DE MILETO A CESAREA: (1)
HECHOS 21:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I.
El Viaje a Jerusalén (Hechos 21:1–6):
Trace este viaje en su mapa. «Avistar» en el versículo 3 significa que
tenían a Chipre a la vista. Pablo y sus compañeros se quedaron en Tiro mientras
descargaban la nave y esto les permitió tener compañerismo con los creyentes
allí. De nuevo el Espíritu le advierte a Pablo del problema en Jerusalén.
Parece
que Dios no quería que Pablo fuera allí, pero de todas maneras intervino en los
planes de Pablo para Su gloria. ¡Qué
hermosa escena tenemos en el versículo 5, al reunirse la «familia de la iglesia» en la playa para un tiempo de
oración! Qué triste ver a los niños en la iglesia mientras sus padres se
quedan en casa, o los esposos adorando mientras las esposas y los hijos están
en algún otro lugar. Compare este versículo con 20:36–38.
El grupo se quedó un día en Tolemaida y
luego fueron a la casa de Felipe en Cesarea:
· Felipe comenzó como diácono (6:5),
· llegó a ser evangelista (8:4ss), y
· ahora se había establecido en Cesarea con su familia,
indudablemente muy ocupado ganando almas.
Sus cuatro hijas solteras
tenían el don de profecía (véase
2:17). Dios da dones espirituales a las mujeres y
sus ministerios son importantes en la iglesia, pero no deben tomar el liderazgo
espiritual sobre los hombres (véanse 1 Cor. 11:5; 14:33–40; 1 Tim. 2:9–15).
Cuando
Dios tuvo un mensaje para darle a Pablo, usó el ministerio de Agabo y no el de
ninguna de las hijas de Felipe. Este mismo profeta fue el que predijo la
hambruna (Hch. 11:27–30).
De una
manera dramática Agabo le advirtió a Pablo que no fuera a Jerusalén. Pero Pablo
estaba «ligado
en espíritu» (20:22) y
dispuesto a que lo ataran y sacrificaran por Cristo. «¡Estoy listo!», fue sin duda el
lema de Pablo.
Listo
para predicar el evangelio en todas partes (Rom. 1:15); para morir por Cristo
en cualquier momento (Hch. 21:13); para ser ofrecido y encontrarse con el Señor
(2 Tim. 4:6). «Preparativos»
en el versículo 15 se refiere al equipaje.
II.
El Compromiso Con Los Judíos (Hechos 21:17–26):
Es fácil
dar por sentado que todo lo que los apóstoles hicieron estaba bien, aun cuando
nos damos cuenta de que tenían pasiones como nosotros. En tanto que es cierto
que las cartas de Pablo son inspiradas por Dios y se debe confiar en ellas, sus
acciones no siempre fueron de acuerdo a la voluntad de Dios.
Ya hemos
cuestionado su sabiduría respecto a su viaje a Jerusalén (si bien su corazón y motivo eran correctos);
ahora parece evidente, después de llegar allí, que cometió otra equivocación.
Pablo se
reunió con Jacobo y los ancianos, e informó las bendiciones de Dios entre los
gentiles. Pablo glorificó a Dios por: «las cosas que Dios había hecho» (v. 19). Pero
Jacobo, como hemos visto, era el líder de la iglesia de Jerusalén y con toda
seguridad interesado en guardar las tradiciones judías en la vida de la
iglesia.
Nótese: en el
versículo 20 que había miles de creyentes judíos
que todavía practicaban los mandamientos mosaicos.
Esto
debe haber sido más fácil en Jerusalén que en ninguna otra parte, puesto que el
templo con todas sus ceremonias estaba a mano. Tenemos aquí una confusión entre
la ley y la gracia, el reino y la Iglesia, una confusión que todavía subsiste.
Jacobo y
los ancianos pensaron que Pablo debería probarles a estos judíos celosos que en
realidad no estaba enseñando en contra de la Ley de Moisés. Era un mal
compromiso, pero Pablo cayó en él.
