lunes, 13 de agosto de 2018

EL MINISTERIO EN CORINTO: [2] HECHOS 19:


EL MINISTERIO EN CORINTO: [2]
HECHOS 19:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Este capítulo relata el maravilloso ministerio de Pablo en Éfeso y narra sus contactos con tres grupos de personas.

I.       Pablo y Doce Discípulos Ignorantes (Hechos 19:1–12):
Es muy probable que estos doce hombres se convirtieron con Apolos antes de que este comprendiera a plenitud el evangelio (18:24–28). Todo lo que este elocuente predicador conocía era la enseñanza de Juan el Bautista; y después que Priscila y Aquila le instruyeron, evidentemente no pudo impartir este nuevo conocimiento a sus convertidos puesto que Éfeso era una ciudad muy grande. Cuando Pablo encontró a estos doce hombres, detectó algo que faltaba en sus vidas espirituales.
La pregunta de Pablo (v. 2) fue: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteisBasar en este versículo una doctrina de una «segunda bendición» es errado. El Espíritu entra en nuestras vidas cuando creemos en Cristo, no después (Ef. 1:13, 14).
Los hombres replicaron: «Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo». Sabían que existía un Espíritu Santo, por supuesto, debido a que Juan el Bautista había prometido un futuro bautismo del Espíritu (Mt. 3:11).
Lo que no sabían era que este bautismo ya había ocurrido en Pentecostés (Hch. 1:5; 2:4) y en el hogar del gentil Cornelio (10:44–45; 11:15–16). A continuación Pablo les preguntó respecto a su bautismo.

Nótese: que da por sentado que se habían bautizado, otra indicación de que el bautismo en agua es lo que se espera y lo aceptado para los cristianos. ¿Por qué Pablo les preguntó respecto a su bautismo cuando la cuestión real era la presencia del Espíritu en sus vidas? En Hechos hay una relación definitiva entre el bautismo en agua y el Espíritu Santo.

Puesto que Apolos había sido su instructor, el único bautismo que conocían era el de Juan. Pero el bautismo de Juan ya no era válido. En otras palabras, estos doce hombres no eran salvos: creyeron un mensaje pasado Cristo viene») y recibieron un bautismo pasado (el de arrepentimiento). Eran sinceros, como lo fue Apolos, pero estaban sinceramente equivocados.
Supóngase que le hubieran contestado a Pablo: «Fuimos bautizados en el día de Pentecostés después de oír a Pedro». Entonces deberían haber recibido el Espíritu, puesto que en Hechos 2:38 el Espíritu fue prometido a todos los que se arrepintieron y fueron bautizados. Si no hubieran recibido el Espíritu, sería evidente que no habían creído realmente.
O supóngase que hubieran replicado: «Fuimos bautizados en Samaria» (Hch. 8). Entonces deberían haber recibido el Espíritu mediante la imposición de manos (8:17; 9:17).
O supóngase que hubieran dicho: «Estuvimos en la casa de Cornelio y oímos a Pedro predicar». Entonces hubieran recibido el Espíritu inmediatamente al creer (10:44–45) y hubieran sido bautizados en agua.
Cuando le dijeron que los bautizaron con el bautismo de Juan, Pablo supo enseguida que no eran salvos. Creyeron un mensaje que ya no era válido, puesto que Cristo vino, murió y regresó al cielo.
Por supuesto, Lucas no registra todo lo que Pablo les dijo. Pero ellos creyeron en el mensaje del evangelio (que Cristo ya había venido y muerto) y fueron bautizados con el bautismo cristiano. Recibieron el Espíritu mediante la imposición de manos de Pablo y su evidencia fue que hablaron en lenguas. Esta es la última vez en Hechos que se menciona el hablar en lenguas como muestra de recibir el Espíritu.
Estos doce hombres llegaron a ser el núcleo de la iglesia en Éfeso. Debido a que Dios se apartó del orden usual y les concedió el Espíritu por la imposición de manos fue prueba de que Pablo era igual a los demás apóstoles y, por consiguiente, el siervo de Dios para establecer la Iglesia. Este acontecimiento entero destaca varias verdades:
(1) los pecadores deben creer en el mensaje correcto antes de que se salven;
(2) el bautismo es importante, pero la clase de bautismo que se describe en Hechos 2:38 no es lo que Dios quería para la iglesia de hoy;
(3) un cristiano puede guiar a otros sólo a donde él mismo ha ido;
(4) Pablo fue el mensajero de Dios y tenía igual posición con los otros apóstoles.

