sábado, 1 de febrero de 2020

SU ADVERTENCIA A ISRAEL TOCANTE A SUS DEMANDAS DE UN REY: 1 SAMUEL 8–15:

SU ADVERTENCIA A ISRAEL TOCANTE A SUS DEMANDAS DE UN REY:
1 SAMUEL 8–15:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Estos capítulos abarcan la primera etapa de la vida de Saúl y narran los pecados que condujeron a que Dios lo rechazara.

I.       La Petición De Un Rey (1 SAMUEL 8–10):
Jehová Dios había sido Rey de Israel y había cuidado a la nación desde sus inicios; pero ahora los ancianos de la nación querían un rey para que los dirigiera. Su petición la motivaron varios factores:
(1)   Los hijos de Samuel no eran piadosos y los ancianos temían que cuando Samuel muriera llevarían a la nación a descarriarse;
(2)    La nación tuvo una serie de líderes temporales durante el período de los jueces y los ancianos querían un gobernante más permanente; y
(3)   Israel quería ser como las otras naciones y tener un rey a quien honrar. Las poderosas naciones alrededor de Israel eran una amenaza constante y los ancianos sentían que un rey les daría más seguridad.

La reacción de Samuel al pedido muestra que comprendió por completo su incredulidad y rebelión; que estaban rechazando a Jehová. Al escoger a Saúl la nación rechazó al Padre; mucho después, al escoger a Barrabás, rechazaron al Hijo; y cuando escogieron a sus líderes en lugar del testimonio de los apóstoles, rechazaron al Espíritu Santo (Hch. 7:51).
Aquí tenemos una ilustración de la voluntad permisiva de Dios: Les concedió su petición, pero les advirtió lo que les costaría. Véase en Deuteronomio 17:14–20 la profecía de Moisés en cuanto a este suceso. ¡La nación escuchó a Samuel y luego de todas maneras pidieron rey! Querían ser como las demás naciones, aun cuando Dios los llamó a que fueran un pueblo separado de las naciones. El capítulo 9 explica cómo Saúl fue traído a Samuel y ungido en privado para ser rey.

Nótese: su humildad en 9:21 y también en 10:22 cuando vaciló para ponerse ante el pueblo. Dios le dio a Saúl tres señales especiales para confirmarle (10:1–7). Samuel también instruyó a Saúl para que se quedara en Gilgal y esperara su regreso (10:8). El versículo 8 debería traducirse: «Cuando vayas antes que yo a Gilgal»; o sea, en alguna fecha futura cuando Saúl tuviera el ejército listo para la batalla. Este suceso ocurrió varios años más tarde; véase el capítulo 13.

Saúl Tenía Todo a Su Favor:
(1)     Un cuerpo fuerte, 10:23;
(2)     Una mente humilde, 9:21;
(3)     Un nuevo corazón, 10:9;
(4)     Poder espiritual, 10:10;
(5)     Amigos leales, 10:26; y sobre todo,
(6)   La dirección y oraciones de Samuel. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, fracasó miserablemente.
   
¿Por qué? Porque no le permitió a Dios ser el Señor de su vida.

II.     La Renovación Del Reino (1 SAMUEL 11–12):
Saúl regresó a su casa y en realidad estaba renuente para hablar de su gran experiencia. Téngase presente que esto fue al principio del reino cuando todo era nuevo. Samuel era aún el líder espiritual de la tierra, y él y Saúl esperaban la dirección de Dios concerniente al futuro de la nación. Sin los medios modernos de transporte o comunicación, hubiera llevado meses para que Saúl y Samuel convocaran al pueblo.
La primera oportunidad de Saúl llegó cuando Nahas amenazó a la nación. No cabe duda que esta victoria nacional puso a Saúl ante el pueblo y estableció su autoridad. Algunos de sus allegados querían que Saúl matara a los Israelitas que se opusieron a que reinara (10:27), pero Saúl mostró humildad y dominio propio al dar la gloria al Señor y rehusar vengarse de otros.
Esta victoria fue la ocasión para una renovación del reino y una re dedicación de la nación. Samuel repasó su ministerio y les recordó al pueblo que él fue fiel a ellos y al Señor. Luego repasó la historia de la nación y condujo al pueblo a comprender que pecaron grandemente contra el Señor al pedir rey.
Pidió lluvia para mostrarle al pueblo su fe y el poder de Dios, y la tormenta súbita en la cosecha (acontecimiento poco común en esa época del año) atemorizó al pueblo. Admitieron su pecado y Samuel les volvió a asegurar la gracia de Dios. Necesitaban saber que su rey no les iba a salvar; sería su fidelidad y obediencia al Señor que les aseguraría las bendiciones de Dios. Se equivocaron, pero Dios lo anularía si obedecían.

III.    El Rechazo Del Rey (1 SAMUEL 13–15):
Estos tres capítulos narran tres pecados del rey Saúl; pecados que a la larga le costarían el reino.

A.     Impaciencia (cap. 13).
Ahora le llegó a Israel el día de congregarse en Gilgal como Samuel y Saúl acordaron meses antes (10:8).

