lunes, 10 de diciembre de 2018

LOS PRINCIPIOS DE LA SANTIFICACIÓN; LA CUESTIÓN DE LA LICENCIA: ROMANOS 6:


LOS PRINCIPIOS DE LA SANTIFICACIÓN; LA CUESTIÓN DE LA LICENCIA:
ROMANOS 6:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Avanzamos ahora a la tercera sección de Romanos: «Santificación[1]» (caps. 6–8). Estos tres capítulos pertenecen el uno al otro, y no se deben estudiar independientemente, de modo que será sabio que lea los tres capítulos con cuidado.

Note:
·      que el capítulo 6 se refiere a que el creyente está muerto al pecado;
·      el capítulo 7 explica que el creyente está muerto a la ley; y
·      el 8 analiza que el creyente está vivo en la victoria que el Espíritu da.

Estos tres capítulos son una explicación de la pequeña frasecita en 5:17 «reinarán en vida»:
Ø El capítulo 6 nos dice cómo el pecado ya no reina sobre nosotros (6:12);
Ø el capítulo 7 explica cómo la ley ya no reina más sobre nosotros (7:1); y
Ø el capítulo 8 explica cómo la morada del Espíritu nos da vida y libertad (8:2–4).

El Creyente Enfrenta Dos Problemas:
(1)   ¿cómo puedo obtener la victoria sobre la vieja naturaleza (la carne, el cuerpo de pecado)? y
(2)   ¿cómo puedo vivir de manera que agrade a Dios?

El Capítulo 6 Responde La Primera Pregunta:
Ø obtenemos la victoria sobre la vieja naturaleza al darnos cuenta de que hemos sido crucificados con Cristo.
Ø Pero la segunda pregunta es más compleja; porque, ¿cómo puedo agradar a Dios cuando todo lo que haga, incluso las «buenas cosas», están manchadas por la vieja naturaleza?
·      El pecado no es simplemente una acción externa;
·      también involucra actitudes y disposiciones internas.

El capítulo 7 contesta a este problema (junto con el capítulo 8) al mostrar que el cristiano está muerto a la ley y que el Espíritu cumple la justicia de la ley en nosotros (8:4).
El secreto de la victoria sobre la carne se halla en nuestra obediencia a estas tres instrucciones:
§  Saber,
§  Considerar, y
§  Presentar.

I.       Saber (Rom.6:1–10):
Nótese: cuán a menudo Pablo usa la palabra «saber» en este capítulo (vv. 3, 6, 9, 16). Satanás quiere mantenernos en oscuridad en lo que se refiere a las verdades espirituales que debemos conocer y por eso muchos cristianos viven por debajo de su condición privilegiada.

«Si la gracia de Dios abunda cuando hay pecado (5:20)», pudiera decir una persona, «el cristiano ¡debería vivir en pecado para conocer más de la gracia de Dios!».
Pablo muestra, sin embargo, que esto es imposible debido a que el verdadero cristiano está muerto al pecado. Esta es la maravillosa verdad de nuestra identificación con Cristo.
No sólo que Cristo murió por nosotros, sino que nosotros morimos con Él. Cuando el Espíritu nos bautizó en el cuerpo de Cristo:
Ø Fuimos sepultado con Él, y
Ø resucitados a una vida nueva.

NOTA: V.2: EN NINGUNA MANERA. Lit., no sea. La gracia no puede ser explotada para fines malos. A causa de nuestra Unión Con Cristo, estamos muertos al pecado y vivos para Dios (v.11). La nueva vida moral está basada en:
1) nuestra unión con Cristo (6:1-14);
2) en nuestra servidumbre a la justicia (6:15-23); y
3) en la nueva unión matrimonial que tenemos con Cristo (7:1-6).

Hemos muerto al pecado. La muerte es separación, no extinción:
1) La muerte física es la separación entre el cuerpo y el espíritu (Stg.2:26).
2) La muerte espiritual es la separación entre una persona y Dios (Ef.2:1).
3) La muerte al pecado es la separación del poder dominador del pecado en nuestra propia vida (Rom.6:14).

Los versículos 3–4 no se refieren al bautismo en agua, sino a la operación del Espíritu al ponernos «en Cristo» como miembros de su cuerpo. (Esta operación se ilustra con el bautismo en agua).
·      Cuando Cristo murió, morimos con Él;
·      cuando Él resucitó, resucitamos con Él a una vida nueva.
Esta es nuestra nueva posición en Cristo. Él no sólo murió por el pecado, sino que murió al pecado (6:10). O sea, rompió el poder del pecado y destruyó la vieja naturaleza (6:6).

NOTA: V.3: BAUTIZADOS EN CRISTO JESÚS: El bautismo con el Espíritu Santo une al creyente con Cristo separándole de la vida antigua y asociándole en Cristo”. El Bautismo de agua nos recuerda esta verdad.

La vieja naturaleza aún está allí, esto lo sabemos; pero la cruz de Cristo la ha despojado de su poder, porque morimos con Cristo a todo lo que pertenece a la vida vieja.

