sábado, 22 de febrero de 2020

DAVID Y SU GRUPO DE HOMBRES: 1 SAMUEL 22–24:


DAVID Y SU GRUPO DE HOMBRES:
1 SAMUEL 22–24:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
David está ahora completamente aislado de la corte de Saúl y se le considera un proscrito y rebelde. El Salmo 34 brotó de su escape de Aquis por un pelo (1 Sam. 21:10–15) y tal vez expresa mejor las pruebas y triunfos de David durante su período de exilio. «Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová» (Salm. 34:19). Dios estaba con David y le ayudó.

I.       Dios Guiaba Los Pasos De David (1 Sam. 22):
David reunió una banda leal de seguidores en la cueva de Adulam, un grupo de cuatrocientos hombres que con el tiempo creció a seiscientos (23:13). En los Salmos 54 y 142 se hallan sus experiencias en la cueva. David querría proteger a sus hermanos, puesto que Saúl tal vez quisiera matarlos tanto como a David. Su «grupo heterogéneo» ilustra la clase de personas que acuden a Cristo buscando refugio:
·      Afligidos o endeudados (debido a nuestros pecados);
·      Descontentos con la vida.
La banda de David era pequeña y menospreciada; ¡pero a ellos les pertenecía el reino! David logró protección para sus padres en Moab puesto que su familia (por medio de Rut) procedía de allí. Cuán sensible fue David al cuidar de sus seres queridos; véase Juan 19:26–27.
Este período de persecución en la vida de David fue una parte de la preparación para el trono. Ya era un gran soldado; ahora necesitaba sufrir en el desierto para aprender a no confiar en los hombres, sino en el Señor. Todos necesitamos «pruebas en el desierto» para acercarnos al Señor y equiparnos mejor para servirle.
La persecución de Saúl a David es una ilustración del conflicto entre la carne y el Espíritu. También es un cuadro de la persecución de Satanás contra la iglesia de hoy:
v Saúl no era el rey, sin embargo continuaba reinando;
v David era el rey, pero aún no estaba en el trono.
Ø Satanás parece estar «reinando» hoy,
Ø Pero Cristo es el Rey y un día subirá al trono que le pertenece por derecho.
La matanza que hizo Saúl de los inocentes sacerdotes de Nob muestra hasta dónde llegan las personas una vez que han rechazado al Señor. Saúl era mentiroso y asesino, igual que Satanás (Jn. 8:44). Doeg era un edomita, descendiente de Esaú (Gn. 25:30), de modo que su odio hacia David y los sacerdotes no es sino otra etapa en la batalla entre Esaú y Jacob. La presencia de David en Nob trajo muerte a estas personas y así su engaño sólo provocó tragedia.
Saúl no estuvo dispuesto a matar a los amalecitas (cap. 15) y sin embargo no tuvo problemas en matar a los sacerdotes inocentes. Esta masacre fue un cumplimiento de la profecía de Dios a Elí de que su casa sería juzgada; véase 2:30 – 36. Saúl pudo matar a los sacerdotes, pero no pudo evitar que Abiatar huyera a David con el efod, el instrumento para determinar la voluntad de Dios. ¿Para qué le servía a Saúl el efod? ¡Estaba decidido a hacer su voluntad! Abiatar más tarde llegó a ser de ayuda para David; véanse 23:9; 30:7.

II.     Dios Guardó La Vida De David (1 Sam. 23):
Era importante que David viviera, porque era quien libertaría a Israel, establecería el reino en gloria y llegaría a ser el padre de Cristo según la carne (Rom. 1:3). Satanás usó a Saúl procurando matar a David, pero Dios era demasiado fuerte para el enemigo. Mientras que David buscó la mente de Dios, Él le dio protección y victoria.

A.     Victoria En Keila (vv. 1–13).
Los filisteos eran enemigos de David y de Israel, de modo que era apropiado que luchara contra ellos. Cuando el hijo de Dios está en la voluntad de Dios puede esperar la ayuda de Él. Tan intenso era el odio de Saúl que no agradeció a Dios por la victoria de David, sino que en lugar de eso vino para luchar él mismo contra el vencedor.
Y los hombres de Keila no protegieron a su libertador, ¡sino que trataron de entregarlo a Saúl! ¡Cuán perverso es el corazón humano que la gracia de Dios no ha tocado!
 
