EL ARTE DE EXPONER DEL
MAESTRO DE MAESTROS:
“…Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que
confían en las riquezas!... Más
fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el
reino de Dios”. (Marcos 10:24b-25).
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Ayuda Pastoral: Hermenéutica.
Introducción:
A Jesús nunca hubiera podido acusársele de ser un maestro aburrido. Una de las razones que hacía de ÉL un pedagogo tan
atractivo era que siempre transmitía su mensaje mediante una amplia variedad de
formas y técnicas literarias.[1] No
podemos hablar con detalle de todas ellas, pero sí queremos proponer algunas
directrices para entender el modo en que Jesús utilizó:
·
La
hipérbole,
·
La
metáfora y el símil,
·
La ironía,
·
Las
preguntas retóricas,
·
El
paralelismo, y
·
Las
parábolas.
1. La Exageración o Hipérbole:
Como
Maestro supremo, Jesús utilizó a menudo la exageración (llamado
también hipérbole) para conectar con
sus oyentes y hacerles entender sus argumentos. La exageración consiste en
extremar una verdad hasta tal punto que su cumplimiento literal sea imposible o
totalmente ridículo a fin de llamar la atención de los oyentes.
Afirmaciones
como “he estado estudiando eternamente para este examen” o “tengo tanta hambre que me comería un
caballo” son ejemplos de
exageración. En el primer ejemplo, el estudiante no ha estudiado eternamente y
en el segundo, la persona en cuestión puede tener hambre, pero no tanta. En
ambos casos, no obstante, se nos comunica un mensaje urgente. A continuación, presentamos algunos
ejemplos de los Evangelios:
“Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión
de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno… Y si tu mano derecha te es ocasión de
caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”. (Mateo 5:29-30).
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su
padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo”. (Lucas
14:26).
“…Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que
confían en las riquezas!... Más
fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el
reino de Dios”. (Marcos 10:24b-25).
Cuando
en los Evangelios encuentres exageraciones, no fuerces una interpretación
literal o de lo contrario perderás el verdadero sentido del pasaje. Imagínate
las terribles implicaciones de pensar que puedes resolver un problema de
lujuria arrancándote el ojo derecho.
Hemos
de tomarnos en serio la escritura, pero no siempre hemos de entenderla de
manera literal. A través del lenguaje figurado se
puede transmitir un significado (con su aplicación correspondiente) tan radical como cualquier verdad expresada de manera
literal.
Cuando te encuentres con alguna exageración, hazte la pregunta: “¿qué es lo que se pretende exactamente aquí?”, por ejemplo, en Mateo 5:29-30 Jesús está diciéndoles a
sus seguidores que tomen medidas drásticas para evitar el pecado sexual. En
Lucas 14:26 lo que dice Jesús es que nuestro amor por ÉL debe ser tan intenso
que, en comparación, nuestro afecto natural para con nuestra familia, e incluso
hacía nosotros mismos, parecerá aborrecimiento.
En
Marcos 10:24b-25 Jesús se sirve de la exageración para señalar lo difícil que
será para los ricos entrar en el reino de Dios, más difícil, diríamos nosotros,
que meter un autobús escolar por una cerradura.
2. Metáforas Y Símiles:
Cuando Jesús les dice a sus discípulos:
v “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mt.5:13), o
A los doctores de la ley y a los fariseos:
v “Sois como sepulcros blanqueados” (Mt.23:27), está utilizando una metáfora y un símil
respectivamente.
Ambos
vehículos se sirven de comparaciones. En el caso de la metáfora, la comparación
está implícita; en el símil se hace explícita-mente utilizando la palabra “como” o alguna otra con
este propósito.
Los Evangelios están llenos de metáforas y símiles:
Ø “Sed astutos como las serpientes e
inocentes como las palomas” (Mt.10:16).
Ø “Yo soy el pan de vida” (Jn.6:35).
Ø “O Jerusalén, Jerusalén,… ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos,
como la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Lc.13:34) Podríamos enumerar muchos otros.
