lunes, 22 de enero de 2018

LAS CORTINAS, EL ALTAR DE BRONCE: ÉXODO 26–27:

LAS CORTINAS, EL ALTAR DE BRONCE:
ÉXODO 26–27:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

I.       Las Cortinas y La Cubierta (Éxodo 26:1–14):
Dentro del tabernáculo, visto sólo por los sacerdotes que ministraban, había coloridas cortinas de lino colgando de la estructura de madera. Dios construyó bellamente las paredes y el cielo raso del tabernáculo, no sólo con los colores usados sino también con las imágenes de los querubines en las cortinas. El mandamiento en contra de hacerse imágenes de talla no prohibía al pueblo participar en la obra artística ni en hacer objetos hermosos, porque no intentaban adorar lo que hicieron para la gloria de Dios.
Téngase presente que el tabernáculo propiamente dicho era una tienda ubicada dentro de un atrio, con varias cubiertas colocadas sobre una estructura de madera. Había cuatro cubiertas diferentes, las dos interiores de tela tejida y las dos exteriores de pieles de animales.
La cubierta más interna era de lino hermosamente coloreado, cubierto con tela de pelo de cabra tejido. Luego venían dos cubiertas protectoras para la tienda: pieles de carnero curtido de color rojo y pieles de tejones parecidas a cuero. Estos materiales eran de uso común entre los pueblos nómadas de esa época.

II.      La Estructura (Éxodo 26:15–30):
La combinación de madera y su recubrimiento de oro sugiere la humanidad y la deidad de nuestro Señor Jesucristo. Había muchas partes en el tabernáculo, pero se consideraba una sola estructura.
Y lo que lo separaba como verdaderamente especial era que la gloria de Dios moraba allí. Las bases de plata eran necesarias para sostener la estructura a nivel y segura sobre el suelo del desierto. La plata de estas bases provino del «precio de la redención» dado por cada varón de veinte años para arriba (Éx. 30:11–16).
Las tablas del tabernáculo descansaban en bases de plata y las cortinas colgaban de ganchos de plata. La base para nuestra adoración hoy es la redención que tenemos en Cristo.

III.    Los Velos (Éxodo 26:31–37):
El velo interior colgaba entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, y el sumo sacerdote lo traspasaba sólo una vez al año en el Día de la Expiación (Lv. 16). Hebreos 10:19–20 enseña que este velo representa el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo que fue entregado por nosotros en la cruz.
Cuando entregó su Espíritu, el velo del templo se rasgó de arriba abajo, lo cual le permite a cualquiera entrar en la presencia de Dios en cualquier momento (Mt. 27:50–51).
El velo externo [RVR le llama cortina] colgaba de cinco columnas que formaban la entrada al tabernáculo de reunión y era visible para los que llegaban al altar de bronce con sus sacrificios. Sin embargo, este velo evitaba que cualquiera que estaba fuera mirara el Lugar Santo.

IV.    El Altar De Bronce (Éxodo 27:1–8):

Había dos altares asociados con el tabernáculo: uno de bronce para los sacrificios y uno de oro para quemar el incienso (Éx. 30:1–10).
El altar de bronce estaba en el atrio del tabernáculo, dentro de la entrada al atrio. Había una entrada y un altar, exactamente como hay un solo camino de salvación para los pecadores perdidos (Hch. 4:12). Dios encendió el fuego del altar en la dedicación del tabernáculo y era responsabilidad de los sacerdotes mantener el fuego ardiendo (Lv. 6:9–13).
Había disponible calderos y paletas para recoger las cenizas, tazones para recoger la sangre y garfios para que los sacerdotes tomaran su parte de las ofrendas. Este altar habla de la muerte sacrificial de nuestro Señor en la cruz.
Todo sacrificio que Dios ordenó a Israel que trajera ilustra al Señor Jesús (Lv. 1–5; Heb. 10:1–14). Cristo pasó por el fuego del juicio por nosotros y se entregó como sacrificio por nuestros pecados.

V.      El Atrio Del Tabernáculo (Éxodo 27:9–19):
Rodeando al tabernáculo de reunión había una cerca de lino con una hermosa «entrada» tejida, que daba hacia el lugar donde se hallaba el altar de bronce. Mirando al cuadro total vemos que había tres partes del tabernáculo:
·      el atrio exterior que todos podían ver;
·      el Lugar Santo, donde estaba la mesa, el candelero y el altar del incienso; y
·      el Lugar Santísimo, donde se hallaba el arca del pacto.

Esta división triple sugiere la naturaleza tripartita de los seres humanos:
Ø espíritu,
Ø alma, y
Ø cuerpo (1 Ts. 5:23).

Así como el Lugar Santo y el Lugar Santísimo eran dos partes de una sola estructura, nuestra alma y espíritu abarca la «persona interior» (2 Cor. 4:16). Moisés podía quitar la cerca del atrio exterior y no afectaría el tabernáculo.
Así con nuestra muerte, el cuerpo puede volver al polvo, pero el alma y el espíritu van a estar con Dios y no se afectan por el cambio (2 Cor. 5:1–8; Stg. 2:26).

VI.    Aceite Para El Candelero (Éxodo 27:20–21):
Zacarías 4:1–6 indica que el aceite para el candelero es un tipo del Espíritu Santo de Dios. Uno de los ministerios del Espíritu es glorificar al Señor Jesucristo, así como la luz brillaba en el hermoso candelero de oro (Jn. 16:14).
Al ministrar los sacerdotes en el Lugar Santo se movían en la luz que Dios proveyó (1 Jn. 1:5–10). La lámpara debía «arder siempre» (27:20; Lv. 24:2). Tal parecía que sólo el sumo sacerdote podía recortar las mechas y volver a llenar la provisión de aceite.
Cuando el sumo sacerdote quemaba el incienso cada mañana y noche, también atendía las lámparas (Éx. 30:7–8).

Presentamos El Tabernacúlo, con todos Sus Elementos:



Clase Para Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario