lunes, 22 de mayo de 2023

Principios De Liderazgo: (Primera Parte): (Éxodo 18:17-18)

 

Principios De Liderazgo: (Primera Parte):

(Éxodo 18:17-18)

 

Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces… Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo”.


Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Ayuda Ministerial:

Los que somos pastores o estamos involucrados en el ministerio [pastores, evangelistas, maestros, misioneros, etc.] que requieren de un contacto permanente con personas, podemos fácilmente imaginar la escena que nos presenta el capítulo 18 de Éxodo. Moisés estaba exhausto, intentaba cubrir las necesidades del pueblo que venía a él con sus problemas.

Eran tantos los que se presentaban ante él que juzgara su caso, que estaba enteramente ocupado desde la mañana hasta el atardecer. Aun con semejante esfuerzo, no daba abasto para resolver todas las situaciones.

No fue sino hasta que su suegro lo visitó que este gran líder tomó los pasos necesarios para corregir la situación. Cuando Jetro vio la manera en que ministraba su yerno, le dijo:

·      “No está bien lo que haces. Con seguridad desfallecerás tú, y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti”. (Éx.17:18).

 

Nota: Cuando Jetro vio que la responsabilidad era demasiado pesada para un hombre solo (v. 18), le ofreció a Moisés un consejo paternal:

(1) Que fuese Moisés el mediador entre Dios y el pueblo, y

(2) Que fuesen seleccionados hombres fieles para juzgar los asuntos comunes entre la gente (vv. 20-22; comp. las tareas de los apóstoles y diáconos en Hechos 6:1-7).

Le aconsejó a Moisés que se ocupara de las tareas de intercesión y enseñanza, y juzgara únicamente los asuntos difíciles. La enseñanza de las leyes incluiría los decretos civiles (hukkim H2706)[1] y las instrucciones religiosas (torath  H8451)[2].

Con un claro discernimiento de las consecuencias que traería el estilo de Liderazgo que había adoptado Moisés, Jetro, no solamente comprendió que las fuerzas le iban a durar muy poco tiempo, sino que también el pueblo iba a sufrir las consecuencias de tener al frente un hombre desgastado y cansado. Moisés recibió bien las sugerencias que Jetro le dio para tener un ministerio más eficaz, y los cambios que hizo como consecuencia salvaron al pueblo de una situación potencialmente peligroso.

El desafío de cuidar y renovar nuestros recursos espirituales no ha perdido importancia en los tiempos que corren. El líder sabio entiende que solamente con una buena administración de los que tiene podrá hacerle frente a las incesantes demandas del ministerio.

I.      CINCO CLASES DE PERSONAS:

Hace  unos años tuve la oportunidad de leer un libro por Gordon MacDonald, autor del excelente libro “Ponga orden en su vida interior”.

En este libro, Restoring your Spiritual Passion = (Restaurando Su Pasión Espiritual), MacDonald comparte unos conceptos que han sido de enorme bendición para muchos en la permanente búsqueda por mantener un equilibrio adecuado frente a las demandas ministeriales. A lo largo de los años he comprobado lo acertado de los principios identificados por MacDonald, y los he adaptado para compartirlos con muchos otros líderes en Seminarios y Conferencias.

Según MacDonald, en nuestro transitar por el ministerio, vamos a entrar en contacto con cinco clases de personas:

·      Persona De Recursos,

·      Compañeros De Batalla,

·      Los Discípulos,

·      Personas Con Problemas,

·      Las Personas Buenas.

      Estas personas pueden ser definidas por categorías según el efecto que tienen sobre nuestra vida y los recursos espirituales que poseen. Si pudiera escoger una analogía[3] para entender estas categorías, sería muy útil una batería de automóvil. La batería del automóvil sufre descargas o recibe cargas según las acciones de quien lo esté conduciendo.

El poner en marcha el automóvil significa una fuerte descarga. El transitar por la calle hace que el generador del auto cargue de nuevo la batería. De la misma manera, en la vida del obrero, ciertas clases de personas renuevan sus energías, y otras clases de personas las desgastan.

1.1. La Persona De Recursos.

La primera clase de personas con la cual tenemos contacto es la persona de recursos. Esta es una persona que estimula y reaviva en nosotros la pasión por el ministerio y las cosas de Dios. Cuando somos jóvenes, este papel lo puede desempeñar nuestro pastor o personas maduras y sabias dentro de la congregación. Son hombres y mujeres que nos imparten una visión y nos animan a ser atrevidos en nuestra fe.

