ELÍSEO OBSTRUYE LA INVASIÓN SIRIA:
2 REYES 6–8:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En estos capítulos tenemos varios milagros y ministerios de Elíseo, algunos realizados en privado para el pueblo de Dios y otros hechos públicamente para la nación. En cada caso vemos con claridad que el hombre de Dios nunca deja de asombrarse al saber la voluntad de Dios o ejercer su poder.
I. Elíseo Recupera El Hacha (2 R. 6:1–7):
Nos alegra ver que una de las escuelas de profetas estaba creciendo y necesitaba más espacio. Estos hombres eran en cierto sentido «misioneros del país» que Elíseo preparaba para llevar la Palabra al pueblo. Las escuelas evangélicas que preparan a nuestros futuros obreros son importantes y merecen el respaldo del pueblo de Dios.
Nótese: que Elíseo no estaba demasiado ocupado ni era demasiado orgulloso como para participar en las actividades de construcción. Sin duda su presencia estimulaba a los jóvenes. Los estudiantes eran pobres y al menos uno de ellos tuvo que pedir prestadas las herramientas. Cuando el hacha salió despedida y cayó en el agua, el estudiante quedó petrificado; pero Elíseo se la devolvió.
No es pecado tomar prestado, siempre y cuando lo prestado se cuide y se devuelva. Dios está interesado en las necesidades personales de su pueblo, incluso esas «minucias» que a menudo son un peso en nuestro corazón.
II. Elíseo Captura a Los Invasores Sirios (2 R.
6:8–23):
El
rey sirio estaba enviando bandas de soldados para que atacaran a Israel (véase
5:2), pero Dios seguía revelándole a Elíseo cada movimiento del enemigo. «La comunión íntima
de Jehová es con los que le temen», dice el Salmo 25:14. Aun cuando
Elíseo no honraba al perverso rey Joram (3:13–14), se apiadaba del pueblo de
Israel y quería protegerlo.
El
rey fue lo suficiente sabio como para escuchar al profeta y Dios protegió a
Israel. Cuando al rey de Siria se le dijo que Elíseo era el «espía oculto»,
envió soldados para que capturaran al profeta. El siervo de Elíseo (que evidentemente reemplazó a Giezi),
vio el ejército alrededor de la ciudad y pensó que el fin había llegado, pero
Dios le abrió los ojos al criado para que viera las huestes de ángeles listos
para librar a Elíseo.
El
versículo 16 es real para el cristiano de hoy así como lo fue para los judíos
de aquel día. «Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?».
· Elíseo realizó un milagro
doble;
· Le abrió los ojos a su siervo,
pero cegó los ojos de los invasores.
· Así fue fácil llevar el
ejército a Samaria.
Imagínese la sorpresa de los sirios cuando sus ojos fueron abiertos para contemplar la ciudad enemiga. Elíseo le prohibió al rey de Israel que matara a los soldados: Dios los capturó y sólo Él debía recibir la gloria. Elíseo los derrotó con su amabilidad. Véanse Romanos 12:20–21, Proverbios 25:21–22 y Mateo 5:43–45. A partir de ese momento, Siria no volvió a enviar bandas de «comandos» secretos para atacar las aldeas de Israel. El pueblo de Dios, si obedece a su Palabra, jamás tiene necesidad de temer al enemigo; véase Salmo 46.
III. Elíseo Libra a La Ciudad (2 R. 6:24–7:20)
No
sabemos cuántos años pasaron entre los versículos 23 y 24. Cuando Ben-adad
decidió pelear contra Israel, fue con su ejército completo y no con pequeñas
bandas de invasores. La capital fue sitiada hasta que quedó muy poco alimento;
el peor alimento se vendía a precios exorbitantes. («Estiércol de paloma» en el versículo 25
quizás significa una clase de grano muy barato. Sin embargo, no es improbable
que la gente que se moría de hambre comiera incluso el estiércol de los
animales). Todavía más, algunos recurrían al canibalismo. El
perverso rey Joram se hizo eco de las palabras de su padre al culpar a Elíseo
por la hambruna (6:31; y 1 R. 18:17).
El
rey envió un mensajero (de quien Eliseo sabía que venía) para recibir una
extraña predicción del hombre de Dios:
al día
siguiente Samaria sería librada y habría abundancia para comer.
En
7:1 Elíseo predijo que podrían comprar seis veces la cantidad de alimento por
un quinto del costo. Uno de los oficiales del rey reveló su incredulidad y Elíseo
le prometió juicio. Véase 7:17–20. ¿Qué armas usó Dios para derrotar al atrincherado ejército
sirio? ¡Un ruido y cuatro leprosos! Pensando que un ejército mercenario
se acercaba, los sirios huyeron dejando provisiones y alimentos en el
campamento. Con buen razonamiento los cuatro leprosos decidieron que era mejor
comer como prisioneros (o morir rápidamente) que morirse de hambre en
libertad.
