Principios De Liderazgo: (Primera Parte):
(Éxodo 18:17-18)
“Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces…
Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el
trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo”.
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Ayuda Ministerial:
Los que somos
pastores o estamos involucrados en el ministerio [pastores, evangelistas, maestros, misioneros, etc.] que requieren de un contacto
permanente con personas, podemos fácilmente imaginar la escena que nos presenta
el capítulo 18 de Éxodo. Moisés estaba exhausto, intentaba cubrir las
necesidades del pueblo que venía a él con sus problemas.
Eran tantos los que se presentaban ante él
que juzgara su caso, que estaba enteramente ocupado desde la mañana hasta el
atardecer. Aun con semejante esfuerzo, no daba abasto para resolver todas las
situaciones.
No fue sino hasta que su suegro lo visitó
que este gran líder tomó los pasos necesarios para corregir la situación. Cuando
Jetro vio la manera en que ministraba su yerno, le dijo:
· “No está bien lo que haces. Con
seguridad desfallecerás tú, y también este pueblo que está contigo, porque el
trabajo es demasiado pesado para ti”. (Éx.17:18).
Nota: Cuando Jetro
vio que la responsabilidad era demasiado pesada para un hombre solo (v. 18), le
ofreció a Moisés un consejo paternal:
(1) Que fuese Moisés el
mediador entre Dios y el pueblo, y
(2) Que fuesen
seleccionados hombres fieles para juzgar los asuntos comunes entre la gente (vv. 20-22; comp. las tareas de los
apóstoles y diáconos en Hechos 6:1-7).
Le aconsejó a Moisés que se ocupara de las tareas de intercesión y enseñanza, y juzgara únicamente los asuntos difíciles. La enseñanza de las leyes incluiría los decretos civiles (hukkim H2706)[1] y las instrucciones religiosas (torath H8451)[2].
Con un claro discernimiento de las
consecuencias que traería el estilo de Liderazgo que había adoptado Moisés,
Jetro, no solamente comprendió que las fuerzas le iban a durar muy poco tiempo,
sino que también el pueblo iba a sufrir las consecuencias de tener al frente un
hombre desgastado y cansado. Moisés recibió bien las sugerencias que Jetro le
dio para tener un ministerio más eficaz, y los cambios que hizo como consecuencia
salvaron al pueblo de una situación potencialmente peligroso.
El desafío de cuidar y renovar nuestros recursos espirituales no ha perdido importancia en los tiempos que corren. El líder sabio entiende que solamente con una buena administración de los que tiene podrá hacerle frente a las incesantes demandas del ministerio.
I. CINCO CLASES
DE PERSONAS:
Hace
unos años tuve la oportunidad de leer un libro por Gordon MacDonald, autor del excelente libro “Ponga orden en su vida interior”.
En
este libro, Restoring your Spiritual Passion = (Restaurando Su Pasión
Espiritual), MacDonald
comparte unos conceptos que han sido de enorme bendición para muchos en la
permanente búsqueda por mantener un equilibrio
adecuado frente a las demandas ministeriales. A lo largo de los años he
comprobado lo acertado de los principios identificados por MacDonald, y los he adaptado para compartirlos con muchos otros
líderes en Seminarios y Conferencias.
Según MacDonald, en nuestro transitar por el
ministerio, vamos a entrar en contacto con cinco clases de personas:
·
Persona De Recursos,
·
Compañeros De Batalla,
·
Los Discípulos,
·
Personas Con
Problemas,
·
Las Personas Buenas.
Estas
personas pueden ser definidas por categorías según el efecto que tienen sobre
nuestra vida y los recursos espirituales que poseen. Si pudiera escoger una analogía[3] para entender estas categorías, sería muy útil una batería de
automóvil. La batería del
automóvil sufre descargas o recibe
cargas según las acciones de quien lo esté conduciendo.
El poner en marcha el automóvil significa una fuerte descarga. El transitar por la calle hace que el generador del auto cargue de nuevo la batería. De la misma manera, en la vida del obrero, ciertas clases de personas renuevan sus energías, y otras clases de personas las desgastan.
