LA CONQUISTA DEL NORTE DE CANAÁN:
JOSUÉ 11:1-23
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.
1. Campaña Del Norte. Josué 11:1-14:
La estructura de la batalla junto a las aguas de Merom es un paralelo de
la batalla de Gabaón. Sin embargo, el cap. 11 no presenta ningún indicio de
conexión con Gilgal.
Sin una explicación se localiza el campamento de
Israel en el norte de Canaán (v. 5). El
territorio donde se llevó a cabo esta batalla es el territorio de la ocupación
posterior de Neftalí. Algunos comentaristas ven conflicto entre este pasaje y
Jueces, caps. 4 y 5, porque en estos capítulos de Jueces se narra la toma de
estos reinados por parte de Barac y Débora.
A pesar de esto no es fácil negarle a Josué un papel
protagónico en estas batallas. Los datos arqueológicos sobre Hazor (v. 1) muestran que fue destruida en
el siglo XIII a. de J.C. Además, las tradiciones de Jueces 4 y 5 no contradicen
a Josué 11, porque en Jueces se refiere a una batalla particular contra Sisara,
general de los cananeos, sin que se mencionan las aguas de Merom.
También considera la derrota del rey Jabín de manera sumaria
(Jue. 4:23-24) y no se menciona la destrucción de Hazor. Debido a los éxitos de
Josué en el Sur, los reyes del Norte de Canaán decidieron conformar una
confederación más grande que la organizada en el Sur para contrarrestar a los
israelitas.
En esta oportunidad el rey Jabín reunió a sus vecinos
más próximos, pero también llamó a los reyes del territorio montañoso del
Norte, y a los de “la llanura al sur del mar Quinéret” (v. 2b; se refiere al lago de Galilea) y también los
remanentes de los ejércitos derrotados del Sur, como los cananeos, los
amorreos, etc. (v. 3b).
El temor de Josué (v.
6) es diluido por la seguridad de la presencia divina y de victoria total.
Esto ocurre en un contexto donde los enemigos estaban mejor armados que otros
que habían enfrentado, debido al uso de caballos y carruajes. La orden de
desjarretar los caballos y quemar los carros (v. 6c) era con el fin de que no pudieran ser utilizados más
adelante por los cananeos o aun por los victoriosos israelíes.
Dios no quería que cedieron a la tentación de confiar
más en el poder y su capacidad de combate (que permitían los carros y los caballos) que en
Jehová. El ataque de Josué (v. 7)
fue de nuevo sorpresivo. Era la manera más utilizada por los grupos de combate
del desierto y donde no predomina el estilo regular de la guerra, sino el de
grupos de asalto.
La forma en que estaban organizados para el combate
era solo de relativa importancia, pues en el fondo dicha organización estaba
dictada por la presencia de Jehová en cada combate. Los planes y las tácticas
fueron útiles en la medida en que estas estaban respaldadas por la acción
redentora de Jehová.
Este libro no es un tratado sobre cómo alcanzar éxito
en la guerra, sino para saborear de ella la presencia sobrenatural de Jehová en
la lucha por alcanzar una promesa.
Se destaca el hecho de que Josué cumplió con las
órdenes de Jehová (v. 9),
demostrando con ello que este acto era en verdad muy significativo porque permitía
eliminar cualquier posibilidad de autoconfianza entre las fuerzas del pueblo de
Jehová.
La destrucción de Hazor, ciudad que contaba con una
población de más o menos 40,000 habitantes, ya ha sido demostrada por los
hallazgos arqueológicos. Un dato de interés es que los hallazgos arqueológicos
revelaron restos de objetos sagrados y templos cananeos.
Estos artefactos muestran que en esta ciudad se rendía
culto a una divinidad solar asociada con el toro. Refleja de nuevo la constante
de la destrucción de santuarios, lugares de culto a divinidades que contrastaba con el Dios que los había liberado de la esclavitud de Egipto.
Este hecho permanece como una muestra de la fidelidad
que este pueblo va guardando alrededor de Jehová, si bien es cierto que no sería
fácil debido a la supervivencia de algunas tradiciones cananeas.
Es interesante notar que las demás ciudades alrededor
de Hazor no fueron destruidas (vv. 12,
13) sino que sólo fueron destronados sus respectivos reyes. Esto fue porque
ahora había otro rey, Jehová. Nuevamente vemos que no se trata de una masacre o
genocidio indiscriminado como los que tal vez conocemos en tiempos
relativamente recientes.
También era una prueba de que al controlar a la ciudad
más importante las poblaciones menores que ella se someterán fácilmente o al
menos no representan un peligro mayor.
La toma del botín es un síntoma de que el pueblo ya se
establecía definitivamente. Si en las primeras tomas, como la de Jericó y la de
Hai, no se tomó nada el botín, era en cierta medida como signo de una posesión
total de la tierra por parte de Jehová. Pero ahora esta bendición es recibida
por el pueblo.
