Parte I
COSAS DEL
FUTURO:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Prolegómeno1):
Ayuda Ministerial:
ESCATOLOGÍA: Del griego esjatos
= ‘último’.
Este término se refiere a la doctrina de las últimas cosas. Contrastando con
las concepciones cíclicas de la historia, los escritos bíblicos entienden la
historia como un movimiento lineal en dirección a una meta.
Dios dirige la historia hacia el cumplimiento definitivo de sus
propósitos para la creación:
Ø De
manera que la escatología bíblica no se limita al destino del individuo;
Ø Tiene que ver con la consumación de toda la historia del mundo, hacia la cual se dirigen todos los actos redentores de Dios en la historia.
Ayuda Hermenéutica: POSTRER, POSTRERO:
A. ADJETIVO escatos =
(ἔσχατος, G2078), último, final, postrero,
extremo. Se utiliza:
a) De lugar «último» (por ejemp., Lc.14:9, 10; Hech.1:8; 13:47);
b) De rango, «el postrero» (por ejemp., Mr. 9:35);
c) De tiempo, ya relacionado con personas o con
cosas, por ejemp., Mt.5:26 «el último
cuadrante»; Mt.20:8, 12, 14, 16, dos
veces: «postrero/s»;
Mr. 12:6, lit., «a Él se los envió al último»
(RVR: «lo envió también a ellos»; v. 22: «después de todos»);
1 Cor.4:9, de los apóstoles como los últimos en el programa
de una exhibición espectacular; 1 Cor.15:45 «el postrer Adán»; Ap.2:19 «obras postreras»; del estado final
de una persona (Mt.12:45), plural neutro, lit., «las últimas cosas», traducido en
RVR «el postrer
estado»; lo mismo en Lc.11:26; 2 P.2:20; usado de Cristo como el
Eterno (Ap.1:17 «el primero y el último»; en TR también en v. 11; 2:8: «el postrero»; 22:13); en frases
escatológicas, como sigue:
(a) «El día postrero»,
término
inclusivo que incluye tanto el tiempo de la resurrección de los redimidos (Jn.6:39, 40, 44, 54 y 11:24), como
el tiempo posterior del juicio de los irregenerados, ante el gran trono blanco
(Jn.12:48);
(b) «Los postreros días» (Hech.2:17), un período relacionado
con la manifestación sobrenatural del Espíritu Santo en Pentecostés y la
reanudación de las intervenciones divinas en los asuntos del mundo al final de
la era actual, antes de «el día de Jehová, grande y terrible» (Malq.4:5), que dará entrada al
reinado mesiánico;
(c) En 2 Tim.3:1 «en los postreros días» se refiere
al final de la actual era con su presente estado de cosas;
(d) En Stg.5:3, la frase «los días postreros»
se refiere tanto al período anterior a la destrucción de la ciudad y de la
tierra el 70 d.C. como al período que cerrara esta era en los actos
consumadores de persecución de parte de los gentiles incluyendo el «tiempo de angustia
para Jacob» (comp. vv. 7, 8);
(e) En 1 P.1:5 «el tiempo postrero» se refiere al
tiempo de la Segunda Venida del Señor;
(f) En 1 Jn.2:18 «el último tiempo», y en Jud.18 «el postrer tiempo», significan la
era presente anterior a la Segunda Venida.
Notas:
(1) En Heb.1:2, «en
estos postreros días» (RVR77: «en estos últimos días»), la referencia es al
final del período del testimonio de los profetas bajo la Ley, que llega a su
fin con la presencia de Cristo y su sacrificio redentor y los efectos del
mismo, siendo el tiempo presente «ha hablado» indicador de los efectos continuos del
mensaje corporificado en el Cristo resucitado;
(2) Lo mismo con 1 P.1:20 «en los postreros tiempos»;
(3) Justeros denota
más tarde o posterior, y se utiliza en 1 Tim.4:1 «en los postreros tiempos». Varios
mss. acreditados lo tienen en Mt.21:31, «el anterior», en lugar de protos,
«el primero»;
(4) Para los términos «postrimerías» en 2
P.2:20
(RV) y «postrimero/s» en 1 P.1:5, 20 (RV), véase escatos más arriba;
(5) En Heb.10:9 (RV), el término «postrero»
es traducción de deuteros.