1.1. La Persona De Recursos.
La
primera clase de personas con la cual tenemos contacto es la persona de
recursos. Esta es una persona que estimula y reaviva en nosotros la pasión por
el ministerio y las cosas de Dios. Cuando somos jóvenes, este papel lo puede
desempeñar nuestro pastor o personas
maduras y sabias
dentro de la congregación. Son hombres y mujeres que nos imparten una visión y nos
animan a ser atrevidos en nuestra fe.
A
medida que maduramos en nuestra experiencia ministerial, disminuirá el número
de los desempeñen este papel en nuestra vida. Quizás nuestro estímulo venga de
un auto favorito que siempre provee un desafío para nuestra vida, o quizás
venga a través de una relación profunda con un mentor, un hombre que sigue
invirtiendo en nuestra vida a pesar del paso de los años.
Lo importante es recordar que esta clase
de personas estimula nuestra vida espiritual y deja
huellas profundas en nuestra
alma. Una hora en comunión con ellos puede proveer un fuerte estímulo que dura
semanas, meses y aun años. Todo ministro debería
poder identificar al menos dos o tres personas que
ocupan este lugar en su vida personal.
Utilizando la analogía[3] de
la batería,
el efecto de la persona de recursos sobre nuestra vida es fuertemente positivo.
1.2.
Los Compañeros De Batalla.
Los compañeros de batalla también son
personas que estimulan y renuevan nuestra fe, aunque no lo hacen con la
intensidad de las personas de recursos. Este otro grupo de personas es el que
comparte con nosotros el mismo ministerio. Pueden ser personas que están en la
misma congregación con nosotros y que entienden nuestras luchas y
frustraciones. Sin embargo, a menudo, son otros pastores o ministros que están
sirviendo en diferentes congregaciones a la nuestra, pero con los cuales nos
sentimos muy a gusto porque están en la misma lucha que nosotros.
Estas personas no siempre nos estimulan
por medio de ministraciones puntuales, aunque también estas pueden darse. Esta
es la clase de personas que nos hacen bien porque nos podemos relajar con
ellas, porque sabemos que estamos entre compañeros de milicia. Son personas con
las cuales podemos
reírnos y compartir
anécdotas del ministerio. Ellas nos pueden escuchar con
compasión porque la realidad que vive es igual a la nuestra. El solo hecho de
estar juntos ya trae bendición a nuestra vida.
Jesús y los tres
discípulos con los cuales él
tenía mayor intimidad formaban parte de un grupo de este tipo. Ellos participaron en las experiencias más íntimas
del Maestro. En el momento de mayor prueba, en el Getsemaní, Jesús
les pidió que lo acompañaran (Mt. 26:37). Todo ministro debería estar en condiciones de mencionar
rápidamente al menos tres personas que ocupen este lugar en su vida.
“Y tomando a Pedro, y a los dos hijos
de Zebedeo,
comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera”. (V. 37). (Véase
Mt. 4:21).
Estas personas tienen un efecto positivo sobre nuestra vida, aunque su huella no es tan profunda como la que dejan las personas de recursos.
1.3.
Los Discípulos.
Una tercera categoría de personas es la de
los discípulos. Estas son las personas en las cuales estamos haciendo una
fuerte inversión porque vemos en ellas potencial para llegar a ser obreros
eficaces. Son nuestros “Timoteos”, los hombres
que hemos incorporado a nuestro círculo más íntimo, para que se
conviertan en nuestros aprendices. Los llevamos con nosotros en nuestras
visitas pastorales. Los invitamos a que nos acompañen cuando salimos a otras
congregaciones. Les damos especial acceso a nuestra vida familiar y personal.
