lunes, 1 de abril de 2019

LA ENTRADA A CANAÁN: JOSUÉ 3–5:


LA ENTRADA A CANAÁN:
JOSUÉ 3–5:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

I.       El Milagro Del Cruce (Josué 3):

A.     El Pueblo Santificado (vv. 1–5).
Como nuestro Josué del NT., (Mr. 1:35), Josué se levantó muy de mañana para meditar en la Palabra (1:8; 3:1) y prepararse para las obligaciones diarias. No se le dijo a Josué que inventara un método para cruzar el desbordado Jordán, porque Dios le dio todas las instrucciones necesarias. La palabra clave en este capítulo es arca, que se usa diez veces.
Por supuesto, el arca simbolizaba la presencia de Dios. El arca marchaba delante del pueblo para guiarlos y debía permanecer en la mitad del río hasta que toda la nación hubiera pasado. Cristo siempre va delante de su pueblo para abrir el camino, pero la gente debe santificarse (véase 2 Cor. 7:1) y estar lista para la dirección de Dios. Dios iba a guiar a los judíos de una nueva manera (v. 4) y estos debían estar listos.

B.     Josué Magnificado (vv. 6–8).
Por supuesto, toda la gloria se debe a Dios, pero Él ve apropiado magnificar a sus siervos para que su pueblo pueda honrarlos (1 Cron. 29:25; 2 Crón. 1:1; véase Jos. 4:4).
Fue Josué el que ordenó a los sacerdotes y les dio instrucciones a los líderes para el pueblo. El pueblo de Dios debe magnificar a Cristo (Filp. 1:20–21), pero Dios también se deleita en magnificar a su pueblo cuando le obedecen (Hch. 5:12–13).

C.     El Señor Glorificado (vv. 9–13).
En el éxodo Dios demostró ser el SEÑOR y el verdadero Dios junto al cual los dioses de Egipto no eran sino ídolos inofensivos. Ahora Dios demostraría ser el «Señor de toda la tierra» (vv. 11, 13; véanse Salm. 97:5; Miq. 4:13).
¡Todos los dioses de las naciones paganas caerían ante Él! Dios demostraría su poder al contener las aguas del inundado Jordán y permitir que su pueblo cruzara en tierra seca.

D.     La Palabra Verificada (vv. 14–17).
¡Ocurrió como Dios lo dijo! Los sacerdotes fueron delante, llevando el arca, y cuando sus pies se mojaron en el agua, ¡Dios abrió el río delante de ellos! (¡Algunas veces el pueblo de Dios tiene que «mojarse los pies» por fe antes de que Dios empiece a obrar! Véase Jos. 1:2–3).
Los sacerdotes entonces avanzaron hasta la mitad del río y se detuvieron allí mientras que todo Israel pasaba al otro lado. Luego pasaron ellos también. ¡Qué cuadro perfecto de Cristo! Él va delante de nosotros para abrir el camino; se queda con nosotros hasta que hayamos cruzado; ¡y luego nos sigue para protegernos! Dios cumplió su Palabra según su pueblo confió en Él y le obedeció.
Es instructivo contrastar el cruce del Mar Rojo (Éx. 14–15) y el cruce del Jordán:
Ø *El primero, ilustra separación del pasado (Egipto, el mundo), en tanto que;
Ø *El segundo, es un cuadro de la entrada por fe en nuestra herencia espiritual en Cristo.

El enemigo fue derrotado de una vez por todas cuando el ejército egipcio se ahogó en el Mar Rojo, pero los judíos tenían que ganar una victoria tras otra cuando cruzaron el Jordán y entraron en Canaán.
En la cruz Jesús derrotó a nuestros enemigos, pero tenemos que caminar y hacer la guerra por fe si hemos de tener victoria cada día. «Cruzamos el Jordán» cuando entramos por fe en la experiencia de victoria de Romanos 6–8.

II.     Los Monumentos Del Cruce (Josué 4):
Dos montones de piedras fueron levantados: uno por los doce hombres seleccionados en la orilla del río (3:12; 4:1–8) y uno por Josué en medio del río (4:9–10). Debían ser monumentos recordando el cruce y para nosotros nos dan maravillosas verdades espirituales:
·  Las doce piedras en la orilla del Jordán procedían del medio del río (v. 8), como evidencia de que Dios dividió las aguas e hizo cruzar a su pueblo con seguridad.
·   Las doce piedras ocultas en medio del río sólo Dios podía verlas, pero también hablaban del cruce maravilloso de Israel.
Estos dos montones de piedras son un cuadro de la muerte y sepultura de Cristo (las piedras ocultas) y la resurrección (las piedras en la orilla). Al mismo tiempo, ilustran la unión espiritual del creyente con Cristo; cuando murió, nosotros morimos con Él; fuimos sepultados con Él; ¡resucitamos en victoria con Él!
Véanse Efesios 2:1–10; Gálatas 2:20; Colosenses 2:13; Romanos 6:4–5. Hoy la Iglesia tiene dos monumentos de esta gran verdad:
(1)   El bautismo nos recuerda que el Espíritu de Dios nos ha bautizado en Cristo, 1 Corintios 12:13;
(2)   La Cena del Señor señala hacia atrás, a su muerte, y hacia adelante, a su Segunda Venida.