B.     Victoria En El Desierto (vv. 14–18).
¡Qué paciencia tenía David que pudo soportar el peligro y la persecución diaria! Era el estratega maestro y podía haberle puesto una emboscada a Saúl, pero prefirió esperar que Dios le diera la victoria.
Cuán conmovedor es cuando Jonatán le encuentra en el desierto (a riesgo de su vida) para animarle y alentarle. Triste como suena, a Jonatán nunca se le permitió reinar con David, porque murió en la batalla junto con su padre. El justo a menudo sufre debido a los pecados de otros.

C.     Victoria Sobre Los Zifeos (vv. 19–29).
Zif estaba en Judá y sus habitantes deberían haber sido leales a David; pero traicionaron ante Saúl a su legítimo rey. Léase en el Salmo 54 la oración que David elevó pidiendo liberación. La roca estuvo entre David y Saúl (23:26), así como la nube estuvo entre Israel y los egipcios.
Parecía que Saúl finalmente capturaría al hombre, pero una invasión de los filisteos obligó a Saúl a volver. Dios está en control de las circunstancias y libra a los suyos en el momento apropiado.

III.   Dios Le Da Gracia a David (24):
«Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad» (Prov. 16:32). Dios le dio a David la gracia necesaria para mostrar bondad a su enemigo y esto es incluso más grande que derrotar al gigante Goliat. Los hombres de Saúl mintieron respecto a David y le decían a Saúl que David trataba de matarlo (24:9).
Si el Salmo 7 encaja con este acontecimiento, como muchos opinan, Cus el benjamita era el principal mentiroso. Esta experiencia le dio a David la oportunidad de demostrarles a Saúl y a los líderes que no trataba de matar a Saúl, sino que honraba al rey incluso cuando el rey no andaba en la voluntad de Dios.

A.     La Tentación (vv. 1–7).
Saúl entró en la cueva para descansar y hacer sus necesidades, quizás quitándose su túnica externa al entrar. La cueva era grande y muy oscura, de modo que no vio a David y a sus hombres escondidos entre las peñas. David pudo cortar el manto de Saúl sin que lo detectaran.
¡Esta hubiera sido la ocasión para matar a su enemigo! Es más, algunos de los hombres de David insistieron que Dios había arreglado las circunstancias para que David actuara (v. 4). Es importante que siempre probemos las circunstancias por medio de la Palabra de Dios.
Tan tierno era el corazón de David que se arrepintió abiertamente por su precipitada acción de cortar el manto de Saúl; porque no había mostrado el respeto apropiado por el ungido de Dios. David, «un hombre según el corazón de Dios», estaba decidido a que Dios se encargara de Saúl (Rom. 12:19–21).

B.      La Explicación (vv. 8–15).
David y sus hombres estaban seguros en la cueva, e incluso los hombres de Saúl no se atrevieron a atacarlos; de modo que David osadamente salió para hablarle a Saúl una vez que el rey se había alejado un poco. ¡Qué sorpresa debe haber sido para Saúl oír la voz de su yerno! David le explicó al rey que estaba dando oídos a mentiras (v. 9) y que podía haber perdido su vida de no ser por la bondad de David (vv. 10–11). El pedazo de la túnica era evidencia suficiente de que David decía la verdad. «¡Soy una pulga o un perro muerto!», dijo David.
«¿Qué ventaja sacas persiguiéndome? Pero yo no voy a matarte ni a ponerte emboscada, porque el Señor librará mis batallas y juzgará mi causa». Qué espíritu de gracia le dio Dios a David. Ojalá pudiéramos tener la misma actitud hacia nuestros enemigos hoy.

C.     La Súplica (vv. 16–22).
Imagínese al lastimero Saúl estando frente a uno que es mejor que él. El llanto de Saúl y su confesión de culpa no eran sino emociones superficiales, pasajeras; no brotaban del corazón. Estaba apenas muy contento de reconocer la amabilidad de David. Después de todo, ¡David le había perdonado la vida! Y Saúl estaba preocupado fundamentalmente por los de su familia para que cuando David en efecto llegara a ser rey, no los matara. El versículo 20 indica la perversidad del corazón de Saúl: admitió que David era el rey legítimo, ¡sin embargo persistió en oponérsele!
David cumplió la promesa hecha a Saúl y hasta vindicó su honor después de la muerte de este. Esta es una ilustración hermosa de las palabras de Cristo en Mateo 5:10–12. Para David mostrar bondad hacia Saúl y orar por él fue una victoria más grande que vencer a los filisteos. Podemos estar seguros, si obedecemos al Señor, que Él se encargará por nosotros de nuestros enemigos a su debido tiempo.

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