A medida que maduramos en nuestra experiencia ministerial, disminuirá el número de los desempeñen este papel en nuestra vida. Quizás nuestro estímulo venga de un auto favorito que siempre provee un desafío para nuestra vida, o quizás venga a través de una relación profunda con un mentor, un hombre que sigue invirtiendo en nuestra vida a pesar del paso de los años.

Lo importante es recordar que esta clase de personas estimula nuestra vida espiritual y deja huellas profundas en nuestra alma. Una hora en comunión con ellos puede proveer un fuerte estímulo que dura semanas, meses y aun años. Todo ministro debería poder identificar al menos dos o tres personas que ocupan este lugar en su vida personal.

Utilizando la analogía[3] de la batería, el efecto de la persona de recursos sobre nuestra vida es fuertemente positivo.




1.2. Los Compañeros De Batalla.

Los compañeros de batalla también son personas que estimulan y renuevan nuestra fe, aunque no lo hacen con la intensidad de las personas de recursos. Este otro grupo de personas es el que comparte con nosotros el mismo ministerio. Pueden ser personas que están en la misma congregación con nosotros y que entienden nuestras luchas y frustraciones. Sin embargo, a menudo, son otros pastores o ministros que están sirviendo en diferentes congregaciones a la nuestra, pero con los cuales nos sentimos muy a gusto porque están en la misma lucha que nosotros.

Estas personas no siempre nos estimulan por medio de ministraciones puntuales, aunque también estas pueden darse. Esta es la clase de personas que nos hacen bien porque nos podemos relajar con ellas, porque sabemos que estamos entre compañeros de milicia. Son personas con las cuales podemos reírnos y compartir anécdotas del ministerio. Ellas nos pueden escuchar con compasión porque la realidad que vive es igual a la nuestra. El solo hecho de estar juntos ya trae bendición a nuestra vida.

Jesús y los tres discípulos con los cuales él tenía mayor intimidad formaban parte de un grupo de este tipo. Ellos participaron en las experiencias más íntimas del Maestro. En el momento de mayor prueba, en el Getsemaní, Jesús les pidió que lo acompañaran (Mt. 26:37). Todo ministro debería estar en condiciones de mencionar rápidamente al menos tres personas que ocupen este lugar en su vida.

 

“Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera”. (V. 37). (Véase Mt. 4:21).

 

Estas personas tienen un efecto positivo sobre nuestra vida, aunque su huella no es tan profunda como la que dejan las personas de recursos.

1.3. Los Discípulos.

Una tercera categoría de personas es la de los discípulos. Estas son las personas en las cuales estamos haciendo una fuerte inversión porque vemos en ellas potencial para llegar a ser obreros eficaces. Son nuestros Timoteos, los hombres  que hemos incorporado a nuestro círculo más íntimo, para que se conviertan en nuestros aprendices. Los llevamos con nosotros en nuestras visitas pastorales. Los invitamos a que nos acompañen cuando salimos a otras congregaciones. Les damos especial acceso a nuestra vida familiar y personal.

Los discípulos tienen un efecto variado sobre nuestra vida. Hay momentos en los cuales Dios nos permite ver los frutos de nuestra inversión en la vida de ellos, y nos alegran en el corazón con sus actitudes maduras y sus demostraciones de responsabilidad y sabiduría. En estas ocasiones, su efecto sobre nuestros recursos es positivo (+), pues nos devuelven algo de lo invertido. Pero en otras ocasiones, nos entristecen con su falta de compromiso, sus respuestas inmaduras o sus reacciones carnales. Allí nos damos cuenta de que aún queda mucho camino por recorrer. En estas situaciones, su efecto sobre nosotros es más negativo (-) que positivo (+).

En la vida de Cristo, los otros nuevos discípulos integraron este grupo, como también otros discípulos que formó. Eran personas que a veces le traían alegría, como cuando regresaron de su segundo viaje ministerial, llenos de gozo porque hasta los demonios se les sujetaban (Lc. 10:17-20). En otras ocasiones, su falta de fe lo exasperaban (Mt. 17:17*).

*Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.

 

Oh generación incrédula y perversa! (v. 17). Ante el caso patético del muchacho endemoniado, el padre desesperado y los discípulos impotentes, Jesús clasifica su generación con dos términos fuertes. Probablemente está utilizando expresiones de Deuteronomio (32:5; 32:20):

· Primero, la generación es incrédula o “carente de fe”. Seguramente no se refería directamente a los discípulos, pues ellos no eran incrédulos sino de poca fe (v. 20). Se refería más bien al pueblo judío en general. A esta condición incrédula no se llegó por falta de oportunidad, sino por falta de disposición de creer. ¿Cuántas pruebas más necesitarían para reconocer que Jesús era el Mesías? Jesús ya había estado en su medio, en su ministerio terrenal, obrando milagros y enseñando la verdad de Dios durante unos tres años.