El versículo 9 es sin duda evangélica y también un gran texto misionero. ¡Cuánto necesitan los cristianos de hoy prestar atención a esto! Cuando los asediados ciudadanos de Samaria oyeron las buenas noticias, salieron en tropel… ¡y atropellaron al oficial incrédulo! Este oyó las buenas noticias, vio la prueba del mensaje, pero murió antes de disfrutarlo. ¡Qué advertencia para el pecador que pospone recibir a Cristo!
IV. Elíseo Protege a La Sunamita (2 R. 8:1–6):
El
versículo 1 debería decir:
· «Ahora Elíseo había dicho»; o
· Sea, siete años antes el
hombre de Dios le había advertido respecto a la hambruna que se avecinaba sobre
toda la tierra; véase 4:38.
Esta
no fue la hambruna local de la ciudad de Samaria que se describe en el capítulo
6. El hecho de que Giezi le está hablando al rey indica que este suceso ocurrió
antes de la curación de Naamán (cap. 5). La mujer obedeció a Elíseo y abandonó
su propiedad, hallando protección temporal en la tierra de los filisteos. Pero
al regresar a Israel vio que alguien había confiscado su propiedad. Imagínese
su sorpresa al descubrir a Giezi hablando con el rey en ese mismo momento
cuando ella presentaba su caso.
Dios había ordenado años antes que su hijo muriera y fuera resucitado (4:18–37) y que este milagro le hiciera posible que recuperara su tierra perdida. Tal vez nunca comprendamos las razones para nuestras pruebas ahora, pero sin duda están obrando para nuestro bien (Rom. 8:28). Qué maravilloso que los creyentes tienen una herencia que nadie puede quitarles (1 P. 1:4; Ef. 1:11, 14).
V. Elíseo Juzga Al Rey (2 R. 8:7–29):
Allá
en los días de Elías Dios le había dicho a aquel profeta que ungiera a Hazael
como rey de Siria (1 R. 19:15). Elíseo ungió a Elíseo para que fuera su sucesor
como profeta, pero le tocó a Elíseo ver que Hazael se estableciera en el trono.
La
Palabra de Dios iba a cumplirse a pesar de los fracasos de los creyentes o los
planes de los incrédulos. Ben-adad era enemigo de Israel, sin embargo, cuando
llegó la crisis, acudió al hombre de Dios por ayuda. ¡Cuán
parecido a la gente del mundo de hoy! Envió un regalo elaborado y
costoso a Elíseo; no se narra que lo haya aceptado. Si lo hizo, sin duda lo usó
para la escuela de profetas. Nótese: la respuesta enigmática que Elíseo le dio a Hazael:
(1) «Ve, dile: Seguramente sanarás»;
(2) Sin embargo, Jehová me ha mostrado (a Elíseo) que morirá. En el versículo 14 Hazael le citó al rey la primera declaración, ampliándola y arreglándola como para dar la impresión de que su recuperación era cierta. Hazael dio cumplimiento a la segunda declaración al matar al rey (v. 15).
Debemos
estudiar cuidadosamente los versículos 11–13. Después que
Elíseo le dio su extraña respuesta a Hazael, el hombre de Dios se quedó
observando por largo tiempo a su visitante:
v En realidad, leía los
pensamientos del perverso corazón de Hazael;
v Vio que su visitante planeaba
asesinar al rey.
v Hazael se desconcertó tanto con esta conducta peculiar que
se avergonzó;
v Eliseo, a su vez, lloró.
El malvado visitante trató de
ocultar los pecados de su corazón, pero Elíseo sabía demasiado.
«Sé el mal que harás a los hijos de Israel», le dijo
Elíseo mientras lloraba y describió sus terribles crímenes. Hazael quedó
estupefacto con este anuncio; sin embargo, ninguno debería sorprenderse por la maldad
de su corazón, porque el corazón es terriblemente malo. Las palabras finales de Eliseo al
despedirse fueron: «Tú serás rey de Siria».
En
lugar de permitir que el Señor realice la obra, Hazael tramó las cosas por sí
mismo al ahogar en su propia cama al enfermo rey. La historia siguiente revela
que las palabras de Elíseo fueron ciertas, porque Hazael fue culpable de
terribles obras durante su reinado; véanse 10:32–33; 13:3–7; 13:22.
Los
versículos restantes de este capítulo nos actualizan en cuanto a Israel y Judá.
Es probable que Joram y Josafat fueran corregentes durante la última parte del
reinado de Josafat. Qué triste ver a los reyes de estas naciones siguiendo el
mal ejemplo de Jeroboam y Acab.
Durante esos días de declinación política y pecado nacional, Dios usaba a Elíseo para llamar del pueblo a un remanente creyente para obedecerle. La nación entera no iba a ser salva, así como hoy todo el mundo no lo será. Dios llama a un pueblo por su nombre. Nuestra responsabilidad como creyentes es ser fieles a la Palabra de Dios y procurar ganar a otros para Cristo.
Estudios para el Domingo.
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su
Biblia.
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