Los discípulos tienen un efecto variado sobre nuestra vida. Hay momentos en los cuales Dios nos permite ver los frutos de nuestra inversión en la vida de ellos, y nos alegran en el corazón con sus actitudes maduras y sus demostraciones de responsabilidad y sabiduría. En estas ocasiones, su efecto sobre nuestros recursos es positivo (+), pues nos devuelven algo de lo invertido. Pero en otras ocasiones, nos entristecen con su falta de compromiso, sus respuestas inmaduras o sus reacciones carnales. Allí nos damos cuenta de que aún queda mucho camino por recorrer. En estas situaciones, su efecto sobre nosotros es más negativo (-) que positivo (+).
En la vida de Cristo, los otros nuevos
discípulos integraron este grupo, como también otros discípulos que formó. Eran
personas que a veces le traían alegría, como cuando regresaron de su segundo
viaje ministerial, llenos de gozo porque hasta los demonios se les sujetaban
(Lc. 10:17-20). En otras ocasiones, su falta de fe lo exasperaban (Mt. 17:17*).
*Respondiendo
Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta
cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?
Traédmelo acá.
*¡Oh generación incrédula y perversa! (v. 17). Ante el
caso patético del muchacho endemoniado, el padre desesperado y los discípulos
impotentes, Jesús clasifica su generación con dos términos fuertes.
Probablemente está utilizando expresiones de Deuteronomio (32:5; 32:20):
· Primero, la generación es “incrédula” o “carente de fe”. Seguramente
no se refería directamente a los discípulos, pues ellos no eran incrédulos sino
de poca fe (v.
20). Se refería más bien al pueblo judío en general. A esta condición incrédula
no se llegó por falta de oportunidad, sino por falta de disposición de creer. ¿Cuántas pruebas más necesitarían para reconocer que Jesús
era el Mesías? Jesús ya había estado en su medio, en su ministerio
terrenal, obrando milagros y enseñando la verdad de Dios durante unos tres
años.
· Segundo, era una generación... perversa (v.
17). “Perversa” significa
“torcida” o “desviada del camino”.
El significado moral derivado sería “corrompido, erróneo”. En su pensamiento y
acciones estaban tan torcidos, o corrompidos, que no eran capaces de justicia
ni rectitud. Morgan observa que los dos términos
están en secuencia correcta:
ü
Primero, uno es incrédulo,
por decisión propia, y
ü
Luego, es perverso.
Ø
La primera, condición conduce a,
Ø
La segunda. Por lo tanto,
eran inexcusables.
¿Hasta cuándo os soportaré? (v. 17). O: ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? expresa no tanto condenación, como: impaciencia, tristeza y quizá desilusión. Esperaba más de su pueblo. Su incredulidad resultaba como una carga pesada para soportar.
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1.4.
Personas Con Problemas.
Todo ministro tiene su buena cuota de personas
que pertenecen a esta categoría. Estas son las personas que demandan un
especial esfuerzo de nuestra parte por las condiciones en las cuales se
encuentran.
Puede
ser el matrimonio que está en crisis y que requiere de un intenso esfuerzo para
volver a echar a andar la relación. Puede ser familiar cuyo sustentador se ha
quedado sin trabajo. Puede ser ese grupo de personas que padecen enfermedades
diversas y que requieren de nuestra compañía y compresión en medio del
sufrimiento.
Puede
ser la persona que ha perdido un ser querido. O puede ser ese grupo de personas
en nuestras congregaciones que siempre parecen estar luchando con las mismas
dificultades.
El
hecho es que este grupo requiere de nuestro mayor esfuerzo. El trabajo con
ellos es especialmente desgastante porque los problemas generalmente no son de
fácil solución. Algunos de ellos pueden llevar años de trabajo cariñoso y
tierno, antes de que veamos un avance significativo en su vida espiritual. Todo grupo humano
tiene esta categoría de personas.
No
debemos olvidar que estas personas, una vez restauradas, pueden llegar a ser
los discípulos o aun los compañeros de trinchera del día de mañana. Pero esta
esperanza futura no quita el hecho que esta categoría es la que mayor desgaste
en nuestra vida.
