PARTE I:
EL
RICO Y LÁZARO: EN EL HADES:
(Lucas 16:19-31)
“Había un hombre
rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con
esplendidez… Había también un mendigo llamado
Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,… y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del
rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas… Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles
al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado…”
(Lucas 16:19-31)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
Así como la
parábola del hijo pródigo ponía ante
nuestros ojos la Gracia presente, así ahora la del RICO y LÁZARO pone ante nuestra vista la IRA VENIDERA,
y tiene por objetivo despertarnos.
El designio del Evangelio de Cristo es
doble inducirnos a aceptar la POBREZA y las AFLICCIONES y armarnos contra las
tentaciones de Mundanalidad y Sensualidad; y esta parábola muestra
bien a las claras ese doble designio del Evangelio.
No se parece a las otras parábolas de Cristo en las que las cosas ESPIRITUALES
están representadas en semejanzas prestadas de las cosas materiales, como el
Grano de Trigo, la Mostaza, la Levadura, etc., sino que esas mismas cosas
Espirituales se presentan aquí en un relato o descripción de la diferencia que
existe entre este mundo y
el otro Mundo en cuanto a la dicha y a la desdicha de
los seres humanos.
Es un hecho cotidiano que las personas
piadosas que son Pobres de bienes
materiales aquí, salen de sus miserias por las puertas de la Muerte para entrar
en la Felicidad Celestial, mientras que los Ricos
epicúreos, que viven en el lujo y el placer, sin tener compasión de los necesitados,
entran por las puertas de a Muerte en un lugar de insoportables y Eternos
Tormentos.
Aun
cuando se trata de una parábola[1]
como se ve por los detalles que no cuadran con la realidad de la Otra Vida, la
intención de Nuestro Salvador está clara:
v Presentar la justa Retribución de
Ultratumba, que trastorna los Criterios Mundanos sobre el Bien y el Mal (v.25), y
v Dar a entender con la mayor claridad e
insistencia que la condición de los Humanos tras la muerte es irreversible (v.26).
Otros elementos, como la conversación
del Rico con Abraham, y el aparente interés del Rico por la CONVERSIÓN de sus hermanos, están puestos “de relleno” en la parábola, a fin de añadir
dramatismo a la Idea Principal. Observemos:
Tres definiciones, de la vida del hombre o [mujer]:
Los Dos Hombres De Esta Historia Ilustran:
·
Dos Vidas Diferentes:
Ø La
vida sin Dios, y el desprecio al prójimo.
Ø Sobre todo primero Dios, y el prójimo.
·
Dos Muertes Diferentes:
Ø Uno sin Cristo, y
Ø El otro con Cristo.
·
Dos Destinos Diferentes:
Ø Uno al
cielo junto con Cristo y sus santos, y
Ø el otro a la condenación eterna con el
diablo y sus ángeles caídos, separados de Dios.
I. La
Diferencia De Condiciones:
La
diferencia de condición En que se encontraban en este mundo “un hombre rico”,
pero malvado, y “un mendigo”, pero piadoso.
Los judíos
estaban inclinados a pensar que la Prosperidad Material era una de las señales
indefectibles de Bendición Celestial, de forma que a duras penas podían tener
buen concepto de un Mendigo.
Cristo se
propone aquí, como en otras ocasiones, sacarles de su error.
1.1. “Había un hombre rico”: (V.19):
Vemos
primero un malvado, el cual va a ser eternamente miserable, que goza en este
mundo de la mayor prosperidad (v.19): “Había un hombre rico”. Como el vocablo latino para
“rico”
es dives, se le suele llamar con este nombre,
pero lo cierto es que Jesús no le pone nombre alguno; algo muy significativo,
cuando el Mendigo es llamado por su propio nombre. Lo que se nos dice de este Rico
es lo siguiente:
1) “Que se vestía de púrpura y de lino fino”,
símbolo ambos de “la soberbia de
la vida” (1 Juan 2:16) u ostentación vanidosa: La púrpura mostraba
su pertenencia a la nobleza principesca, el lino fino, el lujo propio de los
palaciegos (v.7:25).
2) Que “celebraba todos los días fiestas espléndidas”. Su
mesa estaba provista ¡cada día! De las más variadas y delicadas
viandas que la naturaleza y el arte pueden proporcionar. Podemos imaginarnos lo
suntuoso de su vajilla, las libreas de los que servían a la mesa, la categoría
y número de los invitados, etc. “¡Bien!-dirá alguno-,
y ¿qué mal hay en todo esto?”. No es
pecado ser rico, ni lo es vestirse de púrpura y lino fino, ni disfrutar de una
buena mesa, si le alcanza para ello su fortuna.