Ya había
escrito las cartas a los Romanos y a los Gálatas, que probaban que nadie se puede
salvar o santificar por guardar la ley, y mostraban que el cristiano es libre
de la Ley de Moisés. Ahora negaba toda esa verdad inspirada, con una «componenda
religiosa» destinada a transar un compromiso con los judíos.
Pablo
fue junto a cuatro hombres que tenían la obligación de cumplir sus votos y ofrecer
los sacrificios, toda esta ceremonia duraba siete días (v. 27). Es evidente que se trataba de un voto nazareo, puesto que
incluía el raparse la cabeza (Núm. 11; véanse las propias acciones de Pablo en Hch.
18:18). ¿Dio
resultados la artimaña? ¡No! ¡Lo que obtuvo
Pablo fue su arresto! Sucedió exactamente lo que Dios le fue
advirtiendo en cada ciudad.
Si Pablo
hizo o no lo correcto, no nos toca a nosotros decirlo con confianza. Esto sabemos: Dios
usó todo el episodio para poner a Pablo en manos de los romanos y no de los
judíos, porque estaba más seguro con los romanos. Dios usó a los
romanos para proteger a Pablo y llevarle a Roma, donde Dios tenía un trabajo
especial para que hiciera.
III.
El Arresto En El Templo (Hechos 21:27–40):
Algunos
de los judíos del extranjero que conocían a Pablo le habían visto acompañado de
Trófimo, un gentil efesio; y cuando vieron a Pablo en el templo, dieron por
sentado que había llevado a su amigo gentil al área prohibida. Era falso, pero
Satanás es un mentiroso y padre de mentiras.
Precisamente
lo que Jacobo estaba tratando de impedir ocurrió de todos modos. La fe es
confiar en Dios sin artimañas y el creyente que anda por fe no tiene que
recurrir a planes y ardides para influir o complacer a otros.
A Pablo
lo hubieran llevado fuera de la ciudad y apedreado, si no hubiera sido porque
el capitán de la guardia del templo corrió a la escena y lo rescató. Entonces se cumplió la profecía que tanto
le anunciaron: Ataron a Pablo con dos cadenas
(v. 33; también v. 11).
Nótese: la confusión
de la multitud judía, no muy diferente a la gentil en Éfeso (19:32). Satanás es el autor de confusión.
El
guardia pensó que Pablo era un notorio egipcio que anteriormente había causado
problemas, pero Pablo usó de nuevo su ciudadanía romana para protegerse. Dios
ha instituido el gobierno para nuestra protección (Rom. 13), y es correcto usar
la ley para el avance del evangelio.
De pie
en las gradas Pablo hizo señal a la multitud; y cuando le oyeron hablar en
hebreo, se calmaron. Aunque no queremos ser culpables de juzgar al gran
apóstol, debemos admitir que tal parece que cometió dos errores:
v fue a Jerusalén a pesar de que se le advirtió lo que
ocurriría y se comprometió con los líderes de la iglesia a ayudar a los hombres
en sus sacrificios en el templo.
Una Equivocación Fue Práctica, La Otra Doctrinal:
· Entendemos, por supuesto,
que el corazón de Pablo estaba tan lleno de amor y preocupación por sus
hermanos en la carne, que hubiera pagado cualquier precio con tal de darles el
evangelio;
· pero desde el mismo
principio Dios le advirtió que no testificará en Jerusalén (22:17–21).
Antioquía y Éfeso eran los grandes centros de la Iglesia, no Jerusalén:
· La mezcla de la ley, y
· la gracia en las iglesias ha dado lugar
a:
Ø un falso evangelio de salvación, y
Ø obras.
La
epístola de Pablo a los Romanos fue la que hace siglos cambió a Martín Lutero y
rompió las cadenas de la superstición, y la explicación sobre Gálatas de Lutero
fue la que, a su vez, trajo libertad donde hubo esclavitud:
Ø A través de la historia ha
habido grupos fieles a la verdad de la Palabra de Dios y han rendido sus vidas
por Cristo.
· Ojalá nunca mezclemos la ley y
la gracia;
· ojalá nunca comprometamos
la verdad del evangelio.
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