II.     Pablo y Siete Impostores Judíos (Hechos 19:8–20):
Pablo pasó tres años en Éfeso (20:31):
·   tres meses en la sinagoga, dos años enseñando en salones alquilados de la escuela de Tiranno y casi nueve meses en varios lugares (19:8–19, 22). Toda Asia oyó la Palabra, porque Pablo enseñaba a los creyentes a llevarles a otros la Palabra.
Dios certificó el ministerio de Pablo con milagros extraordinarios, un indicio de que tales actividades no son normales para el ministerio hoy. El uso y venta actual de «pañuelos y lienzos de oración» es contrario a las Escrituras. Siete judíos trataron de imitar el poder de Pablo (Satanás es el gran imitador), pero les salió el tiro por la culata y los demonios los hicieron huir desnudos y heridos.
Este hecho contribuyó a que el evangelio se difundiera y muchos que habían sido encantadores y magos (farsantes que aducían espiritualismo y otras prácticas satánicas) trajeron sus libros y los quemaron. Éfeso era una ciudad notoria por sus artes mágicas y Satanás estaba detrás de todo el programa. Es maravilloso ver el evangelio penetrando en las fortalezas de Satanás.

III.    Pablo y Los Plateros (Hechos 19:21–41):
Cuando Satanás no pudo lograr estorbar el evangelio mediante los discípulos ignorantes o los impostores judíos, casi tiene éxito con los comerciantes y mercaderes de la ciudad. Éfeso se enorgullecía de tener la custodia de la imagen de la diosa Diana, que se suponía había caído del cielo. Dondequiera que se halla superstición, con frecuencia se halla la exhibición y venta de tales artículos religiosos.
¿Recuerda la venta de sacrificios en el templo judío? La verdadera predicación del evangelio siempre choca de frente con las artimañas supersticiosas destinadas a hacer dinero y Éfeso no era la excepción. El gremio (o sindicato) de plateros pretendió que su preocupación era la religión de la ciudad, ¡pero su inquietud real era la pérdida de su negocio!
El evangelio había trastornado la ciudad de tal manera que la gente estaba alejándose de los ídolos y convirtiéndose al Dios verdadero y esto estaba afectando las ventas «religiosas». Se informa que durante el avivamiento de Gales docenas de cantinas quebraron por falta de clientes.
Los plateros usaron la religión para exacerbar a la gente y el resultado fue una turba. La ciudad entera se llenó de confusión (v. 29), lo cual prueba que la situación nació del diablo, porque Dios no es Dios de confusión (1 Cor. 14:33). Los ciudadanos se precipitaron al inmenso teatro al aire libre, en el que cabían al menos veinticinco mil personas sentadas.
Sabiamente los amigos de Pablo le impidieron que se presentara, porque es más que probable que las autoridades le arrestaran o que la chusma le linchara. El secretario del pueblo tranquilizó a la multitud, advirtiéndoles que estaban en peligro de quebrantar la ley, y los envió a todos a casa.
Satanás estaba ansioso de prevenir el establecimiento de una fuerte iglesia en Éfeso. Esta ciudad había sido una de sus fortalezas por años, con su superstición, idolatría y prácticas de magia. La actividad demoníaca había prevalecido en Éfeso, pero ahora el Espíritu de Dios estaba obrando:
¿Qué tal si Pablo no hubiera detectado la superficialidad de la profesión de fe de aquellos doce hombres, o hubiera tratado de edificar una iglesia local basada en el testimonio de ellos?
¡La obra hubiera fracasado!
¿Qué tal si esos judíos hubieran sido capaces de falsificar los milagros de Pablo?
¿Qué tal si la chusma se hubiera apoderado de Pablo y de sus compañeros y los hubiera arrestado o linchado?
¿Tendríamos la maravillosa epístola a los Efesios? Satanás no quería una iglesia en Éfeso y sin embargo Dios estableció una allí; y una lectura de la carta a los Efesios prueba que fue tal vez la iglesia más espiritual que Pablo jamás fundó. Esta maravillosa epístola bosqueja la verdad de la iglesia en forma clara y el diablo no quería esto.
Satanás todavía estorba la obra del Señor de estas tres maneras: falsos creyentes con una experiencia espiritual inadecuada, falsificadores y oposición abierta. Pero podemos vencer al adversario si confiamos en Dios, dependemos del poder del Espíritu y predicamos la Palabra de Dios.
Notas: adicionales a Hechos 19:1–7 Hay una serie de preguntas que deben contestarse respecto a este difícil pasaje.

