EL PODER DE LA SANTIFICACIÓN; LA
CUESTIÓN DEL VIVIR:
ROMANOS 8:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Este
capítulo es el clímax de la sección sobre la «santificación» (caps. 6–8) y responde las preguntas
que surgieron respecto a la ley
y a la carne.
El Espíritu
Santo domina todo el capítulo,
porque a través del Espíritu morando en nosotros podemos vencer la
carne y tener una vida cristiana fructífera. El capítulo puede resumirse en tres frases:
·
Ninguna Condenación,
·
Ninguna Obligación, y
·
Ninguna Separación.
I. Ninguna Condenación: El Espíritu y La Ley (Romanos 8:1–4):
Estos
versículos, en realidad, constituyen la conclusión del argumento del capítulo 7. Tenga presente que aquí
Pablo no analiza la salvación, sino el problema de cómo el creyente puede
alguna vez hacer algo bueno cuando tiene una naturaleza tan pecadora.
¿Cómo puede un Dios santo aceptar alguna cosa que hacemos
cuando no tenemos «nada bueno» morando en nosotros? ¡Tal parece que
tendría que condenar todo pensamiento y obra!
Pero
no hay «ninguna
condenación» puesto que el Espíritu Santo que mora en nosotros cumple la
justicia de la ley. La ley no puede condenarnos porque estamos muertos a ella.
Dios no puede condenarnos, porque el Espíritu Santo capacita
al creyente «a
andar en el Espíritu» y por consiguiente a satisfacer las exigencias
santas de Dios.
Es
un día glorioso en la vida del cristiano cuando se da cuenta de que los hijos
de Dios no están bajo la ley, de que Dios no espera que hagan «buenas obras»
en el poder de su vieja naturaleza.
Cuando
el cristiano comprende que «no hay ninguna condenación», se percata de que
el Espíritu
que mora en él agrada a Dios y lo ayuda a agradarle. ¡Qué gloriosa salvación tenemos! «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos
hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud»,
advierte Pablo en Gálatas 5:1.
II. Ninguna Obligación: El Espíritu y La Carne
(Romanos 8:5–17):
El
creyente puede tener dos «disposiciones» (mente,
designios):
· puede inclinarse hacia las
cosas de la carne y ser un
cristiano carnal, en enemistad con Dios; o
· puede inclinarse hacia las cosas del Espíritu, ser un cristiano espiritual y disfrutar gozo y paz:
ü La mente carnal
no puede agradar a Dios;
ü Sólo el Espíritu obrando en nosotros y a través de nosotros puede
agradar a Dios.
El
cristiano no tiene ninguna obligación con la carne: «Así que, hermanos, deudores somos, no a la
carne, para que vivamos conforme a la carne» (v. 12).
Nuestra
obligación es hacia el Espíritu Santo:
· Fue el Espíritu
el que nos
convenció y nos mostró nuestra necesidad del Salvador.
· Fue el Espíritu el que impartió la fe salvadora, implantó la nueva
naturaleza en nosotros y nos da testimonio cada día de que somos hijos de Dios.
¡Qué
gran deuda tenemos con el Espíritu!
Ø Cristo
nos amó tanto que murió por nosotros;
Ø el
Espíritu nos ama tanto que vive en nosotros.
v A diario
soporta nuestra carnalidad
y egoísmo;
v todos
los días nuestro pecado lo contrista; y
v sin embargo nos ama y
permanece en nosotros como el sello de Dios y las «arras» («garantía», 2 Cor. 1:22) de las
bendiciones que nos esperan en la eternidad.
v Si
alguien no tiene el Espíritu morando en él, no es un hijo de Dios.
Al
Espíritu
Santo se le llama «el Espíritu de adopción»
(v. 15). Vivir en la carne o bajo la
ley (y ponerse
bajo la ley es inclinarse a vivir en la carne) conduce a la
servidumbre; pero el Espíritu conduce a una vida gloriosa de
libertad en Cristo. Libertad para el creyente jamás significa hacer lo que se
le antoje, ¡porque
esa es la peor clase de esclavitud!
Más
bien la libertad cristiana en el Espíritu es libertad de la ley y de la carne,
para que podamos agradar a Dios y llegar a ser lo que Él quiere que lleguemos a
ser. «Adopción»
en el NT., no significa lo que típicamente denota hoy en día, recibir a un
niño dentro de una familia como miembro legal de ella.
El
significado literal de la palabra griega es «colocar como hijo», tomar a un
menor (bien sea
en la familia o afuera) y hacerlo el legítimo heredero.
Cada
creyente es un hijo de Dios por nacimiento y heredero de Dios por adopción.
