LAS CORTINAS, EL ALTAR DE BRONCE:
ÉXODO 26–27:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I. Las Cortinas y La Cubierta (Éxodo 26:1–14):
Dentro
del tabernáculo, visto sólo por los sacerdotes que ministraban, había coloridas
cortinas de lino colgando de la estructura de madera. Dios construyó bellamente
las paredes y el cielo raso del tabernáculo, no sólo con los colores usados
sino también con las imágenes de los querubines en las cortinas. El mandamiento
en contra de hacerse imágenes de talla no prohibía al pueblo participar en la
obra artística ni en hacer objetos hermosos, porque no intentaban adorar lo que
hicieron para la gloria de Dios.
Téngase
presente que el tabernáculo propiamente dicho era una tienda ubicada dentro de
un atrio, con varias cubiertas colocadas sobre una estructura de madera. Había
cuatro cubiertas diferentes, las dos interiores de tela tejida y las dos
exteriores de pieles de animales.
La
cubierta más interna era de lino hermosamente coloreado, cubierto con tela de
pelo de cabra tejido. Luego venían dos cubiertas protectoras para la tienda: pieles de carnero curtido de color
rojo y pieles de tejones parecidas a cuero. Estos materiales eran de uso común
entre los pueblos nómadas de esa época.
II. La Estructura (Éxodo 26:15–30):
La
combinación de madera y su recubrimiento de oro sugiere la humanidad y la
deidad de nuestro Señor Jesucristo. Había muchas partes en el tabernáculo, pero
se consideraba una sola estructura.
Y
lo que lo separaba como verdaderamente especial era que la gloria de Dios
moraba allí. Las bases de plata eran necesarias para sostener la estructura a
nivel y segura sobre el suelo del desierto. La plata de estas bases provino del
«precio de
la redención» dado por cada varón de veinte años para arriba (Éx.
30:11–16).
Las
tablas del tabernáculo descansaban en bases de plata y las cortinas colgaban de
ganchos de plata. La base para nuestra adoración hoy es la redención que
tenemos en Cristo.
III.
Los Velos (Éxodo 26:31–37):
El
velo interior colgaba entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, y el sumo
sacerdote lo traspasaba sólo una vez al año en el Día de la Expiación (Lv. 16).
Hebreos 10:19–20 enseña que este velo representa el cuerpo de nuestro Señor
Jesucristo que fue entregado por nosotros en la cruz.
Cuando
entregó su Espíritu, el velo del templo se rasgó de arriba abajo, lo cual le
permite a cualquiera entrar en la presencia de Dios en cualquier momento (Mt.
27:50–51).
El
velo externo [RVR le llama cortina] colgaba de cinco columnas que formaban la
entrada al tabernáculo de reunión y era visible para los que llegaban al altar
de bronce con sus sacrificios. Sin embargo, este velo evitaba que cualquiera
que estaba fuera mirara el Lugar Santo.
IV.
El Altar De Bronce (Éxodo 27:1–8):
El
altar de bronce estaba en el atrio del tabernáculo, dentro de la entrada al
atrio. Había una entrada y un altar, exactamente como hay un solo camino de
salvación para los pecadores perdidos (Hch. 4:12). Dios encendió el fuego del
altar en la dedicación del tabernáculo y era responsabilidad de los sacerdotes
mantener el fuego ardiendo (Lv. 6:9–13).
Había
disponible calderos y paletas para recoger las cenizas, tazones para recoger la
sangre y garfios para que los sacerdotes tomaran su parte de las ofrendas. Este
altar habla de la muerte sacrificial de nuestro Señor en la cruz.
Todo
sacrificio que Dios ordenó a Israel que trajera ilustra al Señor Jesús (Lv.
1–5; Heb. 10:1–14). Cristo pasó por el fuego del juicio por nosotros y se
entregó como sacrificio por nuestros pecados.
V. El Atrio Del Tabernáculo (Éxodo 27:9–19):
Rodeando
al tabernáculo de reunión había una cerca de lino con una hermosa «entrada» tejida, que daba hacia el
lugar donde se hallaba el altar de bronce. Mirando al cuadro total vemos que
había tres partes del tabernáculo:
· el atrio exterior que todos podían ver;
· el Lugar Santo, donde estaba
la mesa, el candelero y el altar del incienso;
y
· el Lugar Santísimo, donde
se hallaba el arca del pacto.
Esta
división triple sugiere la naturaleza tripartita
de los seres humanos:
Ø espíritu,
Ø alma, y
Ø cuerpo (1 Ts. 5:23).
Así
como el Lugar Santo y el Lugar Santísimo eran dos partes de una sola
estructura, nuestra alma y espíritu abarca la «persona interior» (2 Cor. 4:16).
Moisés podía quitar la cerca del atrio exterior y no afectaría el tabernáculo.
Así
con nuestra muerte, el cuerpo
puede volver al polvo, pero el alma y el espíritu van a estar con Dios y no se
afectan por el cambio (2 Cor. 5:1–8; Stg. 2:26).
VI. Aceite Para El Candelero (Éxodo 27:20–21):
Zacarías
4:1–6 indica que el aceite para el candelero es un tipo del Espíritu Santo de
Dios. Uno de los ministerios del Espíritu es glorificar al Señor Jesucristo,
así como la luz brillaba en el hermoso candelero de oro (Jn. 16:14).
Al
ministrar los sacerdotes en el Lugar Santo se movían en la luz que Dios proveyó
(1 Jn. 1:5–10). La lámpara debía «arder siempre» (27:20; Lv. 24:2). Tal parecía
que sólo el sumo sacerdote podía recortar las mechas y volver a llenar la
provisión de aceite.
Presentamos El Tabernacúlo, con todos Sus Elementos:
Clase Para Domingo.