Escatos = (ἔσχατος G2078)
último,
extremo, final. Se usa como nombre:
(a) De tiempo:
§ «Al fin de estos días»
(VHA),
esto es, al final del período bajo la ley, en lugar de la RVR: «en estos
postreros días»;
§ De la misma manera en 1
P.1:20;
§ «Al fin de los tiempos» (VHA; RVR: «postreros tiempos»).
§ En 2
P.2:20, el
plural, ta escata, lit: «las últimas
cosas», se traduce «su postrer estado» (RVR; RV: «postrimerías»);
§ Esta misma frase se usa en Mt.12:45 «postrer estado» (RV: «cosas
últimas»);
§ Lc.11:26 «postrer estado» (RV: «postrero»);
(b) De lugar (Hech.13:47 «lo
último de la tierra»; RV: «lo postrero»).
Notas:
(1) La conjunción jina,
para que, se traduce en ocasiones «a fin de», «a fin de que»
(Mr. 3:2; Lc.20:20; Rom.6:4; 7:13; 15:4; Gál. 3:24, etc.);
(2) Jisteron, neutro del adjetivo justeros,
se usa adverbialmente con el significado de «al fin» (Mt.26:60);
(3) Jopos,
conjunción, para que, para, se traduce «a fin de que» en Hech.9:2;
(4) La partícula pote, algún tiempo, cuando se usa
después de ede, ahora, ya, significa «ahora al fin»,
y se traduce «al
fin» en Rom.1:10, donde la frase entera «si de alguna manera ahora al fin». (VINE).
G2078 ἔσχατος = ésjatos: superlativo probablemente de G2192 (en
el sentido de contigüidad);
más lejos, final (de lugar o tiempo): - postrer,
postrero, último, (postrer) estado, final. (Strong).
G2078: ἔσχατος, η, ον. adjetivo Ultimo, postrero,
final, extremo, el más bajo o insignificante.
adv. Después de, por último.
AT. אַחַר Lv. 27:18. אָחוֹר
Salm.
138(139):5. אַחֲרוֹן Gn. 49:1. אַחֲרִית , Gn. 33:2. לָאַחֲוֹנָה
, Núm.
2:31. בְּאַהֲרִית , Dt. 31:29. אַחֲרִית Dt.
32:20. אָחוֹר ; Job
23:8. אַחֲרֵי דֲנָה , Dn. 2:45. אָסַף
pi.
Núm. 10:25. אֶפֶס Is.
45:22. אָרַח , Jr. 9:1(2). אֹרַח Job
8:13. נָּדוֹל , Jos. 1:4. ירכָּה, Is.
37:24. מֶרְחָק Is. 8:9. סוּף , 1 R. 9:26. קֵץ Ez. 35:5. קָצֶה , Dt. 28:49. שְׁבִיעִי
, Lv.
23:16. תַּכְלִית ; Job
11:7.
NT.
A) adjetivo.
Ultimo, postrero,
final, el más bajo o insignificante.
1) De lugar:
Lc. 14:9–10; Hch. 1:8; 13:47.
2) De rango:
Mt. 19:30; 20:16; Mr. 9:35; Mr. 10:31; Lc. 13:30; Texto Receptor Jn. 8:9;
1 Cor. 4:9.
3) De tiempo:
(A) En general: Mt. 12:45; 20:8;
20:12; 20:14; 27:64; Lc. 11:26; Jn. 7:37; 1 Cor. 15:26; 15:45; 15:52; Stg. 5:3;
2 P. 2:20; Ap. 2:19; 15:1.
(B) Significado
escatológico: Jn. 6:39–40; 6:44; 6:54; 11:24; 12:48; Hch. 2:17; 2
Tim. 3:1; Heb. 1:2; 1 P. 1:20; 2 P. 3:3; 1 Jn. 2:18; Jud. 18; Ap. 2:8; 21:9.