A.     ¿Fueron Salvos Estos Doce Hombres?
Toda parece indicar que no lo fueron. En la Biblia la palabra «discípulo» no siempre significa «cristiano». Pablo dio por sentado que habían creído algún mensaje (v. 2), pero la cuestión básica era que no había sido el correcto:
·      La gente de todas las épocas se han salvado por fe en la Palabra revelada de Dios;
·      pero esta Palabra no siempre fue el claro evangelio de la gracia que predicamos hoy.
·      Adán se salvó al creer en la promesa de Dios de una simiente venidera.
Noé, al creer en la Palabra de Dios acerca del juicio venidero. Abraham recibió la salvación al creer que Dios podría hacerle una gran nación. ¡Nadie en esta era de gracia se salvaría creyendo en estas promesas! Nuestra salvación viene cuando confiamos en Cristo y creemos en el evangelio. Estos doce hombres oyeron el mensaje de Juan el Bautista a través de Apolos, unos treinta años después que concluyera el ministerio de Juan.
El Calvario y la resurrección habían intervenido; el mensaje y el bautismo de Juan ya no eran válidos. El ministerio de Juan se enfocaba hacia Cristo y ahora Él ya había muerto y resucitado. El ministerio de Juan había concluido.
«Simple fe» es todo lo que los pecadores necesitan para ser salvos, pero deben creer en el mensaje correcto.

B.     ¿Ignoraban El Espíritu Santo?
Estos hombres ciertamente sabían que había un Espíritu Santo puesto que el mismo Juan lo prometió. Lo que no sabían era que el Espíritu ya había venido e iniciado una nueva era de gracia. Estos hombres recibieron el mensaje de Apolos, cuyo conocimiento espiritual era escaso.
Es posible que Apolos se convirtió al confiar en el mensaje de Juan antes del Calvario y Pentecostés, porque no leemos en Hechos 18:24–28 que lo hayan bautizado de nuevo.
Ninguno de los discípulos de nuestro Señor fue bautizado de nuevo después de Pentecostés, puesto que su fe y bautismo se produjeron en el momento apropiado. Apolos no sabía que el Espíritu había venido y por eso no pudo enseñárselo a sus convertidos.

C.     ¿Por Qué Pablo Bautizó De Nuevo a Estos Hombres?
La respuesta parece ser que el bautismo es un mandamiento para esta era y es parte de la comisión de Cristo a la Iglesia, según Mateo 28:19, 20.

Nótese: que Pablo, en su pregunta del versículo 3, dio por sentado que estos hombres experimentaron alguna clase de bautismo.

Si el bautismo no fuera para esta era, Pablo nunca hubiera hecho la pregunta y con toda seguridad no habría bautizado a estos hombres. A dondequiera que Pablo fue con el evangelio de la gracia de Dios, obedeció las instrucciones de Cristo dadas en Mateo 28: evangelizó, bautizó a los creyentes, los organizó en asambleas locales y les enseñó la Palabra. Esto no significa que Pablo personalmente bautizara, porque su comisión especial como apóstol fue predicar el evangelio (1 Cor. 1:17).
Hoy son pocos, si acaso, los evangelistas que bautizan; pero esto no significa que el bautismo no sea para este tiempo.
Es más, el NT., indica que Pablo bautizó como mínimo a veinte personas:
Ø Crispo, Gayo, la familia de Estéfanas (por lo menos dos personas y quizás más; 1 Cor. 1:14–16),
Ø los doce discípulos en Hechos 19:1–7,
Ø Lidia y su familia (al menos dos personas; Hch. 16:15), y
Ø el carcelero y su familia (un mínimo de dos personas; Hch. 16:30–33).
Los hechos claros prueban que Pablo en efecto practicó el bautismo y lo consideraba importante, pues él mismo bautizó más de veinte personas. Pablo fue el mensajero especial de Dios a la Iglesia y si el bautismo no fuera para esta era, él lo hubiera sabido.

D.  ¿Por qué estos hombres no recibieron el Espíritu Santo cuando creyeron?
El modelo en Hechos es como sigue:
(1) Hechos 1–7: los judíos recibieron el Espíritu al creer y bautizarse (véase 2:38);
(2) Hechos 8–9: los samaritanos y Pablo recibieron el Espíritu por la imposición de manos (véanse 8:17; 9:17);
(3) Hechos 10: los gentiles recibieron el Espíritu cuando creyeron en Cristo (véase 10:44–48).
Este es el modelo de Dios para hoy:
·      oír la Palabra,
·      creer,
·      recibir el bautismo en agua.

