LAS TRES
TENTACIONES DE JESÚS:
(Mateo 4:1-11)
“Y vino a él
el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras
se conviertan en pan… El respondió y dijo:
Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.
(Mateo 4:3-4)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Es evidente que
Jesús fue llevado, o impulsado, por el Espíritu al desierto
para ser probado, del punto de vista de Dios, pero tentado, del punto de
vista de Satanás. Esta
experiencia fue la voluntad de Dios; fue parte de su
plan para establecer su reino. El agente activo fue el Espíritu Santo —llevado por el Espíritu—, pero no hubo resistencia
de parte de Jesús.
Humildemente se sometió al propósito de Dios como Hijo obediente. Para ser tentado es un infinitivo de propósito, corroborando la evidencia mencionada arriba de que era el propósito de Dios que Jesús fuese probado:
1. La Primera Tentación (Mt. 4:3, 4).
Satanás toma la
iniciativa. Sería mejor
traducir la partícula condicional “si” más bien como un reconocimiento por parte de
Satanás:
·
Puesto
que eres Hijo de Dios (v.
3).
Satanás no procura sembrar una duda en
cuanto a la divinidad de Jesús; la acepta, pero procura inducirlo a utilizar su
poder en una forma ilegítima, para satisfacer sus necesidades físicas.
Ese fue el primer ataque también lanzado a Eva en el Edén: algo bueno para comer (Gn. 3:6). En efecto le
dice:
· “Puesto que tú eres el Hijo de Dios, tienes poder para aliviar tu hambre con un milagro. Tienes derecho, pues el Hijo del Dueño del universo no debe sufrir; merece lo mejor y además, si mueres de hambre no habrá reino".
De entrada, Satanás intenta apelar a lo que fue una verdadera
necesidad:
· Hambre física,
· Real y
· Agudizante.
La tentación parece ser, de un punto de vista, el
camino más lógico, necesario y bueno. Sin embargo, Satanás intentaba dos cosas malvadas que
tenían una relación directa con el reino que Jesús vino a establecer.
Llevar a Jesús a:
(1) Desconfiar de la bondad y provisión de su
Padre para sus necesidades y
(2) Comenzar un reino en base a comida
milagrosa.
En el comienzo, y a través de su ministerio terrenal, Jesús afirmó una y otra vez su confianza absoluta en la bondad de su Padre. Se negó a establecer su reino en base a pan milagroso, aunque tal reino fuera muy popular (ver Jn. 6:26).
Jesús responde a la iniciativa de Satanás con una cita bíblica (Deut. 8:3), utilizando la espada del Espíritu (Ef. 6:17). Es un pasaje que él, probablemente, había atesorado en su corazón desde la niñez. ¡Cuán importante es aprender de memoria pasajes bíblicos para usar en situaciones de apremio ante Satanás! (Comp. Salm. 119:11.) Jesús era consciente de la necesidad de comida para sustentar el cuerpo físico. En varias ocasiones alimentó a los discípulos y las multitudes (Mt. 14:13-21; 25:35; Jn. 21:5-9).
Era también consciente que el hombre necesita más que el pan material. Hay otra necesidad real, imprescindible, urgente y espiritual en el corazón del hombre: toda palabra que sale de la boca de Dios. La satisfacción de esa necesidad espiritual sería de primera prioridad en su reino. Jesús decidió edificar su reino no sobre los que lo buscaban por los panes y peces, sino sobre los que encontraban en él el verdadero pan de vida (Jn. 6:33).
2. La Segunda Tentación
(Mt. 4:5-7).
La segunda tentación se relacionaba con la
expectativa de una venida dramática del Mesías al templo (comp. Mt. 3:1-2). Jesús fue llevado
por el Espíritu al desierto (v. 1),
pero en la segunda tentación el diablo le llevó a la santa ciudad (v. 5), a
Jerusalén, y le puso de pie sobre el pináculo del templo.
El término “pináculo” significa “pequeña ala, punto extremo, o punto más alto de un edificio”. Se describe el lugar más probable como el punto más alto de la torre, o pequeño patio, ubicado en el ángulo sudeste del templo, donde un sacerdote se paraba cada mañana para esperar el comienzo del nuevo día y anunciarlo como señal del momento para realizar el primer sacrificio de la mañana.
Otra vez Satanás tienta a Jesús apelando a su relación con Dios: Si [puesto que] eres Hijo de
Dios... (v. 6). Le tienta a probar la promesa de Dios, para ver si
Dios sería fiel en protegerlo. Si alguien tiene derecho a esperar una
intervención milagrosa de parte de Dios, sería su propio Hijo. Satanás
pretende también mandar al Hijo de Dios: ... échate
abajo...
La insinuación es que esta demostración de su confianza en Dios, por un lado, y la intervención milagrosa y espectacular de parte de Dios, por otro lado, recibiría el aplauso y aceptación del pueblo. Jesús necesitaba obtener atención y aceptación de parte del pueblo para iniciar su reino. Ya de niño, a los doce años de edad, había preguntado: ¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar? (Lc. 2:49). Los asuntos de [su] Padre incluían establecer el reino de Dios. Parecía que este método lo lograría con creces. Sería fácil, dramático, instantáneo, bueno y “bíblico” (comp. Salm. 91:11-12).
Una táctica de Satanás es citar las Escrituras fuera de contexto, o quizá omitir una parte esencial del texto. Al citar el Salmo 91, omite las palabras para que te guarden en todos tus caminos (v. 12b). Esta porción del texto significa que Dios se hace responsable de protegernos de peligros cuando estamos en “todos los caminos” de obediencia, cumpliendo su voluntad, y cuando de repente surgen sorpresivamente peligros y amenazas. No es una garantía absoluta e incondicional de su protección cuando uno necia y deliberadamente se expone al peligro y muerte.