4) Lo final, lo último:
Mt. 5:26; Lc. 12:59; Ap. 1:17; 22:13.
B) Adv. Después de,
por último: Mr. 12:22; 1 Cor. 15:8.
C) En, Mr. 12:6 se puede argumentar tanto por sentido A como por sentido B. El autor prefiere considerarlo como adv. = sentido B. (Léxico griego-español. A. Tuggy).
I. La Perspectiva Veterotestamentario:
El carácter futurista de la fe judía tiene su
origen en el llamado de Abraham (Gn. 12:1–3) y la promesa de la tierra a
heredar, pero en el mensaje de los profetas es donde radica su pleno carácter
escatológico, que se proyecta hacia una meta final permanente conforme al
propósito de Dios en la historia.
La expresión profética “día de Jehová” (acompañada de una serie de expresiones similares tales como “en aquel
tiempo [día]”) se refiere al hecho futuro de la acción decisiva de Dios
respecto al juicio y la salvación en el campo de la historia. Para los profetas
está siempre estrechamente relacionado con el contexto histórico del momento, y
de ninguna manera se refiere necesariamente a los días finales de la historia.
Sin embargo, en forma creciente surge el concepto de una resolución
final de la historia: un día de juicio más allá del cual
Dios establece una era permanente de salvación. Una escatología plenamente
trascendente, que espera un acto de Dios directo y universal, más allá de las
posibilidades de la historia común, que da lugar a un mundo radicalmente
transformado, es característica de la apocalíptica, que ya se vislumbra en varias
partes de los libros proféticos.
Los profetas describen con frecuencia la era
escatológica de salvación que se halla más allá del juicio. Fundamentalmente es
la era en la cual ha de prevalecer la voluntad de Dios. Las naciones han de
servir al Dios de Israel y conocerán su voluntad (Is. 2:2s = Miq. 4:1s; Jr.
3:17; Sof. 3:9s; Zc. 8:20–23).
Habrá paz y justicia internacionales (Is. 2:4 =
Miq. 4:3), y paz en la naturaleza (Is. 11:6; 65:25). El pueblo de Dios tendrá
seguridad (Miq. 4:4; Is. 65:21–23) y prosperidad (Zc. 8:12). La ley de Dios
será escrita en sus corazones (Jr. 31:31–34; Ez. 36:26s).
Se asocia frecuentemente con la era escatológica al
rey davídico que ha de gobernar a Israel (y, a veces, a las naciones) como representante de
Dios (Is. 9:6s; 11:1–10; Jr. 23:5s; Ez. 34:23s; 37:24s; Miq. 5:2–4; Zc. 9:9s).
Un aspecto sobresaliente de estas profecías es que el Mesías ha de reinar en
justicia. En el Antiguo Testamento todavía no se usa “Mesías” [Cristo]
como término técnico para el rey escatológico.
Otras figuras “mesiánicas” en la esperanza veterotestamentarias son el “uno como un hijo de hombre” (Dn. 7:13), el representante celestial de Israel, quien recibe el dominio universal, el Siervo sufriente (Is. 53), y el profeta escatológico (Is. 61:1–3). Generalmente la acción escatológica de juicio y salvación se lleva a cabo con la venida personal de Dios mismo (Is. 26:21; Zc. 14:5; Malq. 3:1–5).
II. La Perspectiva Neotestamentaria:
El carácter distintivo de la escatología
neotestamentaria está determinado por la convicción de que en la historia de
Jesucristo el acto escatológico decisivo de Dios ya se ha realizado, aunque de
manera tal que la consumación del mismo sigue siendo futura. Hay en la
escatología neotestamentaria tanto un “ya” de cumplimiento realizado, como un “todavía no”
de promesas pendientes. Existe tanto un aspecto “realizado” como un aspecto “futuro”
en la escatología neotestamentaria que, como consecuencia, probablemente podría
describirse con más propiedad mediante la expresión “escatología inaugurada”.
