DAVID Y SU GRUPO DE HOMBRES:
1 SAMUEL 22–24:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
David está ahora
completamente aislado de la corte de Saúl y se le considera un proscrito y rebelde.
El Salmo 34 brotó de su escape de Aquis por un pelo (1 Sam. 21:10–15) y tal vez
expresa mejor las pruebas y triunfos de David durante su período de exilio. «Muchas son las
aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová» (Salm.
34:19). Dios estaba con David y le ayudó.
I. Dios Guiaba Los Pasos De David (1 Sam. 22):
David
reunió una banda leal de seguidores en la cueva de Adulam, un grupo de
cuatrocientos hombres que con el tiempo creció a seiscientos (23:13). En los
Salmos 54 y 142 se hallan sus experiencias en la cueva. David querría proteger
a sus hermanos, puesto que Saúl tal vez quisiera matarlos tanto como a David. Su «grupo heterogéneo» ilustra
la clase de personas que acuden a Cristo buscando refugio:
· Afligidos o endeudados (debido a nuestros pecados);
· Descontentos con la vida.
La
banda de David era pequeña y menospreciada; ¡pero a ellos les pertenecía el reino!
David logró protección para sus padres en Moab puesto que su familia (por medio de
Rut) procedía de allí. Cuán sensible fue David al cuidar de sus
seres queridos; véase Juan 19:26–27.
Este
período de persecución en la vida de David fue una parte de la preparación para
el trono. Ya era un gran soldado; ahora necesitaba sufrir en el desierto para
aprender a no confiar en los hombres, sino en el Señor. Todos necesitamos «pruebas en el
desierto» para acercarnos al Señor y equiparnos mejor para servirle.
La
persecución de Saúl a David es una ilustración del conflicto entre la carne y
el Espíritu. También
es un cuadro de la persecución de Satanás contra la iglesia de hoy:
v Saúl no era el rey, sin embargo continuaba reinando;
v David era el rey, pero aún
no estaba en el trono.
Ø Satanás parece estar «reinando» hoy,
Ø Pero Cristo es el Rey y un
día subirá al trono que le pertenece por derecho.
La
matanza que hizo Saúl de los inocentes sacerdotes de Nob muestra hasta dónde llegan
las personas una vez que han rechazado al Señor. Saúl era mentiroso y asesino,
igual que Satanás (Jn. 8:44). Doeg era un edomita, descendiente de Esaú (Gn.
25:30), de modo que su odio hacia David y los sacerdotes no es sino otra etapa
en la batalla entre Esaú y Jacob. La presencia de David en Nob trajo muerte a estas
personas y así su engaño sólo provocó tragedia.
Saúl
no estuvo dispuesto a matar a los amalecitas (cap. 15) y sin embargo no tuvo
problemas en matar a los sacerdotes inocentes. Esta masacre fue un cumplimiento
de la profecía de Dios a Elí de que su casa sería juzgada; véase 2:30 – 36.
Saúl pudo matar a los sacerdotes, pero no pudo evitar que Abiatar huyera a
David con el efod, el instrumento para determinar la voluntad de Dios. ¿Para qué le servía a Saúl el efod? ¡Estaba
decidido a hacer su voluntad! Abiatar más tarde llegó a ser de ayuda
para David; véanse 23:9; 30:7.
II. Dios Guardó La Vida De David (1 Sam. 23):
Era
importante que David viviera, porque era quien libertaría a Israel,
establecería el reino en gloria y llegaría a ser el padre de Cristo según la
carne (Rom. 1:3). Satanás usó a Saúl procurando matar a David, pero Dios era
demasiado fuerte para el enemigo. Mientras que David buscó la mente de Dios, Él
le dio protección y victoria.
A.
Victoria En
Keila (vv. 1–13).
Los
filisteos eran enemigos de David y de Israel, de modo que era apropiado que
luchara contra ellos. Cuando el hijo de Dios está en la voluntad de Dios puede
esperar la ayuda de Él. Tan intenso era el odio de Saúl que no agradeció a Dios
por la victoria de David, sino que en lugar de eso vino para luchar él mismo
contra el vencedor.
Y
los hombres de Keila no protegieron a su libertador, ¡sino que trataron de entregarlo a Saúl!
¡Cuán perverso es el corazón humano que la gracia
de Dios no ha tocado!
B.
Victoria En El Desierto
(vv. 14–18).
¡Qué paciencia tenía David que pudo soportar el peligro y
la persecución diaria! Era el estratega maestro y podía
haberle puesto una emboscada a Saúl, pero prefirió esperar que Dios le diera la
victoria.