El pecado y la vieja naturaleza son amos inflexibles. El inconverso es esclavo del pecado (Ef. 2:1–3), pero aún muchos cristianos todavía sirven al pecado a pesar de que Cristo rompió su esclavitud:
·   Los que leen Romanos 5 descubren que Cristo murió por sus pecados y le reciben en sus corazones;
·    pero no se apropian de las palabras de Romanos 6 y no descubren la gloriosa libertad que tienen en Cristo.
Lea Romanos 6:1–10 de nuevo y analice por usted mismo que el creyente está muerto al pecado (v. 2); la vieja naturaleza ha sido crucificada (v. 6); el creyente ha sido libertado del pecado (v. 7). La vieja naturaleza ya no puede reinar más en el cristiano que conoce la verdad, la confiesa, considera y se presenta al Señor.

II.     Considerar (Rom.6:11):
No es suficiente saber nuestra nueva posición en Cristo; debemos, por fe, considerar que es verdad en nuestras vidas. Considerar es simplemente ese paso de fe que afirma: «Lo que Dios dice respecto a mí en la Biblia es cierto ahora en mi vida. Estoy crucificado con Cristo». Considerar es la fe en acción que descansa en la Palabra de Dios a pesar de las circunstancias y emociones o sentimientos. Dios no nos dice que nos crucifiquemos, sino más bien que creamos que hemos sido crucificados y que «el viejo hombre» ha muerto. La crucifixión es una muerte que no se la puede aplicar usted mismo; debe ser crucificado por otro. Considerar es ese paso de fe que cree la Palabra de Dios y actúa en consecuencia.

III.    Presentar (Rom.6:12–23):
Si los creyentes verdaderamente se consideran muertos al pecado, demostrarán su fe al presentarse ante Dios. Este es el tercer paso en el proceso de obtener la victoria sobre la vieja naturaleza, la carne.

Nótese: el severo «no reine, pues» del versículo 12. Este sometimiento es un acto de nuestra voluntad, un paso de obediencia al Señor. No es suficiente saber esta maravillosa doctrina, o incluso considerarla; debemos dar el paso final de presentar nuestros miembros a Cristo.

En los versículos 16–23 Pablo da el ejemplo del amo y del criado. Nadie puede servir a dos señores. Antes de ser salvos nos sometemos al pecado y éramos siervos del pecado.
Por consiguiente, recibimos la «paga» del pecado: la muerte (v. 23). Pero ahora, que hemos aceptado a Cristo como Salvador, somos libres del pecado; o sea, nuestra nueva posición en Cristo nos da un nuevo Amo y Señor, tanto como una nueva naturaleza. ¡Ahora somos siervos de la justicia, en lugar de ser siervos del pecado! Al presentar nuestros miembros a Cristo como sus «herramientas» o «instrumentos» (v. 13), Él viene a controlar nuestras vidas y llevamos fruto en santidad (v. 22).

El cristiano que deliberadamente se presenta al pecado cometerá pecado y cosechará tristeza.
¿Por qué debe el pecado ser nuestro señor cuando hemos muerto al pecado?
¿Por qué obedecer a un señor que ya Cristo derrotó?:
Ø Los cristianos que pecan a propósito son personas que se han presentado a sí mismos a la vieja naturaleza en lugar de presentarse al Espíritu Santo.
Ø Viven por debajo de su posición exaltada en Cristo.
Ø Viven como esclavos cuando podían regir como reyes.
Es importante que tengamos estos tres pasos en orden.

No podemos someternos a Dios y obtener la victoria sobre la carne, a menos que primero nos consideremos muertos al pecado y vivos en Cristo. Pero no podemos reconocernos muertos a menos que sepamos nuestra posición en Cristo.
Satanás no quiere que vivamos en nuestra elevada posición en Jesucristo, de modo que trata de confundirnos respecto a nuestra victoria en el Hijo de Dios:
v No es suficiente saber que Cristo murió por nosotros; debemos también saber que morimos en Cristo.
v No es suficiente saber que tenemos una nueva naturaleza interna;
v debemos también saber que la vieja naturaleza fue derrotada en la cruz:
ü Saber,
ü considerar,
ü presentar:
Estos tres pasos conducen a la victoria diaria sobre la carne.
Estos tres pasos conducen al trono donde Cristo es exaltado y donde «reinaremos en vida» con Él, siervos de la justicia y no esclavos del pecado. Disfrutamos de vida y verdadera libertad en Él.

Tenga presente que estos pasos deben representar una actitud diaria de vida. No son «medidas de emergencia» que se usan al enfrentar alguna tentación especial. Los creyentes que cada día dedican tiempo a la Palabra de Dios conocerán su posición en Cristo. Tendrán la fe para considerarse muertos al pecado y podrán presentarse y someterse al Espíritu que mora en ellos, obteniendo victoria.
La respuesta al problema del pecado no es simplemente determinación, disciplina, reforma, legislación, ni ningún otro esfuerzo humano. La victoria viene por medio de la crucifixión y resurrección.

Clase Para El Miércoles:


Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.


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Notas:
[1] G38 ἁγιασμός = jagiasmós: de G37; propiamente purificación, i.e. (el estado de) pureza; concretamente (por hebraísmo) purificador:- santidad, santificación. (Strong).


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