Los judíos no podían lograr la victoria en Canaán y vencer al enemigo sin antes atravesar el Jordán. Tampoco los cristianos de hoy pueden vencer a sus enemigos espirituales a menos que mueran a sí mismos, se consideren crucificados con Cristo y le permitan al Espíritu darles el poder de la resurrección. Repase la explicación de esta verdad en los Bosquejos expositivos del Nuevo Testamento sobre Romanos 5–8.

III.    La Señal Del Pacto (Josué 5):
Tan pronto como los judíos estuvieron seguros en el otro lado, Dios les ordenó que recibieron la señal del pacto, la circuncisión (Gn. 17). Colectivamente como nación habían atravesado la experiencia de «muerte» al cruzar el río. Ahora debían aplicar esa «muerte a sí mismos» individualmente.
Por toda la Biblia la circuncisión física es siempre un cuadro de una verdad espiritual. Por desgracia los judíos dieron más importancia al rito físico que a la verdad espiritual que enseñaba (véase Rom. 2:25–29). La circuncisión es un cuadro de quitarse lo que es pecaminoso, y en el NT., se ilustra con despojarse del «viejo hombre» de la carne (Col. 3:1ss; Rom. 8:13). No es suficiente que diga: «Morí con Cristo»; debo hacer esta verdad práctica en mi vida diaria al «hacer morir» las obras de la carne.
El judío del AT., se despojó de una pequeñísima parte de su carne. Por medio de Cristo, no obstante, el cristiano del NT., se ha despojado «del cuerpo pecaminoso carnal» (Col. 2:9–13). Esta operación en Gilgal, entonces, es una ilustración de la verdad de que cada creyente debe vivir «crucificado con Cristo» (Gál. 2:20).
Los varones judíos no habían recibido esta señal del pacto durante su peregrinaje por el desierto y por una buena razón: Su incredulidad suspendió temporalmente su relación de pacto con Dios (Núm. 14:32–34). Cuando rehusaron entrar en Canaán debido a su incredulidad, Dios «los entregó» a años de peregrinaje hasta que muriera la vieja generación.
Ahora la nueva generación iba a recibir la señal del pacto. «El oprobio de Egipto» quizás significa el oprobio que los egipcios (y otras naciones) acumularon sobre los judíos mientras estos deambulaban por el desierto (véanse Éx. 32:12ss; Dt. 9:24–29). Su incredulidad no glorificó a Dios y las naciones paganas dijeron: «¡El Dios de ustedes no es lo suficiente fuerte para llevarlos a CanaánAhora Dios los hacía entrar en la tierra prometida y el oprobio había desaparecido.
La nueva generación cruzó el Jordán, pero no atacaron de inmediato a Jericó. ¡Muchos de los cristianos de hoy se hubieran precipitado a la batalla! Pero Dios sabía que su pueblo necesitaba prepararse espiritualmente para la lucha que quedaba por delante, de modo que les hizo esperar y descansar.

Mientras lo hacían, celebraron la Pascua. Cuarenta años antes la nación fue liberada de Egipto en aquella noche de Pascua.
Dios les dio nuevo alimento: el «fruto» (espigas) de la tierra. El maná era el alimento para la nación cuando eran peregrinos, pero ahora se establecerán en la tierra. Véanse Deuteronomio 6:10–11 y 8:3. Las espigas hablan de Cristo en la bendición de la resurrección, porque la semilla debe sepultarse antes de que pueda dar fruto (Jn. 12:24).
El orden de los hechos nos recuerda de nuevo su muerte, sepultura y resurrección:
Ø Guardaron la Pascua (su muerte), y
Ø Comieron del fruto de la tierra (resurrección).

La principal lección de estos capítulos es clara: no puede haber conquista sin la muerte a uno mismo (cruzar el Jordán) e identificación con la resurrección de Cristo (los dos monumentos de piedras). Antes de que los judíos pudieran lograr la victoria sobre el enemigo, tenían que experimentar la victoria sobre el pecado y ellos mismos.

Estudios para el Domingo.

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