lunes, 1 de abril de 2019

EL PROBLEMA DE LITIGACIÓN, LA LAXITUD MORAL: 1 CORINTIOS 6:


EL PROBLEMA DE LITIGACIÓN, LA LAXITUD MORAL:
1 CORINTIOS 6:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Este capítulo analiza los dos problemas restantes que le habían informado a Pablo.

I.       Disputas En Las Cortes (1 Cor.6:1–8):
Es probable que los gentiles (griegos) de la iglesia fueran los culpables en este caso, porque los griegos estaban muy enredados en las cortes y las leyes. Cada ciudad griega tenía sus cortes y concilios, y no era raro ¡que un hijo entablará pleito contra su propio padre!
Por supuesto, el problema básico era la carnalidad (3:1–4); cuando los cristianos son inmaduros y no crecen, no pueden llevarse bien los unos con los otros. Les falta el discernimiento espiritual para resolver y arreglar los problemas personales. ¡Qué trágico es cuando una iglesia local se destroza por pleitos judiciales entre sus miembros! Vivimos en una era cuando las demandas judiciales son «la cosa normal» y una manera rápida de tratar de hacer dinero. Parece que el propósito de la corte no es justicia, sino ganancias.

Pablo no está condenando las cortes judiciales (véase Rom. 13), porque el gobierno Dios lo ha instituido para nuestro bien. Pero las cuestiones entre creyentes no deben ventilarse ante inconversos y sin duda que a un juez inconverso le falta la comprensión espiritual para tratar asuntos espirituales (2:14–16). Al arrastrarse el uno al otro a la corte, los miembros de la iglesia en Corinto arruinaban el testimonio de la iglesia y deshonran el nombre del Señor.
¿Cómo deben los cristianos resolver las diferencias personales? Primero, debe tener los valores espirituales correctos. ¡Qué triviales llegan a ser estas disputas personales cuando se comparan con los grandes asuntos eternos que decidiremos en la gloria! ¡La iglesia va a juzgar al mundo y a los ángeles!
·   Percatarse de esto hace que las disputas mundanas sean insignificantes. Demasiados cristianos tienen sus valores distorsionados;
·   Las cosas de este mundo (en especial el dinero) son más importantes para ellos que la gloria y la alabanza a Dios.
·  Las cuestiones entre cristianos se deben arreglar en privado según los principios de Mateo 18:15–17 y 1 Corintios 6:5.
Si las dos partes no pueden llegar a un acuerdo, deben invitar a algunos creyentes espirituales a que se reúnan con ellos y les ayuden a decidir.
Si la iglesia (o los de afuera) llega a conocer la cuestión, los miembros deben designar a un grupo para que examine el asunto y dé un consejo espiritual.

Es mucho mejor que un cristiano pierda dinero que su estatura espiritual y avergüence el nombre de Cristo. Podemos hallar esta misma actitud en Mateo 5:38–42. Por supuesto, los cristianos en Corinto eran tan carnales que adolecían de visión y sabiduría espiritual, y por eso la iglesia estaba dividida en facciones en pugna.

«¡Ustedes son hermanos!», exclamó Pablo. «¡Muéstrese amor los unos a los otros!». Hay algunas preguntas en cuanto al significado de la afirmación de Pablo «de menor estima» (v. 4). Algunos opinan que la usó a manera de «sarcasmo cariñoso» como para decir: «¡Ustedes no tienen en su iglesia ni siquiera un solo cristiano sabio, maduro, que pudiera resolver estos asuntos.
O tal vez lo que quería decir era: «Mejor poner estas disputas ante algún creyente humilde en su iglesia que ponerlas al descubierto ante un juez inconverso».

II.     Contaminación En El Mundo (1 Cor.6:9–20):
En tanto que no podemos excusar a los corintios por sus terribles pecados, podemos desde luego comprender por qué cayeron en ellos; ninguna otra ciudad presentaba más oportunidades para la inmoralidad y vicio como las ofrecía Corinto.
La misma religión de la ciudad (la adoración a la diosa Afrodita) no era otra cosa sino ¡prostitución en nombre de la religión! Estos creyentes fueron rescatados de vidas de horrible pecado, pero se veían tentados a volver. Pablo sabía que algunos de los creyentes estaban buscando excusas para pecar, de modo que sin rodeos refuta todo argumento que pudiera presentarse.