En la
vida de Jesús, estos eran: los leprosos, los paralíticos,
los endemoniados,
los ciegos y todas las
otras categorías de personas atribuladas que le seguían sin cesar. En este relato de
la sanidad
de la mujer con el flujo de sangre vemos
la más clara indicación de que ministra a estas personas produce una gran fuga
de energía espiritual (Lc. 8:46).
“Pero Jesús
dijo:
Alguien me
ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”.
NOTA: No era que Jesús desconociera
quién lo tocó, sino que quiso que la mujer se diera a conocer y se
identificara. Quiso enseñarle que su manto no contenía alguna propiedad mágica,
sino que su fe la sanó. También quiso dar una lección a la multitud. De acuerdo a la Ley judía, un hombre que tocaba a
una mujer que menstruaba se contaminaba (Lv. 15:19-28). Siempre era
así ya sea que el flujo fuera normal o, como en el caso de esta mujer, se
debiera a una enfermedad. Para protegerse de esta contaminación, los hombres
judíos evitaban tocarlas, hablarles y aun mirarlas. Por contraste, Jesús proclamó a cientos de
personas que esta mujer "inmunda"
lo tocó y
luego la sanó. En la mente de
Jesús, las mujeres no eran fuentes potenciales de contaminación. Eran seres humanos
que merecían respeto y reconocimiento.
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1.5.
Las Personas Buenas.
Cuando hablamos de personas buenas,
estamos pensando en la gran mayoría de hermanos dentro de nuestras
congregaciones. Estas son las personas que están siempre junto a nosotros.
Asisten a todas las reuniones, apoyan los proyectos de la Iglesia, no demuestran
mayor problemas en su vida y disfrutan de todas las actividades que giran en
torno de la vida de la congregación. Son las personas que contribuyen de sus
recursos económicos para los diferentes proyectos que pueda tener la Iglesia.
Las personas buenas son incondicionales en
su apoyo hacia el pastor y los líderes, y nos hacen sentir bien en los
diferentes proyectos que realizamos.
A pesar de todo esto, las personas buenas
contribuyen muy poco a nuestras reservas espirituales. Les gusta estar con
nosotros porque ellos disfrutan de lo que nosotros tenemos para darles. El solo
hecho de estar en contacto con sus pastores ya les hace sentir bien. De manera
que el efecto principal que tienen sobre nosotros es negativo (-), pues ellos
lentamente van desgastando nuestra vida espiritual.
En la vida de Jesús las personas buenas
eran el grueso de las multitudes que le seguían a todos lados. El Mesías las
recibía y las ministraba, pero no les daba mayor importancia porque sabía que a
la hora de serias definiciones muchos de ellos no lo seguirían más (Jn. 6:66).
“Desde entonces muchos de
sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”.
NOTA: ¿Por qué las palabras de Jesús hicieron que muchos de sus
seguidores lo abandonasen? (1)
Es posible
que se hayan dado cuenta de que no sería el Mesías-Rey conquistador que
esperaban. (2) Rehusó ceder ante
sus exigencias egocéntricas. (3)
Enfatizó la fe, no los hechos. (4) Sus enseñanzas eran difíciles de
entender y algunas de sus palabras eran ofensivas. Al crecer en
nuestra fe, es posible que nos sintamos tentados a apartarnos porque las
lecciones de Jesús son difíciles. ¿Reaccionará usted dándose por vencido, pasando por alto
ciertas enseñanzas o rechazando a Cristo? En lugar de eso, pida a Dios que le muestre
el significado de sus enseñanzas y le diga cómo se aplican a su vida.
Luego tenga el valor de actuar en base a la verdad
de Dios.
II. EL MINISTERIO
TÍPICO:
Estamos ahora en condiciones de ver
claramente cuál es nuestra realidad ministerial. Con solamente tomar las
ilustraciones e identificar en qué invertimos la mayor cantidad de nuestro
tiempo, rápidamente nos daremos cuenta por qué tantos ministros viven en un
estado de agotamiento espiritual permanente.