·    Segundo, era una generación... perversa (v. 17). Perversa significa “torcida” o “desviada del camino”. El significado moral derivado sería “corrompido, erróneo”. En su pensamiento y acciones estaban tan torcidos, o corrompidos, que no eran capaces de justicia ni rectitud. Morgan observa que los dos términos están en secuencia correcta:

ü Primero, uno es incrédulo, por decisión propia, y

ü Luego, es perverso.

Ø La primera, condición conduce a,

Ø La segunda. Por lo tanto, eran inexcusables.

 

¿Hasta cuándo os soportaré? (v. 17). O: ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? expresa no tanto condenación, como: impaciencia, tristeza y quizá desilusión. Esperaba más de su pueblo. Su incredulidad resultaba como una carga pesada para soportar.

    

1.4. Personas Con Problemas.

Todo ministro tiene su buena cuota de personas que pertenecen a esta categoría. Estas son las personas que demandan un especial esfuerzo de nuestra parte por las condiciones en las cuales se encuentran.

Puede ser el matrimonio que está en crisis y que requiere de un intenso esfuerzo para volver a echar a andar la relación. Puede ser familiar cuyo sustentador se ha quedado sin trabajo. Puede ser ese grupo de personas que padecen enfermedades diversas y que requieren de nuestra compañía y compresión en medio del sufrimiento.

Puede ser la persona que ha perdido un ser querido. O puede ser ese grupo de personas en nuestras congregaciones que siempre parecen estar luchando con las mismas dificultades.

El hecho es que este grupo requiere de nuestro mayor esfuerzo. El trabajo con ellos es especialmente desgastante porque los problemas generalmente no son de fácil solución. Algunos de ellos pueden llevar años de trabajo cariñoso y tierno, antes de que veamos un avance significativo en su vida espiritual. Todo grupo humano tiene esta categoría de personas.

No debemos olvidar que estas personas, una vez restauradas, pueden llegar a ser los discípulos o aun los compañeros de trinchera del día de mañana. Pero esta esperanza futura no quita el hecho que esta categoría es la que mayor desgaste en nuestra vida.

En la vida de Jesús, estos eran: los leprosos, los paralíticos, los endemoniados, los ciegos y todas las otras categorías de personas atribuladas que le seguían sin cesar. En este relato de la sanidad de la mujer con el flujo de sangre vemos la más clara indicación de que ministra a estas personas produce una gran fuga de energía espiritual (Lc. 8:46).


Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”.

 

NOTA: No era que Jesús desconociera quién lo tocó, sino que quiso que la mujer se diera a conocer y se identificara. Quiso enseñarle que su manto no contenía alguna propiedad mágica, sino que su fe la sanó. También quiso dar una lección a la multitud. De acuerdo a la Ley judía, un hombre que tocaba a una mujer que menstruaba se contaminaba (Lv. 15:19-28). Siempre era así ya sea que el flujo fuera normal o, como en el caso de esta mujer, se debiera a una enfermedad. Para protegerse de esta contaminación, los hombres judíos evitaban tocarlas, hablarles y aun mirarlas. Por contraste, Jesús proclamó a cientos de personas que esta mujer "inmunda" lo tocó y luego la sanó. En la mente de Jesús, las mujeres no eran fuentes potenciales de contaminación. Eran seres humanos que merecían respeto y reconocimiento.




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1.5. Las Personas Buenas.

Cuando hablamos de personas buenas, estamos pensando en la gran mayoría de hermanos dentro de nuestras congregaciones. Estas son las personas que están siempre junto a nosotros. Asisten a todas las reuniones, apoyan los proyectos de la Iglesia, no demuestran mayor problemas en su vida y disfrutan de todas las actividades que giran en torno de la vida de la congregación. Son las personas que contribuyen de sus recursos económicos para los diferentes proyectos que pueda tener la Iglesia.

Las personas buenas son incondicionales en su apoyo hacia el pastor y los líderes, y nos hacen sentir bien en los diferentes proyectos que realizamos.