Cuando consideramos la situación total en Éfeso podemos entender mejor por qué Dios se apartó de su programa normal e impartió el Espíritu a estos doce hombres por la imposición de manos de Pablo. Éfeso se convertiría en un gran centro de evangelización, alcanzando con el evangelio a las provincias circunvecinas.
El hecho de que Pablo pasó tres años allí indica la importancia de la ciudad. Era el centro de adoración al diablo y de actividades diabólicas, y Satanás hizo todo lo que pudo para impedir el establecimiento de una iglesia.
La iglesia de Éfeso era ante todo gentil. Pablo era judío y era importante que estableciera su autoridad apostólica desde el principio. Dios le dio a Pablo el privilegio de impartir el Espíritu a estos hombres, probando así su autoridad como mensajero de Dios y su igualdad con Pedro, Juan y los demás apóstoles.
Tenga presente que dondequiera que Dios desarrolla su programa y establece un nuevo centro, pone su sello de aprobación sobre el ministerio con milagros extraordinarios. Cuando el evangelio pasó de Jerusalén a Samaria fue acompañado de milagros de confirmación, lenguas y la imposición de manos (Hch. 8:5–17).

Nótese: que en Samaria Satanás trató de impedir la obra mediante un mago. En Hechos 9, cuando Pablo fue ganado para Cristo, hubo una luz del cielo, una voz y la imposición de manos.

En Hechos 10, cuando el evangelio llegó a los gentiles, hablaron en lenguas y glorificaron a Dios. Ahora, el evangelio pasa a la gran ciudad de Éfeso, una ciudad controlada por Satanás, y de nuevo Dios testifica en favor de su obra y sus obreros al darles «milagros extraordinarios» (véase 19:11). Satanás resistió con milagros y obreros falsificados, pero el Espíritu demostró que eran falsos.
La impartición del Espíritu mediante la imposición de manos probó la autoridad de los apóstoles. No hay apóstoles hoy en día, puesto que no hay nadie vivo que haya visto al Cristo resucitado (1:21–26; 1 Cor. 9:1). Esto significa que la imposición de manos ya no es el programa de Dios, porque si lo fuera, Él hubiera provisto personas que lo realizaran. Dios usó a Pablo de esta manera para darle las credenciales necesarias para fundar y guiar a la iglesia de Éfeso.
Es importante tener presente el papel que Apolos desempeñó en esta controversia. Este capaz predicador fue de Éfeso a Corinto (19:1) y llegó a ser parte de una división de la iglesia que incluyó sus partidarios y los de Pedro y Pablo (véanse 1 Cor. 1 y 3). Pablo fundó la iglesia en Corinto y colocó su fundamento, luego vino Apolos para edificar sobre ese fundamento.
Pronto la iglesia se dividió en tres grupos:
·      uno, que seguía a Pablo, el fundador;
·      otro, que seguía a Apolos, el constructor; y
·    un tercer, grupo que quería seguir «al verdadero liderazgo apostólico», ¡de modo que escogieron a Pedro!
·     Estos líderes no causaron ni estimularon estas divisiones, pero de todas maneras resultó así, y en parte se motivó porque la iglesia rehusó aceptar la comisión apostólica de Pablo (1 Cor. 9:1ss).
Ahora transfiera esta situación a Éfeso. Aquí tenemos doce hombres, convertidos por Apolos y el núcleo de la iglesia allí. Imagínese que Dios les hubiera concedido el Espíritu cuando creyeron (cómo en Hechos 10). Ellos siempre hubieran mirado a Apolos como su líder, no a Pablo; el ministerio en Éfeso se hubiera dividido desde el mismo comienzo.
Fue Apolos quien les había enseñado y bautizado, y siempre hubieran cuestionado el liderazgo de Pablo.
No, Dios usó a Pablo para darles a estos hombres un nuevo y fresco comienzo; y de estos doce hombres edificó una gran iglesia en Éfeso. Si no hubiera trabajado de esta manera, tal vez no hubiéramos tenido la magnífica epístola a los Efesios, con sus gloriosas verdades de la Cabeza y el Cuerpo. ¡Satanás se hubiera anotado otra victoria!
El bautismo de Juan fue uno de esperanza anticipada de la venida del Espíritu; el bautismo en agua hoy simboliza la realización de este bautismo del Espíritu en nuestra vida, debido a la obra que Jesucristo consumó en la cruz.


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