El tomar el ganado
(v. 14a) ya implica un sedentarismo creciente en la vida de estas tribus
seminómadas acostumbradas a vivir de los que fuesen encontrando en su
peregrinaje. Lo que estaba sucediendo era la instalación de un pueblo que
mostraría a partir de sí la voluntad de Dios para toda la humanidad.
En la práctica, esto era lo que estaba sucediendo y lo
que el autor del libro de Josué intentaba demostrar, aunque no todos los
actores de estos eventos tuvieran una conciencia clara al respecto.
2. Resumen De Los Objetivos Alcanzados. Josué 11:15-23:
Esta sección recuerda que Josué ha tenido éxito en
esta nueva campaña debido a la obediencia total a la voluntad de Dios, "sin omitir
nada de todo lo que Jehová había mandado a Moisés" (v. 15). De
esta forma, el autor está diciendo que la historia de Israel es un continuo
cumplimiento de las promesas divinas hechas a Moisés como principal protagonista
de la liberación de la esclavitud. Hay todo un proyecto, un destino delineado
por la omnisciencia de Dios que si bien encuentra tropiezos en la desobediencia
del ser humano aún esto es usado para cumplir con las promesas que Dios hizo en
beneficio de estos mismos hombres.
No es fácil comprender cómo se lleva a cabo el
cumplimiento de estas promesas, porque lo más importante no es comprenderlo
para creerlo sino creerlo para comprenderlo. El objetivo del autor del libro de
Josué (“el
maestro”; ver Introducción) era
alimentar la fe de los israelitas antes que confundirlos acerca del cómo se
llevaron a cabo las tomas de estas tierras y para ello se presupone que había
fe en Israel.
Los relatos históricos fortalecen la esperanza y la
confianza en que Dios actuaría de la misma forma en el “hoy” (yom H3117; ver 4:9; 5:9; 6:25; 7:26;
8:28, 29; 9:27; 10:27; 13:13; 14:14; 15:63; 16:10; 22:3, 16, 18, 22, 29, 31;
23:9; 24:15) de los primeros lectores, pero que al mismo tiempo esperaba una
respuesta igualmente obediente de ellos como lo hizo Josué.
Una expresión muy significativa aparece en los vv. 16 y 23. Dice:
“Así tomó Josué toda esta tierra”. Da la
nota predominante del proceso que está viviendo el pueblo, pues el éxito del
líder es una demostración que Jehová está con ellos.
El pasaje ofrece una visión panorámica de las tierras
poseídas, divididas en varias zonas geográficas: las colinas, la tierra
de Gosén (es decir la tierra pastoril de Gabaón,
10:41), el valle, las llanuras y las montañas de Israel (o sea el
Carmelo). La descripción destaca la variedad geográfica como
característica de la región.
En síntesis se muestra que toda oposición ha sido
derrotada y que la posesión de Canaán es una realidad que abarca un buen número
de ciudades. Se destaca (v. 21) especialmente la derrota de los
anaquitas, pues ellos fueron visitados por los espías (Num.13:33) que regresaron con informes desalentadores a Moisés.
El v. 20 es una reflexión teológica sobre el
porqué los pueblos fueron derrotados. En ella se afirma de manera muy natural
la soberanía de Dios sobre la historia y cómo él usa las actitudes de los
hombres para llevar a cabo sus planes. El texto va más allá para decir (v. 20) que Jehová mismo es la causa de
esas actitudes.
En la actualidad, algunos estarían muy contentos con
especular acerca de cómo Dios provoca en los seres humanos resistencia a sus
planes para de esta manera cumplirlos finalmente sin tener en cuenta su
voluntad.
Sin embargo, y a pesar del menosprecio que muchos
comentaristas hacen del texto, es importante señalar que la manera como el
autor del texto bíblico entiende la acción de Dios no debe dar espacio para
explicaciones fáciles que están siempre enmarcadas dentro de una lógica muy
humana y racional. No obstante, puede decirse que como el propósito de Dios era
entregar en manos de los hebreos a estos reyes y ciudades, su endurecimiento de
corazón fue una preparación para su propia destrucción.
La sección finaliza diciendo: “Y
la tierra reposó de la guerra” (v. 23c). El sentido es que no habría necesidad de más acciones bélicas. Sin
embargo, la historia posterior demuestra que faltaba aún mucho tiempo para
alcanzar la meta propuesta por Jehová a su pueblo (v. 18) y que aún poco antes de morir Josué todavía quedaba mucha
tierra por poseer (Núm.13:1).
Esto encuentra consonancia con el libro de los Jueces
que muestra a las tribus individualmente tomando posesión de las tierras.
Estudios para el
Domingo.
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