A pesar de todo esto, las personas buenas contribuyen muy poco a nuestras reservas espirituales. Les gusta estar con nosotros porque ellos disfrutan de lo que nosotros tenemos para darles. El solo hecho de estar en contacto con sus pastores ya les hace sentir bien. De manera que el efecto principal que tienen sobre nosotros es negativo (-), pues ellos lentamente van desgastando nuestra vida espiritual.

En la vida de Jesús las personas buenas eran el grueso de las multitudes que le seguían a todos lados. El Mesías las recibía y las ministraba, pero no les daba mayor importancia porque sabía que a la hora de serias definiciones muchos de ellos no lo seguirían más (Jn. 6:66).

 

“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”.

 

NOTA: ¿Por qué las palabras de Jesús hicieron que muchos de sus seguidores lo abandonasen? (1) Es posible que se hayan dado cuenta de que no sería el Mesías-Rey conquistador que esperaban. (2) Rehusó ceder ante sus exigencias egocéntricas. (3) Enfatizó la fe, no los hechos. (4) Sus enseñanzas eran difíciles de entender y algunas de sus palabras eran ofensivas. Al crecer en nuestra fe, es posible que nos sintamos tentados a apartarnos porque las lecciones de Jesús son difíciles. ¿Reaccionará usted dándose por vencido, pasando por alto ciertas enseñanzas o rechazando a Cristo? En lugar de eso, pida a Dios que le muestre el significado de sus enseñanzas y le diga cómo se aplican a su vida. Luego tenga el valor de actuar en base a la verdad de Dios.


II.     EL MINISTERIO TÍPICO:

Estamos ahora en condiciones de ver claramente cuál es nuestra realidad ministerial. Con solamente tomar las ilustraciones e identificar en qué invertimos la mayor cantidad de nuestro tiempo, rápidamente nos daremos cuenta por qué tantos ministros viven en un estado de agotamiento espiritual permanente.

El noventa por ciento de nuestro tiempo lo estamos pasando con el grupo de personas que absorben nuestros recursos espirituales –los buenos y los que están en problemas. No debe sorprendemos entonces que con frecuencia nuestro ministerio tenga pocos resultados a largo plazo. Al estar ausente los elementos espirituales que asegurarían frutos eternos, caemos en la trampa de mantener simplemente en movimiento los diferentes programas de la congregación, sin impactar verdaderamente la vida de aquellos que han sido puestos bajo nuestra responsabilidad.

La solución a este desequilibrio también es fácil de ver; no tiene mayores misterios. Debemos pasar más tiempo con las otras tres clases de personas, las personas de recursos, los compañeros de batalla y los discípulos. Estos son los que nos ayudarán a mantener un equilibrio sano y serán uno de los medios importantes que Dios usará para renovar nuestros recursos espirituales.

      

III.    EN LA PRÁCTICA:

Quisiera sugerir algunos principios prácticos para poder lograr este equilibrio tan importante para la efectividad de nuestro ministerio.

 

3.1. Sea Dueño De Su Propio Calendario.

El primer principio que debe tener en cuenta es que, si usted quiere pasar tiempo con las personas que lo edifican, tiene que planificar esos encuentros. Frecuentemente escucho en conferencias que los pastores se dicen unos a otros: “Tenemos que vernos más seguidos”. Rara vez estos deseos se traducen en encuentros específicos. La verdad es que si usted no toma su agenda y programa  encuentros con personas de este tipo, estos no se van a dar. Cuando no estamos en control de nuestra agenda, los buenos y los que tienen problemas tienden a irrumpir sobre nuestras vidas y a llenar cada hueco con sus necesidades.

Creo que a esto se refería Cristo cuando sus discípulos objetaron el excesivo gasto de la mujer que derramó perfume costoso sobre sus pies. El Maestro replicó: “Siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis”. (Mt. 26:11). El hecho es que si el criterio que usamos para evaluar lo correcto de una acción es la presencia de pobres a nuestro alrededor, nunca tendremos otra actividad que atenderlos a ellos. Porque siempre habrá pobres a nuestro alrededor.

Sin embargo, Cristo frecuentemente les dio la espalda a las multitudes e impuso sus propios planes por encima de las demandas de los necesitados (Mr. 1:36-38). No es que no debamos atender a los necesitados. Todo lo contrario. Pero no debemos dejar que ellos sean dueños de nuestro tiempo, por amor a ellos. Una vez que nuestros recursos están agotados, no seremos de bendición ni a ellos ni a nosotros mismos. 

