Parte III
COSAS DEL FUTURO:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Ø Sólo porque la resurrección de
Cristo garantiza la futura resurrección de los cristianos estos se ven libres
del temor de la muerte (Heb. 2:14s), y
Ø Pueden contemplarla como un sueño
del cual despertarán (1 Ts. 4:13s; 5:10), o
Ø También como un partir para estar con Cristo (Filp. 1:23).
El Antiguo Testamento describe el estado de los
muertos como una existencia en el Seol,
el sepulcro, o el mundo inferior. Pero la
existencia en el Seol no es vida:
·
Es un lugar de
tinieblas (Job
10:21s), y
·
De silencio (Salm. 115:17),
·
En el cual no hay
memoria de Dios (Salm.
6:5; 30:9; 88:11; Is. 38:18).
· Los muertos en el Seol se encuentran separados de Dios (Salm. 88:5), fuente de la vida.
Ayuda Hermenéutica:
H7585. שׁאוֹל ְ = sheól; o
אל ֹשׁ ְ = sheól;
de H7592; hades o
mundo de los
muertos (como si fuera retiro subterráneo), incl. Sus accesorios
y reclusos allí: Seol. (Strong)
NOTA: Gn.37:35: Seol. Se usa 65 veces en el AT., frecuentemente significa sepulcro (comp. Núm. 16:30, 33; Salm.16:10). También puede referirse al lugar a donde van los espíritus tanto de los justos (como aquí) como de los malos (compare Prov. 9:18). (VINE).
Sólo ocasionalmente se vislumbra en el Antiguo Testamento una esperanza de verdadera vida más allá de la muerte, es decir de vida fuera del alcance del Seol en la presencia de Dios (Salm. 16:10s; 49:15; 73:24; y posiblemente Job 19:25s). Probablemente el ejemplo de Enoc (Gn. 5:24, compárese Elías, 2 R. 2:11) ayudó a alentar esta esperanza. Una doctrina clara de la resurrección la encontramos únicamente en Is. 26:19; Dn. 12:2.
El “Hades” es el equivalente neo testamentario del Seol (Mt. 1: 1:23; 16:18; Lc. 10:15; Hch.
2:27, 31; Ap. 1:18; 6:8; 20:13s), que en la mayoría de los casos se refiere a
la muerte o al poder de la muerte.
En Lc. 16:23 es el lugar de tormentos para los inicuos después de la muerte, de acuerdo con cierta corriente de pensamiento judío de la época, pero es dudoso el que este uso parabólico de ideas corrientes pueda aceptarse como enseñanza respecto al estado de los muertos. En 1 P. 3:19 se describe a los muertos que perecieron en el diluvio como “los espíritus encarcelados”, compárese 4:6).
Ayuda Hermenéutica:
G86. ᾅδης = hades; de 1 (como partícula
neg.) y G1492; prop.
no visto, i.e. «Hades»
o el lugar (estado) de las almas que han partido: Hades, sepulcro.
NOTA: Lc.16:19-31: v.23: en el Hades: El mundo invisible en general, pero
específicamente significa aquí la morada de los no salvos entre el momento de
su muerte y el juicio ante el Gran Trono Blanco (Ap.
20:11-15) Véase en Ef.4:9. Al decir esto, el Señor enseñó:
1) La existencia consciente después de la
muerte;
2) La
realidad y los tormentos del infierno;
3) Que no hay una segunda
oportunidad después de la muerte; y
4) La
imposibilidad de que los muertos se comuniquen con los vivos (v.26).
Los dos hombres de esta historia ilustran:
Ø Dos vidas
diferentes,
Ø Dos muertes diferentes, y
Ø Dos destinos diferentes.
La esperanza neotestamentaria para los muertos en
Cristo se centra en su participación en la resurrección (1 Ts. 4:13–18), y, por
lo tanto, hay escasas pruebas de alguna creencia acerca del “estado intermedio”.
Los pasajes que indican o podrían indicar que los creyentes que han muerto están con Cristo son Lc. 23:43; Rom. 8:38s; 2 Cor. 5:8; Filp. 1:23, compárese Heb. 12:23. Veamos las siguientes citas Bíblicas:
“Y dijo a Jesús: Acuérdate
de mí cuando vengas en tu reino”. (Lc.23:42)
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir” (Rom.8:38).
“pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del
cuerpo, y presentes al Señor”. (2 Cor.5:8)
“Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filp. 1:23)
“a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb.12:23)
El difícil pasaje de 2 Cor. 5:2–8 podría significar que Pablo concibe la existencia entre la muerte y la resurrección como una existencia incorpórea en la presencia de Cristo.
