LEYES SOBRE LA VIDA DE LOS
SACERDOTES:
LEVÍTICO 21–22:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Los
sacerdotes en general, y el sumo sacerdote en particular, debían mantener las
normas más elevadas de carácter y conducta; y nunca debían ofrecer sacrificio
por debajo de las normas:
· En esto, eran un cuadro de nuestro Señor
Jesucristo, el sumo Sacerdote perfecto y el sacrificio perfecto (Heb. 7:26–28; 10:1–14).
· También presentan un reto
al pueblo de Dios como sacerdotes
(1 P. 2:5, 9) y sacrificios (Rom. 12:1) a dar lo mejor a Dios.
Nótese: la repetición
de las palabras contaminarse, profanar, mancha,
inmundo, santo y santificar. El tema es el carácter y conducta santa de los siervos de
Dios al ministrar al Señor y a su pueblo. Dios advierte que al servirle no
debemos profanarnos (21:5), ni el nombre de Dios (21:6; 22:2), ni el santuario
de Dios (21:12), ni nuestros niños (21:15), ni las cosas
sagradas que manejamos en el ministerio (22:15).
Una
de las tragedias en toda la historia de Israel fue la contaminación del
sacerdocio, que a la larga condujo a la contaminación de la nación. Si el
pecado más grande es la corrupción del mejor bien, los sacerdotes judíos
lograron cometer el pecado más grande; porque corrompieron el sacerdocio con su
carácter impío, su mala conducta y su ministerio negligente de las cosas santas
de Dios (véase Malq. 1:6–2:9).
Desafortunadamente
la iglesia de hoy ha hecho del ministerio mercancía y mofa; y la iglesia
necesita con desesperación un avivamiento de santidad.
I. Sacerdotes Perfectos (Levíticos 21:1–22:16):
Estas
leyes conciernen al comportamiento de los sacerdotes en relación al duelo por
los muertos, el matrimonio y la conducta en las relaciones familiares.
A. Conducta De Los Sacerdotes
(Lv.21:1–9).
En el
campamento de Israel una persona se contaminaba si tocaba un cadáver o incluso
si entraba en una casa donde había un cadáver (Núm. 19:11–22). El sacerdote
común podía contaminarse por miembros de su familia inmediata, pero no por
otros parientes o amigos:
Ø Ningún judío debía seguir las
prácticas del duelo pagano
(19:27–28; Dt. 14:1).
Ø La razón para estas leyes
aparece en los versículos 6 y
8: los sacerdotes ofrecen los sacrificios a Dios y han
sido apartados para Él (véanse 21:15, 23; 22:9, 16, 32).
· Ningún sacerdote debía casarse
con una prostituta ni divorciada, porque esto podía introducir en la tribu
sacerdotal hijos no engendrados por un hombre de la tribu de Leví (véase v. 15).
· A ninguna hija de un
sacerdote debía permitírselo vivir si se había involucrado en inmoralidad (véanse 20:14 y Gn. 38:24).
B. La Conducta Del
Sumo Sacerdotes (Lv.21:10–15).
Debido
a su unción y posición delante de Dios, se esperaba que el sumo sacerdote fuera
aún más ejemplar que los sacerdotes ordinarios.
Dios
siempre espera más de los líderes. El sumo sacerdote no podía
contaminarse ni siquiera por sus padres, ni podía mostrar las señales normales
de luto. El versículo 11 no enseña
que el sumo sacerdote vivía en el tabernáculo, porque Números 3:38 nos dice que
su tienda estaba levantada en el lado oriental del tabernáculo.
Este
versículo instruye al sumo sacerdote a estar siempre de turno y a no dejar el
recinto del tabernáculo ni siquiera por un funeral. Debía casarse con una
virgen para asegurar a la nación que el próximo sumo sacerdote era en realidad
su hijo.
C. Las Características
De Los Sacerdotes (Lv.21:16–24).
Tanto
los sacerdotes en el altar como los sacrificios sobre el altar (22:17–25)
debían de ser sin tacha. Aun cuando no sabemos a ciencia cierta cuáles defectos
se indican por algunos de estos términos, es claro que Dios quería que sus
ministros fueran perfectos físicamente.
De
nuevo, esto magnifica las perfecciones de nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo.
Por cierto que el Señor no incluye perfección física como un requisito para el
ministerio actual (1 Tim. 3); el énfasis está en la madurez espiritual y moral.
¡Pablo tenía un
aguijón en la carne que inclusive le capacitó más para servir!
D. Regulaciones Para Los
Sacerdotes (Lv.22:1–16).
Los
sacerdotes debían «tratar con respeto» las cosas santas de Dios
manteniéndose libres de contaminación. Qué tragedia si el santo siervo de Dios
contamina todo lo que toca debido a su contaminación (véase Mt. 23:25–28).
Moisés
repitió algunas de las causas de contaminación que ya había explicado en
detalles en los capítulos anteriores:
Ø Lepra (caps. 13–14),
Ø úlceras purulentas (cap.
15).
El
sacerdote que ministraba con presunción mientras estaba impuro corría peligro
de muerte (vv. 3, 9).
Además
de evitar las cosas inmundas, los sacerdotes debían ser cuidadosos respecto a
cómo servían las cosas santas. Sólo ellos podían comer de las porciones que se
tomaban de las ofrendas vegetales, de las ofrendas por el pecado y las ofrendas
por las transgresiones; pero los miembros de la familia del sacerdote podían
participar y comer de las demás ofrendas.
La
persona debía ser un miembro de la familia por nacimiento o compra. La hija que
se casaba con alguien que no era sacerdote quedaba excluida. Cualquiera que
comía involuntariamente del alimento santo debía pagar una multa.
II. Sacrificios Perfectos (Levíticos 22:17–33):
Dios
siempre merece lo mejor de lo mejor y no debemos atrevernos a traerle lo
defectuoso (Malq. 1:6–2:9). La sangre de un sacrificio defectuoso nunca podía
agradar a Dios ni expiar el pecado. Incluso más, estos sacrificios eran tipos
del Señor Jesucristo y Él es el sacrificio perfecto (Heb. 9:14; Ef. 5:27).
Ofrecer
a Dios sacrificios defectuosos era profanar su nombre.
Las
leyes relativas a la matanza de estos sacrificios muestra la ternura de Dios
hacia los animales (vv. 27–28).
No
separará a la cría demasiado pronto de la madre. Dios también se preocupa por
las aves (Dt. 22:6–7) y por los árboles (Dt. 20:19–20).
El
capítulo cierra con el recordatorio de Dios de las razones que deben motivar a
su pueblo al sacrificar: Él es el Señor que los ha apartado como su pueblo, Él
los libró de la esclavitud de Egipto y estos son sus mandamientos.
Los
creyentes de hoy no traen sacrificios de animales a Dios porque todo el sistema
concluyó en la cruz:
· Pero sí le presentamos nuestros cuerpos (Rom. 12:1–2),
· las personas que hemos ganado para Cristo (Rom. 15:16),
· nuestra alabanza
(Heb. 13:15),
· nuestras buenas
obras (Heb. 13:16),
· un corazón
quebrantado (Salm. 51:17), y
· nuestras oraciones
(Salm. 141:2).
Puesto que nada que le ofrecemos
es perfecto, debemos ofrecer nuestros sacrificios por medio de Jesucristo para
que puedan ser acepto a Él (1 P. 2:5).
Clase Para
Domingo.
Lea Su
Biblia, Lea Su
Biblia, Lea Su Biblia.
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