sábado, 8 de febrero de 2020

EL REMPLAZO DE SAÚL, Y EL ASCENSO DE DAVID: 1 SAMUEL 16–17:

EL REMPLAZO DE SAÚL, Y EL ASCENSO DE DAVID:
1 SAMUEL 16–17:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Entramos ahora a estudiar la vida de David, el «hombre según el corazón de Dios». Así como Saúl es un cuadro de la vida carnal, David es un cuadro de la vida espiritual del creyente que camina por fe en el Señor. Es verdad que David pecó.
Sin embargo, fue todo lo contrario a Saúl, confesó sus pecados y procuró restaurar su comunión con Dios. Vemos en estos capítulos tres escenas en la primera etapa de la vida de David.

I.       El Hijo Obediente (1 Sam.16:1–13):
Qué declaración tan solemne: «¡He desechado a Saúl Todavía el pueblo no sabía del rechazo y Saúl aún «guardaba las apariencias» como rey de la tierra. Dios puede desechar a una persona y los hombres aún la aceptan, pero a la larga el juicio de Dios cae.
Tan peligroso era Saúl que Samuel tuvo que inventarse un plan para escapar de su ira al visitar Belén. Véase en 22:17–19 un ejemplo de la ira de celos de Saúl.
Cuando bajo la dirección de Dios Samuel llegó a la casa de Isaí para invitarlos a la fiesta, ¡David no estaba allí! Estaba en el campo cuidando las ovejas.
No podemos sino quedar impresionados por la obediencia y humildad de David. El «bebé de la familia» tenía muy poca consideración, pero era fiel a su padre y al Señor.

La vida de David ilustra 1 Sam. 25:21:
·      Empezó como siervo y llegó a ser gobernante;
·      Fue fiel con unas pocas ovejas y heredó la nación entera;
·      Sabía cómo trabajar, de modo que Dios le dio gozo.

Compárese esto con el hijo pródigo de Lucas 15:11-32, que:
v empezó como líder y acabó como sirviente;
v empezó poseyendo muchas cosas y acabó pobre;
v empezó con el placer y terminó como esclavo.

1 Sam. 25:21 bosqueja el método de Dios para el éxito y lo vemos demostrado en la vida de David.
Samuel estaba a punto de cometer el error de evaluar a los hombres por sus apariencias físicas (véase 10:24) cuando Dios le recordó que el corazón era lo más importante.
Léase Proverbios 4:23. Cuando David apareció, a quien buscaron en el campo, Dios le dijo a Samuel: «¡Este es David era de buen parecer y rubio. Su parecer y su corazón rendido eran una maravillosa combinación. Era el octavo hijo, y ocho es el número de un nuevo comienzo.
Su ungimiento con aceite le trajo la unción especial del Espíritu de Dios y desde esa hora fue el hombre de Dios. No es probable que David ni su familia comprendieran la importancia de la unción aquel día. Sin duda Samuel lo explicaría a David en el momento oportuno.

II.     El Siervo Humilde (1 Sam.16:14–23):
Qué contraste tan trágico: ¡El espíritu vino sobre David, pero se apartó de Saúl! Dios le permitió a un espíritu malo que afligiera a Saúl y a veces parecía un loco. Véanse 18:10 y 19:9. Su conducta extraña llevó a sus criados a sugerirle que llamara a un músico hábil para calmarlo.
Qué triste es que los criados de Saúl trataron los síntomas pero no las causas, porque la música jamás podría cambiar el corazón lleno de pecado de Saúl. Es verdad que el rey tal vez «se sintió mejor» después, pero sería una falsa paz. ¡Los criados deberían haber orado que Saúl arreglara las cuentas con Dios!
David era precisamente el hombre que Saúl necesitaba, y uno de los criados lo sugirió. Ya vemos el reconocimiento de las capacidades de David, sin embargo este no se exaltaba a sí mismo: Dios lo hacía. Lea cuidadosamente Proverbios 22:29 y también 1 Pedro 5:6. Demasiados jóvenes de hoy tratan de alabarse y llegar a lugares prominentes sin demostrar primero lo que valen en su casa en los asuntos pequeños. David llegó a la corte y de inmediato se convirtió en un favorito.
Por supuesto, si Saúl hubiera sabido que Dios había escogido a David para que fuera rey, pronto hubiera tratado de matar al muchacho. Cuando en efecto lo descubrió, Saúl empezó a perseguir a David en los campos de Israel.
David no se quedó permanentemente en la corte; 17:15 debería leerse: «Pero David fue y regresó, dejando a Saúl, para alimentar las ovejas de su padre». Iba al palacio cuando lo necesitaban, pero no descuidó sus obligaciones en casa. ¡Qué humildad! Aquí tenemos a un joven dotado, escogido para ser rey, ungido de Dios y, sin embargo, ¡todavía cuida las ovejas y trabaja como siervo! No es de extrañar que Dios pudiera usar a David.

III.    El Soldado Victorioso (1 Sam.17):
La historia de David y Goliat es familiar y lleva consigo muchas lecciones prácticas para la vida cristiana. Todos enfrentamos gigantes de una clase u otra, pero podemos vencerlos mediante el poder de Dios.
Goliat medía probablemente tres metros de estatura y su armadura pesaba ciento cincuenta libras. Era «el filisteo» (17:8), su gran campeón, y era tan aterrador que llenó de pánico al ejército judío (v. 11).
Si Saúl hubiera sido un líder piadoso, hubiera clamado Deuteronomio 20 y conducido a su ejército a la victoria; pero cuando la gente está fuera de la comunión con Dios, sólo pueden llevar a otros a la derrota. David llegó con provisiones para sus hermanos e inmediatamente se interesó en el desafío del gigante.

Nótese: que sus mismos hermanos lo acusaron y trataron de desanimarlo: Satanás siempre tiene a alguien que nos dice: «No se puede hacer». Hasta Saúl trató de disuadirlo: «No podrás» (v. 33). Pues bien, en sí mismo David no podía, pero en el poder del Señor vencería a cualquier enemigo. (Véanse Filp. 4:13; Ef. 3:20–21).

Saúl trató de darle a David alguna armadura, pero puesto que nunca la había usado, David la rehusó. ¡Imagínese a Saúl diciéndole a alguien cómo obtener la victoria! David había probado el poder de Dios en privado en los campos cuidando sus ovejas; y ahora demostraría este poder públicamente para la gloria de Dios. Nótese: cómo en todo este episodio David le da la gloria a Dios.
La lección práctica aquí es que Dios da la victoria en respuesta a nuestra fe. Dios había probado a David a solas con un león y un oso; ahora iba a probarlo ante todos con un gigante. Si somos fieles en las batallas privadas, Dios nos hará salir adelante en las pruebas públicas.
Demasiado a menudo el pueblo de Dios desmaya ante la más pequeña prueba que se cruza en su camino, sin darse cuenta de que las «pruebas pequeñas» no son sino preparación para las batallas mayores que de seguro vendrán (Jr. 12:5).

David Usó Armas Sencillas, Humildes:
·      Una honda y cinco piedras (véanse 1 Cor. 1:27–28, y 2 Cor. 10:3–5).
David sabía cómo se le dio la victoria a Gedeón con armas débiles y sabía que el Dios de Gedeón no estaba muerto. Ni las críticas de sus hermanos, ni la incredulidad de Saúl, evitaron que David confiara en Dios para la victoria.
La piedra dio en el banco; ¡el gigante cayó y David usó la espada del gigante para cortarle la cabeza! Esta victoria abrió el camino para que Israel atacara a los filisteos y saqueara el campamento. «Y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe» (1 Jn. 5:4). Somos «más que vencedores».

Hay una lección típica aquí, porque David es un cuadro de Jesucristo. El nombre David significa «amado» y Cristo es el Hijo amado de Dios. Ambos nacieron en Belén. A ambos los rechazaron sus hermanos. (Por supuesto, cuando David llegó a ser rey, sus hermanos le recibieron, así como los judíos recibirán a Cristo cuando vuelva para reinar).
David fue rey ungido años antes de que se le permitiera reinar, así como Cristo es Rey ahora pero no reinará en la tierra sino cuando Satanás sea expulsado:
·      El rey Saúl tipifica a Satanás en la edad presente;
·      Porque Saúl fue rechazado y derrotado, y sin embargo se le permitió reinar hasta que David llegó al trono.
·      A Satanás se le ha permitido perseguir al pueblo de Dios, pero un día será derrotado.

Así como David fue enviado por su padre al campo de batalla, Cristo fue enviado por el Padre a este mundo. Goliat ilustra a Satanás en su orgullo y poder. Lea cuidadosamente Lucas 11:14–32:
v Una casa dividida contra sí misma (Mt. 12:22-30; Mr. 3:20-27).
v El espíritu inmundo que vuelve (Mt. 12:43-45).
v La generación perversa demanda señal (Mt. 12:38-42).
Satanás es el hombre fuerte guardando sus bienes (la gente bajo su control) y Cristo es el Hombre Más Fuerte que le vence.
Cristo invadió el reino de Satanás, venció su poder, le quitó su armadura y ahora está dividiendo los despojos al salvar a los perdidos y hacerlos hijos de Dios. Esto es lo que David hizo aquel día:
v Venció al hombre fuerte y permitió a Israel dividirse el botín (vv. 52–54).

Los cristianos no luchamos sólo por la victoria; luchamos desde la victoria, la victoria ganada en la cruz (Col. 2:15). «Confiad», dijo Jesús, «yo he vencido al mundo» (Jn. 16:33).
No es claro por qué Saúl no reconoció a David, su propio escudero. Es probable que viera a David cuando estaba bajo la influencia del espíritu malo. Otro factor es que David no sería sino uno de sus varios siervos en la corte y no sería nada extraño que Saúl los confundiera.
Puesto que Saúl le prometió su hija al vencedor, sin duda hubiera preguntado respecto a la familia del muchacho.

Estudios para el Domingo

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea.



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