VIII. El Juicio:
El Nuevo Testamento insiste en la perspectiva del
juicio divino como, además de la muerte, el único hecho inevitable en el futuro
de todo hombre: “Está establecido para los hombres que mueran
una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb. 9:27). Este hecho
expresa la santidad del Dios de la Biblia, cuya voluntad moral ha de
prevalecer, y ante quien por lo tanto toda criatura responsable debe al final
ser juzgada según que haya sido obediente o rebelde.
Cuando la voluntad de Dios finalmente prevalezca al
venir Cristo, tiene que haber una separación entre los que resultan obedientes
hasta el fin y los que hasta el fin permanecen rebeldes, de modo que el reino
de Dios incluirá a los primeros y excluirá a los segundos para siempre jamás.
Este juicio final no ocurre durante el curso de la
historia, aunque hay juicios provisionales en la historia, mientras que Dios en
su paciencia da a todos los hombres el tiempo necesario para que se arrepientan
(Hch. 17:30s; Rom. 2:4; 2 P. 3:9). Pero al final la verdadera posición de cada hombre
delante de Dios debe salir a la luz:
·
El Juez es Dios (Rom.
2:6; Heb. 12:23; Stg. 4:12; 1 P. 1:17; Ap. 20:11) o
·
Cristo (Mt. 16:27; 25:31; Jn. 5:22;
Hch. 10:42; 2 Tim. 4:1, 8; 1 P. 4:5; Ap. 22:12).
· Es Dios quien juzga
por intermedio de su agente escatológico, Cristo (Jn. 5:22, 27, 30; Hch. 17:31;
Rom. 2:16).
· El tribunal de Dios (Rom. 14:10, Versión moderna (hecha por H. B. Pratt), REV. 1929 y el tribunal
de Cristo (2 Cor. 5:10) son, por lo
tanto, equivalentes.
· (El juicio encomendado a los santos, según Mt. 19:28; Lc. 22:30; 1 Cor. 6:2s; Ap. 20:4, significa la autoridad que tienen para gobernar con Cristo en su reino, no para ejercer alguna función en el juicio final).
La norma para el juicio es la justicia imparcial de
Dios, de conformidad con las obras de los hombres (Mt. 16:27; Rom. 2:6, 11; 2
Tim. 4:14; 1 P. 1:17; Ap. 2:23; 20:12; 22:12). Esto es verdad aun para los creyentes:
Ø “Es necesario que todos nosotros comparezcamos
ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea
malo”
(2 Cor.
5:10):
· El juicio será de
acuerdo a la luz de que haya disfrutado cada hombre (compárese Jn. 9:41);
·
Según que tengan o
no la ley de Moisés (Rom.
2:12), o
·
El conocimiento natural de las normas morales de
Dios (Rom.
2:12–16);
·
Pero amparándose en
estas normas ningún hombre podrá ser declarado justo delante de Dios de acuerdo
a sus obras (Rom.
3:19s).
· No hay ninguna
esperanza para el hombre que procure justificarse a sí mismo en el juicio.
Hay esperanza, sin embargo, para el hombre que
procura obtener su justificación de Dios (Rom. 2:7). El evangelio revela
aquella justicia que no se demanda de los hombres sino que es dada a los
hombres por intermedio de Cristo. En la muerte y resurrección de Cristo, Dios
en su misericordioso amor ya ha dictado su sentencia escatológica a favor de
los pecadores, absolviéndolos por amor a Cristo, ofreciéndoles en Cristo
aquella justicia que ellos nunca hubieran podido lograr.
Así el hombre que tiene fe en Cristo está libre de toda
condenación (Jn. 5:24; Rom. 8:33s). El criterio final en el juicio es, por lo
tanto, la relación del hombre con Cristo (compárese Mt. 10:32s). Este es el
significado del “libro de la vida” (Ap. 20:12, 15; es decir el libro de la vida del Cordero,
Ap. 13:8).
Lo que Pablo quiere decir en su doctrina de la
justificación es que en Cristo, Dios ha anticipado el veredicto del juicio
final, y ha dictado la absolución de los pecadores que confíen en Cristo. Muy
similar es la doctrina de Juan de que el juicio se lleva a cabo en el momento
en que los hombres creen o no creen en Cristo (Jn. 3:17–21; 5:24).
El juicio final sigue siendo un hecho escatológico, incluso para los creyentes (Rom. 14:10), si bien pueden hacerle frente sin temor (1 Jn. 4:17). Esperamos ser absueltos en el juicio final (Gál. 5:5), y recibir “la corona de justicia” (2 Tim. 4:8), sobre la base de la misma misericordia de Dios por medio de la cual ya hemos sido absueltos (2 Tim. 1:16).