En la
Interpretación de las metáforas y los símiles, se trata de localizar el punto
que el autor quiere comparar. A los discípulos se les compara con la sal para
poner de relieve su responsabilidad de mezclase en la sociedad para poner coto
a su decadencia. A los escribas y a los fariseos se les compara con sepulcros
blanqueados en el sentido de que su apariencia externa esconde la corrupción
espiritual que tiene lugar en su interior. Es fácil de entender.
Cuando
encontramos la específica comparación que establece el autor hemos encontrado
el significado que se expresa mediante la metáfora o el símil. Puede ser de
ayuda tratar de visualizar la figura retórica en cuestión puesto que, por regla
general, la imagen visual nos transmite el impacto emocional.
Hemos
de tener cuidado de no llevar demasiado lejos los detalles de la comparación.
Ya sea implícita en la metáfora o explicita en el símil, la comparación se
establece por regla general entre cosas que son distintas (por
ejemplo: entre Jesús y el pan, o entre Jesús y una gallina).
Y se
comparan para explicar algo. Cuando la comparación se lleva demasiado lejos
ésta pierde su sentido esencial y la explicación se desvanece, o peor aún, en
su lugar surge mil explicaciones, ninguna de las cuales estaba en la mente del
autor.
3. Ironía Narrativa:
La
ironía se fundamenta en el principio del contraste, un contraste entre lo que
se espera y lo que, de hecho, sucede. Podríamos decir que se produce un giro
inesperado del relato. Por ejemplo, alguien que escucha por primera vez el
relato de María y Marta esperaría que Jesús le dijera a María que ayudara a su
hermana, sin embargo, como ya sabemos, no es así cómo se desarrolla la
situación.
Cuando
Marcos 4-5 concluye, el hombre poseído e incontrolable ha recuperado su sano
juicio, mientras que los cerdos, que ahora se han convertido en albergue de los
demonios (una combinación horrorosa, en especial para los judíos) se precipitan al mar, el mismo mar donde se produjo la
tormenta con que se inicia la sección.
Descubrimos
ironía en muchos de los relatos de Jesús. Consideremos la siguiente parábola
que encontramos en Lucas 12:16-21:
“También les refirió una parábola,
diciendo: La
heredad de un hombre rico había producido mucho… Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?... Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros,
y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;… y diré a mi alma: Alma, muchos bienes
tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate… Pero Dios le dijo: Necio, esta noche
vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?... Así es el que hace para sí tesoro, y no
es rico para con Dios”.
En el
caso de la ironía, la principal meta interpretativa es, en primer lugar,
detectarla. Tras descubrir la ironía, hemos de reflexionar respecto al
inesperado giro de los acontecimientos. ¿Qué contrastes se presentan? ¿Qué hubiera sucedido si las cosas se hubieran desarrollado tal como se
esperaba? ¿Qué
pone de relieve al nuevo giro del relato acerca de nuestras expectativas?
4. Preguntas Retóricas:
A Jesús
le encantan las preguntas retóricas, preguntas que, más que esperar una
respuesta, pretenden enseñar algo. Ahí
van algunos ejemplos:
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?... (Mateo 5:46).
“¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que
se afane, añadir a su estatura un codo?” (Mateo
6:27).
“¿Pensáis que he venido para dar paz en la
tierra?... (Lucas 12:51).
Cuando
Jesús platea una pregunta retórica, la sensación es que no espera respuesta,
sino que más bien está haciendo una importante afirmación de una manera
creativa. La mejor forma de acercarse a las preguntas retóricas es convertirlas
en afirmaciones. Observemos cómo podemos convertir los ejemplos anteriores en
afirmaciones:
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?...” (Mateo 5:46).
“¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que
se afane, añadir a su estatura un codo?” (Mateo
6:27).
“…¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40)
¿Pensáis que he venido para dar paz en la
tierra?
Os digo: No, sino disensión. (Lucas 12:51).
Al
convertir las preguntas retóricas en afirmaciones se pone de manifiesto el
sentido esencial que Jesús quiso dar a sus palabras.
5. El Paralelismo:
El
paralelismo poético es una forma de expresión que utilizamos para describir una
relación entre dos o más líneas del texto. El uso del paralelismo nos recuerda
que hemos de leer juntas las líneas en cuestión como una unidad de pensamiento,
sin separarlas nunca. Las líneas van juntas y han de leerse juntas.