Jesús entendió la sutileza de Satanás, y contestó citando de
memoria otro pasaje: No
pondrás a prueba al Señor tu Dios (v.
7[*]; cita de Deut. 6:16). Satanás presentó
la tentación como una oportunidad de que Jesús mostrara su confianza en Dios,
pero él lo vio como presunción y provocación. El Padre
había prometido proteger y proveer para el Hijo. El Hijo que
ama y confía en su
Padre no necesita poner a prueba la promesa de provisión y de protección
de parte del
Padre.
[*] ekpeirazo =
(ἐκπειράζω, G1598), forma intensiva del anterior, se emplea de
modo muy semejante a, en la cita de Cristo de Deut. 6:16, en réplica al diablo
(Mt. 4:7; Lc. 4:12); lo mismo en 1 Cor. 10:9: «ni tentemos al Señor»; en Lc. 10:25,
del intérprete de la ley al Señor: «para probarle».
En la LXX Deut. 6:16; 8:2; 8:16; Salm. 78:18. Comp. dokimazo (véase PROBAR, A, Nº 1).
Notas: (1) Para epiqueireo, traducido «habiendo muchos tentado» (Lc. 1:1, «han tratado»);
«tentaron»
(Hech. 19:13: «intentaron»).
(VINE).
V. 7:
R874 Ἐκπειράσεις se usa como un volitivo futuro: no
tentarás.
R895 El verbo en
perfecto γέγραπται significa: se escribió (acción
definida) y aún está escrito (acción duradera).
Mateo 4:7: Citando Deuteronomio 6:16, Cristo respondió que no se puede esperar que Dios nos proteja si estamos fuera de su voluntad.
El amor y confianza de parte del Hijo se demuestra por medio del sometimiento, la obediencia y la fidelidad, no por demandas ni por ponerse deliberadamente en una situación peligrosa que obligue al Padre a intervenir. Jesús por otro lado, se negó a iniciar su reino con métodos ilegítimos y espectaculares. Los que negocian con tales métodos logran juntar multitudes de curiosos, pero pronto tales seguidores abandonan las filas cuando entienden la verdadera naturaleza del reino (comp. Jn. 6:66).
3. La Tercera Tentación
(Mt. 4:8-10).
Satanás toma la
iniciativa otra vez. Habiendo
fracasado dos veces, se anima a intentar con otra táctica. Las tentaciones
anteriores se relacionaban con el reino que Jesús vino a establecer, pero no
tan directamente como ésta. Mateo arregla las tentaciones en orden de menor a mayor implicancia en cuanto al
reino de Dios. Lucas invierte el orden de las últimas dos. Le llevó a un monte
muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria (v. 8).
Desde uno de los picos más altos cerca de Jericó, uno puede ver los caminos que conducen a todos los reinos del mundo. En alguna forma Satanás se arregló para que Jesús pudiera contemplar el mundo entero, el mundo que el Padre amaba de tal manera que dio a su Hijo (como dice Jn. 3:16). Este es el mundo que el Hijo vino a salvar.
La oferta de Satanás revela su astucia en el máximo grado:
Ø Todo esto te daré, si postrado me adoras (v. 9).
Sabe que Jesús vino para hacer de los
reinos de este mundo el reino de su Padre (ver Ap. 11:15). En
un sentido, Satanás tenía el derecho de ofrecerle a Jesús los reinos
del mundo, porque Dios le había cedido un poder limitado sobre el mundo, de
modo que era conocido como el príncipe de este mundo (Jn. 12:31; 14:30; 16:11; Ef. 2:2).
Jesús, con un solo acto de adoración a Satanás, podría recibir
el poder limitado que Satanás tenía sobre el mundo. Sería el camino fácil,
rápido, y en parte cumpliría su misión. Evitaría la humillación y el
sufrimiento de parte del Hijo.
Con firmeza Jesús rechaza la tentación; lo manda “a mudar” con un mandato terminante:
· Vete, Satanás (v. 10).
Aplica la medida bíblica:
· Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo,
y él huirá de vosotros (Stg. 4:7). Además, emplea
otra vez la “espada
del Espíritu”,
Citando la Palabra de
Dios:
·
Al Señor
tu Dios adorarás y a él solo servirás (v. 10;
cita de Deut. 6:13).
· Jesús
mismo así demostró la gran verdad de que nadie puede servir a dos señores (Mt. 6:24).
Vemos el uso de una excelente combinación de recursos que también están a nuestro alcance para vencer al enemigo de nuestras almas.
Concluyó:
Las tres tentaciones, una tras otra, con ritmo acelerado, hacen
recordar la parábola que Jesús contó al terminar el Sermón del monte acerca de
las tres pruebas que vinieron contra las dos casas:
· Cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa (Mt. 7:25).
Vemos que Jesús estaba fundado sobre la peña y pudo soportar las pruebas, porque él oía las palabras de su Padre y las hacía (7:24).
Jesús:
¡Pudo Soportar Las Pruebas!
¿Y Nosotros?
___________
Bibliografía:
- e-Sword-the. LEDD.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 31//3//2021.
MISIÓN BAUTISTA “Emanuel”. Ciudadela de Noé.
Los Cardos Mz.E-Lt.18. III Etapa. Cerca del Hospital Regional II. Cel. 942-562691-Tumbes.
charlyibsh@hotmail.com
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