Tampoco se nos dice que hubiese obtenido dicha fortuna
por medio del fraude, de la explotación, de la extorsión o del soborno; ni que
se embriagarse o emborracharse a otros.
Todo su pecado-implícito,
pero bien
notorio en la parábola- (v.21ª)
consistía en su falta de COMPASIÓN hacia los pobres. Pero no cabe duda de que Cristo da a
entender aquí también los peligros que una vida de lujo y malicia trae a los RICOS:
a) Este hombre habría sido, a fin de cuentas,
más feliz si no hubiese tenido tantas posesiones si hubiese disfrutado de
tantos placeres.
b) Dar tanta importancia a lo que satisface al
cuerpo y proporciona deleite y comodidad es ocasión de ruina para muchas
personas, pues añade combustible al orgullo y a la sensualidad tan metida en
nuestro corazón perverso y engañoso (Jeremías 17:9).
c) Cristo quería poner de relieve aquí que una
persona puede disfrutar de toda clase de comodidades en esta vida, y con todo,
perecer para siempre bajo la IRA y la MALDICIÓN de
Dios.
De la Fortuna que un hombre posea, y de la comodidad con
que la disfrute, no podemos deducir ni que Dios los ame especialmente al darles
tanto, ni que ellos amen a Dios por recibir tanto de ÉL.
1.2. “Había también un mendigo llamado Lázaro” (v.20):
Luego
tenemos a un mendigo que, aunque piadoso, se hallaba en el extremo de la Aflicción
y Adversidad
(V.20): “Había
también un mendigo llamado Lázaro”. “Lázaro”
es la forma griega del hebreo “Eleazar” (“Dios ayuda”
parecido a Eliezer = “Dios es mi ayuda” o “Ayuda de mi Dios”). Este hombre se hallaba
reducido a la mayor miseria que puede suponerse en este mundo. En efecto:
1) Su Cuerpo estaba “lleno de llagas”, como el
de Job. Ser un mendigo ya es aflicción;
pero estar lleno de llagas es máxima aflicción, tanto por el dolor que
causan al paciente, como por el asco que provocan en quienes le rodean.
2) Es estas míseras condiciones se veía obligado a mendigar
echado (el verbo original es muy fuerte;
literalmente significa “había sido arrojado”)
a la puerta del rico: algún, pariente o amigo, pechando
con la repugnancia que su estado provocaba, era lo suficientemente compasivo
para dejarlo echado a la puerta del rico, quizá con la esperanza de que éste se
viese movido a Compasión y le Prestara algún Socorro.
Esto nos enseña que, quienes no disponen de dinero para aliviar la situación de un
necesitado, pueden echarle una mano que le sitúe en posición de cercanía a quien
pueda prestar el Socorro oportuno.
Pero:
a) Las esperanzas de alivio material resultaba
fallidas (v.21): “y ansiaba saciarse de las
migajas que caían de la mesa del rico”. No suspiraba por ocupar un puesto en la mesa del rico, aun cuando bien
podrían haberle sacado un plato de comida, sino que se contentaba, y estaría
sumamente agradecido, con las migajas que caían de la mesa, de las cuales hasta
los perrillos salían beneficiados (Mateo 15:27; Marcos 7:28), pero nadie las
daba (compare con 15:16). Este detalle es
puesto de relieve en la parábola para mostrar:
§ Primero, cuál era la interior disposición de este mendigo, que,
al ser pobre (en
dinero y en el espíritu de las bienaventuranzas) no yacía allí
querellandose ni gritando o maldiciendo, sino que esperaba humildemente y en
silencio a que alguien tuviese de él la suficiente Compasión para darle lo que
hasta a los perros de la casa les sobraba. Aquí vemos a un hijo de ira y
heredero del infierno que está
mullidamente sentado a una opípara mesa, y por otra parte, a un hijo de
amor y heredero del cielo que está echado, hambriento y dolorido, a la puerta
del primero. Y ¿quién
podría juzgar, con base en las apariencias exteriores, del estado espiritual de
uno y otro?
§ En segundo lugar, vemos cuál era la actitud del rico hacia este mendigo: no se nos dice que le insultara ni
que lo echase de su puerta malhumorado pero se nos da a entender bien a las
claras que lo menosprecia y no quería saber nada de él. Aquí tenía el rico una ocasión próxima, y
bien conmovedora, de hacer el bien sin andar mucho: en su propia
puerta. Con muy poco esfuerzo podría hacer un bien tan grande pero no
se preocupó del mendigo, sino que lo dejó allí hambriento, dolorido y yacente.
No se piense que ya es suficiente no hacer el mal a nadie; la Palabra de Dios
tiene por pecado el no hacer el bien que se conoce (Stg.4:17). Por eso, la razón más poderosa para condenar al castigo
eterno es: “tuve hambre y no me disteis de comer…”
(Mateo 25:42).