El noventa por ciento de nuestro tiempo lo
estamos pasando con el grupo de personas que absorben nuestros recursos
espirituales –los
buenos y los que están en problemas. No
debe sorprendemos entonces que con frecuencia nuestro ministerio tenga pocos
resultados a largo plazo. Al estar ausente los elementos espirituales que
asegurarían frutos eternos, caemos en la trampa de mantener simplemente en movimiento los diferentes programas de la
congregación, sin impactar verdaderamente la vida de aquellos que han sido
puestos bajo nuestra responsabilidad.
La solución a este desequilibrio también
es fácil de ver; no tiene mayores misterios. Debemos pasar más tiempo con las
otras tres clases de personas, las personas de recursos, los compañeros de batalla y
los discípulos.
Estos son los que nos ayudarán a mantener un equilibrio sano y serán uno de los
medios importantes que Dios usará para renovar nuestros recursos espirituales.
III. EN LA PRÁCTICA:
Quisiera sugerir algunos principios
prácticos para poder lograr este equilibrio tan importante para la efectividad
de nuestro ministerio.
3.1.
Sea Dueño De Su Propio Calendario.
El primer principio que debe tener en
cuenta es que, si usted quiere pasar tiempo con las personas que lo edifican,
tiene que planificar esos encuentros. Frecuentemente
escucho en conferencias que los pastores se dicen unos a otros: “Tenemos que vernos más seguidos”. Rara vez
estos deseos se traducen en encuentros específicos. La verdad es que si usted
no toma su agenda y programa encuentros
con personas de este tipo, estos no se van a dar. Cuando no estamos en control
de nuestra agenda, los buenos y
los que tienen problemas tienden a irrumpir sobre nuestras vidas y a llenar cada
hueco con sus necesidades.
Creo que a esto se refería Cristo cuando
sus discípulos objetaron el excesivo gasto de la mujer que derramó perfume
costoso sobre sus pies. El Maestro replicó: “Siempre
tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis”. (Mt. 26:11). El hecho es que si el criterio
que usamos para evaluar lo correcto de una acción es la presencia de pobres a
nuestro alrededor, nunca tendremos otra actividad que atenderlos a ellos.
Porque siempre habrá pobres a nuestro alrededor.
Sin embargo, Cristo frecuentemente les dio la espalda a las multitudes e impuso sus propios planes por encima de las demandas de los necesitados (Mr. 1:36-38). No es que no debamos atender a los necesitados. Todo lo contrario. Pero no debemos dejar que ellos sean dueños de nuestro tiempo, por amor a ellos. Una vez que nuestros recursos están agotados, no seremos de bendición ni a ellos ni a nosotros mismos.
3.2.
Aprenda A Usar La Palabra “NO”.
El segundo principio tiene que ver con su llamamiento. Usted no ha sido llamado a correr a hacer algo cada
vez que se le cruce un necesitado por el camino. Aprenda de Jesús: él no sanó a todos los enfermos, ni liberó a todos los
endemoniados, ni curó a todos los leprosos. En
el estanque de Betesda había muchos enfermos que deseaban ser sanos, pero
solamente sanó a uno.
A medida que usted crezca en su ministerio le van a venir cada vez más pedidos de ayuda y va a recibir cada vez más invitaciones a ministrar en diversas situaciones. Si usted no aprende a distinguir cuáles son las obras que su Padre Celestial específicamente ha preparado para usted, va a acabar necesitando un día de ¡treinta horas! Una importante disciplina que debe manejar el siervo de Dios es la de saber cuándo decir que NO a las diversas demandas que otros le traen. Note: de nuevo que Jesús no permitió que otros decidieran qué era lo que debía hacer.
3.3.
Sea Ágil Para Delegar.
La consecuencia más sana de decir que NO
es que usted se va a ejercitar en uno de los mejores hábitos que puede tener un
pastor, la de delegar. Las personas en nuestras congregaciones muchas veces
vienen a nosotros con los problemas más triviales, esperando que nosotros se
los solucionemos. Nos quejamos, pero muchas veces nosotros mismos somos los
responsables de esta situación. No les hemos enseñado a los miembros de la
congregación a asumir mayor responsabilidad para el buen funcionamiento del
cuerpo, ni los hemos incluido en nuestras experiencias ministeriales. El
resultado es que se vuelven demasiado dependientes del pastor. (TEAM = El Equipo).
Este es el principio que le enseñó Jetro a su yerno, Moisés. En lugar de querer hacer todo solo, lo animó a que nombrara jefes de: diez, de cien y de mil. De esta manera él quedaría grandemente aliviado de sus responsabilidades, y se podría dedicar a las cosas que otros no podían hacer por él. Cuando usted delega, queda libre para dedicarse a aquellas cosas que realmente ha sido llamado a hacer.
3.4.
Recuerde Que Sus Recursos Espirituales Son Finitos.
Los recursos del Señor son infinitos, y
están siempre a disposición del pueblo de Dios. ÉL que pide, recibe en abundancia
y sin reproche (Stg. 1:5). Pero los recursos del pastor no son infinitos. Usted
se cansa, se fatiga y se fastidia. El constante contacto con personas
necesitadas produce un desgaste en su vida.
Un día despierta y se da cuenta de que su “batería”
está muerta, porque ha descuidado las actividades cruciales para recargarla.
El Señor con frecuencia se retiraba a
lugares solitarios para buscar ese renuevo y equilibrio que eran indispensables
para su propia salud ministerial (Lc. 5:6). Las multitudes lo desgastaban
y hacía necesarios esos momentos de quietud
y silencio, en presencia del Padre, para restaurar lo que se gastaba en el ministerio.
Aprenda a monitorear sus recursos. ¡No se engañe a sí mismo! Cuando vea los síntomas de una vida en desequilibrio, tome los pasos necesarios para restaurar lo que se ha deteriorado. Si lo posterga mucho tiempo, el daño será mucho más difícil de arreglar y hasta puede llegar a ser necesario que se retire por un tiempo del ministerio.
3.5.
Establezca Prioridades Correctas.
Pasar tiempo con las otras tres categorías
de personas no es solamente una costumbre sana. También es cuestión de
prioridades. La Iglesia adolece en varios sentidos por la falta de formación de
obreros nuevos, y el pobre apoyo a los
que ya están en el ministerio. No sea parte de ese problema. Establezca
claras prioridades en su vida y pase tiempo con las personas que mejor
responderán a su inversión.
Jesús pasó algo de tiempo con las
multitudes, pero pasó mucho más tiempo con los discípulos. Y de entre los
discípulos pasó todo el tiempo con los tres que escogió para que lo acompañaran
a todos lados. De
la misma manera, Pablo animó a Timoteo a que busque hombres fieles a los cuales
confiar las cosas que había recibido. Estos debían hacer lo mismo con sus
propios discípulos (2 Tim. 2:2). Apoye a los que están en el
ministerio buscando oportunidades para estar con ellos. Ellos se lo agradecerán, y usted también
¡saldrá
bendecido!
“Lo que has
oído de mí ante muchos testigos, esto encarga
a hombres fieles que sean
idóneos para enseñar también a otros”.
NOTA: Si la iglesia siguiera con firmeza este consejo, se expandiría geométricamente en la medida que creyentes bien enseñados enseñen y comisionen a otros los que, a su vez, harán lo mismo con otros. Los discípulos necesitan ser equipados para transmitir su fe. El trabajo no estará hecho sino hasta que nuevos creyentes sean capaces de hacer discípulos de otros (véase Ef. 4:12-13).
Verdades Prácticas:
1. En el desierto
Dios dio a los suyos la satisfacción de las necesidades de la vida.
No les dio una vida lujosa ni les proveyó de antemano lo necesario. Tuvieron
que aprender a confiar en la providencia divina por medio de la experiencia
personal.