Este es
un rasgo fundamental de la poesía del Antiguo Testamento, no obstante, en los
Evangelios encontramos también varios tipos de paralelismo:
1) Sinónimos: La líneas dicen básicamente lo mismo de un modo
ligeramente distinto:
1-Pedid, y se os dará;
2-buscad, y hallaréis;
3-llamad, y se os abrirá. (Mateo 7:7).
1-Porque no hay nada oculto que no haya de
ser manifestado;
2-ni escondido, que no haya de salir a
luz. (Marcos 4:22).
2) Contrastivo: la segunda línea se contrasta con la primera:
1-Porque al que tiene, se le dará;
2-y al que no tiene, aun lo que tiene se le
quitará. (Marcos 4:25).
1-El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca buenas cosas;
2-y el hombre malo, del mal tesoro saca
malas cosas. (Mateo 12:35).
3) De
Desarrollo: la segunda línea
repite parte de la primera y a continuación el pensamiento de la primera línea
se lleva a su clímax:
1-El que a vosotros recibe, a mí me
recibe;
2-y el que me recibe a mí, recibe al que me
envió. (Mateo 10:40).
1-Todo lo que el Padre me da, vendrá a
mí;
2-y al que a mí viene, no le echo fuera. (Juan 6:37).
6. Parábolas:
Una de
las técnicas literarias preferidas de Jesús fue la parábola. Probablemente te
son muy familiares los relatos del Buen Samaritano, el hijo pródigo, y el Trigo y la Cizaña (algunas de las parábolas más conocidas de
Jesús). Una parábola es un relato con dos niveles de
significado, en el que ciertos detalles representan algo (por
ejemplo, en la parábola del hijo
Pródigo, el
padre representa a Dios). La dificultad
estriba en determinar cuántos y cuáles de estos detalles del relato significan otras
cosas.
A lo
largo de los siglos algunos exegetas se han tomado mucha libertad con las
parábolas atribuyendo algún significado casi a cada detalle de los relatos.
Quizá el ejemplo más famoso de esta clase de alegorización es el tratamiento de
la parábola del Buen Samaritano que hizo Agustín de Hipona.[2]
El hombre que desciende a Jericó
Jerusalén
Jericó
Los ladrones
El hecho de
desnudarle
El
hecho de golpearle
El hecho de dejarle medio muerto
El
sacerdote y el levita
El samaritano
El vendaje de las heridas
El vino
El
asno
La posada
Dos
denario
El posadero
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Adán.
La
ciudad celestial de la que Adán cayó.
La luna (significa la mortalidad
de Adán).
El
diablo y sus ángeles.
Despojarlo
de su inmortalidad.
Convencerle
para que peque.
Vive
físicamente, pero está espiritualmente muerto, por tanto está medio muerto.
El
sacerdote y ministerio del Antiguo Testamento.
Cristo.
Vendar
del pecado.
Exhortación a trabajar con un
espíritu ferviente.
El
cuerpo de la encarnación de Cristo.
La
Iglesia.
La
promesa de esta vida y de la vida futura.
El
apóstol Pablo.
|
Es
fácil ver la razón por la que este acercamiento plantea muchos problemas. Pocos
exegetas (quizás ninguno) estarían
exactamente de acuerdo en todos los detalles, y ello generaría una gran
variedad de interpretaciones algunas de las cuales contradecirían abiertamente
a las otras.
Por
otra parte, al ignorar el contexto, los intérpretes podrían ver en casi cualquier
parábola un sentido que nada tendría que ver con el que Jesús quiso que
entendieran sus primeros oyentes. En su alegorización, Agustín pierde de vista
que Jesús pretende hablar del amor al prójimo.
Desde
finales del siglo XIX la mayoría de los eruditos del Nuevo Testamento han
insistido en el hecho de que cada parábola pretende esencialmente enseñar una
sola verdad, que por regla general se menciona al final. Con esto se ha
introducido un necesario elemento que corrige la absurda metodología de la libre
alegorización utilizada por Agustín y otros.
