RESURRECCIÓN DEL HIJO DE DIOS:
JUAN 20:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Este
capítulo registra tres de las apariciones de Cristo después de la resurrección[1].
Cada aparición produjo un resultado diferente en las vidas de los que
participaron.
I. María Vio Al Señor (Juan 20:1–18):
Cristo
había echado fuera de María Magdalena a siete demonios (Lc. 8:2) y ella le
amaba profundamente. En su confusión y desilusión María llegó a conclusiones y
pensó que alguien se había robado el cuerpo de Cristo. Corrió a decírselo a
Pedro y a Juan, quienes a su vez fueron a la tumba.
¿Por qué Juan corrió más rápido que
Pedro? (v. 4). Puede haber habido razones físicas:
Ø tal vez Juan era más joven que Pedro.
Pero también hay aquí una lección
espiritual:
· Pedro todavía no había
afirmado su entrega a Cristo, y
· por consiguiente, su
«energía espiritual» estaba por los suelos.
Isaías
40:31 dice que los que esperan en el Señor «correrán, y no se fatigarán», pero Pedro había
corrido adelantándose al Señor y le había desobedecido. Su pecado afectó a sus
pies (Jn. 20:4), sus ojos (21:7), sus labios (negó al Señor) e incluso la
temperatura de su cuerpo (18:18; véase Lc. 24:32).
No fue
la escena de un robo de una tumba, porque ningún ladrón habría podido sacar el
cadáver de la mortaja sin romper los lienzos o dejar las cosas desarregladas.
Jesús
regresó a la vida con poder y gloria, ¡y traspasó los lienzos y la misma tumba! El
versículo 8 nos dice que los hombres creyeron en su resurrección debido a
la evidencia que vieron. Más tarde se encontraron con Cristo personalmente y
también llegaron a creer en el testimonio de las Escrituras. Hay, entonces,
tres tipos de pruebas sobre las cuales usted puede descansar cuando se trata de
asuntos espirituales:
(1) la evidencia que Dios da en su Palabra,
(2) la
Palabra de Dios, y
(3) la
experiencia personal.
¿Cómo puede un hombre saber que Cristo
es real?
Ø Puede ver la evidencia en
las vidas de otros;
Ø puede leer la Palabra; y
Ø si confía en Cristo, puede tener con Él una experiencia
personal.
Nótese: en el versículo 10 que ellos regresan a su
casa sin proclamar el mensaje del Cristo resucitado.
La evidencia intelectual por sí sola no
cambia a la gente. Debemos encontrar a Cristo personalmente. Eso fue lo que le ocurrió a María: se quedó en el
lugar y se encontró con Cristo.
¡Cuánto nos
recompensa a veces esperar! (véase Prov. 8:17). María vio
dos ángeles en la tumba (Lc. 24:4 les
llama «dos varones»), pero estaba
demasiado absorta con su dolor que no dejaba que la consolaran. La descripción
de los ángeles, en el versículo 12, nos recuerda el propiciatorio en el Lugar
Santísimo (Éx. 25:17–19); el Cristo resucitado es nuestro propiciatorio en el
cielo.
María se
alejó de los ángeles, pues estaba buscando a Cristo; ¡hubiera preferido tener su cadáver antes que
ver a los ángeles! La persona que vio era realmente Cristo, pero sus
ojos estaban tan nublados que no le reconoció.
La
palabra «pensando»
en el versículo 15 explica toda su aflicción. Hoy en día, muchos cristianos se
sienten miserables «pensando» algo que de ninguna manera es verdad.
Cuando Jesús la llamó por su nombre, le reconoció. Él llama a los suyos por
nombre (Jn. 10:3, 4) y ellos conocen su voz. Véase Isaías 43:1.
El versículo 17 sugiere que temprano en la
mañana del día de resurrección Cristo ascendió al cielo para presentar al Padre
su obra terminada. Esa ascensión secreta cumplió el tipo de sacrificio del que
se habla en Levítico 23:1–14: la «ofrenda mecida de
las primicias», el día que seguía al sabbat (véase 1 Cor. 15:23).
¡El encuentro de María con Cristo la transformó en una misionera!
II.
Los Discípulos Ven Al Señor (Juan 20:19–25):
Dos
veces se ha mencionado ya «el primer día de la semana» (20:1, 19). Este
es el domingo, no el sábado (el sabbat judío, el séptimo día de la semana).
El
sabbat indica descanso después del trabajo y pertenece a la dispensación de la
ley. El domingo es el día del Señor, el primer día de la semana, y habla de
vida y descanso antes del trabajo.
Nos
recuerda de la gracia de Dios. Cristo atravesó puertas cerradas en su cuerpo
glorificado y trajo paz a los hombres temerosos.
Nótese: que dos veces Él habla de la paz (vv. 19,
21).
Ø La primera «paz»
es con Dios, basada en su sacrificio en la cruz.
Por eso es que les mostró sus manos y su costado.
Ø La segunda paz
es de Dios, que viene de su presencia con nosotros (véase Filp. 4). Él los comisionó a que tomaran su lugar como embajadores del
Padre en el mundo (véase Jn. 17:15–18).