A.   «Si somos salvos, ¡bien podemos pecar y todavía ir al cielo!» (vv. 9–11).
Sin duda que las personas que en realidad han nacido de nuevo irán al cielo a pesar de sus muchos fracasos; pero el nuevo nacimiento produce una nueva naturaleza, y una nueva naturaleza significa un nuevo apetito.
El cristiano aún tiene la capacidad de pecado, pero no el deseo. Cualquier enseñanza que haga fácil pecar no es doctrina bíblica. «¡No se dejen engañar!».
Pablo hizo una lista de los terribles pecados que una vez gobernaron sus vidas y luego les recordó lo que Jesús había hecho por ellos. «Esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados [...] santificados [...] justificados».
El cristiano es una nueva criatura (2 Cor. 5:17) y lo demuestra al romper con la vida vieja. No heredamos el reino de Dios al abstenernos de pecar, sino que mediante una vida piadosa demostramos que vamos hacia el cielo.

B. «¿No tienen libertad los cristianos? ¿No somos libres de la ley?» (vv. 12–14).
Es cierto que estamos libres de reglas y regulaciones, pero no somos libres para pecar:
Ø La libertad cristiana nunca es libertinaje.
Ø La libertad cristiana no quiere decir que soy libre para hacer lo que se me antoje, sino que he sido libertado para hacer lo que agrada a Cristo.
Ø Incluso más, la «libertad para pecar» es en realidad la peor clase de esclavitud. No debemos ser puestos bajo el poder del pecado (Rom. 6).
Ø «Pero», dice usted, «si Dios nos dio estos apetitos físicos, debe querer que los usemos».
Es cierto; los usamos, pero no abusamos de ellos. Su cuerpo es del Señor; y si usted vive en pecado, ese pecado le destruirá y un día Dios le juzgará.

C. «¿No puedo usar mi cuerpo como me plazca?» (vv. 15–20).
¡Por supuesto que no! Para empezar, ya no es más su cuerpo; le pertenece a Cristo. Él lo compró con su propia sangre. En días de Pablo un esclavo podía conseguir la libertad ahorrando dinero y depositandolo en el templo local pagano al sacerdote.
Cuando tenía suficiente dinero para comprar su libertad, llevaba a su amo al templo y el sacerdote le daba el dinero al amo y declaraba que el esclavo le pertenecía ahora al dios particular de ese templo. Cristo pagó el precio para libertarnos del pecado y debemos usar nuestros cuerpos para agradarle a Él.
Es más, cuando pecamos contra el cuerpo, pecamos contra Cristo y contra el Espíritu Santo que ha hecho del cuerpo su templo. Génesis 2:24 afirma que dos personas que se unen físicamente llegan a ser «una sola carne». ¿Cómo puede un cristiano unir su cuerpo, que es un miembro del cuerpo de Cristo, en tan horrible pecado? ¿Cómo puede ensuciar el templo del Espíritu?

Los cristianos han de glorificar a Dios con sus cuerpos. Esto quiere decir la manera en que cuidamos el cuerpo, la manera en que lo vestimos, los lugares a donde lo llevamos, las obras que hacemos con él. Es peligroso que los cristianos usen sus cuerpos para pecar. ¡Recuerde lo que le ocurrió a Sansón y a David!
En estos postreros días vemos un aumento desvergonzado de pecados sexuales. No nos atrevemos a cerrar nuestros ojos al asunto (véase 2 Tim. 3:1–7 y nótese: que el v. 5 indica que estos pecadores serán cristianos profesantes, ¡y no gente del mundo!). La actitud del mundo es: «Todos lo hacen, así que, ¿por qué ser diferente?».
Es triste cuando los cristianos piensan que pueden violar el código moral de Dios y salirse con la suya. Los pecados sexuales son contra Cristo (quien compró nuestros cuerpos), contra el Espíritu (quien habita en nuestros cuerpos) y contra nosotros mismos (v. 18).
Los solteros en particular necesitan leer y meditar en Proverbios 5:1–23, 6:20–35 y 7:1–27. Estos son capítulos claros y advierten en contra del libertinaje sexual.

Los cristianos casados necesitan leer y meditar en 1 Tesalonicenses 4:1–8, donde Dios advierte a los cristianos contra la ruptura de sus votos nupciales. Esto cierra la primera sección de la carta, que se refiere a los pecados en la iglesia.
Tenga presente que todos estos problemas (división, inmoralidad, disputas y contaminación con el mundo) procedían de una fuente común:
Ø Los creyentes en Corinto era bebitos espirituales, y
Ø No estaban creciendo en el Señor:
·      Ponían sus ojos en los hombres, no en Cristo;
·      Se alimentaban de leche, no del alimento sólido de la Palabra;
·      No estaban dispuestos a admitir el pecado y a resolverlo.
·  La mayoría de los problemas serios de la iglesia empiezan como problemas personales y pecados en las vidas de sus miembros.

 
Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.

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