LA CONDUCTA DE PABLO ENTRE LOS
TESALONICENSES:
1 TESALONICENSES 2:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
El capítulo 1 describe a la iglesia ideal; el capítulo 2 muestra un cuadro del pastor o siervo cristiano ideal. Pablo nos ha dicho cómo el evangelio llegó a Tesalónica; ahora nos dice cómo ministró a los jóvenes creyentes. Esto es un bosquejo del «programa de seguimiento» que usaba Pablo y explica por qué la mayoría de sus convertidos permanecieron fieles al Señor y por qué sus iglesias crecieron. Nos da cuatro cuadros del obrero cristiano ideal.
I. El Siervo Fiel (1 Ts. 2:1–6):
¡Qué tremendo privilegio «que se nos confiase el evangelio»! (2:4).
Con frecuencia hablamos de la mayordomía de las cosas materiales, pero
necesitamos también recordar que cada creyente es un mayordomo del evangelio y
de la Palabra. Dios dio el mensaje a Pablo (1 Tim.1:11); Pablo a su vez lo
encargó a Timoteo (1 Tim. 6:20) y se esperaba que este lo confiara a personas
fieles de las iglesias, quienes a su vez lo encargarían a otros (2 Tim. 2:2).
La principal responsabilidad de un administrador es ser fiel (1 Cor. 4:1, 2); y
es en base a esta fidelidad que seremos probados y recompensados cuando Cristo
venga.
Para
ser fiel a su mayordomía el creyente debe estar dispuesto a sufrir. A Pablo
y a Silas les habían tratado vergonzosamente en Filipos (Hch. 16:19–24) y
podían haber dado toda clase de excusas para unas vacaciones. Pero sabían que
Dios les había confiado el evangelio y que tenían que llevar el mensaje a otras
ciudades. En lugar de atemorizarse, eran intrépidos para proclamar las buenas
nuevas.
El
mayordomo fiel debe vivir para agradar a Dios, no a los hombres (v. 4). Es
tentador comprometer el mensaje para ganar amigos, pero Dios no puede bendecir
al mayordomo cuyo mensaje y ministerio no están acordes al patrón divino. En el
versículo 3 Pablo afirma que su mensaje no es de engaño ni de error; o sea, era
la verdadera Palabra de Dios. Su motivo era puro y no de impiedad; y sus
métodos eran limpios, no engañosos (o «cebando el anzuelo» como
para pescar).
El versículo 5 afirma que Pablo no recurría a lisonjear a las personas para obtener ganancia personal. Pablo siempre honró a los obreros fieles y alababa donde se debía; mas no usaba lisonjas para ganar convertidos ni para influir en los seguidores. (Véase Gál. 6:10ss; Jn. 8:29; Hch. 4:18–21).
II. La Madre Gentil (1 Ts. 2:7, 8):
Parece
extraño que Pablo se auto-compare en el versículo 7 con una «nodriza que cuida
con ternura». (Considérese también 1
Cor. 4:14, 15 donde afirma que como padre
espiritual había «engendrado» a los santos en Corinto mediante el evangelio).
En 2:9–13 Pablo usa la imagen de un padre, pero el pensamiento principal aquí
es el del cuidado amoroso. Los nuevos cristianos necesitan amor, alimento y cuidado cariñoso,
así como la madre lo daría a sus hijos:
· Los niños
recién nacidos necesitan la leche
de la Palabra (1 P. 2:2), y
· Deben «graduarse»
al alimento sólido (1 Cor. 3:1–4; Heb. 5:11–14),
· Al pan
(Mt. 4:4; y véase Éx. 16, el maná), y
· La miel (Salm. 119:103).
La manera en que la madre alimenta al hijo es casi tan importante como el alimento que le da. Qué importante es que nosotros, que somos cristianos más viejos, alimentemos a los jóvenes creyentes con amor y paciencia.
