de oración y Dios contestó sus oraciones. Hoy somos bendecidos
debido a la dedicación de Ana, porque por medio de ella Dios le dio al mundo a
Samuel, el último de los jueces y el primero de los profetas nacionales.
3. Dios habla a niños y a jóvenes, y los adultos
deben facilitarles que oigan la voz de Dios y respondan en fe. Cuán
sabio fue Elí al saber que Dios estaba llamando al joven Samuel. Educar a los
niños en las cosas espirituales es una gran responsabilidad que no debemos
eludir.
___________
Nota:
[1] H8050
שְׁמוּאֵל = Shemuél: del participio pasado de H8085
y H410; oído de Dios; Shemuel, nombre de tres israelitas:- Samuel, Semuel.
(Strong).
Estudios para el
Domingo
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