La nota de cumplimiento escatológico ya iniciado
significa que la escatología veterotestamentarias se ha convertido en realidad
presente, en alguna medida, para el Nuevo Testamento. Los “últimos días” de los profetas han llegado:
§ Porque
Cristo fue “manifestado en los postreros tiempos” (1 P. 1:20);
§ Dios “en estos postreros días nos ha hablado por
el Hijo” (Heb. 1:2);
§ Los cristianos son aquellos “a quienes han alcanzado los fines de los siglos”
(1 Cor. 10:11);
§ “Es el último tiempo” (1 Jn. 2:18);
§ Compárese también Hch. 2.17; Heb.
6:5.
§ Por lo demás, los escritores del
Nuevo Testamento se oponen a la fantasía de que el cumplimiento ya se ha
completado (2 Tim. 2:18).
Es importante conservar la unidad teológica de la
obra redentora de Dios, pasada, presente, y futura, “ya” y “todavía no”. Con demasiada frecuencia la teología tradicional
ha mantenido separados estos aspectos: por un lado,
la obra terminada de Cristo, y por el otro las “últimas
cosas”.
Según la perspectiva neotestamentaria las “últimas cosas”
comenzaron con el ministerio de Jesús. La obra histórica de Cristo asegura,
requiere, y apunta hacia la consumación futura del reino de Dios. La esperanza
cristiana para el futuro se desprende de la obra histórica de Cristo. La
iglesia cristiana vive entre el “ya” y el “todavía no”, envuelta en el movimiento
progresivo del cumplimiento escatológico.
La escatología inaugurada ya se descubre en la
proclamación de Jesús acerca del reino de Dios. Jesús modifica la expectativa
puramente futura de la apocalíptica judía mediante su mensaje de que el
gobierno escatológico de Dios ya se ha acercado (Mt. 3:17). El poder del mismo
ya actúa en las acciones victoriosas de Jesús sobre el reino del mal (Mt.
12:28s). En la persona misma de Jesús y su misión está presente el reino de
Dios (Lc. 17:20s), exigiendo respuesta, de manera que la participación del
hombre en el futuro del reino está determinada por su respuesta a Jesús en el
presente (Mt. 10:32s). Así Jesús hace del reino una realidad presente que, sin
embargo, sigue siendo futura (Mr. 9:1; 14:25).
El carácter escatológico de la misión de Jesús tuvo
su confirmación en la resurrección. La resurrección es un hecho escatológico
que pertenece a la expectativa veterotestamentarias del destino final del
hombre, de manera que la inesperada resurrección del hombre Jesús, antes que
todos los demás, determinó la convicción de la iglesia de que el fin ya había
comenzado.
Él ya se ha levantado de los muertos como las “primicias” de los muertos (1 Cor.
15:20). Jesús ya ha entrado, en nombre de su pueblo, en la vida eterna de la
era escatológica; ha dado el paso inicial como pionero (Heb. 12:2) para que
otros lo puedan seguir. En las palabras de Pablo, él es el “postrer Adán” (1 Cor. 15:45), el
Hombre escatológico. Para todos los demás hombres la salvación escatológica
significa ahora compartir su humanidad escatológica, su vida de resurrección.
De manera que, para los escritores del Nuevo Testamento, la muerte y la
resurrección de Jesús constituyen el acontecimiento escatológico absolutamente
decisivo que determina la esperanza cristiana para el futuro: véase,
por ejemplo, Hch. 17:31; Rom. 8:11; 2 Cor. 4:14; 1 Ts. 4:14. Esto explica el
segundo aspecto que distingue a la escatología neotestamentaria. Además de su
característica tensión entre el “ya” y el “todavía no”, la escatología del Nuevo
Testamento se distingue por ser totalmente Cristo-céntrica.