Sin
embargo, cabe preguntarse ¿no es posible que esta regla de una sola verdad restrinja el significado
más de lo que pretendía Jesús? Consideremos, por
ejemplo, la parábola del Hijo Pródigo. ¿Cuál es la verdad que se presenta? ¿Tiene que ver con el Hijo Rebelde, el
hermano resentido, o el padre misericordioso? ¿Estás dispuesto a quedarte únicamente con uno de estos aspectos
y afirmar que Jesús no pretendía enseñar nada con los otros dos? Este acercamiento nos parece incompleto. Al final y al
cabo, no son muchos los relatos de cualquier índole que pretenden enseñar una
sola cosa.
El
erudito evangélico Craig Blomberg ha presentado recientemente un acercamiento
equilibrado a la Interpretación de las parábolas.[3] Para entender el sentido de las parábolas de
Jesús no hemos de alegorizar hasta el detalle más mínimo, pero tampoco podemos
limitar su significado a un solo aspecto. Siguiendo a Blomberg, proponemos dos principios para
interpretar las parábolas de Jesús:
1) Buscar
un sentido principal para cada uno de los principales personajes o grupos de
ellos:
La
mayoría de las parábolas se encuentran en un solo asunto, quizá en dos, pero por
regla general nunca más de tres. La función de los otros detalles es realzar el
relato. En la parábola del Hijo
Pródigo (Lc.15:11-23), podemos ver que esta
directriz interpretativa nos ayuda a identificar tres punto principales, uno
por cada personaje principal.
El hijo rebelde
|
Los pecadores pueden
confesar sus pecados y volverse a Dios en arrepentimiento.
|
El Padre
misericordioso
|
Dios ofrece su
perdón a personas que no lo merecen.
|
El hermano resentido
|
Aquellos que profesan ser pueblo de Dios no deben
sentirse resentidos cuando Dios extiende su Gracia a quienes no la merecen.
|
Este
mismo principio puede aplicarse a la parábola del Buen Samaritano
(Lc.10:25-37):
Hombre asaltado
por los ladrones
|
Aun los enemigos
(aquí los samaritanos) pueden mostrar amor.
|
Los líderes
judíos religiosos
|
Ni siquiera los
deberes religiosos son una excusa válida para la falta de amor.
|
El samaritano
|
Aun un “odioso extranjero”
puede servir como modelo de amor.
|
2) Además, las verdaderas lecciones de la
parábola habían de ser entendidas por los primeros oyentes de Jesús:
Si
vemos un significado que los receptores de Jesús no hubieran entendido,
probablemente nos hemos equivocado. Esta directriz pretende librarnos del error
de ver en las parábolas de Jesús cosas que ÉL nunca pretendió enseñar a los
receptores de sus palabras.
Concluyó:
Siempre
que leemos los Evangelios, hemos de reflexionar respecto a cómo aplicar su
mensaje a nuestras vidas. Cuando entendamos verdaderamente la Palabra de Dios,
iremos más allá de la mera lectura e Interpretación; permitiendo que las
grandes verdades que enseñó Jesús penetren en nuestros corazones y mente y
cambien nuestra manera de vivir.
___________
Bibliografía:
[1] Hay una
excelente exposición de las distintas formas y técnicas de la enseñanza de
Jesús en la obra de Robert H. Stein, The Method and Message of Jesus ‘
Teaching, rev. Ed. (Louisville: Westminster
John Knox, 1994), 7-32.
[2] Citado en la obra de Fee y
Stuart, How to Read the Bible, 150.
[3] Craig Blomberg, Interpreting
the Parables (Downers Grove, III.: InterVarsity Press. 1990).
- J. Scott Duval. J. Daniel Hays. Hermenéutica. Entendiendo La
Palabra De Dios. Edit. Clie. Págs. 356-363.
- Pastor:
Carlos Ramírez Jiménez. 23//02//2020. IGLESIA EVANGÉLICA BAUTISTA “EL SHADDAI”. Ciudadela de Noé. Los Cardos Mz.E-Lt.18. III Etapa. Cerca del
Hospital Regional II. Cel.
942-562691-Tumbes.
charlyibsh@hotmail.com
Visite: El Block ‘El Alfarero Restaurador’ “El Shaddai”.
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