2. El juicio crítico es inevitable en la vida. Al recibirlo,
debe ser evaluado para ver si es válido, y en tal caso, responder positivamente
para corregir lo necesario. Si no es válido, no debe tomarse personalmente; no
obstante, es conveniente buscar las razones de ese concepto erróneo y buscar
medios para mejorar la percepción. Al recibir una crítica no debe uno buscar venganza ni
procurar pagar en la misma moneda. Tampoco se debe criticar [murmurar] a los
líderes cristianos sin razón. Dios tomó personalmente las quejas elevadas
contra Moisés y Aarón (Éx. 16:8).
3. El que trata de complacer a todos no complacerá a nadie. Debido a la
naturaleza corrompida de la humanidad, no existe un líder perfecto, ni es
posible que todos estén satisfechos con todos los hechos de los demás. Sin
embargo, el amor cristiano respaldará, ayudará y rectificará cuando sea
necesario. En tales casos todo se hará sin rencor y sin un espíritu de juicio;
positivamente, se lo hará con ternura y en el vínculo del amor encontrado en
Cristo.
4. Una preocupación crónica puede dañar el cuerpo humano:
· Reduce la resistencia del cuerpo a la enfermedad, afecta negativamente (-):
Ø El sistema
digestivo y el corazón,
y
Ø Si afecta al descanso,
Ø Puede producir desánimo y problemas emocionales.
___________
Notas y Bibliografía:
[1]H2706 חֹק = kjoc: de H2710; promulgación;
de aquí, cita, nombramiento (de tiempo, espacio, cantidad, trabajo o uso): - costumbre,
decreto, derecho, determinar, estatuto, ley, límite, medida, necesario, norma,
ordenación, ordenamiento, ordenar, ordinaria, plazo, ración, tarea.
(Strong).
[2] tôrah
=
(תּוירָה, H8451), «dirección;
instrucción; orientación». Tôrah, una de las palabras más importantes
del Antiguo Testamento, se deriva de yarah.
Si lo analizamos con el antecedente del verbo yarah,
se hace evidente que tôrah es mucho más que ley o que una serie de reglas. Tôrah no es restricción ni impedimento,
sino todo lo contrario, el medio por el que se puede lograr una meta u
objetivo. En su sentido más puro, tôrah
se le dio a Israel para permitir que llegara a ser en realidad el pueblo
especial de Dios y permaneciera como tal. Se podría decir que al guardar la tôrah, Israel se resguardaba. Es
lamentable, pero Israel cayó en la trampa de guardar la tôrah como algo
impuesto, un objeto en sí, en vez de ser un medio para llegar a ser lo que Dios
se propuso con ella. El fin llegó a ser un medio. En vez de percibir la tôrah como una orientación, se desvirtuó
en un cuerpo externo de reglamentos y, por tanto, una carga en lugar de un
poder liberador y orientador. Esta carga, más el legalismo de la ley romana,
forman el antecedente de la tradición de la ley que se discute en el Nuevo
Testamento, en particular cuando Pablo lucha con ello en su carta a la iglesia
de Roma. (VINE)
[3] analogía. (Del lat. analogĭa,
y este del gr. ἀναλογία = proporción, semejanza). f. Relación de semejanza
entre cosas distintas. 2. Razonamiento basado en la existencia de atributos
semejantes en seres o cosas diferentes. 3. Biol. Semejanza entre partes que en
diversos organismos tienen una misma posición relativa y una función parecida,
pero un origen diferente. 4. Der. Método por el que una norma jurídica se
extiende, por identidad de razón, a casos no comprendidos en ella. 5. Gram.
Semejanza formal entre los elementos lingüísticos que desempeñan igual función
o tienen entre sí alguna coincidencia significativa. 6. Ling. Creación de
nuevas formas lingüísticas, o modificación de las existentes, a semejanza de
otras; p. ej., los pretéritos tuve, estuve, anduve se formaron por analogía con
hube. 7. Gram. Morfología. Microsoft® Encarta® 2009.
- Apuntes
Pastorales. VOLUMEN XX – NÚMERO 1. ISBN. 1409-1968.
-
e-Sword-the. LEDD.
- Postor:
Carlos Ramírez Jiménez. 29//02//2010.
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