III. El Padre Preocupado (1 Ts. 2:9–16):
Nótese: el ministerio «paternal»
de Pablo:
Ø Trabajó (v. 9a),
Ø Predicó (v. 9b),
Ø Se comportó (v. 10),
Ø Exhortó (v. 11),
y
Ø Sufrió (v. 14).
Un padre debe velar por su familia y sacrificarse por su bienestar. Los hijos son grandes imitadores y es importante que las vidas de los «padres espirituales» sean ejemplares.
Pablo
podía haber reclamado sus derechos como apóstol y exigido que la iglesia lo
sostuviera (2:6); pero en lugar de eso, sacrificada mente trabajaba con sus
manos para ministrar en la iglesia. Los padres no imponen a sus niños pequeños
el pago por el cuidado que reciben.
Pablo
también se cuidaba de vivir una vida santa (a
Dios), justa (ante el hombre) y
sin tacha (ante sí mismo). Uno de
los deberes de los padres es exhortar y educar a sus hijos, y Pablo hizo esto
en Tesalónica. Proveyó enseñanza individual y personal («a cada uno de vosotros»), así como en el ministerio público de la
iglesia.
Los
líderes espirituales no dependen únicamente de su ministerio público; sus hijos
espirituales necesitan además estímulo y consejo personal. El ministerio triple de Pablo como padre
era:
(1) «Exhortar» o persuadir;
(2) «Consolar» o estimular;
y
(3) «Encargar» o testificar.
Pablo
no sólo les enseñó la Palabra, sino que les animaba a partir de sus propias
experiencias en el Señor.
El
apóstol se regocijaba de cómo sus hijos espirituales recibieron la Palabra de
Dios. Sabía que el Espíritu de Dios obraría en sus vidas si ellos recibían la
Palabra y creían en ella. Si unimos Filipenses 2:12–13, Efesios 3:20–21 y 1
Tesalonicenses 2:13, veremos que Dios obra en nosotros mediante su Palabra, su
Espíritu y la oración.
Por último, Pablo advirtió a su familia espiritual respecto a los enemigos que los perseguirían. Si los cristianos se convierten en seguidores del Señor (1:6) y de las iglesias (2:14), pueden esperar que Satanás y sus seguidores los persigan.
IV. El Hermano Cariñoso (1 Ts. 2:17–20):
¡Cómo le encantaba a Pablo llamar «hermanos» a estos santos! Usa la
palabra veintiún veces en las dos epístolas a los Tesalonicenses. (Por supuesto, esto incluía también a las hermanas).
Se veía a sí mismo como uno de ellos, una parte de la familia. En el
versículo 17 dice que se había «separado» de ellos por un corto tiempo, como un
hijo lejos del hogar. Los quería, oraba por ellos y deseaba grandemente verlos
de nuevo.
Después
de todo, la prueba de nuestra vida espiritual no es lo que hacemos cuando
estamos en la iglesia con «la familia», sino cómo nos conducimos cuando
estamos lejos de la iglesia. Pablo no era la clase de miembro de la iglesia que
«se tomaba unas vacaciones» de la casa de Dios.
Como
se mencionó antes, cada capítulo de esta epístola termina con una referencia al
regreso de Cristo. En el capítulo 1 esto se relaciona con la salvación; aquí en
el capítulo 2 se relaciona con el servicio. ¿Por qué pudo Pablo ministrar fielmente y
con amor a estos santos? Porque los veía a la luz de la venida de
Cristo.
¡Esperaba el día
glorioso cuando se regocijaría por ellos en la presencia de Cristo! Jesús
sufrió la cruz «por
el gozo puesto delante de Él» (Heb. 12:2); este «gozo» es
sin lugar a dudas el de presentar la Iglesia a su Padre (Jud. 24). Por el mismo
gozo Pablo sufrió toda clase de sufrimientos.
¿Nos regocijamos en que contemplaremos a Jesús un día?
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea
Su Biblia.
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