Me pregunto cómo es
que tantos ricos, de los que leen el Evangelio y se llaman creyentes, pueden
seguir tan despreocupados de las necesidades y miserias que otros (incluso de los
“de la familia de la fe”) están
padeciendo.
b) El servicio que le prestaban los perros: “y aun los perros venían y
le lamían las llagas”. Todavía
discuten los comentaristas si estos perros proporcionaban al mendigo una mayor
aflicción o le prestaban algún alivio, esto último es lo más probable. Como
dice Lenski: “Estos
perros lamían las úlceras del mendigo como hubieran lamido las suyas propias,
para limpiarlas y aliviarlas con su lengua. Los perros hacen esto, y nadie más
que ellos lo haría”.
Con ello se muestra que los perros, no los perrillos del
amo (como
algunos piensan), sino los perros callejeros y vagabundos, los
verdaderamente despreciados de los judíos, eran más compasivos que el Rico
Epulón y los criados de su casa.
II. La
Diferente Condición De Ellos:
La diferente
condición de ambos hombres, el RICO y el MENDIGO, a la hora de la muerte y en el más
allá:
2.1. “Murió
el mendigo,… y el rico”: (v.22):
Ambos murieron (v.22) “murió el
mendigo…; murió también el rico”.
La muerte no
respeta a RICOS ni POBRES, ya sean Piadosos o Malvados. Los
santos Mueren para poner término a sus miserias y darles entrada a los
verdaderos goces. Los malvados también mueren, pero para despedirse de sus
comodidades y entrar en los eternos tormentos.
Así que RICOS
y POBRES
deben prepararse para la MUERTE, porque la muerte les está esperando a
todos. Como escribió Abd-El-Kader, “la muerte es un camello negro que se arrodilla a la
puerta de todos”.
“La Muerte Es
Un Camello Negro Que Se Arrodilla a La Puerta De Todos”
2.2. “El Mendigo”:
El Mendigo,
por lo que el texto insinúa, murió primero. A menudo, Dios se lleva del
Mundo a los suyos “prematuramente”, mientras deja que los impíos
sigan prosperando. Pero nótese que nada se nos dice del entierro del Mendigo.
La muerte
es, para los creyentes, “sueño[2]”.
2.3. “El Rico”. (v.22):
En cambio,
del rico se nos dice, no sólo que murió, sino que se añade también el detalle
de que “fue
sepultado” con lo cual podría indicarse, no solamente que en el sepulcro se acabó todo lo que había disfrutado, sino también que tuvo un
pomposo funeral; quizá su ataúd iba seguido, o precedido, de música y de
coronas de flores, alguien se encargó de pronunciar una “oración fúnebre”, encomendando las
buenas cualidades del difunto.
¡Es tan fácil comentar: “era un santo”,
cuando ya
no molesta! Pero ¿de qué le servía ya al
rico la pompa de su funeral?
2.4. “y fue llevado por los ángeles[3] al seno de Abraham”. (V.22):
El mendigo
murió “y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham”. ¡Cuánto
mayor honor recibió el MENDIGO en su funeral
al ser llevado al Cielo en brazos de los ángeles, que el que había de recibir
el RICO al ser acompañado su cadáver de
tanta pompa, mientras su ALMA descendía al Hades! Vemos:
1) Que el ALMA del Mendigo existía
en su estado de separación del cuerpo. No murió, ni cayó en un Sueño,
con el Cuerpo. Y todo el
contexto, así como 23:43; 2 Corintios 5:6-8; Filipenses 1:21-23, nos muestra
que dicha existencia del alma, en el estado INTERMEDIO, es CONSCIENTE.
2) Su ALMA fue llevado a otro mundo, retornó a Dios
que se le dio, a su lugar nativo. El espíritu del hombre tiende, tan pronto
como se ve libre de las ataduras del pecado, hacia arriba.
3) Fue llevado por los ángeles, pues ellos son espíritus
enviados para servir a los que heredan la Salvación (Heb.1:14), no sólo
mientras éstos viven, sino también cuando mueren.
Aun cuando el alma que ha sido liberado de las cadenas
del pecado posee como la elasticidad de un resorte, por el que tiende hacia
arriba tan pronto como sale del cuerpo, el Señor no la deja, por eso entregada
a su natural poder, sino que envía sus ángeles como mensajeros que la traigan a
ÉL, porque los santos deben ser llevados a la CASA DEL PADRE, no sólo con
seguridad, sino también honorablemente.
Aunque los que llevaban el féretro del Rico personas del
más alto rango, ¿que eran en comparación con los que se llevaron a Lázaro?
Véase Parte II.
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