Pero, aun para el cristiano, las obras no dejan de tener su lugar (Mt. 7:1s, 21, 24–27; 25:31–46;
Jn. 3:21; 2 Cor. 5:10; Stg. 2:13), desde el momento que la justificación no
abroga la necesidad de la obediencia, sino que precisamente la hace posible por
primera vez.
La justificación es el fundamento, pero lo que los hombres edifican
sobre ella queda expuesto a juicio (1 Cor. 3:10–15):
NOTA: VV. 10-15: Este pasaje se refiere al Tribunal [bema] de Cristo (compare 2 Cor.5:10). Las obras de las que se hace examen aquí, nada tienen que ver con ganar o perder la Salvación. Las recompensas (o la perdida de ellas) pertenecen solamente a los cristianos.
Ø “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por fuego” (3:15).
V. 15: sufrirá perdida. I, es, de recompensa, no de Salvación, como se aclara en la última parte del versículo.
IX. EL Infierno:
El destino final de los malos es el “infierno”, que es la traducción del
griego Gehenna, que viene del hebreo
ge-hinnom,
“valle de
Hinom”. Originalmente esto describía un valle en las afueras de
Jerusalén, donde se ofrecían sacrificios de niños a Moloc (2 Cron. 28:3; 33:6).
Se convirtió en símbolo de juicio en Jr. 7:31–33; 19:6s, y en la literatura
intertestamentario en término para el infierno de fuego escatológico.
En el Nuevo Testamento el infierno aparece como:
·
Un lugar de fuego inextinguible o eterno (Mr. 9:43, 48; Mt. 18:8; 25:30), y
·
Del gusano que no
muere (Mr.
9:48),
·
Lugar de lloro y crujir
de dientes
(Mt.
8:12; 13:42, 50; 22:13; 25:30),
·
Las tinieblas de
afuera (Mt.
8:12; 22:13; 25:30), (compárese 2 P. 2:17; Jud. 13), y
·
El lago de fuego y
azufre (Ap.
19:20; 20:10, 14s; 21:8; comp.14:10).
·
El libro de
Apocalipsis lo considera como “la segunda muerte” (Ap. 2:11; 20:14; 21:8).
·
Es el lugar donde
se destruyen tanto el cuerpo como el alma (Mt. 10:28).
Los cuadros neo testamentarios del infierno son
notablemente moderados en comparación con la apocalíptica judaica y con los
escritos cristianos posteriores. Las imágenes usadas se derivan especialmente
de Is. 66:24, compárese Mr. 9:48 y Gn. 19:24, 28; Is. 34:9s, compárese Ap. 14:10s;
también Jud. 7; Ap. 19:3).
Evidentemente no se deben tomar literalmente pero
no obstante indican el terror y el carácter irrevocable de la condenación al
infierno, que se describe menos metafóricamente como exclusión de la presencia
de Cristo (Mt. 7:23; 25:41; 2 Ts. 1:9).
Las imágenes de Ap. 14:10s; 20:10 (compárese 19:3)
probablemente no deban ser usadas al extremo para probar la existencia del tormento eterno, pero el Nuevo Testamento
enseña claramente la destrucción eterna (2 Ts. 1:9) o el castigo
(Mt. 25:46), de lo cual no puede haber liberación alguna.
El infierno es el destino de todos los poderes de maldad:
Ø Satanás (Ap. 20:10),
Ø Los
demonios (Mt. 8:29; 25:41),
Ø La bestia y el falso profeta (Ap. 19:20),
Ø La muerte y el Hades (Ap. 20:14).
Es el destino de los hombres solamente porque se
han identificado con el mal. Es importante notar que no existe ninguna simetría acerca
de los dos destinos de los hombres:
·
El reino de Dios ha
sido preparado para los redimidos (Mt. 25:34),
·
Pero el infierno ha
sido preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41), y
· Se convierte en
destino de los hombres solamente porque han rechazado su verdadero destino, el
que Dios les ofrece en Cristo.
La doctrina neotestamentaria sobre el infierno, como toda la escatología del Nuevo Testamento, no es nunca mera información; es la advertencia que se hace en el contexto del llamado del evangelio al arrepentimiento y la fe en Cristo.
La enseñanza del Nuevo Testamento acerca del
infierno no se puede reconciliar con un universalismo absoluto, la doctrina de
la salvación final de todos los hombres. El elemento de verdad en esta doctrina
es que Dios desea la salvación de todos los hombres (1 Tim. 2:4), y que entregó
a su Hijo para la salvación del mundo (Jn. 3:16).