El papel de Jesús en la escatología
neotestamentaria va mucho más allá del papel del Mesías según la esperanza veterotestamentarias,
o la judaica de épocas posteriores. No hay ninguna duda de que él es el Hijo
del hombre celestial (Dn. 7), el profeta escatológico (Is. 61; compárese Lc.
4:18–21), el Siervo sufriente (Is. 53), y aun el rey davídico, aun cuando no
como lo esperaban sus contemporáneos.
Pero la concentración neotestamentaria del
cumplimiento escatológico en Jesús refleja no solamente el cumplimiento por su
parte de estos papeles esencialmente escatológicos. Para la teología
neotestamentaria Jesús expresa tanto la obra escatológica de salvación del
propio Dios, como también el destino escatológico del hombre.
En consecuencia, él es, por un lado, el Salvador y el Juez, el Vencedor
sobre el mal, el Agente del gobierno de Dios, y el Mediador de la presencia
escatológica de Dios ante los hombres: él es en sí
mismo el cumplimiento de las expectativas veterotestamentarias de la venida
escatológica de Dios mismo compárese Malq. 3:1 con Lc. 1:76; 7:27). Por el otro lado,
él es, también, el Hombre escatológico: no
sólo ha logrado sino que define, en su propia humanidad resucitada, el destino
escatológico de todos los hombres. De modo que ahora la afirmación más acertada
en cuanto a nuestro destino es que seremos como él (Rom. 8:29; 1 Cor. 15:49;
Filp. 3:21; 1 Jn. 3:2). Por estas dos razones la esperanza del cristiano se
centra en la venida de Jesucristo.
En todos los escritos del Nuevo Testamento, la
escatología ostenta estas dos características distintivas: ha sido inaugurada y
es Cristo-céntrica.
Sin embargo, existen diferencias de énfasis, especialmente en cuanto al peso
relativo que se les acuerda a las expresiones “ya” y “todavía no”.
El cuarto evangelio destaca marcadamente tanto la escatología realizada como la identificación de la salvación escatológica con Jesús mismo (por ejemplo 11:23–26), pero no elimina la esperanza futura (5:28s; 6:3–9, etc.).
III. La Vida Cristiana y La Esperanza:
El cristiano vive entre el “ya” y el “todavía no”, entre la
resurrección de Cristo y la futura resurrección general en el momento de la
venida de Cristo. Esto explica la estructura distintiva de la existencia
cristiana, fundada en la obra terminada de Cristo en el pasado histórico y, al
mismo tiempo, desenvolviéndose en la esperanza del futuro que se nutre de esa
misma historia pasada, y es garantizada por ella.
La estructura se ve, por ejemplo, en la Cena del
Señor, donde el Señor resucitado está presente en medio de su pueblo en un acto
de “recordación” de su
muerte, que es a la vez un simbólico anticipo del banquete escatológico del
futuro, que da testimonio, por lo tanto, de la esperanza de su venida.
El período que transcurre entre el “ya” y
el “todavía
no” es el período del Espíritu y el período de la iglesia. El
Espíritu es el regalo escatológico prometido por los profetas (Hch. 2:16–18),
por medio del cual los cristianos participan ya de la vida eterna de la era
venidera. El Espíritu es el creador de la iglesia, el pueblo escatológico de
Dios, que ya ha sido transferido de la potestad de las tinieblas al reino de
Cristo (Col. 1:13).
Por medio del Espíritu presente en la iglesia la vida de la era venidera ya se está viviendo en medio de la historia de este presente siglo malo (Gál. 1:4). Así, en un sentido, la nueva era y la era pasada se superponen; la nueva humanidad del postrer Adán coexiste con la vieja humanidad del primer Adán. Por la fe sabemos que la vieja era va pasando y que está sujeta a juicio, y que la futura depende de la nueva realidad de Cristo.
El proceso del cumplimiento escatológico en la
superposición de las edades comprende la misión de la iglesia, que cumple el
Véase parte II.
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