3.2. Aprenda A Usar La Palabra NO”.

El segundo principio tiene que ver con su llamamiento. Usted no ha sido llamado a correr a hacer algo cada vez que se le cruce un necesitado por el camino. Aprenda de Jesús: él no sanó a todos los enfermos, ni liberó a todos los endemoniados, ni curó a todos los leprosos. En el estanque de Betesda había muchos enfermos que deseaban ser sanos, pero solamente sanó a uno.

A medida que usted crezca en su ministerio le van a venir cada vez más pedidos de ayuda y va a recibir cada vez más invitaciones a ministrar en diversas situaciones. Si usted no aprende a distinguir cuáles son las obras que su Padre Celestial específicamente ha preparado para usted, va a acabar necesitando un día de ¡treinta horas! Una importante disciplina que debe manejar el siervo de Dios es la de saber cuándo decir que NO a las diversas demandas que otros le traen. Note: de nuevo que Jesús no permitió que otros decidieran qué era lo que debía hacer. 

3.3. Sea Ágil Para Delegar.

La consecuencia más sana de decir que NO es que usted se va a ejercitar en uno de los mejores hábitos que puede tener un pastor, la de delegar. Las personas en nuestras congregaciones muchas veces vienen a nosotros con los problemas más triviales, esperando que nosotros se los solucionemos. Nos quejamos, pero muchas veces nosotros mismos somos los responsables de esta situación. No les hemos enseñado a los miembros de la congregación a asumir mayor responsabilidad para el buen funcionamiento del cuerpo, ni los hemos incluido en nuestras experiencias ministeriales. El resultado es que se vuelven demasiado dependientes del pastor. (TEAM = El Equipo).

Este es el principio que le enseñó Jetro a su yerno, Moisés. En lugar de querer hacer todo solo, lo animó a que nombrara jefes de: diez, de cien y de mil. De esta manera él quedaría grandemente aliviado de sus responsabilidades, y se podría dedicar a las cosas que otros no podían hacer por él. Cuando usted delega, queda libre para dedicarse a aquellas cosas que realmente ha sido llamado a hacer. 

3.4. Recuerde Que Sus Recursos Espirituales Son Finitos.

Los recursos del Señor son infinitos, y están siempre a disposición del pueblo de Dios. ÉL que pide, recibe en abundancia y sin reproche (Stg. 1:5). Pero los recursos del pastor no son infinitos. Usted se cansa, se fatiga y se fastidia. El constante contacto con personas necesitadas produce un desgaste en su vida.

Un día despierta y se da cuenta de que su batería está muerta, porque ha descuidado las actividades cruciales para recargarla.

El Señor con frecuencia se retiraba a lugares solitarios para buscar ese renuevo y equilibrio que eran indispensables para su propia salud ministerial (Lc. 5:6). Las multitudes lo desgastaban y hacía necesarios esos momentos de quietud y silencio, en presencia del Padre, para restaurar lo que se gastaba en el ministerio.

Aprenda a monitorear sus recursos. ¡No se engañe a sí mismo! Cuando vea los síntomas de una vida en desequilibrio, tome los pasos necesarios para restaurar lo que se ha deteriorado. Si lo posterga mucho tiempo, el daño será mucho más difícil de arreglar y hasta puede llegar a ser necesario que se retire por un tiempo del ministerio. 

3.5. Establezca Prioridades Correctas.

Pasar tiempo con las otras tres categorías de personas no es solamente una costumbre sana. También es cuestión de prioridades. La Iglesia adolece en varios sentidos por la falta de formación de obreros nuevos, y el pobre apoyo a los  que ya están en el ministerio. No sea parte de ese problema. Establezca claras prioridades en su vida y pase tiempo con las personas que mejor responderán a su inversión.

Jesús pasó algo de tiempo con las multitudes, pero pasó mucho más tiempo con los discípulos. Y de entre los discípulos pasó todo el tiempo con los tres que escogió para que lo acompañaran a todos lados. De la misma manera, Pablo animó a Timoteo a que busque hombres fieles a los cuales confiar las cosas que había recibido. Estos debían hacer lo mismo con sus propios discípulos (2 Tim. 2:2). Apoye a los que están en el ministerio buscando oportunidades para estar con ellos. Ellos se lo agradecerán, y usted también ¡saldrá bendecido!

 

“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.

 

NOTA: Si la iglesia siguiera con firmeza este consejo, se expandiría geométricamente en la medida que creyentes bien enseñados enseñen y comisionen a otros los que, a su vez, harán lo mismo con otros. Los discípulos necesitan ser equipados para transmitir su fe. El trabajo no estará hecho sino hasta que nuevos creyentes sean capaces de hacer discípulos de otros (véase Ef. 4:12-13).