Por consiguiente, la meta cósmica de la acción
escatológica de Dios en Cristo puede describirse en términos universalistas
(Ef. 1:10; Col. 1:20; Ap. 5:13). El error del universalismo dogmático es idéntico al de la
doctrina simétrica de predestinación doble:
Ø Que
abstraen su doctrina escatológica del debido contexto Neo testamentario en la
proclamación del evangelio.
Ø Privan al mensaje de su urgencia y su desafío
escatológicos.
El evangelio presenta a los hombres su verdadero
destino en Cristo, y les advierte con toda seriedad en cuanto a la consecuencia
de equivocar dicho destino.
X. El Milenio:
La interpretación del pasaje en Ap. 20:1–10, que
describe un período de mil años (conocido como el “milenio”)
en el cual Satanás es atado y los santos reinan con Cristo antes del juicio
final, ha sido tema de desacuerdo entre los cristianos desde hace mucho
tiempo:
·
El “amilenarismo” considera el milenio como
un símbolo de la era de la iglesia, y equipara la reclusión de Satanás con la
obra de Cristo en el pasado (Mt. 12:29). El “posmilenarismo” lo considera
como un futuro período de éxito para el evangelio en la historia antes de la
venida de Cristo.
·
El “premilenarismo”
lo considera como un período entre la venida de Cristo y el juicio final. (El término “quiliasmo” también se usa para
describir este enfoque, especialmente en formas que recalcan el aspecto
materialista del milenio).
El “premilenarismo” puede
subdividirse aún más. Existe lo que a veces se denomina “premilenarismo histórico”, que
considera el milenio como una etapa más en la realización del reino de Cristo,
una etapa intermedia entre la era de la iglesia y la que ha de venir. (A veces se interpreta
que 1 Cor. 15:23–28 apoya esta idea
de tres etapas en el cumplimiento de la obra redentora de Cristo).
El “Dispensacionalismo”, por otro lado, enseña que el milenio no es una etapa en la obra redentora universal y única de Dios en Cristo, sino específicamente un período en el cual las promesas veterotestamentarias a la nación de Israel han de cumplirse de un modo estrictamente literal.
Es
preciso destacar que no hay otro pasaje de las Escrituras que con claridad se
refiera al milenio. Aplicar profecías del Antiguo Testamento que se refieren a
la era de la salvación específicamente al milenio contradice la interpretación
general que de tales profecías hace el Nuevo Testamento, que se consideran
cumplidas en la salvación ya lograda por Cristo, y que han de completarse en la
era venidera. Esta es, también, la forma en que interpreta el libro de
Apocalipsis tales profecías en los capítulos 21s. En la estructura del
Apocalipsis el milenio tiene un papel limitado, como demostración de la
victoria final de Cristo y sus santos sobre los poderes del mal. El objeto
principal de la esperanza cristiana no es el milenio sino la nueva creación de
Ap. 21s.
Algunos
escritos apocalípticos judíos esperan un reino preliminar del Mesías sobre esta
tierra anterior a la era venidera, y es muy probable que Juan haya adaptado
dicha esperanza. Existen fuertes razones exegéticas para considerar el milenio
como la consecuencia de la venida de Cristo descripta en Ap. 19:11–21. (Véase
G. R. Beasley-Murray, The Book of Revelation, NCBNCB New Century Bible =
El Libro de Biblia de
Apocalipsis, NCBNCB Nuevo de Siglo, 1974,
página(s) 284–298.) Esto favorece al “premilenarismo histórico”, pero también es posible
que la imagen del milenio se tome en forma demasiado literal cuando se lo
considera como un período de tiempo preciso.
Sea que
se lo considere como un período de tiempo o como un símbolo amplio de lo que significa
la venida de Cristo, el significado teológico del milenio es el mismo. Expresa
la esperanza del triunfo final de Cristo sobre el mal, y la vindicación con él
de su pueblo, los que han sufrido bajo la tiranía del mal en esta era presente.
·
Postmilenialismo:
La perspectiva
postmilenialistas fue particularmente popular en el siglo diecinueve y fue
sostenida por los grandes teólogos de finales del siglo diecinueve y comienzos
del siglo veinte. La ocasión para este enfoque es digna de mención, ya que siguió
a un periodo de optimismo y progreso en la ciencia, la cultura y el nivel de
vida en general. Fue también antes de las dos Guerras Mundiales. El
Postmilenialismo declinó considerablemente después de la segunda guerra mundial
porque las conflagraciones militaron contra el optimismo de la doctrina.