Es más, somos coherederos
con Cristo, de modo que Él no puede recibir su herencia en gloria hasta que
nosotros estemos allí para compartirla con Él.
Gracias
a Dios el creyente no tiene obligación a la carne, para alimentarla, agradarla
y obedecerla. En lugar de
eso, debemos «hacer
morir» las obras de la carne por el poder del Espíritu (v. 13, véase Col. 3:9ss) y permitir que
el Espíritu dirija nuestras vidas diarias.
III. Ninguna Separación: El
Espíritu y El Sufrimiento (Romanos 8:18–39):
Aunque
ahora los creyentes soportan el sufrimiento, disfrutarán de la gloria cuando
Cristo regrese. Es más, la creación
entera (vv. 19–21) gime bajo
la esclavitud del pecado, gracias a la desobediencia de Adán.
Cuando
Cristo finalmente aprese a Satanás,
libertará a la creación completa de su
esclavitud, y toda la naturaleza disfrutará con nosotros de «la libertad
gloriosa de los hijos de Dios» (v. 21). ¡Qué maravillosa salvación tenemos; libre
de la pena del pecado debido a que Cristo murió por nosotros (cap. 5); libre del poder del pecado porque morimos con Cristo a la
carne (cap. 6) y a la ley (cap. 7); y algún día seremos libres de la misma presencia del
pecado cuando la naturaleza sea librada de su esclavitud!
Tenemos
el Espíritu
de adopción, pero estamos «esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo» (v.
23). El alma
ha sido
redimida, pero no el cuerpo. Esperamos en esperanza,
sin embargo, debido a que el Espíritu Santo nos es dado como «las primicias» de la liberación que Dios tiene para
nosotros en el futuro. Incluso si morimos, el Espíritu, quien nos
ha sellado
para el día de la redención (Ef. 1:13–14), vivificará nuestros cuerpos (v. 11).
Nótese: los
tres «gemidos»
en los versículos 22–26:
(1) Toda la
creación gime, v. 22;
(2) El creyente gime esperando la venida de
Cristo, v. 23; y
(3) El Espíritu
gime
al interceder por nosotros, v. 26.
Nótese: en Juan
11 cuando Jesús «gimió»[1] al visitar la
tumba de Lázaro. Cómo se preocupa Dios por la esclavitud de la creación. Qué
precio pagó Cristo para librarnos.
Pablo
destaca que mientras soportamos estos sufrimientos en esperanza tenemos el
privilegio de orar
en el Espíritu. Tal vez mucha de nuestra oración es en la carne: oraciones largas, hermosas, «pías», que glorifican al hombre y dan nauseas a
Dios (Is. 1:11–18). ¡Pablo indica que
la mayoría de la oración espiritual puede ser un gemido sin palabras que brota
del corazón! «Suspiros demasiado profundos
para las palabras» es una manera en que una versión traduce el versículo 26:
v El Espíritu
intercede por nosotros, el Padre
escudriña nuestros corazones y sabe lo que el Espíritu desea,
y esto es lo que nos concede.
v El Espíritu
siempre ora de acuerdo a la voluntad de Dios.
v ¿Cuál es la
voluntad de Dios? Que los creyentes sean conformados a la
imagen de Cristo (v. 29).
v Podemos
reclamar la promesa del versículo 28
debido al propósito del versículo 29.
Nótese:
que
todos los verbos en el versículo 30 están en tiempo pasado:
Ø Llamó,
Ø Justificó, y
Ø glorificó al creyente.
¿Por qué desmayar bajo los sufrimientos de este mundo
cuando ya hemos sido glorificados? Simplemente
esperamos la revelación de esta gloria en la venida de Cristo.
Pablo
concluye haciendo cinco preguntas (vv.
32–35) y respondiéndolas claramente. No hay necesidad de inquietarse por lo
que Dios hará, porque Dios es por nosotros y no contra nosotros.
La Prueba Es Que
Dio Lo Mejor Que Tenía En La Cruz:
v Con toda
seguridad que nos dará libremente cualquier otra cosa que necesitemos. ¿Puede alguien
acusarnos por el pecado? ¡No!
v Hemos
sido justificados y esta posición delante de Dios nunca cambia. ¿Puede alguien
condenarnos? ¡No!
v Cristo
murió por nosotros y vive ahora como nuestro Abogado a la diestra de Dios. ¿Puede alguien
separarnos del amor de Dios? ¡No!
v Ni
siquiera el mismo diablo («principados», «potestades», v. 38).
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
___________
[1] G4726 στεναγμός
= stenagmós: de G4727; suspiro:- gemido. (Strong).
G215 ἀλάλητος = aláletos de G1
(como partícula negativa) y un derivado de G2980; indecible, que no
se debe hablar:- indecible.
(Strong).
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