Verdades Prácticas:


1. En el desierto Dios dio a los suyos la satisfacción de las necesidades de la vida. No les dio una vida lujosa ni les proveyó de antemano lo necesario. Tuvieron que aprender a confiar en la providencia divina por medio de la experiencia personal.

 

2. El juicio crítico es inevitable en la vida. Al recibirlo, debe ser evaluado para ver si es válido, y en tal caso, responder positivamente para corregir lo necesario. Si no es válido, no debe tomarse personalmente; no obstante, es conveniente buscar las razones de ese concepto erróneo y buscar medios para mejorar la percepción. Al recibir una crítica no debe uno buscar venganza ni procurar pagar en la misma moneda. Tampoco se debe criticar [murmurar] a los líderes cristianos sin razón. Dios tomó personalmente las quejas elevadas contra Moisés y Aarón (Éx. 16:8).

 

3. El que trata de complacer a todos no complacerá a nadie. Debido a la naturaleza corrompida de la humanidad, no existe un líder perfecto, ni es posible que todos estén satisfechos con todos los hechos de los demás. Sin embargo, el amor cristiano respaldará, ayudará y rectificará cuando sea necesario. En tales casos todo se hará sin rencor y sin un espíritu de juicio; positivamente, se lo hará con ternura y en el vínculo del amor encontrado en Cristo.

 

4. Una preocupación crónica puede dañar el cuerpo humano:

· Reduce la resistencia del cuerpo a la enfermedad, afecta negativamente (-):

Ø El sistema digestivo y el corazón, y

Ø Si afecta al descanso,   

Ø Puede producir desánimo y problemas emocionales.

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Notas y Bibliografía:

[1]H2706 חֹק = kjoc: de H2710; promulgación; de aquí, cita, nombramiento (de tiempo, espacio, cantidad, trabajo o uso): - costumbre, decreto, derecho, determinar, estatuto, ley, límite, medida, necesario, norma, ordenación, ordenamiento, ordenar, ordinaria, plazo, ración, tarea. (Strong).

[2] tôrah = (תּוירָה, H8451), «dirección; instrucción; orientación». Tôrah, una de las palabras más importantes del Antiguo Testamento, se deriva de yarah. Si lo analizamos con el antecedente del verbo yarah, se hace evidente que tôrah es mucho más que ley o que una serie de reglas. Tôrah no es restricción ni impedimento, sino todo lo contrario, el medio por el que se puede lograr una meta u objetivo. En su sentido más puro, tôrah se le dio a Israel para permitir que llegara a ser en realidad el pueblo especial de Dios y permaneciera como tal. Se podría decir que al guardar la tôrah, Israel se resguardaba. Es lamentable, pero Israel cayó en la trampa de guardar la tôrah como algo impuesto, un objeto en sí, en vez de ser un medio para llegar a ser lo que Dios se propuso con ella. El fin llegó a ser un medio. En vez de percibir la tôrah como una orientación, se desvirtuó en un cuerpo externo de reglamentos y, por tanto, una carga en lugar de un poder liberador y orientador. Esta carga, más el legalismo de la ley romana, forman el antecedente de la tradición de la ley que se discute en el Nuevo Testamento, en particular cuando Pablo lucha con ello en su carta a la iglesia de Roma. (VINE)

[3] analogía. (Del lat. analogĭa, y este del gr. ἀναλογία = proporción, semejanza). f. Relación de semejanza entre cosas distintas. 2. Razonamiento basado en la existencia de atributos semejantes en seres o cosas diferentes. 3. Biol. Semejanza entre partes que en diversos organismos tienen una misma posición relativa y una función parecida, pero un origen diferente. 4. Der. Método por el que una norma jurídica se extiende, por identidad de razón, a casos no comprendidos en ella. 5. Gram. Semejanza formal entre los elementos lingüísticos que desempeñan igual función o tienen entre sí alguna coincidencia significativa. 6. Ling. Creación de nuevas formas lingüísticas, o modificación de las existentes, a semejanza de otras; p. ej., los pretéritos tuve, estuve, anduve se formaron por analogía con hube. 7. Gram. Morfología. Microsoft® Encarta® 2009.

-    Apuntes Pastorales. VOLUMEN XX – NÚMERO 1. ISBN. 1409-1968.

-    e-Sword-the. LEDD.

-    Postor: Carlos Ramírez Jiménez. 29//02//2010.

 

 Véase Parte Dos.

 



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