El
Postmilenialismo puede definirse como Esa perspectiva de las últimas cosas que
sostiene que el Reino de Dios está ahora siendo extendido en el mundo a través
de la predicación del Evangelio y el trabajo salvador del Espíritu Santo en los
corazones de las personas y que el mundo eventualmente va a ser Cristianizado,
y que el retorno de Cristo ocurre al final de un largo periodo de justicia y
paz llamado comúnmente el “Milenio". (Loraine Boettner, El Milenio
(Filadelfia: Presbyterian & Reformed, 1966), pág. 14. Ver pág. 3-105 para una definitiva y
representativa posición del Postmilenialismo).
El término Postmilenialismo significa que Cristo retornará después del Milenio. La presente edad se desarrollará moral y espiritualmente hasta que concluya en la edad milenial, con Cristo retornando a la tierra en la conclusión del Milenio.
XI. La Nueva Creación:
La meta final de los propósitos de Dios para el mundo incluye,
negativamente, la destrucción de todos los enemigos de Dios:
Ø Satanás,
el pecado y la muerte, y la eliminación de toda forma de sufrimiento (Ap. 20:10, 14–15; 7:16s; 21:4;
Is. 25:8; 27:1; Rom. 16:20; 1 Cor. 15:26, 54).
Ø En lo positivo, el gobierno de Dios finalmente
prevalecerá totalmente (Zc. 14:9; 1 Cor. 15:24–28; Ap. 11:15), de manera que en Cristo serán reunidas
todas las cosas (Ef. 1:10), y Dios será todo en todos (1 Cor. 15:28).
Con la
final obtención de la salvación humana vendrá también la liberación de toda la
creación material de la parte que le cupo en la maldición del pecado (Rom.
8:19–23). La esperanza cristiana no consiste en ser redimido del mundo, sino en
la redención del mundo. Como consecuencia del juicio (Heb. 12:26; 2 P. 3:10)
surgirá un universo creado de nuevo (Ap. 21:1; compárese Is. 65:17; 66:22; Mt.
19:28), “cielos
nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 P. 3:13):
· El destino de los redimidos es ser como Cristo (Rom. 8:29; 1 Cor. 15:49; Filp. 3:21; 1 Jn. 3:2),
· Estar con Cristo (Jn. 14:3; 2 Cor. 5:8; Filp.
1:23; Col. 3:4; 1 Ts. 4:17),
· Compartir su gloria (Rom. 8:18, 30; 2 Cor. 3:18;
4:17; Col. 3:4; Heb. 2:10; 1 P. 5:1) y su reino (1 Tim. 2:12; Ap. 2:26s; 3:21;
4:10; 20:4, 6);
· Ser
hijos de Dios en perfecta comunión con él (Ap.
21:3, 7),
· Adorar a Dios (Ap. 7:15; 22:3),
· Ver a Dios (Mt. 5:8; Ap. 22:4),
· Conocerle cara a cara (1 Cor. 13:12).
· La fe, la esperanza, y especialmente el amor, son las características
permanentes de la existencia cristiana que subsisten aun en la perfección de la
era venidera (1 Cor. 13:13),
· Mientras que “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” configuran cualidades igualmente permanentes del disfrute de Dios por parte del hombre (Rom. 14:17).
La vida corporativa de los redimidos con Dios se describe en una serie
de cuadros:
Ø El banquete escatológico (Mt. 8:11; Mr. 14:25; Lc.
14:15–24; 22:30) o
Ø La fiesta de bodas (Mt. 25:10; Ap. 19:9),
Ø El
paraíso restaurado (Lc. 23:43; Ap. 2:7; 22:1s),
Ø La nueva Jerusalén (Heb. 12:22; Ap. 21).
Todos
estos no son más que cuadros, ya que:
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Cor. 2:9).
En
Jesucristo, la Deidad (la Naturaleza y los Atributos
Divinos) habitaban en Su cuerpo terrenal, una fuerte declaración de
la Deidad y de la humanidad del Dios-hombre.
___________
Nota y Bibliografía:
1) prolegómeno. (Del
gr. προλεγόμενα, preámbulos). m.
Tratado que se pone al principio de una obra o escrito, para establecer los
fundamentos generales de la materia que se ha de tratar después. U. m. en pl.
|| 2. Preparación, introducción excesiva o innecesaria de algo. U. m. en pl. Déjate
de prolegómenos y ve al grano. Microsoft® Encarta® 2009.
- e-Sword-the. LEDD.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 6-09-2020.
Tumbes. (Clave:
97).
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