Cuán
conmovedor es cuando Jonatán le encuentra en el desierto (a riesgo de su vida) para animarle y alentarle. Triste como
suena, a Jonatán nunca se le permitió reinar con David, porque murió en la
batalla junto con su padre. El justo a menudo sufre debido a los pecados de
otros.
C.
Victoria Sobre
Los Zifeos (vv. 19–29).
Zif
estaba en Judá y sus habitantes deberían haber sido leales a David; pero
traicionaron ante Saúl a su legítimo rey. Léase en el Salmo 54 la oración que
David elevó pidiendo liberación. La roca estuvo entre David y Saúl (23:26), así
como la nube estuvo entre Israel y los egipcios.
Parecía
que Saúl finalmente capturaría al hombre, pero una invasión de los filisteos
obligó a Saúl a volver. Dios está en control de las circunstancias y libra a
los suyos en el momento apropiado.
III. Dios Le Da Gracia a David (24):
«Mejor es el que
tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el
que toma una ciudad» (Prov. 16:32). Dios le dio a David la
gracia necesaria para mostrar bondad a su enemigo y esto es incluso más grande
que derrotar al gigante Goliat. Los hombres de Saúl mintieron respecto a David
y le decían a Saúl que David trataba de matarlo (24:9).
Si
el Salmo 7 encaja con este acontecimiento, como muchos opinan, Cus el benjamita
era el principal mentiroso. Esta experiencia le dio a David la oportunidad de
demostrarles a Saúl y a los líderes que no trataba de matar a Saúl, sino que
honraba al rey incluso cuando el rey no andaba en la voluntad de Dios.
A.
La Tentación
(vv. 1–7).
Saúl
entró en la cueva para descansar y hacer sus necesidades, quizás quitándose su
túnica externa al entrar. La cueva era grande y muy oscura, de modo que no vio
a David y a sus hombres escondidos entre las peñas. David pudo cortar el manto
de Saúl sin que lo detectaran.
¡Esta hubiera sido la ocasión para matar a su enemigo! Es más,
algunos de los hombres de David insistieron que Dios había arreglado las
circunstancias para que David actuara (v. 4). Es importante que siempre
probemos las circunstancias por medio de la Palabra de Dios.
Tan
tierno era el corazón de David que se arrepintió abiertamente por su
precipitada acción de cortar el manto de Saúl; porque no había mostrado el
respeto apropiado por el ungido de Dios. David, «un hombre según el corazón de Dios», estaba
decidido a que Dios se encargara de Saúl (Rom. 12:19–21).
B.
La Explicación
(vv. 8–15).
David
y sus hombres estaban seguros en la cueva, e incluso los hombres de Saúl no se
atrevieron a atacarlos; de modo que David osadamente salió para hablarle a Saúl
una vez que el rey se había alejado un poco. ¡Qué sorpresa debe haber sido para Saúl oír la
voz de su yerno! David le explicó al rey que estaba dando oídos a
mentiras (v. 9) y que podía haber perdido su vida de no ser por la bondad de
David (vv. 10–11). El pedazo de la túnica era evidencia suficiente de que David
decía la verdad. «¡Soy una pulga o un perro muerto!», dijo David.
«¿Qué ventaja sacas persiguiéndome? Pero yo no voy
a matarte ni a ponerte emboscada, porque el Señor librará mis batallas y
juzgará mi causa». Qué espíritu de gracia le dio Dios a
David. Ojalá pudiéramos tener la misma actitud hacia nuestros enemigos hoy.
C.
La Súplica (vv. 16–22).
Imagínese
al lastimero Saúl estando frente a uno que es mejor que él. El llanto de Saúl y
su confesión de culpa no eran sino emociones superficiales, pasajeras; no
brotaban del corazón. Estaba apenas muy contento de reconocer la amabilidad de
David. Después de todo, ¡David le había perdonado la vida! Y Saúl estaba
preocupado fundamentalmente por los de su familia para que cuando David en
efecto llegara a ser rey, no los matara. El versículo 20 indica la perversidad
del corazón de Saúl: admitió que David era
el rey legítimo, ¡sin embargo persistió en
oponérsele!
David
cumplió la promesa hecha a Saúl y hasta vindicó su honor después de la muerte
de este. Esta es una ilustración hermosa de las palabras de Cristo en Mateo 5:10–12.
Para David mostrar bondad hacia Saúl y orar por él fue una victoria más grande
que vencer a los filisteos. Podemos estar seguros, si obedecemos al Señor, que
Él se encargará por nosotros de nuestros enemigos a su debido tiempo.
Estudios para el
Domingo
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