Nótese: cómo Saúl se adjudica la victoria que obtuvo su hijo en Gabaa para impresionar al pueblo y lograr que lo siguieran. La vasta horda de filisteos empezó a reunirse, y mientras más esperaba Saúl, más peligrosa se ponía su situación. Si atacaba de inmediato, podía derrotar al enemigo, pero su demora sólo les daba la oportunidad de fortalecerse.

La impaciencia (e incredulidad) de Saúl le condujo a actuar sin Samuel de modo que cuando Saúl estaba ofreciendo el sacrificio apareció el profeta. Los versículos 11–12 narran las excusas de Saúl mientras trataba de echarles la culpa a Samuel y al pueblo. «¡Me esforcé!», le dijo a Samuel, pero el profeta sabía la verdad. Este era el principio del fin: si Dios no podía confiar en él para algo tan pequeño, ¿cómo podría confiarle el reino? La impaciencia de Saúl le costó el reino.

B.     Orgullo (cap. 14).
Jonatán, el hijo de Saúl, era evidentemente un hombre piadoso; porque el Señor le dio a él y a su escudero una victoria sobre los filisteos. Saúl fue sólo un espectador (vv. 16–18), pero entonces reunió sus tropas y participó en la victoria. Desafortunadamente, sin embargo, Saúl pronunció un necio voto que prohibía a sus soldados comer en ese día. ¡Cuán necio es pensar que un voto sacrificial le daría la victoria cuando su corazón no estaba bien con Dios! Más tarde se enteraría que «obedecer es mejor que los sacrificios».
Jonatán no sabía nada respecto a esta maldición, de modo que comió un poco de miel y se sintió fortalecido (v. 27), y su ejemplo de sabiduría práctica animó al ejército a proceder y comer después de su victoria (vv. 31–32). Es triste, pero los judíos tenían tanta hambre que comieron carne con sangre (Lv. 17:10–14), que era mucho peor que quebrantar el voto. Saúl trató de enmendar esto ofreciendo el despojos como sacrificio a Dios.
Cuando el ejército entabló la siguiente batalla, buscaron la dirección de Dios pero no pudieron lograr respuesta. ¡Esto llevó a Saúl a descubrir la desobediencia de Jonatán y el insensato rey iba a matar a su hijo! ¡Cuán fácil es dejarse convencer de los pecados de otro! El pueblo rescató a Jonatán, pero las acciones de Saúl revelaron las tinieblas de su corazón. Los problemas empezaron pronto. Su orgullo le haría caer.

C.     Desobediencia (cap. 15).
Dios le daría a Saúl una oportunidad más de dar prueba de sí mismo, esta vez destruyendo por completo a los viejos enemigos de Israel, los amalecitas (Dt. 25:17–19; Éx. 17:16). Pero Saúl no obedeció al Señor: conservó lo mejor de los despojos para sí mismo y no mató al rey Agag.
Dios le dijo a Samuel lo que Saúl había hecho y el entristecido profeta oró toda la noche. Cuando Samuel se acercó a Saúl, el rey le mintió y le dijo que había obedecido la Palabra de Dios. En ese momento los pecados de Saúl lo alcanzaron, porque los animales empezaron a hacer ruido.
Una vez más Saúl recurrió a las excusas: «Ellos» (el pueblo) guardó los animales, pero «nosotros» (él y los líderes) destruimos por completo el resto. Entonces Samuel le entregó el mensaje de Dios al rey rechazado:
v Saúl perdió su humildad anterior (9:21) y se tornó orgulloso y desobediente;
v Se rebeló contra la Palabra del Señor y trató de cubrir con sacrificios su desobediencia (vv. 21–23).
v Sustituyó el decir en lugar del hacer (15:13);
v Las excusas en lugar de las confesiones (15:15, 21); y
v El sacrificio en vez de la obediencia (v. 22).
Era pronto para criticar y culpar a otros, pero no estaba dispuesto a enfrentar y juzgar sus pecados.

Cuando Samuel estuvo a punto de alejarse de Saúl, el rey confesó sus pecados, pero su confesión no impresionó al profeta (vv. 24–27). La verdadera confesión involucra más que decir:
·      «He pecado»;
·      Significa arrepentimiento, y
·      Verdadera tristeza por el pecado.
Al volverse Samuel, Saúl le tomó del manto y lo rasgó, y Samuel tomó esto como una profecía de que el reino le sería quitado y dado a otro (David). El versículo 30 revela que a Saúl le preocupaba más lo que la gente pensaba que lo que Dios pensaba; quería tener una buena reputación, pero no quería un carácter verdadero.
Samuel adoró con Saúl y luego mató a Agag como Dios había ordenado, pero esta fue la última vez que Samuel anduvo con Saúl. Este perdió su mejor amigo; perdió la bendición del Señor; perdió su reino. De ahora en adelante andaría en un camino serpenteante y oscuro que acabaría con él, convirtiéndose en un fracasado que moriría a manos de uno de los mismos amalecitas que se negó destruir (2 Sam. 1:13).

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