El soplo
de nuestro Señor nos recuerda de Génesis 2:7, cuando el Señor sopló vida en
Adán y también de 2 Timoteo 3:16, donde «inspiración» significa «exhalada por Dios».
Esta
acción fue personal e individual, dándoles el poder y discernimiento espiritual
que necesitarían para cumplir su comisión. La venida del Espíritu en Pentecostés
fue colectiva y les dio poder para el servicio y el testimonio.
El poder
de «remitir»
que se les da en el versículo 23 no se aplica a los cristianos hoy, excepto en
el sentido de que retenemos o remitimos pecados al darles el evangelio a los pecadores.
No hay ninguna referencia en el Nuevo Testamento de ningún apóstol perdonando
pecados.
Tanto Pedro
(Hch. 10:43) como Pablo (Hch. 13:38), hablaron de la autoridad de Cristo. No
hay duda alguna de que los discípulos tuvieron privilegios especiales, pero
estos no son derechos nuestros hoy en día.
III.
Tomás Vio Al Señor (Juan 20:26–31):
Tomás no
estaba en la primera reunión. Cuántas cosas nos perdemos por ausentarnos de las
reuniones locales.
Nótese: la declaración de Tomás [Tomas el científico]:
«Si no viere [...] no creeré»
(v. 25). Se le apodaba «Dídimo», que significa «gemelo». ¡Él tiene muchos gemelos hoy en día!
El
siguiente día del Señor, cuando los discípulos estaban reunidos, Jesús se les
apareció de nuevo y se dirigió a Tomás. ¡Qué amor perdonador le mostró Jesús! Tomás vio al
Señor y ¡se
le olvidaron todas sus exigencias de pruebas! Su testimonio nos
emociona: «¡Señor
mío, y Dios mío!».
Las heridas de Cristo le ganaron el
corazón.
Cristo afirma aquí que usted y yo hoy podemos tener la misma seguridad y
bendición, porque estamos entre los que creen y sin embargo no le hemos visto.
NOTA: V.28: ¡Señor[2] mío y Dios[3] mío! Tomás [el científico, ver para creer o tocar, analizar, etc…],
el dubitativo, reconoce finalmente la plena deidad de Jesucristo. Esto marca el
clímax del Evangelio de Juan. El Señor había
proclamado Su Deidad a lo largo de Su Ministerio. Nótese:
1) Los
nombres propios de la Deidad que ÉL usa. Mateo 22:42-45;
Juan 8:58);
2) Los
Atributos de la Deidad que Él reclama (Santidad, Juan
8:46; Omnipotencia y Omnipresencia, Mateo 28:20; Omnisciencia, Juan 11:11-14);
3) Las
cosas que ÉL aseguró poder hacer, que sólo Dios las puede hacer (perdonar
pecados, Marcos 2:5-7; Resucito a los muertos, Juan 5:28-30; 11:43; juzgar a
todos los hombres, Juan 5:22, 27).
Al repasar estas tres apariciones de
Cristo puede ver los diferentes resultados:
· Con María la cuestión fue
su amor por Cristo. Le echaba de menos y quería cuidar su cadáver. Con los discípulos,
se trataba de la esperanza. Toda su esperanza había desaparecido; estaban encerrados en
un cuarto, ¡abrazándose en temor!
· Con Tomás el asunto era la
fe; no creería a menos que viera pruebas. Debido a que Jesucristo vive hoy
nuestra fe es segura. «Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana» (1 Cor.
15:17). Tenemos una esperanza viva mediante su
resurrección de entre los muertos.
Primera
Corintios 15:19 dice: «Si en esta vida
solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos
los hombres».
En los
versículos 30–31 Juan indica el propósito de su Evangelio: que
los pecadores crean y tengan vida eterna por Cristo. Al leer este Evangelio hallará muchas
personas que creyeron y recibieron vida eterna:
(1) Natanael
(1:50);
(2) sus
discípulos (2:11);
(3) los samaritanos (4:39);
(4) el noble
(4:50);
(5) el ciego (9:38);
(6) Marta
(11:27);
(7) los
judíos que vieron a Lázaro resucitado de entre los muertos (12:11); y
(8) Tomás (20:28).
Todos dieron el mismo testimonio: «Creo».
Clases Para Los Días Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia:
__________
Notas:
[1] G450
ἀνίστημι = anístemi: de G303 y G2476; levantarse, pararse (literalmente
o figurativamente, transitivo o intransitivo):- levantar, resucitar. (Strong).
[1] G2962
κύριος = kúrios: de κῦρος = kúros (supremacía); supremo en autoridad, i.e. (como sustantivo) controlador; por
implicación señor (como título de respeto):- Señor, soberano, ungido, hacer, amo,
Cristo, Dios, dueño. (Strong).
[2] G2316
θεός = dseós: de afinidad incierta; deidad, específicamente (con G3588) la Divinidad
suprema; figurativamente magistrado; de hebreo muy:- Señor, Dios. (Strong).
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